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Mi despido de TVE tras mi entrevista a Aznar

Aznar vuelve… a primera página. Décimo aniversario de su victoria (y de mi despido)

Editorial de The New York Times:

Comentario editorial del Financial Times:

Primera página del International Herald Tribune

(Reactualizado, con un añadido final, a las 2:15 h.)

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Actualizado a las 21:30 h., justo a tiempo para irme al cine a ver Syriana.

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Encontré algunas perlas en mi sótano: comentario editorial del Financial Times(“Costumbres españolas”), que no es precisamente un periódico de izquierdas, editorial del New York Times (“Un escalofrío en España”), algo más liberal, primera página delInternational Herald Tribune (“Ecos de Franco mientras España despide a veteranos periodistas de TV”) y copia de la carta del presidente de la Fundación Nieman de Periodismo de la Universidad de Harvard, Bill Kovach, dirigida al Rey, con copia al presidente Aznar.

Estos documentos -que me han traído tan terribles recuerdos, diez años después- los pegaré al final del post para que queden archivados. No me gusta hacer leña del árbol caído.

Ya se que no soy imparcial en lo que atañe a mi experiencia personal, aunque no guardo ningún rencor. Esa palabra no está en mi diccionario. Me cabreé y mucho en su momento, pero ya no tengo nada que perdonar. Son gajes del oficio en una democracia aún frágil. Lo publico en mi blog personal, al cabo de 10 años, porque no me gustaría que se perdieran estas anécdotas de la era Aznar. Así, mis hijos y otros jóvenes demócratas pueden tener datos para saber con quien se juegan los cuartos.

Desde luego, la letra impresa no perdona. Incluyo la traducción del Financial Times y del New York Times. No me quiero perder el pricipio de la película (ni las palomitas).

3 de marzo de 2006: décimo aniversario de la segunda victoria democrática de la derecha española, desde el triunfo de la República, el 14 de abril de 1931.

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Tengo un rato libre para hacer memoria. Advierto que voy a escribir sin límite de espacio… y tengo un par de horas libres por delante.

El jefe de www.20minutos.es me ha advertido de que en Internet el espacio es ilimitado, pero no es ilimitada la paciencia de los internautas. Por eso, recomiendo abstenerse a quienes no tengan paciencia ilimitada. Y me disculpo por la extensión de este post. Es un desahogo personal.

En fecha tan señalada, lo que sigue es, simple y llanamente, mi opinión sobre algunos acontecimientos que considero relevantes, en la reciente historia de España, mezclados con interferencias personales y familiares, que resultarán insignificantes para quien no las haya sufrido. Ahí va:

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Derrota electoral en Febrero del 36 y golpe de Estado en Julio

El primer gobierno democrático de la derecha desde 1931 acabó cuando triunfó la izquierda, en las elecciones del 16 de febrero de 1936. Quizás por falta de costumbre, los derechistas no aceptaron, en aquella ocasión, su derrota en las urnas.

Simplificando: a los cinco meses, el 18 de julio, la derecha rebelde dio un golpe de Estado y recuperó el poder, el 1 de abril de 1939, tras vencer a los leales a la II República, en una guerra civil que costó alrededor de un millón de muertos.

Durante casi 40 años, varios millones de derrotados fueron perseguidos y represaliados por disentir ideológicamente de la Dictadura fascista impuesta por el general Franco.

Desde que perdió el poder legítimo que dan los votos -y no las botas-, la derecha gobernó ilegítimamente, por la fuerza de las armas, hasta que, muerto el dictador, el pueblo español votó la Constitución del 6 de diciembre de 1978.

La derecha española asistió muy dividida, entre asustada y generosa, a la transición de la dictadura la democracia. La izquierda, también asustada y generosa, hizo un esfuerzo descomunal por perdonar –aunque no por olvidar- los crímenes de la Dictadura.

La alianza providencial del centro derecha de Suárez-Abril con el centro-izquierda deGonzález-Guerra, y con otros partidos democráticos minoritarios, y apoyada por el Rey–que mantenía embridada a la derecha franquista, de la que había heredado sus poderes no democráticos- permitió una transición ejemplar.

Los más impacientes de la derecha nacionalista española sacaron de nuevo los tanques a la calle, el 23 de febrero de 1981, y repitieron, esta vez sin éxito, el golpe de Estado del 36. Hicieron el ridículo, porque ya no éramos la España del 36.

Curiosa coincidencia: Franco invocó el asesinato del líder conservador Calvo Sotelo(José) al proclamar su rebelión contra la República.

El general Milans del Bosh, el teniente coronel Tejero y todos sus secuaces franquistas dieron el golpe del 81 contra otro Calvo Sotelo, de la Unión de Centro Democrático (UCD), en el momento en que el pueblo soberano iba a nombrarle presidente del Gobierno.

El mundo al revés. Sin querer, los golpistas vacunaron a la democracia contra futuras traiciones a la Constitución del 78.

El Parque Jurásico, en el que se había refugiado durante la transición una buena parte de la derecha franquista, quedó cerrado por reformas, al menos durante una década.

Muchos líderes políticos tuvieron que taparse la nariz, la boca o las orejas, según las ocasiones, para no volver a las andadas de las dos Españas de Goya, a garrotazo limpio.

La transición se hizo casi en paz

Fue –¡creedme!- muy emocionante.

Y se consolidó con la primera alternancia: al año siguiente del fracasado golpe militar, la izquierda volvió a ganar, por segunda vez en la historia de España, el 28 de octubre de 1982. Dos victorias en casi un siglo: en 1936 y en 1982.

No hubo venganza contra los vencedores de la guerra civil, entre los que abundaban personas de buena fe así como asesinos y torturadores, amparados por el régimen de terror impuesto por Franco con la ayuda –¡que no se olvide nunca, por favor, para no repetir el crimen!-, primero, de Hitler y Mussolini y, luego, de Eisenhower.

Entre 1982 y 1993, la derecha española consolidó su poder económico –que nunca perdió- y fue tomando la medida a la izquierda reformista. Recuérdese que el todopoderoso superministro de Economía de Felipe González era el entonces socialistaMiguel Boyer Salvador, y, desde hace muchos años, muy próximo a José María Aznar.

La derecha española no se contentó con el poder económico de toda la vida. También quería –y estaba en su derecho- el poder político.

En las elecciones generales de junio de 1993, lo rozaron con la punta de los dedos, pero se les fue de las manos por un puñado de votos. Desesperados, intentaron deslegitimar aquélla victoria pírrica de Felipe González, como están haciendo ahora con la victoria por los pelos de Zapatero. Tienen costumbre.

Con la distancia, pienso que hubiera sido mejor que la derecha hubiera triunfado en 1993 y no en 1996. Las elecciones del 93, en plena crisis económica europea, ofrecieron una ocasión espléndida para que el regreso pacífico y democrático de la derecha al poder (por segunda desde 1931) hubiera servido para moderar a sus líderes más voraces. Desgraciadamente, no fue así.

El pueblo confió de nuevo en el PSOE. Victoria pírrica, digo, porque sirvió para alargar la agonía política de Felipe González –ya en caída libre- y para envalentonar a los nuevos e impacientes jóvenes cachorros de Alianza Popular. Convertida en Partido Popular y liderada por José María Aznar, la derecha hizo una oposición inmisericorde de tierra quemada.

¿Recuerdan cuando Aznar soltó al “doberman”?

Un gran honor con mucho peligro

Los partidos políticos, que compitieron en aquellas generales, se pusieron de acuerdo para recomendar que fuera yo el encargado por TVE para hacer las entrevistas oficiales a los seis candidatos presidenciales. Eso me dijeron.

Ya es ridículo que los partidos políticos puedan influir en quién hace las entrevistas preelectorales de la televisión del Estado. Y es una muestra más de la falta de independencia de la TV pública.

En todo caso, honrado por el encargo, ya que procedía de la representación popular en el Congreso, hice aquellas entrevistas preelectorales lo mejor que pude o supe. Con total libertad –jamás he aceptado preguntas de encargo- pero también con la moderación, neutralidad y respeto que exige una ocasión institucional tan solemne.

Después, pasé de dirigir las noticias de las 9 en la Segunda Cadena de TVE –“Informe del día”– a dirigir el Telediario de las 3 de la tarde en la Primera, que presentaban los inigualables Ana Blanco y Matías Prat.

En el TD-1 pasé dos años maravillosos, desde el punto de vista profesional y personal: tenía el mejor equipo del mundo y éramos líderes indiscutibles de audiencia, como ahora en 20 minutos.

También pasé allí los dos años más angustiosos que yo recuerdo, desde el punto de vista político y, si se quiere, patriótico. La lucha por el poder entre el PP y el PSOE no podía ser más degradante y sucia.

Cuando fui destinado a Nueva York, como corresponsal de TVE (en el verano de 1995) sentí un enorme alivio por salir de aquella España, otra vez prebélica.

Desgraciadamente, tuve que regresar en febrero de 1996 para realizar, como en 1993, las entrevistas a los candidatos presidenciales en las elecciones generales de hace 10 años.

Los representantes de los seis principales partidos políticos decidieron que el entrevistador fuera el mismo de las elecciones anteriores. Eso me dijeron. ¿Cómo pueden tener voto y veto los políticos sobre quién es el más neutral, a su juicio, para hacer estas entrevistas?

Vine a España, doblemente honrado por su renovada confianza. (Se ve que ninguno de ellos quedó descontento con las entrevsitas que hice en las elecciones del 93, o bien que no podían alcanzar la unanimidad con ningún otro nombre). Debía ser el menos malo para lo seis partidos que representaban entonces a la casi totalidad de los españoles.

Aterricé en Madrid muy inquieto –y algo asustado- por la tensión preelectoral que se vivía en España.

Hice las seis entrevistas, como la vez anterior, lo mejor que supe y o pude, con los mismos criterios de integridad profesional que aplico siempre.

Tuve muy mala suerte

Felipe González iba ya de perdedor. Le encontré relajado, casi con ganas de salir de aquel infierno en el que se había convertido el Palacio de la Moncloa.

No tenía mucho que perder, en aquella entrevista que le hice en la víspera de la jornada de reflexión. Le hice las preguntas de rigor profesional (corrupción política, terrorismo, GAL, crisis, etc.) y se creció en el ataque. El todavía presidente González estuvo hábil y muy simpático.

En algún momento, dio la impresión de que éramos viejos amigos, ya que mencionó indirectamente a mis hijos. Viejo zorro.

