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Vuelvo a mis orígenes: votaré al PSOE

Por responsabilidad y -¡cómo no!- por miedo justificado al PP, he decidido volver a mis orígenes: votaré al PSOE en las elecciones generales del próximo 20 de diciembre.

No conozco a ninguno de los nuevos líderes del PSOE (salvo Jordi Sevilla, que me gusta) pero les he seguido con atención y creo que merecen una oportunidad para sanear el partido y reducir el Indice de Corrupción Ambiental (ICA) de España.

Joaquín Almunia abrió hace años el Partido Socialista a los simpatizantes. Creo que yo fui el primero de Almería que, cargado de ilusión, se apuntó en esa lista. Si no me borraron cuando dije, en mayo del 2014, que votaría contra el bipartidismo, mi nombre debe seguir en ella. Me gustaría que así fuera. Si me borraron, al caer sobre mí sobre la oportuna excomunión, ya pueden volver al inscribirme en esa lista de honor. 

Sí, Fernando, Manolo, Enrique, Antonio, incluso Fernando Martínez, volveré a votar al PSOE también por la recuperación de mi propia memoria familiar y porque las conversaciones con no pocos amigos me han inclinado a ello. Escarmentado como estoy por las fechorías del PSOE, desde los últimos años de Felipe González hasta el final de Zapatero, creo que los nuevos líderes socialistas merecen, al menos, el beneficio de la duda y, siempre, la presunción de inocencia. 

El mes pasado, en un almuerzo de la Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición, que preside mi paisano Andrés Casinello, pregunté a Alfredo Pérez Rubalcaba si debía votar al PSOE, tapándome aún la nariz, o votar a Ciudadanos, tapándome los ojos.

Rápido e ingenioso, como de costumbre, Rubalcaba me respondió:

«Puestos a elegir, yo prefería perder el olfato antes que la vista».

No le faltaba razón. Desde las europeas hasta hoy, he seguido con atención la renovación de la cúpula del Partido Socialista. Aunque a los nuevos líderes les falta un hervor (¿acaso no les faltaba a Felipe González o a Alfonso Guerra en el 82?), observo en ellos una evolución positiva. Tratan de devolver al PSOE los valores de honradez, solidaridad, justicia y libertad que nunca debió abandonar.

En vísperas de las elecciones europeas de mayo de 2014 publiqué en este blog  una reflexión titulada «Mi voto (no sin dolor) contra el bipartidismo».  Al final, después de no pocas dudas, voté a Equo. Quería premiar a los del 15-M. Un homenaje a mi hijo David que pasó muchas horas en la Puerta del Sol para protestar, como él decía, «contra todo, papá, vamos contra todo».

Poco después, Marta Rubí me hizo una entrevista para La Voz de Almería. Esta fue su última pregunta:

-» Por último, una pregunta sobre las elecciones europeas, en las que declaró públicamente no haber votado al PSOE:

“Celebro que los dos grandes partidos PP y PSOE se hayan dado este merecido batacazo para ver si espabilan y entienden que hay otra forma posible, y más limpia, de hacer política. En efecto, no he votado a ninguno de los dos. Fui más a la izquierda. Pero no me cambié de chaqueta. Esta vez, solo la llevé a lavar. Como simpatizante, yo sigo vistiendo la chaqueta de los ideales socialistas. Y si aciertan a limpiarlo de corrupción y de malas prácticas y a ilusionar al pueblo, estaré encantado de volver a votar al PSOE. Si no lo hacen, serán irrelevantes para el futuro de España”.

José A. Martínez Soler en la ultima página de La Voz de Almería del 1 de junio de 2014.

Aunque el PP iba mucho peor, hace años que el Partido Socialista se había ido convirtiendo en una ominosa oficina de colocación plagada de nepotismo, enchufismo y clientelismo. El castigo recibido por ello ha sido tan duro como merecido. Creo que los nuevos líderes han lavado la ropa sucia y parecen dispuestos a cambiar.

