El teniente general Cassinello, aplaudido por muchas estrellas

El teniente general Cassinello presentó su libro rodeado de estrellas, no de Hollywood, sino de alta graduación militar. Pese al aforo limitado, asistieron al acto muchos generales, familiares del autor y almerienses.

Con Andrés Cassinello y su nieta Pilar Salas Cassinello, recién llegada de Miami para la ocasión.

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Artículo publicado en La Voz de Almería el 9 de octubre del 2022
Publicado en La Voz de Almería el 9 de octubre de 2022

Copio y pego, a continuación, el mismo artículo en Word.

Almería … quién te viera (28)

El teniente general Cassinello, aplaudido por muchas estrellas

J. A. Martínez Soler

No pude contarlas, pero entre el público que abarrotó el auditorio Gutiérrez Mellado de la UNED en Madrid había muchas estrellas, no de Hollywood sino de alta graduación militar. Discípulos, familiares y paisanos almerienses aplaudimos, con razón, a un hombre clave en la Transición de la Dictadura a la Democracia y en la lucha exitosa contra ETA.

Todos los demócratas estamos en deuda con el tte. general Cassinello, el inventor del embrión del actual CNI cuando estuvo a las órdenes del presidente Adolfo Suárez. Con inteligencia y gracia, nuestro paisano presentó el martes pasado su quinto libro y, para mí, el más importante: “La huella que deja el tiempo al pasar. (Memorias de tiempos difíciles)”.

Dos historiadores (Roberto Muñoz y Carlos Navajas) glosaron su obra monumental, no por su tamaño sino por su enjundia. Ya sabemos que los jefes de Inteligencia suelen guardar muchos secretos en el tintero. Aún así, Andrés Cassinello, de 95 años, maestro de espías al servicio primero de la Dictadura y luego de la Democracia, cuenta muchas cosas memorables en sus memorias. No cuenta solo el qué de lo que nos ocurrió sino, sobre todo, el por qué. Y lo hace con buena pluma, literatura de la buena.

Yo tuve el privilegio de leer sus borradores. A cambio, él leyó y editó generosamente los míos de “La prensa libre no fue un regalo”. Ojo por ojo, libro por libro. Ahora he leído su obra que me ha dedicado con “todo cariño”. En nuestras tertulias madrileñas de almerienses transterrados, siempre me sorprendió la agudeza y profundidad en sus análisis de fenómenos tan complejos como el nacionalismo y el terrorismo. También sobre el final de la Dictadura de Franco que él llama “el desmoronamiento galopante del régimen franquista” por vía pacífica.

Ya lo dijo su maestro y amigo, el tte. general Sáenz de Santa María, figura clave contra el golpe del 23-F y en la desarticulación de comandos de ETA: “Este Cassinello es un genio”. Pues, sí. Ayer lo volvimos a comprobar en la defensa que hizo de sus memorias. Sus respuestas arrancaron aplausos espontáneos y sonrisas del público. Su esposa, Pilar, también almeriense, nos dio una clave: “Cuando Andrés aprendió inglés, lo enviaron a estudiar a Alemania y a Estados Unidos. Eso le abrió las puertas del mundo”.

1977 fue el año clave para los españoles y para nuestro tte. general: legalizar el PCE, tras su informe favorable al presidente Suárez, los pactos de la Moncloa, las elecciones del 15-J, el regreso de Tarradellas, a quien visitó en el exilio, la pluralidad de las Fuerzas Armadas, no monolíticas, la incertidumbre, la indefinición del proceso de Transición hacia la “ruptura pactada”, la debilidad y el miedo a volver a las andadas en ambos bandos. En noviembre de 1978, Cassinello detuvo personalmente al tte. coronel Tejero e impidió que llevara a cabo el golpe de la operación Galaxia contra el gobierno de Suárez. También avisó al CNI de que Tejero tramaba algo poco antes del golpe del 23-F. No le hicieron mucho caso. La noche del frustrado golpe de Estado la pasó al teléfono con todas las capitanías generales. La de Miláns del Bosch, con los tanques por las calles de Valencia, fue la única que no respondía a sus llamadas. Entonces, a través del telefonista, envió este mensaje claro y cuartelero: “Dígale al coronel Quintiliano que, si no me llama, mañana me presentaré en Valencia y le cortaré los huevos”. Solo así aquel presunto golpista respondió a su llamada.

Según él, el 23-F fue cosa de Tejero, Armada, Miláns y cuatro más. Estaban solos, con una vanidad excesiva. Excepto la de Valencia, las capitanías generales no estaban involucradas en el golpe de Estado. Ni siquiera Campano, el más feroz de los franquistas, hizo nada desde la capitanía general de Valladolid. El de Sevilla se encerró con una botella de ginebra y el de Granada se quedó quieto en Guadix. Nadie les siguió.