Le tengo afecto personal –incluso le conservo cierta admiración, por su primera etapa de Gobierno con Alfonso Guerra– y, desde luego, las cámaras no mienten. Son gajes del oficio.

El día anterior me había tocado entrevistar a José María Aznar, el penúltimo candidato. Le encontré muy inquieto, tenso y algo nervioso. Se jugaba mucho en aquel estudio deTVE en Prado del Rey. Se le veía con hambre de balón, pero temeroso y, quizás, un pelín desconfiado.

También le hice a Aznar las preguntas de rigor profesional (¿Sería capaz de controlar a la extrema derecha que algunos llaman “Parque Jurásico”?, ¿Mantendría a la peseta en la misma cesta monetaria que el marco alemán, tal como había acordado Felipe González con su amigo Helmut Khol?, etc.).

Aznar no se lució mucho en aquella entrevista. En algún momento, mientras yo le hacía -en cámara- una pregunta que consideré normal, casi anodina, y que no contestó, le vi poner muy mala cara. Los espectadores no vieron su cara, ya que estaban viendo la mía. Pero yo sí. Y, fugazmente, temí por mi empleo.

Efectivamente, tuve mala suerte.

Hace ahora 10 años, el día 3 de marzo de 1996, tres días después de que aquella entrevista, José María Aznar ganó las elecciones generales, seguramente por menos de lo que él deseaba.

Al fin, la derecha española recuperaba el Poder, por vía pacifica y democrática, por segunda vez desde la caída del rey Alfonso XIII.

Participé en su victoria ya que, en aquella ocasión, no voté a Felipe González ni, naturalmente, a Aznar.

Me alegré de la primera victoria de Aznar

Debo reconocer que –inconsciente de mí- me alegré de la victoria de la derecha. La alternancia siempre consolida la democracia y el PSOE –por su mala cabeza, el desgaste inevitable de 14 años de gobierno y la durísima oposición de la derecha- estaba ya quemado para muchos años.

Digo inconsciente de mí porque, al poco tiempo, formado el primer Gobierno Aznar y nombrados los nuevos cargos de Partido Popular en mi empresa (TVE), recibí una llamada telefónica del flamante director de los Servicios Informativos de AznarErnesto Saéz de Buruaga– comunicándome que, “por razones económicas y profesionales”yo era despedido (no trasladado, como era la costumbre) de la empresa. Yo no tenía cargo político sino un contrato laboral por dos años que terminaba al año siguiente.

Bastaba con que hubieran honrado el contrato laboral o, simplemente, que hubieran dejado de emitir mis crónicas para que yo hubiera dimitido, por vergüenza torera, y me hubiera ido a casa sin ruido.

Tuve la impresión de que los cachorros de la nueva derecha recién llegados al poder -o, quizás, algún mindundi o pelotas de turno que quería complacer al jefe Aznar– tenian cierta urgencia por hacer primera sangre y rápida: me aplicaron el despido fulminante, la pena capital laboral, sin haber hecho los más elementales deberes democráticos ni jurídicos.

Así pues, una de las primeras órdenes de la TVE de Aznar, después de ganar las elecciones, fue ponerme de patitas en la calle.

José María Aznar al Palacio de la Moncloa y yo a la calle. Por primera vez en la historia,TVE despidió a un corresponsal en activo y no lo readmitió, después de que éste (o sea, yo mismo) ganara el juicio. Lo nunca visto. El despido en EE.UU supuso la pérdida automática del visado y la salida inmediata del país.

Pedí consejo a Adolfo Suárez

Sorprendido y desorientado, y antes de iniciar acciones legales contra la TVE de Aznar, pedí información, consejo y auxilio a mi presidente Adolfo Suárez. Me sumé a sus tareas de gobierno con entusiasmo (dejando El País) y estuve un par de años a las órdenes de Fernando Abril Martorell y de José Luis Leal en Castellana, 3. (Fue extraordinaria y reconfortante mi experiencia como ayundante de última fila del Gobierno Suárez-Abril, el único para el que he trabajado).

Después de hablar con José María Aznar, mi admirado Adolfo Suárez me telefoneó a mi casa de Nueva York (sin atender al cambio horario, pues me despertó a las cuatro de la madrugada) para decirme que mi despido no tenía arreglo, pues el presidente le había replicado que tenía todo el derecho a decidir “qué caras quería ver en la pantalla”.

En eso –abstrayéndonos del daño causado a la libertad de expresión de los futuros entrevistadores y de todos los ciudadanos libres- no le faltaba razón. Pero su reacción tendría un coste político y ético.

A los pocos días de mi despido fulminante, daba yo una conferencia –que no podía anular- en la Universidad de Harvard, de la que soy antiguo alumno como Nieman Fellow. Y lo pasé muy mal.

Mis colegas y profesores de Harvard no entendieron cómo es posible que, en una democracia, el Gobierno vencedor de unas elecciones pueda despedir al periodista que hizo las entrevistas preelectorales a los candidatos.

Bastante escandaloso e incomprensible resulta ya para cualquier demócrata que los responsables máximos de la TV pública sean nombrados por el Gobierno de turno. Estos (María Antonia Iglesias, Sáez de Buruaga, Urdaci, etc.) tienen asumido su cese automático al cambiar el Gobierno que los nombró.

Pero no así un periodista con un contrato laboral y, menos aún si es el que ha hecho las entrevistas a los candidatos presidenciales. Además de tratarse de un despido ilegal (como más tarde estableció el juez) quedó bastante feo.

¿Cómo se iba a enfrentar el próximo entrevistador a los candidatos presidenciales en las siguientes elecciones generales?

¿Debería hacerse antes un seguro contra despidos improcedentes?

Luego vimos que cualquiera que fuera mi sucesor, en tarea tan arriesgada, no se enfrentaría a los futuros candidatos de ninguna manera. El Gobierno Aznar simplemente prohibió las entrevistas de TVE a los candidatos presidenciales.

Las mías fueron, por tanto, las últimas en la historia de Televisión Española. Menos mal que están las TV privadas para recoger la antorcha. En la 3, la 5, la 4 y la Sexta nadie puede despedirte directamente desde el Gobierno, preguntes lo que preguntes al candidato que resulte vencedor.

Editorial de The New York Times:

Traducción:

Un escalofrío en España

“José María Aznar ganó las elecciones como nuevo Primer Ministro de España el pasado mes de marzo, en parte por convencer a los votantes de que había modernizado completamente su partido de centro derecha, Partido Popular, limpiándolo de toda nostalgia por las prácticas anti-democráticas de la dictadura de Franco. Ahora tendrá que volver a convencerles tras el despido con mano dura del jefe de la corresponsalía de Televisión Española en Nueva York, José Martínez-Soler, y otros cuatro corresponsales.

El Gobierno Aznar dice que despidió al Sr. Martínez-Soler para ahorrar dinero. Pero más bien parece una represalia por una entrevista de la campaña en febrero en la cual el Sr. Martínez-Soler le sacó los colores al Sr. Aznar con una referencia puntual a la vmás duro que a los demás.ieja guardia de la derecha del Partido Popular. Si la impresión de represalia perdura, tendrá un efecto escalofriante sobre otros periodistas que trabajan para la televisión estatal española.

El tema que el Sr. Martínez-Soler abordó era legítimo, por muy incómodo que fuera para el Sr. Aznar. Muchos que sirvieron al dictador mantuvieron posiciones de influencia en los mandos del partido conservador hasta bastante recientemente. Tampoco estaba el Sr. Martínez-Soler discriminando al candidato conservador dándole un tratamiento más duro que a los demás. Hizo preguntas igualmente incómodos a los rivales socialistas.

El Sr. Aznar tiene el derecho de hacer sus propios nombramientos para los más altos cargos de la política de emisión. Pero a los periodistas profesionales, si sus informes han de ser creíbles, necesitan estar libres de la presión política. Las libertades democráticas de España son demasiado preciosas, y ganadas demasiado recientemente, para ser tan pisoteadas y tan descuidadamente. El Sr. Aznar debe moverse rápidamente para deshacer el daño”.

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Comentario editorial del Financial Times:

Traducción:

Costumbres españolas

“El nuevo gobierno del Partido Popular de España puede estar moviéndose hacia una economía más abierta, pero no está haciendo mucho por la tolerancia política. Los cambios de plantilla en organismo estatales no se están limitando solo a los puestos mas altos. En la autoridad emisora RTVE, por ejemplo, llegan muy abajo dentro de la organización.

El Primer Ministro José María Aznar evidentemente no ha perdonado una entrevista de TVE que tuvo durante la campaña electoral en febrero.

Los partidos entonces tenían dificultades para llegar a un acuerdo sobre un entrevistador para los candidatos principales, pero finalmente acordaron quedarse con José Antonio Martínez Soler, un periodista presentador muy conocido, que acababa de ser enviado a Nueva York como corresponsal jefe en EE.UU. de la televisión estatal española.

Martínez Soler, 49 años, puede estar ahora dándose patadas por un lapsus de tacto durante la entrevista con Aznar, cuando se refirió a la vieja guardia del Partido Popular como “Parque Jurásico.”

Veterano miembro del programa prestigioso de la Fundación Nieman de Periodismo de la Universidad de Harvard, también habia chocado con la anterior administración socialista. Antes de ello, poco después de la muerte de General Franco, como un jóven director de una revista, fue secuestrado, torturado y sujeto a una ejecución simulada, tras escribir un artículo sobre la paramilitar Guardia Civil. Esta vez solamente le han despedido de su trabajo como corresponsal.

Esto es progreso.”

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Primera página del International Herald Tribune

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Si han llegado hasta aquí, comprenderán algunos de mis lectores por qué hoy, 10 años después de la victoria de Aznar y de mi persecución o discriminación profesional, me da un cierto “yu–yu” ver de nuevo a este hombre, martillo de la libertad de expresión, saliendo del Parque Jurásico -le veo, eso sí, con el gesto algo trastornado- y cabalgando, otra vez, por las primeras páginas de los periódicos.

Ya ven por qué hay cincunstancias en las que no puedo (ni me apetece) ser neutral. Le tengo miedo.

¡Rajoy, por favor, no le dejes volver!

Actualizado a las 02:15 h. (después del cine y consiguiente tertulia)

Acabo de leer un comentario de un tal “Anónimo”. Ya saben que no me gusta contestar a desconocidos o dialogar con quienes llevan la cara cubierta con pasamontañas. Me trae malos recuerdos. Y estoy en contra todo ventajismo.

