Archivo por meses: enero 2015

¡Viva la radio! Un ataque de nostalgia…

Hoy madrugué y valió la pena. Javier del Pino me había invitado su programa «A vivir que son dos días» de la SER. Llegué pronto y sin saber muy bien el motivo de la entrevista. Se había encontrado en Washington con Bill Kovak, un amigo común ex New York Times y ex Harvard, y me mandaba saludos.

Contra mi costumbre, de cuando trabajaba en la radio o en la televisión, esta vez no iba preparado para enfrentarme a las ondas. Quizás por eso, Javier  del Pino y José Martí-Gómez me pillaron desprevenido y, en una atmósfera tan cordialy con la guardia baja, hablé como si fuera libre… de mi vida y milagros.

No se por qué, fuí con la idea de que íbamos a hablar de periodismo en general… al año casi de jubilarme. Pero no. Hablamos de mi tema favorito, con perdón, o sea de mi. Tampoco se si fue más fuerte el ataque de vanidad, por preguntarme sobre mi curriculum, o el ataque de nostalgia por verme de nuevo ante un micrófono…   El caso es que me sentí tan cómodo con los viejos colegas, los cascos y el micro que me solté el pelo y conté cosas sobre mi secuestro, al final de la Dictadura, que no había contado nunca en la radio ni en la televisión. Aunque sí en este blog.

También me comprometí a seguir dando guerra, a no jubilarme del todo, en honor a mi nieto Leo, que ayer cumplió tres meses. Como sabéis algunos, desde que nació este bebé yo creo y practico el ¡Leocentrismo!

Esta es la primera entrevista que mi hija Andrea le ha hecho a su hijo Leo:

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Por un lado, después de diez meses de pensionista y (¿merecido?) relajo casi total (tenis, talla de madera, jardinería, huerta, pesca, etc.) me siento algo culpable de pasarlo tan bien cuando parece que el mundo se nos cae encima a pedazos. Puede ser un reflejo del sentimiento judeo-cristiano de culpabilidad que nos inculcaron los frailes de La Salle. Parece que todo aquello que nos produce placer es pecado, engorda o da cáncer.

Por otro lado, el pasado 23 de octubre nació Leo Jiménez Martínez, mi primer nieto, y ese acontecimiento tan singular trastornó mis planes de jubilado feliz y despreocupado.  ¿Como no seguir la actualidad y no estar al día de lo que pasa en el mundo que se va a encontrar este niño? La verdad es que Leo, sin ningún mérito por su parte, ha tenido doble suerte: nació varón y en Occidente.  Las mujeres lo tienen todo más difícil, incluso en Occidente.

¿Acaso los abuelos (o yayoflautas) no tenemos el deber de intentar mejorar este mundo para entregarlo a las generaciones venideras mejor de como lo recibimos?

Estas fueron mis reflexiones cuando salí esta mañana de la cadena SER, al concluir esta entrevista que copio y pego aquí mismocamino de las pistas de tenis de Villanueva de la Cañada.

Jugué como nunca y perdí como siempre (4-6, 0-6). Mantengo estable mi posición en el ranking de tenis de mi pueblo. Ni subo ni bajo: sigo siendo el último. Claro que hoy me enfrenté a un joven de la Policía Nacional, que está en plena forma física para perseguir a los malos y que me ha hecho correr de lo lindo.  Lo pasé tan bien tanto en la pista como en la SER. Gracias a Hugo y a Javier.

 

Todas las opiniones no son respetables

Mi admirado Fernando Savater cabalga de nuevo. Llevaba mucho tiempo callado o hablando  apenas de carreras de caballos y diversiones por el estilo. No se qué le pasa a este intelectual de cabecera. Desde hace muchos años, en realidad desde que dejó de tontear en favor de los nacionalismos, Savater ha sido un referente de opinión indispensable para muchos españoles.

Voltaire
Voltaire, autor del Tratado de la tolerancia.

Cuando ocurre algún transtorno importante, lo que resulta frecuente en nuestros días, como los crímenes de los yihadistas en Paris, busco su posición… Ultimamente, sin éxito. El filósofo autor de Ética para Amador (que leí con mis tres hijos) lleva algún tiempo escurriendo el bulto, sin comprometerse con la actualidad.

El intelectual que me hizo hurgar en el pensameinto de Voltaire o de Montaigne no dice ni pío. ¡Qué delicia aquella novela suya, «El jardín de las dudas», sobre las cartas entre una condesa española y el señor Voltaire a quien tanto odiaban mis frailes!

Pero hoy, en el suplemento Babelia de El País, con Voltaire en la portada, Fernando Savater vuelve a ser quien fue. Vuelve a escribir como si fuera libre. He leido y recortado su artículo, como hacía antes, y he decidido pegarlo a continuación para el archivo de este blog. Recomiendo su lectura.

Fobia a las fobias

Por Fernando Savater

(Babelia, El País, 17.01.15)

Empecemos por descartar un tópico bobo y falso: «Todas las opiniones son respetables». Pues no, ni mucho menos. Todas las personas deben ser respetadas, eso sí, sean cuales fueren sus opiniones. Si alguien sostiene que dos y dos son cinco, no por ello debe ser encarcelado, ni ejecutado en la plaza pública (tampoco recomendado como profesor de aritmética). Pero su opinión puede y debe ser refutada, rechazada y, si viene al caso, ridiculizada. Las opiniones o creencias no son propiedad intangible de cada cual, porque en cuanto se expresan pueden y deben ser discutidas (etimológicamente, zarandeadas como quien tira de un arbusto para comprobar la solidez de sus raíces). Todo el progreso intelectual humano viene de la discusión de opiniones santificadas por la costumbre o la superstición. En las democracias, el precio que pagamos por poder expresar sin tapujos nuestras opiniones y creencias es el riesgo de verlas puestas en solfa por otros. Nadie tiene derecho a decir que, quien lo hace, le «hiere» en su fe o en lo más íntimo. Hay que aceptar la diferencia entre nuestra integridad física o nuestras posesiones materiales y las ideas que profesamos. Quien no las comparte o las toma a chufla no nos está atacando como si nos apuñalase. Al contrario, al desmentirnos es guardián de nuestra cordura, porque nos obliga a distinguir entre lo que pensamos y lo que somos. Por lo demás, recordemos a Thomas Jefferson, cuando decía, más o menos, «si mi vecino no roba mi bolsa o quiebra mi pierna, me da igual que crea en un dios, en tres o en ninguno».

