Cada vez que abro la página en blanco pienso escribir contra el campo de exterminio israelí en Gaza y me bloqueo. Ya no me salen las palabras exactas para definir mi estupor, mi rabia, mi culpabilidad por no gritar cada día en mi blog (es lo que me queda) contra la matanza cruel de civiles palestinos que los nuevos nazis de Israel muestran al mundo entero sin despeinarse. Se han equivocado de siglo. No estamos en el XIX, cuando matar indios y robarles sus tierras no estaba mal visto por Washington. Para que no me llamen antisemita (no lo soy y quiero a mis amigos judíos, justos entre los justos) digo que me horrorizó el ataque de los terroristas de Hamas contra mil y pico israelíes inocentes. ¡Qué horror y qué error! Pero el exterminio cruelmente planificado por los nazis de Israel de más de 50.000 civiles inocentes palestinos, por bombas y por hambre, es injustificable e intolerable se mire por dónde se mire. No hay comparación posible.

Muchos israelíes amnésicos dirán en el futuro (como dijeron los nazis de Hitler) que ellos no vieron las masacres diarias de niños, mujeres y ancianos que están viendo en el mundo entero. Se escudarán en que Netanyahu prohibió la libertad de prensa y que ellos cerraron sus ojos y «se dejaron llevar por la corriente». Durante generaciones, los israelíes asesinos de niños tendrán la tierra que están robando a los palestinos, pero nunca tendrán paz. Y algo peor para ellos: ya no podrán justificar la existencia legítima del Estado de Israel que Occidente les regaló para cubrir sus culpas. ¡Pobres judíos justos que creyeron con Isaac Rabin en Israel y Palestina, los dos Estados conviviendo en paz! Se me rompe el corazón cuando pienso en ellos. ¡Basta ya de crímenes de guerra, de genocidio, de exterminio!