No obstante, a veces, contesto a lectores que firman con seudónimo porque puedo identificarlos por otras vías (mensajes previos con dirección de correo o de blog, alias familiares, etc.)

También agradezco las correcciones y sugerencias constructivas, aunque sean en contra.

Este tal “Anónimo” -a quien no conozco de nada- me pide que cuente por qué me apoyaron editoralmente esos diarios que he pegado arriba.

Esa pregunta me ha recordado, de pronto, una omisión importante. Por despiste, y por las prisas para llegar a la sesión de las 22:00 h. cité la carta de la Universidad de Harvard al rey Juan Carlos -doctor “honoris causa” por Harvard– y luego olvidé incluirla.

Agradezco al tal “Anónimo” el recuerdo, porque esa carta -de la que se hicieron muchas copias, una de las cuales llegó, por ejemplo, al director del New York Times– explica precisamente muchas reacciones que, contra mi despido ilegal, se publicaron en docenas, quizás cientos, de diarios de todo el mundo y en numerosas lenguas que no comprendo. En mi sótano, tengo una caja llena de recortes.

Ahí va, por tanto la carta que anticipé al principio de mi larga crónica y que, distribuida en cadena a todos los miembros de la influyente y prestigiosa Fundación Nieman de Periodismo de Harvard, provocó una auténtica oleda de protestas en favor no de mi empleo perdido -algo insignificante y que no merecería ni una sola línea impresa- sino de la lucha por la libertad de expresión, cuya conquista tanto nos costó, y que mis colegas de la “Nieman” vieron peligrar en la España de Aznar.

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Este fue el comentario editorial del diario ABC:

Traducción de la carta de Kovach (curator de la Nieman Foundation for Journalism de Harvard al Rey Juan Carlos:

Al Rey Juan Carlos

Madrid, España

Su Excelencia:

Le estoy escribiendo urgentemente para llamar su atención sobre un asunto grave de interferencia con la libertad de prensa y libertad de expresión que acaba de llegar a mi conocimiento. La decisión del nuevo gobierno del Primer Ministro José María Aznar de despedir a José Martínez-Soler como corresponsal de TVE es un golpe grave a la imagen de una sociedad civil que nutre los derechos de sus ciudadanos.

Periodistas por el mundo están bien familiarizados con el coraje y la integridad de José Martínez-Soler. Sabemos el precio que tuvo que pagar una vez por su devoción a los valores de los derechos humanos. Todos quedamos anonadados (pasmados, aturdidos) al oír las noticias de la decisión de despedirle de su trabajo como corresponsal en EE.UU. En solamente ocho meses había demostrado una rara habilidad para comunicar los sucesos en Estados Unidos a su audiencia en casa. Igualmente importante, nos ha ayudado conocer una nueva y emergente España. Un seminario que dirigió con otros “Fellows” de la Fundación Nieman de Harvard, anteriormente este año, fue de los más interesantes e inspiradores que hemos tenido en todo el año. La promoción entera de los “Fellows” Nieman se une a mí al expresar nuestra consternación por el comportamiento de la nueva dirección de TVE.

Este episodio lastimoso es especialmente desalentador en un momento de una mayor esperanza engendrado por el desarrollo de una Europa más integrada y unida a favor de los principios de los derechos humanos.

Respetuosamente pido que utilice su influencia para deshacer la decisión de silenciar la voz valiosa de José A. Martínez-Soler y establecer un precedente que guiará a los que respetan el valor del derecho de un pueblo a la voz y expresión libre mientras nos acercamos a otro milenio.

Respetuosamente suyo,

Hill Kovach

Curator (director o presidente)

Copia: Primer Ministro José María Aznar

Jorge Sanchez Gallo, TVE

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El Gobierno de Aznar, y los aduladores de turno de la prensa adicta, que le ofreció adhesión inquebrantable, no pudieron o no quisieron comprender las razones de aquella cascada inteminable de críticas, que arruinó la escasa imagen democrática de nuestro flamante presidente en el exterior. El nombre de Aznar está marcado en muchas hemerotecas del mundo como perseguidor de periodistas y poco amante de las libertades. Tampoco hizo ningún esfuerzo por remediar su pobre imagen.

El fuego cruzado contra la purga de TVE fue una acción en cadena muy interesante, con ciertos rasgos corporativos de “periodista-apoya-a-periodista”, sí, pero guiados sobretodo por un fuerte compromiso con la libertad de expresión.

Yo mismo he formado parte, en otras ocasiones, de esas cadenas de solidaridad en favor de periodistas represaliados, perseguidos por sus ideas, presos, torturados y, en algunos casos, asesinados por “fuerzas incontroladas”.

Recuerdo que El Mundo de Pedro J. Ramirez, al servicio del nuevo poder, fue el encargado de responder, casi en exclusiva, desde sus páginas a informaciones de los más prestigiosos diarios de Oriente y Occidente que, por miedo o por pereza, apenas se conocieron en España.

El diario conservador ABC, que dirigía entonces Luis María Anson, publicó un editorial que le agradeceré siempre(“Pluralismo y Tolerancia”, el 29-06-96) en la línea del New York Times y del Financial Times. Luis María Anson, con quien discrepo políticamente en tantas cosas, me ha demostrado gran coherencia en la defensa pública de la libertad. También escribió un comentario editorial en Gaceta Ilustrada atacando a mis torturadores después de mi secuestro tras la muerte de Franco.

El diario El País, en cambio, donde trabajé mucos años y de donde me despedí varias veces, dio muy poca información y no publicó ni una sola línea de opinión sobre el caso. Nunca comprendí su silencio en un asunto tan sensible para su propia supervivencia, como luego se demostró en la guerra digital que casi llevó a la cárcel a Polanco y a Cebrián.

Con su pertinaz política de adulación destructiva, El Mundo se quedó sólo haciendo el ridículo ante los periodistas más presitigiosos que habían pasado por Harvard, y que funcionan como una piña cuando peligra la libertad de expresión en cualquier lugar del mundo.

Pocos entendieron entonces en El Mundo el sentido de la protesta y me dieron una importancia y una capacidad para manipular al mundo entero que aún me hace sonrojar. ¡Qué más quisiera!

¿Acaso tengo yo -o mi mujer- poder para dictar o influir en un comentario editorial nada menos que del New York Times, por el que se pelean docenas de gobiernos y cientos de grandes corporaciones de todo el mundo?

Los conspiradores son muy proclives a creer en la simplista teoría de la conspiración. La suelen aplicar alegremente a todos los fenómenos complejos que no comprenden.

La teoría conspiratoria es muy buena para embaucar a mentes simples, o a creyentes facilones dispuestos a todo, porque tiene una ventaja: resulta muy verosímil. Pero tiene un grave inconveniente: que casi siempre es falsa.

La razón de mi gran poder para manipular a mi antojo a toda la prensa mundial residía -según El Mundo– en que mi mujer, Ana Westley, había sido corresponsal en España de muchos diarios extranjeros, entre ellos The New York Times, The Wall Street Journal,Boston Globe, etc..

Sin embargo, nunca trabajó para el Financial Times, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Le Monde, el Corriere della Sera o los grandes diarios japoneses que también alertaron sobre los riesgos de pérdida de libertad en la frágil democracia española, si la TV del Gobierno podía despedir impunemente a un periodista que hacía las entrevistas preelectorales.

Mi mujer vale mucho, desde luego, pero no da para tanta manipulación de la prensa mundial.

¿Acaso cree Pero J. Ramírez que los editoriales del New York Times, del Financial Times o la primera página del Internacional Herald Tribune (que he pegado más arriba) son tan fáciles de manipular, a nuestro antojo, como pueden serlo los editoriales y la primera página de El Mundo?

Qué sabio refrán:

“Cree el ladrón que todos son de su condición”

¡Jo! Qué tarde…

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  • El SUT, embrión (con perdón) de la Transición

Emocionante homenaje póstumo a mi hermana Isabel

El 6 de mayo de 2016 se inauguró esta biblioteca con el nombre de mi hermana.
El 6 de mayo de 2016 se inauguró esta biblioteca con el nombre de mi hermana.

Comprobar que mi hermana, pionera de la Red de bibliotecas escolares, era tan querida y valorada por sus pares fue un autentico alivio para el dolor que aún nos causa su perdida. No cabía un alma más en la «Biblioteca Isabel Martínez Soler», inaugurada ayer (6 de mayo de 2016) en el Centro de Profesores (CEP) de Almería.

En un país como el nuestro, tan tacaño en reconocer públicamente los valores y la generosidad de sus mejores compatriotas, el acto tan simbólico de ayer tuvo para mi un efecto ciertamente balsámico.

Curtido en mil actos públicos, ante micrófonos y cámaras por medio mundo, apenas pude controlar ayer mis emociones. Con unos tragos de agua, me quité los nudos de  la garganta. Menos mal que llevé algo escrito, como base de mi intervención. No se cómo como pude evitar que me saltaran las lágrimas mientras hablaba. En cambio, algunos  amigos, maestros y discípulos de mi hermana no pudieron evitarlas.

La delegada de Educación de la Junta de Andalucía, Francisca Fernández, inauguró oficialmente la biblioteca, el director del CEP, Sebastián López Ojeda, nos presentó el proyecto y sus planes de futuro, el profesor Juan Mata, de la Universidad de Granada, nos ilustró de maravilla sobre la relación entre educación y lectura («son sinónimos: la educación es lectura o no es»), María José Eguiagaray nos descubrió el felicísimo discurso de Federico García Lorca en la inauguración de la biblioteca de su pueblo, y Catalina Barragán (¡Ay, Cati!) nos hizo un cariñoso perfil personal y profesional de mi hermana. Fue su amiga, su jefa y su compañera de proyectos en el CEP de Almería.

Imagen de Isabel Martínez Soler, proyectada en una gran pantalla durante el acto de inauguración de la Biblioteca del CEP de Almeria.
Imagen de Isabel Martínez Soler, proyectada en una gran pantalla durante el acto de inauguración de la Biblioteca del CEP de Almeria.

Entre discursos y poemas, Andreu Marco, violoncelista de la Orquesta Ciudad de Almería, interpretó piezas emocionantes. Como inculto musical que soy, solo reconocí «El cant dels ocells» (El canto de los pájaros), compuesta por el gran Pau Casals, una de las favoritas de mi hermana. De hecho, sus notas me llevaron volando al triple funeral de diciembre de 2007. Allí tocó el profesor Nono Quevedo esa misma pieza al violoncelo. Las mismas notas, idénticas lágrimas.