Se ha puesto de moda que quienes detestan ver sus opiniones ridiculizadas o discutidas lo atribuyan a una «fobia» contra ellos. Llamarla así es una forma de convertir cualquier animadversión, por razonada que esté, en una especie de enfermedad o plaga social. Pero, como queda dicho, la fobia consiste en perseguir con saña a personas, no en rechazar o zarandear creencias y costumbres. Lo curioso es que la apelación a las «fobias» es selectiva: no he oído hablar de «nazifobia» para descalificar a quienes detestamos a los nazis, ni de «lepenfobia» para los que no quieren manifestarse por París con Marine Le Pen y sus huestes (actitud por cierto que me parece más fóbica que democráticamente razonable). Pues bien, no es fobia antisemita oponerse a la política de Israel en Gaza, ni fobia anticatalana cuestionar las manipulaciones de los nacionalistas en Cataluña, ni fobia antivasca denunciar a ETA y sus servicios auxiliares. También sobran argumentos contra la teoría y práctica del islam, lo mismo que no faltan contra el catolicismo. Si no hubiera sido por los adversarios que no respetaron las creencias religiosas, seguiría habiendo aún sacrificios humanos. Los semilistillos que se encrespan si se invoca un «derecho a la blasfemia» quieren un Occidente sin Voltaire o Nietzsche y comprenden que se quemase a Giordano Bruno. Si un particular o una institución se sienten calumniados, insultados o difamados harán bien en acudir a defender su causa ante los tribunales. Pero, por favor, sin atribuir fobias a quienes les llevan la contraria, a modo de coraza que les dispense de argumentar.

Fernando Savater es filósofo y escritor. premios Nacional de Ensayo, Anagrama y Planeta.

La condena de la tragedia francesa no basta

Tantos días sin escribir una línea… y hoy no se como empezar. Unos fanáticos han asesinado a 12 colegas franceses del semanario satírico Charlie Hebdo. No tengo palabras para expresar el dolor y la rabia.

En estos momentos de estupor, me brota una fuerte convicción: ¡Basta ya de respetar ideas y religiones que llevan a esta barbarie! Por extraño que nos parezca, debemos respetar a las personas, a cada una de ellas, pero no a las ideas ni a las religiones, a ninguna de ellas.

Mi primera reacción espontánea  en Facebook fue en este sentido:

Terrible tragedia la de mis colegas franceses asesinados por presuntos fanáticos religiosos islamistas. Los islámicos moderados deben estar aterrorizados. Las personas merecen respeto. Las ideas y las religiones, no. ¡Basta ya! Que el miedo no nos haga callar…

Cartoonists from all over the world mourn in the wake of a Paris shooting that killed as many as 12 people, many who are members of the Charlie Hebdo.
BUZZFEED.COM|DE RYAN BRODERICK
  • Ni un paso atrás en la libertad de prensa.  Todo lo contrario. Los islamistas fanáticos han aterrorizado a los islamistas moderados (que los hay) pero muy pocos se atreven a hablar por miedo a ser señalados. El miedo es libre. Pero como me enseñó mi maestro Sam Beer (autor del discurso de Roosevelt) «debemos tener miedo al miedo mismo». Los islamistas moderados deben salir a la calle (ya lo han pedido varios colegas franceses) y manifestarse masivamente diciendo que los asesinos no les representan. Que no asesinan en su nombre.
    Aunque jubilado hace menos de un año, y sin más medio que este blog personal, no pienso callarme.  Desde pequeños nos han grabado profundamente, machaconamente, que debemos respetar primero la religión católica (pues es la actual) y después todas las demás religiones, todas las ideologías. Ese buenismo es tremendamente dañino. Es un tabú que nos hemos creído. Y así nos va.
    No basta con condenar la tragedia de Francia. Tenemos que dar un paso más en la crítica de los fanatismos y de la intolerancia política y religiosa, en la crítica de la ideas dañinas, cualquiera que sea su origen.
    ¿Por qué tenemos que respetar a las ideas y a las religiones que han causado durante tantos siglos y causan hoy tanto daño, tanto dolor a tantas personas? Hoy son los fanáticos islamistas; antes fueron los fanáticos protestantes, católicos, animistas, hebreos, etc. etc. quienes provocaron baños de sangre en nombre de sus ideas religiosas…
    Respetemos a las personas, si merecen nuestro respeto al margen de sus ideales, pero no tenemos por qué respetar las ideas políticas ni religiosas. Acabo de oir en la BBC las palabras (grabadas no hace mucho tiempo) de uno de los periodistas asesinados hoy en Paris. No las recuerdo textualmente pero, en resumen, quiso decir que «el respeto a las religiones es un eufemismo para disfrazar el miedo a las religiones; las religiones no merecen ningún respeto sino todo lo contrario».
    Completamente de acuerdo.
    ¡Basta ya!