El Tempranillo era (¡cómo no!) de Jauja

Aunque ayudó a los liberales del XIX, las andanzas del famoso bandolero de la Sierra de Ronda, trabuco en mano, no son para presumir. Mató a un hombre en duelo de facas y, muy temprano, huyó de la Justicia. Por eso, dice una leyenda, le pusieron «el Tempranillo». Yo pensé que era paisano mío porque a los de Almería, por sus frutos, nos llaman «los tempranos».

José María, el Tempranillo, no era de Almería sino de Jauja (Córdoba).

Hoy me afeité lentamente, a las 9:40 AM, para escuchar completa la sección de «A vivir…» en la SER con Ana Cañil. Le tocó hablar de un capítulo espectacular de su libro «Los amantes extranjeros» que ya comenté en este blog y en el diario La Voz de Almería («Un chute de amor a España»).

Mi artículo en La Voz de Almería

Ana trató hoy en la SER de los románticos del XIX, como Washington Irving, Andersen, etc., enamorados de la Alhambra. No me quité el jabón de la cara hasta que terminó su sección. En la SER amplió detalles que no están en su libro y lo hizo con mucha gracia. Así es ella.

Ana Cañil, autora de «Los amantes extranjeros».

En un momento determinado, dijo que a José María Hinojosa, el bandolero más famoso de la época, le pusieron «el Tempranillo» porque solía a atacar a los viajeros muy temprano, al amanecer del día. Me sorprendió y me picó la curiosidad. Yo creía que el origen de «el Tempranillo» procedía de Almería, «donde nacen los tempranos», según una taranta decimonónica. Pregunté al doctor Google, que lo sabe casi todo, y me dijo que aquel bandido era natural (¡cómo no!) de Jauja, una pedanía de Lucena (Córdoba).

¡Qué buen lugar de nacimiento para un ladrón, un asalta caminos! Según la RAE, Jauja «denota todo lo que quiere presentarse como tipo de prosperidad y abundancia. ¿Estamos aquí, o en Jauja?». Y el diccionario de Oxford dice de Jauja: «Lugar o situación imaginarios donde reina la prosperidad y la abundancia. ¡Qué tipo más holgazán! Se ha creído que la vida es jauja, que para estar bien no hay que trabajar». De imaginario, nada. Hay un lugar real con ese nombre en Córdoba y otro en el Perú. Y otro, por lo bien que lo pasas, en el libro de Ana Cañil.

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