Y, en eso, me tocó a mi hablar de mi hermana y de su relación con el fomento de la lectura. Estas notas, que copio y pego a continuación, fueron la base de mi intervención:

Biblioteca Isabel Martínez Soler

Muchas gracias a quienes habéis contribuido a poner el nombre de mi hermana a la biblioteca de este Centro de Profesores. Y gracias, también, a quienes nos acompañáis en este acto. Es un acto de justicia. Creo, como vosotros, que mi hermana se lo merece.

Como sabéis muy bien, su verdadera vocación, desde que llegó a este Centro de Profesores, fue propagar la afición a la lectura entre sus alumnos y sus colegas. Me consta que lo hizo con todo el cariño y la gracia de que ella era capaz.

Marca páginas con el Quijote que dibujó mi hijo David en el mantel de papel del Hospital de Torrecárdenas.
Marca páginas con el Quijote que dibujó mi hijo David en el mantel de papel del Hospital de Torrecárdenas.

Tengo marca libros de cada uno de los muchos Encuentros de Lectura, coloquios, conferencias y seminarios que ella ayudaba a organizar cada mes de mayo, por estas fechas. Contagiaba su amor por la lectura a quienes la rodeaban.

Guardo uno de esos marca libros con especial emoción. Mi hijo menor, David, de doce o trece años, dibujó sobre el mantel de papel de la cafetería del Hospital de Torrecárdenas, mientras visitábamos a mi madre, una imagen garabateada de don Quijote. Mi hermana recortó el trozo arrugado y pintarrajeado del mantel de papel y se lo guardó en su bolso.

Ante mi sorpresa, me dijo: “Podría servirnos para ilustrar algo del Ciclo de Conferencias sobre el IV Centenario de la Publicación del El Quijote que preparamos para el año que viene. Además, sin pagar derechos de autor”.

Como era una bromista de tomo y lomo, no me lo creí. Pero Isabel no daba una puntada sin hilo. En efecto, al año siguiente, el marca libros de aquellos actos cervantinos llevó el dibujo de su sobrino más pequeño.

Cuando mi hermana, mi cuñado y mi sobrina murieron en trágico accidente, yo heredé sus libros. Los leo, los acaricio, los guardo como oro en paño. Por esas páginas pasó mi hermana Isabel sus ojos, tan ávidos de conocimientos y emociones. Releo varias veces lo que ella marcaba o comentaba en los márgenes de la página. Al igual que yo hablo a la flores de mi jardín, Isabel hablaba con sus libros.

Recuerdo una visita que nos hizo cuando yo trabajaba como corresponsal de prensa en Estados Unidos. Le impresionó ver que el edificio principal de cada pueblo o aldea era la biblioteca pública.

La biblioteca iguala las oportunidades de lectura entre todos los vecinos, entre todos los profesores, entre todos los estudiantes. En casa de los pobres, no hay libros. Además, el presupuesto familiar de una familia sin medios, en paro, o con sueldo mínimo, no da para comprar libros de 20 euros.

Una biblioteca escolar o una biblioteca pública intenta nivelar las oportunidades de lectura. La maestra puede fomentar el amor a la lectura pero si no hay libros al alcance de los niños, ese amor puede convertirse en frustración.

Desgraciadamente, nuestra historia nos enseña que la lectura, durante siglos, ha sido sospechosa de herejía, pues nos provocaba el deseo de ser libres y pensar por nosotros mismos. No en vano el deporte favorito de la Santa Inquisición en España era la quema de libros. Recuerdo esta frase del Museo del Holocausto de Washington: “Se empieza quemando libros y se acaba quemando personas”.

En efecto, la lectura nos hace más libres, nos hace más críticos, nos abre la razón y el corazón a conocimientos y emociones insospechados. Mi hermana Isabel creía, como la vieja canción mágica de la tele, que “todo, todo, todo está en los libros”. Me dice Google que esa letra es de Luis Eduardo Aute. Copio y pego, en su honor, esta estrofa:

Los campos de Soria, la pampa,

la isla del tesoro, el Grial,

Romeo y Julieta, Alejandro,

Sócrates, Don Quijote, Bagdad,

lo que el viento se llevó, Granada,
Buda, Lanzarote, lord Jim,
infiernos, cielos, paraísos,
Carmen, Angélica, Beatriz,
todo está en los libros,
todo está en los libros,
todo está en los libros.

Durante unos años fui profesor titular de Economía Aplicada en la Universidad de Almería. Mi hermana me acogió entonces en su casa de Castell del Rey. Allí pude comprobar su vocación, su pasión por propagar el amor a la lectura. “Es difícil engañar a un pueblo que lee”, me decía.

A veces, Isabel y yo leíamos juntos. Nos leíamos párrafos enteros, el uno al otro. Ahora me toca a mi: mira lo que dice Keynes. No, no, es mi turno: escucha a Margarita Yourcenar. Nos intercambiábamos libros. Gracias a ellos, nos fuimos conociendo mejor. Como solo se ama lo que se conoce, también, de adultos, nos fuimos queriendo más.

En nuestra casa de la calle Juan del Olmo, muy cerca de aquí, mi hermana y yo habíamos mamado los principios éticos de nuestros padres: la lucha contra la injusticia y la lucha contra la ignorancia. Con mayor o menor éxito, nos acompañarían siempre.

Me consta que una de las injusticias que más la motivaron fue la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. En esa batalla, noble y compleja, por la igualdad de género, puso también toda su pasión. Sus méritos fueron reconocidos, incluso oficialmente, por el Gobierno andaluz.

Un año y pico antes de su muerte, la Junta de Andalucía, publicó en el BOJA una Resolución, de 24 de febrero de 2006, por la que otorgaba el “Premio Meridiana” a la maestra y socióloga Isabel Martínez Soler en reconocimiento a sus “iniciativas en favor de programas educativos, de sensibilización social y de cooperación al desarrollo”.

Este galardón, que recibió mi hermana de manos del presidente Chaves, tiene como finalidad “otorgar reconocimiento público a la labor desarrollada por personas, colectivos, entidades o instituciones que hayan contribuido y destacado en la defensa de la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres”.

A título póstumo, mi hermana Isabel recibió otro reconocimiento oficial. Con motivo de la celebración del 28 de febrero, la Junta de Andalucía la distinguió con la “Insignia de Andalucía”. El diploma que acompañó a la Insignia recogía así los motivos de tal premio:

“Por su entusiasmo y firme convicción en todo aquello en lo que se embarcaba, como fue su lucha por la Igualdad de Oportunidades desde la Educación y el fomento de la lectura, ayudando a que el andaluz sea un pueblo más culto y más preparado. Por todos sus valores, que la hicieron una persona y una profesional insustituible e inolvidable”.

Estos dos premios del Gobierno andaluz le venían a mi hermana como anillo al dedo: uno, por luchar contra esa grave injusticia que es la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, y dos, por luchar contra la ignorancia mediante el fomento de la lectura.

Sin embargo, el de hoy, el premio de hoy, poniendo su nombre a la biblioteca del Centro de Profesores de Almería, es el mejor de todos los premios porque se lo concede, precisamente, un jurado único y espléndido: el de sus compañeros de trabajo.

“Biblioteca Isabel Martínez Soler”. ¡Qué bien me suena! Aquí soñó ella con promover y fomentar el amor a la lectura, algo a lo que dedicó buena parte de su vida.

En los tiempos que corren, no hay mejor inversión que la que un país hace en mimar y mejorar a sus maestros de escuela. A ellos confiamos nuestros mayores tesoros (nuestros hijos y nietos) y luego … si te he visto no me acuerdo.

Cuando Isabel entró a trabajar en el CEP, mi padre, bastante bromista, me dijo: “tu hermana es ahora maestra de maestros”. Aquí pudo desarrollar ella su vocación: el fomento de la lectura infantil y de las bibliotecas escolares. Las librerías están muy bien pero las bibliotecas públicas, sobre todo en las escuelas, están mucho mejor. Sin ellas no hay igualdad de oportunidades para la lectura.

Mi hermana Isabel creía firmemente en el papel fundamental que la educación ejerce en la vertebración y el progreso de Andalucía. Disfrutaba poniendo a los niños almerienses en el mapa del sistema educativo andaluz, y en los valores de la Educación para la Ciudadanía, con todo el fervor de sus convicciones que no era poco. Por eso, el mejor título que podemos darle a ella es el de ¡maestra!

Como socióloga, Isabel pudo haber elegido el camino de la investigación o de la docencia universitaria. Sin embargo, tenía personalidad y vocación de maestra de escuela. Le gustaba enseñar a los niños y niñas en los colegios de los pueblos donde fue destinada o en el Goya o, como directora, en el Caravaca de la capital.

En la Universidad de Almería heredé algunos de sus alumnos. Me dijeron que mi hermana les había cambiado la vida. No me sorprendió. Su huella, generosa y entusiasta, quedó grabada en el recuerdo que tienen de ella miles de niñas y niños almerienses. Isabel creía en la bondad del magisterio y lo vivía con pasión.

Era amiga de sus alumnos. Era, como sabéis, muy graciosa y les hacía reír. Enseñaba con amor y con humor. Lo compruebo al repasar las cartas, postales y trabajos escolares, escritos con pulso infantil o adolescente, y llenos de amor, ternura y reconocimiento hacia ella. También ella guardó esos queridos documentos con sumo cariño hasta su muerte.

Un día me contó, emocionada, la reacción de una de sus alumnas, la más triste y desesperanzada de su clase, cargada de problemas personales y familiares, cuando le copió a mano y le dio a leer un poema de Antonio Machado.

La niña lo leyó a solas, en su casa. Lo leyó tantas veces, entre lágrimas, que se lo aprendió de memoria. Al día siguiente, aquella alumna, habitualmente triste, le regaló a mi hermana una sonrisa. Así le dio las gracias a su “seño”. La lectura de aquellos versos le había abierto un nuevo horizonte de esperanza.

No puedo evitar recordar aquí, para terminar, la primera y la última estrofa del poema de don Antonio Machado que obró aquel milagro:

A un olmo seco

“Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo

algunas hojas verdes le han salido.

 

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

(…)

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

 

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera”.