Defendió el papel del rey Juan Carlos durante el golpe. No dejó entrar al general Armada en la Zarzuela. “¿Por qué tardó tanto el Rey en dar su mensaje”, le preguntaron? Respondió: “En Televisión Española había un escuadrón de caballería sublevado. Hasta que yo no comuniqué que los sublevados ya se habían oído de TVE, Picatoste no pudo emitir el mensaje del Rey”. Citó entonces una frase que le dijo su maestro y jefe, el tte. general Gutiérrez Mellado: “Sublevarse es muy difícil. Lo sé porque yo lo hice”.

Cassinello nos recordó, no sin amargura, cuando iba él solo a los entierros de los asesinados por ETA en el País Vasco. “Hay que ver lo que aguantamos”. Luego acudieron más autoridades. “No me dejaban tocar el himno nacional, mientras los etarras iban cubiertos en las iglesias con el hacha y la serpiente de ETA”.

Más de una vez le oí decir que no basta con la caridad, también debe actuar el Estado. Y recuerdo otra frase que dijo a sus colegas militares: “La patria también es la Seguridad Social”. Nos descubrió la inspiración que recibió de la obra de Francesc Cambó para acabar con la Dictadura del general Primo de Rivera, concordando el futuro mediante “una solución política que no satisfaga a todos pero que sea soportable”.

Desde el primer capítulo, nuestro paisano descubre un nivel moral que te reconcilia con la condición humana. Su padre José y su tío Andrés fueron asesinados al estallar la fuera civil. (Mi padre, Pepe el del Cemento, teniente republicano, había sido, por cierto, empleado de su tío). De niño, Cassinello tuvo que cambiar su nombre por el de Andrés Pérez para poder ir al colegio Ferrer Guardia.

Y escribe: “Mi compañero de banca, mi amigo para toda la vida, era pepe Fornovi, cuyo padre acababa de ser fusilado por las tropas de Franco que a mí me liberaron. Podría contar su historia. Igual a la mía, pero desde el oro lado del espejo, porque a su padre lo condenaron a muerte y le fusilaron los míos en el verano del 1939, mientras yo me ufanaba con la victoria. (…) Me confesó que a uno de sus hijos le había puesto de nombre Andrés en recuerdo de nuestra amistad juvenil. (…) Esa amistad me ha acompañado toda la vida y me enseñó, desde aquel lejano 1940, que es posible la convivencia y el entendimiento entre tantas historias desgarradas, vividas por los españoles por mitades. La paz ha de ser obra de dos y solo es cierta por la elección libre de ambos. La paz de uno es solo sometimiento del otro”.

Amén, querido y admirado paisano.

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Con Andrés Cassinello y su libro

Ahí va el articulo que publiqué en La Voz de Almería el 7 de septiembre en cuanto tuve el libro de Cassinello en mis manos. Seguramente habrá cosas repetidas en ambos artículos. Me disculpo por ello.

Artículo publicado en La Voz de Almería sobre las memorias del tte. general Cassinello.

Almería, quién te viera… (27)

Los demócratas, en deuda con el tte. general Cassinello

J. A. Martínez Soler

Si tuviera que elegir a los tres almerienses que más me han inspirado en mi vida diría Nicolás Salmerón, presidente de la I República, Carmen de Burgos, primera periodista y corresponsal de guerra, y Andrés Cassinello, coautor clave de la Transición. Por eso, me emociona tanto tener hoy en mis manos el libro de “memorias de tiempos difíciles” de nuestro paisano, el teniente general Cassinello Pérez, recién salido del horno. Su título: “La huella que deja el tiempo al pasar”. Os lo recomiendo vivamente.

Su historia personal y profesional, desde la Dictadura a la Democracia, te engancha porque, por raro que parezca en un teniente general, nuestro paisano escribe muy bien. Da gusto leerle. Es su quinto libro. Y aunque me gustó mucho su biografía del Empecinado (“O el amor a la libertad”), ejecutado por orden del rey felón (Fernando VII), como nuestros Colorados, esta es, a mi juicio, su mejor obra.

Andrés Cassinello, que ya ha cumplido 95 años, estudió en el colegio Ferrer Guardia como Andrés Pérez (su padre y su tío habían sido fusilados por los republicanos) y luego, en el Instituto de Almería, fue alumno de Celia Viñas. Con un solo párrafo de su primer capítulo, el autor muestra toda su gran humanidad ante los lectores:

“Pero mi compañero de banca, mi amigo para toda la vida, era Pepe Fornovi, cuyo padre acababa de ser fusilado por las tropas de Franco que a mi me liberaron. Podría contar su historia. Igual a la mía, pero desde el otro lado del espejo, porque a su padre le condenaron a muerte y le fusilaron los míos en el verano de 1939, mientras yo me ufanaba con la victoria. (…) Me confesó que a uno de sus hijos le había puesto de nombre Andrés en recuerdo de nuestra amistad juvenil”.

