Victoria por 6-3 frente a mi hijo Erik. Sigo dando guerra…

A muchos abuelos les parecerá una minucia (o un ataque de soberbia) presumir de haber ganado al tenis, con 75 años (aunque no lo parezca) a un hijo que ya cumplió los 40. A mí, no. Hoy he disfrutado en la pista.

Celebrando la victoria por 6-3 frente a mi hijo Erik en un set larguísimo y muy disputado.

Normalmente, Erik me gana al tenis, pero ayer tuve una clase con mi maestro Gildo y hoy, con un cordaje nuevo, remonté un set durísimo con muchos empates. La verdad es que ganar un partido da gusto. Y mi hijo no es de los que se dejan ganar. Le eduqué para todo lo contrario.

Mis lesiones fueron leves. Ningún hueso roto.

Legué bien entrenado a la pista, en buena forma, recuperado del remate que, hace tres semanas, me costó una caída de culo muy  aparatosa. Radiografía limpia.

Camiseta de propaganda de Goat Knight, la productora de mi hijo Erik. Eso me animó.

Para celebrar mi regreso al tenis, mi hijo me había regalo una camiseta de propaganda de su productora (Goat Knight S.L.).

Logotipo de Goat Knight, sobre mi pecho. No podía fallar.

Quise darle buen uso con su logotipo en mi pecho. Eso quizás le impresionó o le aflojó. Ambos jugamos bien. Juegos muy largos con voleas y remates dignos de ser grabados. Un gran día.

Yo invité a los churros y a la tortilla. Para una vez que gano…

Lo celebramos con churros y tortilla en el Café de los Austrias, frente al polideportivo de La Bombilla de Madrid.

Premio merecido.

Hoy me toca siesta en el sofá, quizás con una película del Oeste que mi chica odia porque dice que son simplonas y machistas. Pero es que mi cuerpo serrano hoy ya no da para más.

Libros aconsejables para masoquistas.

Para un nuevo proyecto sobre la prensa, me castigo leyendo, a la vez, dos libros muy fuertes, casi insoportables, que ya comentaré algún día en ese blog cuando los termine. (Uno se llama «Pedro J. Ramírez, al desnudo», de Juan Díaz Herrera, y el otro se titula «Memorias I» del mismísimo José María Aznar, el «hombrecillo insufrible», como le llamaba su correligionario el canciller alemán Helmut Kohl).

La victoria al tenis me permite dejar esas dos lecturas masoquistas para días laborables. Ya estoy cocinando de lujo.

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