Que esta Biblioteca, que desde hoy lleva el nombre de la maestra Isabel Martínez Soler, pueda seguir obrando el milagro de la esperanza. Que sus libros ayuden a profesores y alumnos a construir un mundo mejor, con menos injusticias y menos ignorancia.

Muchas gracias.

Luego me entregaron los marca libros de los Encuentros de Lectura que organizó mi hermana así como su disco duro. Rompiendo viejas tradiciones alcohólicas, no hubo típico vino español sino galletas, dulces y bombones.

Al salir, pregunté por el bar del CEP, donde tantas veces coincidí con mi hermana y sus colegas para tomas unas cañas. Me dijeron que, al remodelar toda la planta del CEP para hacer sitio a la Biblioteca Isabel Martínez Soler, habían tenido que suprimir el bar. En el CEP de Almería han cerrado el bar para abrir una biblioteca. Otro milagro de mi hermana. O de la nueva primavera que nos espera si a nuestros hijos y nietos les da por leer…

No pude evitar una sonrisa al recordar entonces un fandango que cantaba (y muy bien) mi madre, la Morena Clara de nuestro barrio:

«Ay, Málaga la bravía

con mas de mil tabernas

y una sola librería».

….——….

 

14 LaVozdeAlmería 7.5.2016 Almería

El CEP rinde un cálido homenaje a

la profesora Isabel Martínez Soler

Educación La biblioteca del Centro ha sido rebautizada con su nombre tras fallecer en un accidente

PIONERA. La delegada de Educación, Francisca Fdz. remar- có su afán por fomentar la lectura en Almería.

PALABRAS DE CARIÑO. Todos los que intervinieron en el acto le dedicaron unas sentidas y profundas palabras de cariño a Isabel Martínez Soler, y el primero de ellos fue Sebastían López, director del CEP Almería. FOTOS: GONZALO GÁLVEZ

PALABRAS EXPERTAS. Juan Mata, íntimo amigo y defensor de las letras, también estuvo presente en el acto homenaje.

CARIÑO Y AMISTAD. Muchos fueron los que la conocían y quisieron acercarse hasta el CEP a mostrarle su cariño.

BAUTIZADA. Sobre la puerta de la biblioteca se encuentra una placa con su nombre.

LA FAMILIA. Su hermano, José Antonio Martínez Soler, agradeció el acto brindado por todos los amigos y compañeros.

GONZALO GÁLVEZ

Almería

El Centro de Profesorado de Almería (CEP) reunió ayer por la tarde en sus instala- ciones a un gran número de profesores que se dieron ci- ta para honrar la memoria de Isabel Martínez Soler, una de sus compañeras, que trágicamente falleció en un accidente hace unos años.

Una persona muy querida e implicada con la lectura, su difusión y las bibliotecas que estuvo en el CEP hasta

el año 2007, momento en el que pasó a ocupar otro puesto en la Delegación de Educa- ción como coordinadora de bibliotecas escolares. En este sentido, dado que el CEP de Almería tenía en mente un proyecto para realizar una bi- blioteca en el Centro, abierta a la ciudadanía en general y a la comunidad educativa, “pensamos que lo mejor era que tuviera un nombre pro- pio y cuando empezamos a valorar qué nombre le podía- mos poner, pues no dudamos que el más adecuado era el de

ella”, comentaba Sebastián López, director del Centro de Profesorado de Almería.

Un homenaje que no quiso perderse ninguno de sus ami- gos, familiares y personas que la conocían y es que “segura- mente es muy di cil volver a repetir una reunión donde ha- ya tantas personas relaciona- das con la educación del pre- sente y del pasado”, añadía el director del CEP. Afirmación que quedaba demostrada por las más de cincuenta personas presentes, entre las que se en- contraban dos ex delegados

provinciales de educación, Francisco Maldonado e Isabel Arévalo, y la delegada actual, Francisca Fernández Ortega.

Una muestra irrefutable del cariño que se le tenía, y tie- ne, a Isabel Martínez Soler y su memoria en el que compa- ñeros del CEP de Almería, De- legación y otros CEPs de la provincia no quisieron per- derse la inauguración de la bi- blioteca que a partir de ahora llevará su nombre, aunque ya funcionaba con anterioridad.

Un acto “breve y sencillo”, pero cargado de mucha emo-

Isabel Martínez puso en marcha acciones para dinamizar y fomentar la lectura en la provincia

ción y sentimientos, donde se le dedicaron unas palabras a modo de homenaje; y en el que estuvo presente su her- mano, José Antonio Martínez Soler, que vino desde Madrid para presenciar este home- naje con el que, al conocer el gesto que le iban a rendir, se sintió muy emocionado.

Y es que, tal y como comen- taba la delegada Francisca Fernández durante su inter- vención, “fue una pionera de la red de bibliotecas escolares en la provincia”, un mérito digno de reconocer, como hi- cieron ayer.

La Voz de Almería, 7 de mayo 2016
La Voz de Almería, 7 de mayo 2016
Marca páginas de los Encuentros de Lectura
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Recarte injuria a Abril Martorell

“Hay circunstancias en las que callarse es mentir”, dijo Unamuno al escuchar el grito legionario de “Viva la muerte” y “Muera la inteligencia”. Esa frase ha golpeado mi cabeza al leer, el domingo (10/4/16) en ABC, la reseña de un libro de Emilio Contreras sobre la caída de Adolfo Suárez. El periodista almeriense recoge, sin contrastar con ninguna otra fuente, unas declaraciones de Alberto Recarte sobre el vicepresidente del Gobierno, Fernando Abril Martorell, que considero, cuando menos, cobardes, absurdas e injuriosas.

Fernando Abril Martorell, vicepresidente del Gobierno Suárez.
Fernando Abril Martorell, vicepresidente del Gobierno Suárez.

Este es el párrafo del ABC que leí, no sin pesar, un par de veces:

“Un día de finales de abril de 1980 Fernando Abril, vicepresidente del Gobierno, llamó a Alberto Recarte. «Vente a verme», le dijo y el joven asesor de Suárez acudió convencido de que iban a hablar de algún tema económico delicado. Pero su sorpresa fue mayúscula, porque cuando Fernando Abril le recibió no se anduvo con rodeos y, con su estilo claro, directo y cortante, le planteó el relevo de Suárez. «Adolfo ha hecho más que nadie por este país pero ya es un arroyo seco por el que no corre nada, y no hay más remedio que sustituirle -le espetó-. Todos los que le rodean son unos inútiles y el único que se salva eres tú, y eres el único de su entorno en el que yo confío. Hay que sustituirlo y la única persona que puede sustituirlo soy yo», insistió Abril. «Y añadió una serie de argumentos que me sorprendieron», recuerda Recarte.”

Bien aconsejado por mi edad, dejé pasar unos minutos, para tomar aire y calmar el enfado, antes de responder lo siguiente a mi colega y paisano Emilio Contreras:

Hola Emilio:
He leído hoy en ABC, con mucha pena, lo que te dice Recarte en su ajuste de cuentas contra Fdo. Abril. Es una lástima que no hayas contrastado su información con José Luis Leal, tal como te recomendé.
Las calumnias de Recarte traerán cola para él y te desprestigiarán a ti después de una carrera brillante. Lo siento mucho, paisano.
En cuestiones de venganzas contra personas muertas, que no pueden defenderse, Recarte ha mostrado su calaña de hombre ruin y miserable. Personalmente, sentado frente a Abril, en enero de 1980, escuché una conversación telefónica en la que Abril comunicaba a Suárez su dimisión y que sólo aguantaría en el Gobierno hasta el verano. Hice gesto de salir del despacho cuando María Jesús le pasó la llamada de Adolfo. Fernando me pidió que me quedara allí. Conocí a ambos lo suficiente como para saber que Recarte miente y abusa de ti.
¡Qué lastimica!
Jose

Quienes formamos parte, en Castellana, 3, del equipo del vicepresidente económico del Gobierno Suárez reaccionamos, furiosos y perplejos, contra el ajuste de cuentas del ya viejo, siempre envidioso y retorcido, Recarte. Habíamos compartido con Abril Martorell varios años de trabajo, en plena transición de la Dictadura a la Democracia, y cientos de tertulias mensuales hasta poco antes de su muerte, tan prematura. Le conocimos bien. Lo suficiente para saber que Recarte no fue una fuente fiable para Emilio Contreras sino un charco turbio lleno de fango.

Alberto Recarte fue director de la Oficina Económica de Presidencia mientras Fernando Abril fue vicepresidente económico del Gobierno. Entre el asesor de Suárez y su vicepresidente no había color. Éramos conscientes de la ambición frustrada, del hábito conspirador y de la envidia que corroía a Recarte en los asuntos económicos del Gobierno. Las decisiones estaban, obviamente, en manos de nuestro jefe, el vicepresidente, y de José Luis Leal, su ministro de Economía.

El martes (12/4/2016), José Luis Leal envió una carta al director de ABC que el diario tituló como “ACLARACIÓN” y que decía lo siguiente:

Sr. Director, he leído en la edición del domingo pasado una recensión del libro de Emilio Contreras en la que se hace referencia a una supuesta conversación que Fernando Abril, a la sazón Vicepresidente del Gobierno de Adolfo Suárez, habría tenido con Alberto Recarte en la que se habría propuesto como sustituto de Adolfo Suárez en la Presidencia del Gobierno. Obviamente yo no asistí a todas las conversaciones de Fernando Abril pero lo que puedo decir es que una afirmación como la que aparentemente se contiene en dicho libro es, además de absurda, injuriosa para la memoria de quien fue siempre el más cercano y leal colaborador de Adolfo Suárez. A lo largo de tres años tuve un estrecho contacto con Fernando Abril primero como Secretario de Estado de Economía y luego como Ministro y me precio – y ha sido siempre un honor para mí – haber colaborado con uno de los mejores políticos y una de las personas más íntegras que he conocido en mi vida. Nunca le oí a lo largo de las casi diarias conversaciones que tuvimos, la más leve crítica hacia el Presidente. Muy al contrario, a medida que arreciaban las críticas externas contra él lo defendió siempre, a veces en circunstancias difíciles. Entendía que justamente una de sus tareas como Vicepresidente era la de proteger al Presidente para que éste tuviera el mayor margen posible para tomar decisiones. Carece de sentido pensar, como se dice en la recensión aludida, que la primera persona a la que informó de la pretendida conspiración fuera alguien en quien nunca depositó su confianza.