Este es nuestro Andrés, como dice la contracubierta de su libro, “un militar profesional que, desde planteamientos netamente alineados con el régimen franquista, pasó a convertirse en uno de los principales impulsores del proceso de transición a la Democracia”.  Como jefe de Inteligencia, a las órdenes directas del presidente Adolfo Suárez, Cassinello, que sabía inglés (esto cambió su suerte) y por eso había estudiado en Estados Unidos, creó el SECED, embrión de lo que luego sería el CNI. Su informe secreto a Suárez en favor de la legalización de PCE fue clave para el éxito de la Transición sin violencia por parte de los comunistas. También lo fue para traer a España al president Tarradellas, a quien visitó en el exilio, y durante la noche del golpe fallido del 23-F que pasó hablando con todas las capitanías generales.

Bueno, con todas, no. Solo se le resistía la del general Milans del Bosch, capitán general de Valencia, quien se había unido a los golpistas y mandó sus carros de combate a recorrer las calles de la capital de su región militar. Hay una anécdota que no aparece en sus memorias y que yo, con su permiso, cuento en las mías (“La prensa libre no fue un regalo”):

“El jefe de la Comandancia de Valencia, a quien mi paisano conocía muy bien, no se le ponía al teléfono. Cabreado por su resistencia, le dio este mensaje al telefonista: “Dígale a Quintiliano que, si no se pone al teléfono, mañana me presentaré en Valencia y le cortaré los huevos”. El mensaje, claro y cuartelero, surtió efecto. Al final, la sangre no llegó al río”.

El teniente general Cassinello ha leído y recortado mi manuscrito (como han hecho mi esposa Ana Westley, mi hijo Erik y Manolo Saco) y me ha concedido el honor de escribir un prólogo cariñoso (“Vidas que han estado entrelazadas”) para mi libro de memorias. También tuve la fortuna de leer su manuscrito y ayudar en su edición y recorte. Ojo por ojo. Este trabajo conjunto en ambas memorias, mano a mano, me ha permitido conocerle mejor y quererle más. Es un personaje excepcional, con sentido del humor y de la Justicia, buena escritura y una gran finura y profundidad en sus análisis.

De sus memorias y de nuestras tertulias de almerienses transterrados a Madrid, me han impresionado mucho sus reflexiones sobre los nacionalismos para entender el fenómeno de ETA y lograr vencer al terrorismo. A las órdenes directas del general Saénz de Santamaría, Andrés Cassinello se dedicó ocho años a la lucha contra ETA, que luego continuó como capitán general de Burgos. Por sus análisis tan acertados del terrorismo y sus éxitos al combatirlo, los demócratas estamos en deuda con este almeriense ilustre.

Le conocí hace años en la ADVT (Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición) de la que él era su presidente. Así terminó Andrés Cassinello el prólogo que tan generosamente escribió para mis memorias:

“Y allí apareció José Antonio Martínez Soler, el hijo de “Pepe el del Cemento”, el que leía los libros de mi tía Serafina, a quien me unían, sin saberlo, recuerdos y recuerdos. Después, las memorias de uno y otro. Leídas, discutidas, subrayadas…, y el atraco de que escriba un prólogo. Pues bien, he aquí la criatura. Por favor, sigan leyendo, se podrán enterar de muchas cosas y recordar otras tantas”.

También escribió:

“No estábamos tan lejos sin saberlo. Posiblemente, nos pesaba la historia. Yo era lo que entonces se llamaba hijo de caído, y él era hijo de un teniente del ejército republicano, pero ese peso no coaccionaba nuestras libertades supuestamente enfrentadas”.

Comprenderán que, con este prólogo del teniente general Cassinello, fruto del afecto mutuo, cómo no voy a quererle. No os perdáis sus memorias. Lo digo en serio.

Cubierta de las Memorias de Andrés Cassinello
Invitación al acto de presentación del libro de Cassinello
Andrés Cassinello, rodeado de historiadores
A José Antonio, el hijo de Pepe el del Cemento, con mis letras garrapatosas pero con todo cariño, Andrés.

Mi viejo amigo Isidro López Cuadra ha dedicado su programa del sábado en Radio Villalba al libro del general Cassinello. Ha sabido exprimir capítulos muy interesante del libro de mi paisano.

¡Te recomiendo que escuches este audio de iVoox! Programa Música y Cultura – 08-10-2022 – Parte 2 – La pluma y la lanza, Memorias de tiempos difíciles https://go.ivoox.com/rf/93679430

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