Le saluda atentamente,

José Luis Leal

El ex ministro de Economía lo ha dejado muy claro en ABC.

Fernando Abril Martorell nunca depositó su confianza en Alberto Recarte. Todo lo contario. El asesor de Suárez no era, para nosotros ni para Fernando Abril, hombre de fiar. Por eso, nos repugnan tanto estas mentiras e injurias al final de su vida. ¿Qué pretende el vengativo Recarte al engañar así al ingenuo Contreras? No lo entiendo. Hay personas que envejecen bien y otras, mal. Será eso.

Luego resultó que Recarte se hizo muy amigo de José María Aznar y de las tarjetas black de Caja Madrid. Se le vio el plumero.

Trabajar junto a Fernando Abril Martorell, de la UCD siendo yo entonces votante del PSOE, fue un gran honor y un tremendo aprendizaje en favor de los intereses generales de España. Desde que me jubilé disimulo mucho menos que cuando era activo. Y escribo como si fuera libre.  Por eso, contra la insidia del envidioso Recarte, tengo que recordar que Fernando Abril Martorell, maestro y amigo, fue una de esas pocas personas que te reconcilian con la condición humana y con los políticos cabales que, por encima de todo, sirven a los demás.  ¡Qué bien nos vendría hoy tener cerca a personas como Abril Martorell! Mal que le pese al insignificante Recarte y a su pandilla de extrema derecha en Libertad Digital.

Bueno. Ya me desahogué. Ahora a cocinar.

 

 

 

 

 

 

 

Guerra elogia a Suárez

Hace casi 40 años, nadie lo hubiera imaginado. Alfonso Guerra arrancó un largo aplauso del público, mayoritariamente conservador,  que asistió el miércoles al homenaje a Adolfo Suárez, en el segundo aniversario de su muerte.  ¿Cambió Suárez, cambió Guerra, cambiamos todos nosotros?

Homenaje a Adolfo Suárez en el segundo aniversario de su muerte.
Homenaje a Adolfo Suárez en el segundo aniversario de su muerte.

El retrato, casi literario, que Guerra nos hizo el ex vicepresidente del Gobierno socialista sobre aquel a quien dicen que llamó  “tahúr del Misisipi” fue magistral.

Empezó con lord Byron (“el único profeta verdadero es el pasado”) para defender la necesidad de mantener los valores que hicieron posible la transición en paz de la dictadura a la democracia. Siguió con la crítica a los nuevos “adanes” que consideran que antes de ellos no hubo nada. Y concluyó con la mejor valoración que se puede hacer de una persona: “Suárez marcó una línea en la Historia».

Ha aquí algunas de las pinceladas que Alfonso Guerra dio al  retrato de Adolfo Suárez:

Ni timorato ni temerario, el presidente Suárez fue un ejemplo de reflexión y decisión, de tolerancia y de educación. El hombre es duda que busca seguridad, se mueve entre la tentación de dudar y la necesidad de decidir.

Suárez no buscó la auto redención. Fue numerario desclasado de un régimen oprobioso. En él ascendió a la cumbre de lo que quiso derribar. Nadie le comprendió. Los suyos desconfiaban de él como jefe del Movimiento. «Qué error, qué inmenso error», escribió La Cierva, uno de los suyos, cuando el Rey le encargó formar Gobierno. Sin ningún rencor, Suárez le hizo ministro.

Tuvo que navegar entre la descomposición desde arriba y la presión y alta conflictividad social desde abajo. Atrajo a los conservadores a la democracia. Sobre el pilar del consenso, todos cedieron para conseguir el acuerdo el 78. La ayudaron grandes personajes: Felipe González, Santiago Carrillo, Fernando Abril Martorell, Gutiérrez Mellado, el Rey y otros.

Portada del semanario DOBLON, 10-16 de Julio de 1976. Nadie dada un duro por Suárez.
Portada del semanario DOBLON, 10-16 de Julio de 1976. Nadie dada un duro por Suárez.

En aquellos años difíciles de incertidumbres, crisis, víctimas, libertad y consenso, todos tenemos una nómina de las renuncias que hicimos para restaurar la democracia sin venganzas. Se limitaba la libertad de recordar de los vencidos. Objetivo: que los nietos no sufran nunca más la guerra civil ni la dictadura.

Hubo muchas críticas erradas. Para unos, no se llegó todo lo lejos que se debía. Para otros, fuimos demasiado lejos. Se hizo lo que convenía a todos para que fuera aceptado por todos. Con ese punto medio, Adolfo Suárez cambió la Historia.

A menudo se ha destacado que yo tenía animadversión hacia Suárez. No hagan caso. No es cierto. Durante muchos años, he mantenido una intensa relación con él. Tengo, eso sí, una conciencia culpable porque el 10 de abril de 2002 no le creí. Le pregunté cómo llevaba sus memorias. Me replicó: «No habrá tal cosa, Alfonso, porque estoy perdiendo la memoria». Yo no le creí.

En enero de 1981 me anunció su dimisión. Once meses después del golpe de Estado, en diciembre de 1981, le pregunté el por qué de su dimisión: «Al final, estaba solo», me dijo.

La soledad del corredor de fondo: líder y nada. Comprendí que la amistad es la relación inconclusa de dos soledades.

Guerra terminó su elogio a Adolfo Suárez con esta frase: «No ha dejado de pensar en España».

En mi opinión, desde que le conozco, Alfonso Guerra, tampoco.

Al ex vicepresidente socialista le pasa como al buen vino. Mejora con la edad. Aplaudí, con gusto, su elogio de Suárez.

Abundaban en el público las canas y las calvas. Pocos jóvenes. Lástima. Echamos de menos a la joven duquesa de Suárez, Alejandra Romero, que se excusó por un viaje. Los salones del Instituto de Estudios Constitucionales estaban a rebosar. Presidió el acto mi paisano almeriense el teniente general Andrés Casinello, presidente de la ADVT (Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición). De la vida y la obra de Suárez habló también uno de sus ministros: Rafael Calvo Ortega.

En un país de desagradecidos, el homenaje póstumo al presidente Suárez nos reconcilia con un puñado de españoles.

 

 

 

Sofía Gandarias pintaba espejos

No suelo ir a funerales y, como ateo empedernido, huyo de las liturgias eclesiásticas. Sin embargo, hoy me acerqué al funeral de Sofía Gandarias. Estaba en deuda con ella. Por su sonrisa permanente de buena persona y por su obra pictórica. En ese orden. También, como no, por dar un abrazo al amigo entrañable que es su marido, Enrique Barón. Hace más de 40 años, me enseñó a pescar truchas con las manos. No solo por eso, siempre voté la lista que llevaba su nombre impreso. Uno de los políticos más honrados que conozco. Frenó su carrera, brillante no obstante, por carecer del instinto de matar. O por no ejercerlo.

Sofía Gandarias, ante un cuadro suyo de Neruda
Sofía Gandarias, ante un cuadro suyo de Neruda

La iglesia madrileña de San Antón, llena a rebosar durante el precioso funeral en memoria de la pintora Sofía Gandarias, era esta tarde un espejo de la transición. Dijo José Saramago que sus cuadros eran “espejos pintados”. De estar viva entre nosotros, Sofía habría sonreído al ver hoy juntos a tantos amigos suyos, de su marido y de su hijo Alejandro.

En Madrid, hace tiempo que dicen las misas en castellano. Yo me las sabía en latín. La de hoy fue cantada, y bien cantada, por cierto, también en la lengua de los vascos. Del “Pater Noster” que yo cantaba de niño pasaron hoy al “Aita Gurea”. Los músicos y el coro lograron emocionarme. ¡Qué misa tan bonita! Jamás me imaginé yo escribiendo la última frase que acabo de escribir. Ahí queda. Hay que ver lo que sabe la Iglesia cuando se propone hacer bien las cosas.

El padre Ángel, de los Mensajeros de la Paz, cedió el micro al famoso padre Lezama para que, como vasco, cantara el Aita Gurea en su lengua materna. Con el micrófono abierto sobre el ara, oímos al cura Lezama decir “en qué apuro me habéis metido” o algo así. Solo cantó en euskera, sin chuleta, apenas un par de versos: los del “Pater noster qui es in coelis/ santificetur nomen tuum…”

Hombre de recursos, no solo económicos, el cura amigo de papas y príncipes de la Iglesia rápidamente echó mano de una chuleta que, por si acaso, traía de casa (o de su taberna) y continuó cantando con el coro en lengua vasca. Pudo así destacar también las excelencias de la identidad vasca de Sofía Gandarias, nacida en Guernica de madre vasca. Su marido, emocionado al recordar a su esposa muerta, le replicó al cura: “Sofía tenía más apellidos vascos que tu”. En ese momento, Sofía no podría haber evitado la risa. Tampoco la evitamos nosotros. Quique Barón se ganó  un aplauso.

Gracias a la música, bellamente interpretada –chistu incluido-, el funeral de nuestra amiga Sofía se me hizo corto. Me creía incapaz de emocionarme con el “hocus pocus” de la liturgia católica, que tengo tan felizmente olvidada. Sin embargo, hoy me emocioné. Junto al excelente trabajo de los músicos, que incluyeron el mejor instrumento que conozco –la voz humana-, me influyó seguramente ver tantas caras amigas en torno al altar. En su mayoría, coautores de la ejemplar Transición de la Dictadura a la Democracia.

El Papa Francisco. Oleo de Sofía Gandarias que presidió el funeral.
El Papa Francisco. Oleo de Sofía Gandarias que presidió el funeral.

Y, como no, me influyó, sin duda, el cuadro espectacular que Sofía pintó del Papa Francisco y que, poco antes de morir, cedió a los Mensajeros de la Paz. Con influencias de Zurbarán –como recordó su hijo Alejandro– y algo de Gutierrez-Solana, la cara y las manos del Papa son todo un poema. Ese cuadro, y la música, impregnaron de arte toda la ceremonia.

Un homenaje a la artista, a la mujer del amigo, a la madre de Alejandro, hecho un hombre. Y un ataque de nostalgia por los ratos que compartimos en su taller y en torno a su obra. Inolvidable su exposición itinerante sobre Primo Levi, el autor de “Si esto es un hombre”, la obra más espeluznante sobre los campos nazis de exterminio.

Inolvidable su azul propio, el azul Gandarias, un azul fuerte con brillos morados. Ha tenido su viudo la genial y generosa idea de repartir los pinceles y espátulas de su esposa entre los asistentes al funeral. A mi me tocó un pincel, que conservaré como oro en paño, con restos secos de ese azul potente cuya receta secreta se llevó la tumba.

Con ella se llevó también el cariño de tantos amigos y admiradores. “Lleva quien deja”, decía don Antonio Machado. Sofía no se fue de vacío porque nos ha dejado mucho. Y bueno. Descanse en paz.

Vuelvo a mis orígenes: votaré al PSOE

Por responsabilidad y -¡cómo no!- por miedo justificado al PP, he decidido volver a mis orígenes: votaré al PSOE en las elecciones generales del próximo 20 de diciembre.

No conozco a ninguno de los nuevos líderes del PSOE (salvo Jordi Sevilla, que me gusta) pero les he seguido con atención y creo que merecen una oportunidad para sanear el partido y reducir el Indice de Corrupción Ambiental (ICA) de España.

Joaquín Almunia abrió hace años el Partido Socialista a los simpatizantes. Creo que yo fui el primero de Almería que, cargado de ilusión, se apuntó en esa lista. Si no me borraron cuando dije, en mayo del 2014, que votaría contra el bipartidismo, mi nombre debe seguir en ella. Me gustaría que así fuera. Si me borraron, al caer sobre mí sobre la oportuna excomunión, ya pueden volver al inscribirme en esa lista de honor. 

Sí, Fernando, Manolo, Enrique, Antonio, incluso Fernando Martínez, volveré a votar al PSOE también por la recuperación de mi propia memoria familiar y porque las conversaciones con no pocos amigos me han inclinado a ello. Escarmentado como estoy por las fechorías del PSOE, desde los últimos años de Felipe González hasta el final de Zapatero, creo que los nuevos líderes socialistas merecen, al menos, el beneficio de la duda y, siempre, la presunción de inocencia. 

El mes pasado, en un almuerzo de la Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición, que preside mi paisano Andrés Casinello, pregunté a Alfredo Pérez Rubalcaba si debía votar al PSOE, tapándome aún la nariz, o votar a Ciudadanos, tapándome los ojos.

Rápido e ingenioso, como de costumbre, Rubalcaba me respondió:

«Puestos a elegir, yo prefería perder el olfato antes que la vista».

No le faltaba razón. Desde las europeas hasta hoy, he seguido con atención la renovación de la cúpula del Partido Socialista. Aunque a los nuevos líderes les falta un hervor (¿acaso no les faltaba a Felipe González o a Alfonso Guerra en el 82?), observo en ellos una evolución positiva. Tratan de devolver al PSOE los valores de honradez, solidaridad, justicia y libertad que nunca debió abandonar.

En vísperas de las elecciones europeas de mayo de 2014 publiqué en este blog  una reflexión titulada «Mi voto (no sin dolor) contra el bipartidismo».  Al final, después de no pocas dudas, voté a Equo. Quería premiar a los del 15-M. Un homenaje a mi hijo David que pasó muchas horas en la Puerta del Sol para protestar, como él decía, «contra todo, papá, vamos contra todo».

Poco después, Marta Rubí me hizo una entrevista para La Voz de Almería. Esta fue su última pregunta:

-» Por último, una pregunta sobre las elecciones europeas, en las que declaró públicamente no haber votado al PSOE:

“Celebro que los dos grandes partidos PP y PSOE se hayan dado este merecido batacazo para ver si espabilan y entienden que hay otra forma posible, y más limpia, de hacer política. En efecto, no he votado a ninguno de los dos. Fui más a la izquierda. Pero no me cambié de chaqueta. Esta vez, solo la llevé a lavar. Como simpatizante, yo sigo vistiendo la chaqueta de los ideales socialistas. Y si aciertan a limpiarlo de corrupción y de malas prácticas y a ilusionar al pueblo, estaré encantado de volver a votar al PSOE. Si no lo hacen, serán irrelevantes para el futuro de España”.

José A. Martínez Soler en la ultima página de La Voz de Almería del 1 de junio de 2014.

Aunque el PP iba mucho peor, hace años que el Partido Socialista se había ido convirtiendo en una ominosa oficina de colocación plagada de nepotismo, enchufismo y clientelismo. El castigo recibido por ello ha sido tan duro como merecido. Creo que los nuevos líderes han lavado la ropa sucia y parecen dispuestos a cambiar.

Hoy no tengo duda: de las cuatro opciones principales que se nos presentan el 20-D, la del PSOE es la mejor para la España que yo quiero para mis hijos y nieto. En esta decisión ha pesado mi cerebro y, ¿por que negarlo?, también mi corazón. El PSOE fue el partido de mis padres y de mi hermana y es al que votan la mayor parte de mis amigos…

A veces, acierto cuando rectifico. Ojalá esta vez sea así.

 

 

La filantropía del dueño de Facebook da que pensar

No me ha sorprendido la noticia.
Zuckerberg donará 42.000 millones de euros a obras filantrópicas.

Cuando le conocí personalmente, el joven más rico del mundo no me disgustó. La filantropía, en un país como el nuestro, da qué pensar…

https://t.co/OmulhxSerN
Zuckerberg donará 42.000 millones de euros a obras filantrópicas

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En octubre de 2008 conocí personalmente a Mark Zuckerberg, el creador de Facebook y (con 24 años) el multimillonario más joven del mundo. Almorzamos…
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El creador de Facebook no me pareció gilipollas

En octubre de 2008 conocí personalmente a Mark Zuckerberg, el creador de Facebook y (con 24 años) el multimillonario más joven del mundo. Almorzamos frente a frente en el comedor de la Fundación Rafael del Pino en Madrid.

Después de un par de horas de charla informal y de debate profesional, el joven Mark no me pareció tan gilipollas como le ponen en la película “La red social” que he visto este fin de semana.

No me pareció un tipo tan tímido, huraño, introvertido y soso como le muestran en el cine.  Por el contrario, su charla fue animada y amena y sus reacciones a mis comentarios (algo burlones) fueron simpáticas y rápidas.

Dicen en mi pueblo que no hay ministro tonto ni torero cobarde. Tampoco hay -creo yo- multimillonario humilde. Por eso, quizás, lo que más me llamó la atención en Mark Zuckerberg fue su arrogancia, impropia en un chaval de la edad de mi hija Andrea, aunque haya pasado por la Universidad de Harvard (como yo) y por la Phillips Academy de Exeter (New Hampshire), frente a Riverwoods donde entonces vivía mi suegra, Geraldine Westley.

Uno de los compañeros de mesa y matel -otro emprendedor local- se ofreció a hacernos una foto con su móvil (de ahí la mala calidad de la imagen adjunta). Entonces le dije a Mark que esa fotografía le haría muy famoso en Almería.

“¿Por qué en Almería?”, me preguntó.

“Pues porque estarás a mi lado y porque yo nací en Almería, frente a Africa, donde presumo de ser gloria local desde que salí por la tele”,  le respondí.

El joven multimillonario soltó una carcajada. En la foto aún se pueden apreciar los restos de aquella risa.

El almuerzo del fundador y presidente de Facebook con un grupo reducido de emprendedores españoles, con los que él quería compartir experiencias, fue organizado por la Fundación Rafael del Pino, en su sede de Madrid. No se trataba de una conferencia de prensa sino de un encuentro de caracter privado y, como yo era el único pediodista presente, me comprometí a no publicar el contenido del debate/tertulia para que todos pudieramos hablar como si fueramos libres. Así lo hice. Tampoco se dijo nada especialmente exclusivo ni relevante digno de un titular de prensa. Cada uno de nosotros le contamos nuestra aventura empresarial y él nos resumió la suya. Yo presumí, naturalmente, de haber creado la empresa editora de 20 minutos, un diario líder y una web tan gratuitos como Facebook, aunque con algunos menos usuarios (por el momento, claro).

Cuando comparamos notas sobre nuestras experiencias más o menos locas (yo le gano en fracasos, quizas por mi edad), me sorprendió que él hubiera vivido precisamente en la Kirkland House, un colegio mayor de la Universidad de Harvard (Mass., EE.UU.), la misma House (que sale en la peli) a la que yo estuve afiliado cuando pasé por Harvard en 1976-1977 como Nieman Fellow de Periodismo.

También fue casualidad que Mark hiciera el bachiller en la Phillips Academy de Exeter, que yo visitaba cada año cuando iba a ver a mi suegra. La Phillips Academy es un vivero de estudiantes pijos desde donde salen disparados hacia las universidades mas prestigiosas de la Ivy League (la Liga de la Hiedra, porque sus edificios bi o tricentenarios de ladrillo macizo suelen estar cubiertos de hiedra). Con tantas coincidencias personales, la conversación fue my animada y simpática durante el almuerzo. En el postre, pasamos al debate profesional off the record donde pudieron intervenir los demás compañeros de mesa entre los que destacaban jovenes empresarios/creadores de primera fila (que no quiero citar sin su permiso).

Pese a que el personaje de Mark Zuckerberg que se muestra en “La red social”, recién estrenada en España, no responde exactamente a la imagen que yo tenía de él, tras aquel breve encuentro de un par de horas en Madrid, la película me gustó y la recomiendo a todos los que estamos apuntados a Facebook e incluso a quienes tienen alergia a las redes sociales. Entre Facebook y Skype suman ya 1.000 millones de usuarios, lo que se dice pronto. En 2003, desde su habitación en la Kirkland House de Harvard, este chico inició una revolución auténtica en el modo de relacionarse de los seres humanos y merece crédito por ello.

No es, pues, de extrañar que sus colegas de universidad y sus primeros socios y amigos -que fueron quedando apartados en el camino del éxito- sintieran envidia, celos o deseos de venganza (o de sacar alguna pasta del pleito) contra quien triunfó utilizando parcialmente algunas ideas propias y otras prestadas.

Mark tuvo una idea y persiguió obsesivamente su realización hasta llegar al éxito. Y es que las ideas -sorry- son de quien las realiza y no del primero que las tiene pero es incapaz de llevarlas a cabo. Sus colegas ricos tuvieron una idea semejante, pero su obsesión estaba centrada en el campeonato de remo y no en la creación de la red social. Su mejor amigo discrepó de él, insistiendo en meter publicidad en Facebook, quizas demasiado pronto, y fue apartado de la empresa. Y su otro socio -el creador de Napster- fue despedido tras un escándalo de drogas.

La película es dura con Mark Zuckerberg. Es el resultado de un par de libros sesgados y de haber hablado principalmente con los perjudicados por la obsesión del creador de Facebook por llevar a cabo su invento a cualquier precio. Incluso al alto precio de perder el amor de su chica. Es una historia patética de éxito que vale pena ver en el cine, aunque en esta peli salgan mas molinos que gigantes… El gigante Zuckerberg no ha querido participar en la peli. No quiso hablar con los peliculeros y no es una versión autorizada por él. Creo que hizo bien. Aún es pronto.  Tiene tan solo 26 años y preside una empresa valorada en 25.000 millones de dólares. Y, además, ya es famoso en Almería. ¿Qué más quiere?

¿Quien perdió Cataluña?

La respuesta más socorrida y fácil sería decir “Fuenteovejuna, señor”. Y no me faltaría algo de razón. Todos, en mayor o menor proporción, por acción o por omisión, somos culpables de la pérdida de Cataluña. Y, si no está perdida del todo, lo somos por haber asistido impasibles al crecimiento de los independentistas desde el 20% de toda la vida hasta el 47 % del domingo pasado. Me duele perder Cataluña, donde hay una parte de mi, y, por omisión, me siento culpable de este desgarro.

La aceptación de la culpabilidad individual o colectiva no resuelve el problema si no va acompañada de un plan de medidas urgentes para recuperar lo perdido. Cher, contraria a los independentistas, nos recordó ayer lo difícil que es, una vez extraída, volver a meter la pasta dental dentro de su tubo. Difícil sí, imposible no.

Los nacionalistas, desde su emergencia, tienen un objetivo: conseguir la independencia de lo que ellos consideran su nación, con un Estado propio. Aspiración legítima, naturalmente dentro de los cauces democráticos de respeto a la Ley. Sabemos que la voracidad de los nacionalistas apenas conoce límites: son insaciables y no descansarán hasta conseguir su objetivo. Lo malo es cuando el fin les justifica el recurso a todos los medios posibles, legales o no, dignos o indignos, veraces o falsos. Tengo la impresión de todo les aprovecha para el convento.

La esencia del nacionalismo es emocional/sentimental, más cerca de las tripas que del cerebro. Está tan alejada de la razón que resulta difícil dialogar con ellos con datos reales contrastados y con argumentos racionales. Como ocurre con cualquier otra religión, nos enfrentados con el viejo duelo entre fe y razón. Esa batalla la tenemos perdida si solo recurrimos a las razones que nos dicta el cerebro, sin atender a las emociones que reprimimos en nuestro corazón.

En mayor o menor medida, todos somos algo nacionalistas. Es casi zoológico. Está debajo de nuestra piel y la pelea por superar esa minusvalía animal debe ser permanente. Si bajamos la guardia, el veneno nacionalista, que tantas veces roza con el racismo o el fascismo, se extiende sin remedio perjudicando el sentimiento de solidaridad entre los seres humanos.

Jared Diamond me abrió los ojos con su famosa frase: “Yo contra mi hermano; mi hermano y yo contra mis primos; mis primos, mi hermano y yo contra mis vecinos; mis vecinos, mis primos, mi hermano y yo contra el pueblo de al lado….” Y así podemos explicar, zoológicamente, el origen de casi todas la guerras que en el mundo han sido.

En el caso que nos ocupa, Fuenteovejuna entera bajó la guardia y miró para otro lado. Y en esas estamos. Salvo Adolfo Suárez, que tuvo la visión y el coraje de recuperar del exilio al honorable presidente Tarradellas, para entroncar la democracia con la Generalitat, ningún otro presidente español se libra de haber contribuido, por mantenerse en el poder, a la pérdida de Cataluña.

Tanto Felipe González como José María Aznar celebraron (a cambio del apoyo parlamentario) la total lealtad del poco honorable Jordi Pujol a la Constitución. Creyeron, quizás ingenuamente, en las bondades de la “conllevanza” orteguiana o en el apaciguamiento de la fiera. Jordi Pujol, Artur Mas y sus separatistas se partirían de la risa, mientras seguían tejiendo, ere que erre, con dinero público y escuela pública, su ruta hacia la independencia.

Aunque la “cuestión catalana” viene de lejos, sin tener que remontarnos a la guerra de sucesión entre dinastías europeas (no entre Madrid y Barcelona), lo cierto es que el aumento del sentimiento independentista, desde el 20 al 47 %, ha ido creciendo, tras la crisis del Estatuto, con el lubricante de la gran recesión económica y las políticas de austeridad impuestas desde la Unión Europea.

Es prácticamente imposible, ni siquiera conveniente, extirpar del todo el sentimiento nacionalista, tanto el catalanista como el españolista, el vasco o el gallego. Para volver a meter la pasta dental en su tubo, tenemos que darnos mucha maña, utilizar mucho cerebro y no despreciar las sinrazones que el corazón nos dicta. ¡Ay de mi Cataluña!

Para empezar, un buen gesto sería poner estas Navidades en el Palacio de La Moncloa a un catalán. Alguien como Adolfo Suárez. A ver qué pasa.

 

 

 

 

 

La bandera que me dio repelús

Mi primera reacción al ver al joven líder socialista arropado por una inmensa bandera de España fue de repelús. Sentí un cierto sobresalto. Casi un escalofrío. Pensé en mi padre, socialista y teniente del Ejército de la II República, que se jugó la vida bajo la bandera tricolor.

Pedro Sánchez, lider del PSOE. (22-VI-15)
Pedro Sánchez, lider del PSOE. (22-VI-15)

La segunda reacción fue más fría, cínica quizás: !Qué pillo y opotunista este Pedro Sánchez: gira hacia el centro y le quita símbolos (y votos) a la derecha!

Luego, fugazmente, me acordé de Santiago Carrillo con la bandera bicolor. Ya sin la gallina de Franco. Y de aquella noche en casa de Luis Solana, pergeñando un escudo que sustituyera al águila imperial de la ominosa Dictadura.

Nos gustara o no, cuando se aprobó la Constitución de 1978, la bandera  de Carlos III, de la I República y de la Dictadura (sin águila) se convirtió legalmente, por voluntad popular, en la de todos los españoles.

No fue fácil. Hice de tripas corazón, compré un metro de tela bicolor y, el 6 de diciembre de aquel año, armado de valor y con el corazón partido entre el amor y el temor, la clavé en la puerta de mi casa. A la hora del aperitivo llamaron a mi puerta. Eran los vecinos de la parcela de atrás: el coronel Lisarrague (hermano de un profesor de Sociología que tuve en la Facultad) y su esposa.

¿Qué hace usted con mi bandera en su puerta?», me dijo el viejo coronel, sin ocultar cierto brillo cómplice en sus ojos.

Le repliqué, entre sonrisas:

-Hasta ayer ésta era su bandera y no la mía. Pero desde hoy es también la mía. Y deberíamos celebrarlo… mi coronel».

Pasaron a casa y, no sin emoción, tomamos juntos el aperitivo con nuestro primer brindis de la concordia.

A partir de entonces, hice esfuerzos para perderle el miedo a la bandera bicolor. Había sido la del enemigo durante los años de lucha antifranquista. Y aún era paseada por las calles de Madrid, con brabuconería -gallina incluida-, por los nostálgicos de la Dictadura.

Al año siguiente, al cruzar por Isaac Peral, en la Plaza de Cristo Rey, me vi sorprendido por una manifestación, pequeña pero ruidosa, de franquistas armados de banderas bicolores, aguilucho negro incluido. Otra vez volví a tener miedo antes semejantes símbolos. Miedo y rabia.

Trabajaba yo entonces a las órdenes de Fernando Abril Martorell, vicepresidente económico del Gobierno de Adolfo Suárez. Al despachar con él, le conté mi reacción ante el uso y abuso callejero de la bandera franquista, que ya era anticonstitucional. Le insistí en el daño que eso producía a la ansiada concordia en torno a un símbolo que debería ser querido y no temido por todos los españoles.

No dijo ni pío. Siguió fumando y paseando a grandes zancadas por aquel despacho de Castellana, 3, que había sido del almirante Carrero Blanco. («Y de don Manuel Azaña», solía añadir Abril Martorell, coautor de la Constitución del 78, maestro y amigo).

Unas semanas más tarde, en otra hora de despacho, el vicepresidente me entregó un ejemplar abierto del Boletín Oficial del Estado. Con el índice me señalaba un párrafo. Apuntaba nada menos que a un artículo por el que quedaba prohibido el uso público de símbolos anticonstitucionales, etc.

Con la camiseta repúblicana del Mundial.
Con la camiseta repúblicana del Mundial.

Fue un nuevo pequeño paso en la transición desde la guerra civil (que, para mi, habia terminado con la muerte del dictador en noviembre de 1975 precedida, dos meses antes, por sus últimos fusilamientos) hacia la paz y la concordia constitucional nacida el 6 de diciembre de 1978. (Pese a lo que dicen algunos libros de historia, la guerra civil no acabó en 1939 sino en 1975. En 1939 no empezó la paz sino la victoria, simbolizada por la bandera bicolor con el aguila imperial y por la de Falange.)

Debo reconocer que aún me impresionan las banderas bicolores, aunque, al segundo, digo para mi que ya no hay nada que temer. Que esos colores ya no son, de hace 37 años, los del enemigo sino los míos, los nuestros, los de todos. Afortunadamente, mis tres hijos han crecido viendo dos banderas juntas en casa: la de España y la de Estados Unidos. Con naturalidad, representando a sus dos culturas.

A mi me gusta más escribir con las plumas que me prohiben...
A mi me gusta escribir con las plumas que me prohiben…

Pero sin olvidar los ideales y la historia familiar republicana. En lugar de honor, tenemos la tricolor, también constitucional, aprobada por los españoles en 1931. Lindos colores. En el salon y el jardín. Y en nuestro corazón.

Mis ideales son republicanos. Respeto la bandera bicolor actual, la que luce sin complejos Pedro Sánchez, porque es la que ha sido aceptada por los españoles y, por tanto, también es la mía y la de Rafa Nadal y la selección española de fútbol y baloncesto…

Pero los sueños son libres. Algún día, los españoles podremos decidir recuperar legal y pacíficamente la bandera tricolor que representará los ideales de la III República.

Desde muy niño, mi padre me la cantaba así: «…bandera republicana…llevas sangre, llevas oro, y, por tus penas, morada…».

Lindos colores "14 de abril".
Lindos colores «14 de abril».

Amén.