Hoy no tengo duda: de las cuatro opciones principales que se nos presentan el 20-D, la del PSOE es la mejor para la España que yo quiero para mis hijos y nieto. En esta decisión ha pesado mi cerebro y, ¿por que negarlo?, también mi corazón. El PSOE fue el partido de mis padres y de mi hermana y es al que votan la mayor parte de mis amigos…

A veces, acierto cuando rectifico. Ojalá esta vez sea así.

 

 

Pujol y Felipe suben el ICA (Indice de Corrupción Ambiental)

Felipe González ha dicho que no piensa que Jordi Pujol sea «un corrupto». Con todos los condicionantes que queramos, lo he leído y lo he escuchado en 20minutos.es.

Felipe Gonzalez y Susana Díaz
Felipe Gonzalez y Susana Díaz

Esta ha sido su declaración pública, según su propia voz y tal como lo recoge 20minutos.es :

«El expresidente del Gobierno Felipe González ha asegurado este viernes que «nunca» ha pensado que el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol sea «un corrupto» y que, aunque le cuesta creer todo lo que está pasando en torno a este caso, cree que está en «una operación de cobertura hacia los que tiene debajo», es decir, sus hijos».

Su declaración me ha sentado como un golpe en el estómago.  Una traición. Yo le voté varias veces y, como simpatizante, me sentí orgulloso de su obra política al frente del PSOE (el partido de mis padres) hasta su penúltimo mandato.

Este hombre de ayer, que hoy excusa al Pujol corrupto y confeso, no es mi Felipe. Una de dos: o se está volviendo chocho por la edad o está poniendo sus barbas a remojar… Y no se qué es peor.

Espero que -superada la soberbia natural de los que han sido poderosos- Felipe González sea capaz de rectificar sus palabras sobre Pujol y disculparse públicamente.

Para empezar, le recomiendo a Felipe González la lectura sosegada del artículto que el historiador José Alvarez Junco publicó el 4 de septiembre en El Pais titulado «Nacionalismo y dinero». Es muy clarificador y no tiene desperdicio.

Destacaré dos párrafos:

«El nacionalismo se combina mal con el capitalismo y se explica difícilmente en términos de clase, pero, en cambio, se combina y se explica muy bien, como tantas otras pugnas identitarias, en términos de corporativismo y clientelismo».  (…)

Y concluye así:

«El caso de la familia Pujol no es, pues, excepcional, como pretenden Mas o quienes quieren salvar el nacionalismo. Es una prolongación del corporativismo y el clientelismo practicados sin escándalo por CIU (y por cualquier Gobierno apoyado en políticas identitarias, sea catalán, vasco o andaluz). Y del clientelismo -favores por apoyo político- a la corrupción -favores por dinero- no hay más que un paso. Un paso difícil de evitar.»

 

La Vanguardia, 19 de febrero de 1992.
La Vanguardia, 19 de febrero de 1992.

Me temo que después de la guerra civil y la Dictadura, hemos entroncado con lo mejor y lo peor de la Restauración de Cánovas y Sagastala alternancia pacífica en el Poder (el turno de los dos grandes partidos a nivel nacional) y el caciquismo (o clientelismo) a nivel local.   

Estamos en medio de un círculo vicioso. Los líderes del Gobierno y de la oposición, que tienen la capacidad legal para cambiar las leyes electorales, de control de los partidos políticos y su financiación ilegal, de transparencia financiera, de regeneración democrática, de anticorrupción, etc. son los menos interesados en tirar piedras contra su propio tejado. Entre bueyes no hay cornás. Y lo están demostrando.

Sube el Indice de Corrupción Ambiental (ICA), a niveles insoportables, y aquí nunca pasa nada.  La corrupción ambiental, en mayor o mejor grado según la posición de cada uno en términos de poder, está bastante metida bajo la piel de todos nosotros. Siguen enfrentadas, por ejemplo, las dos Españas: una con IVA y otra sin IVA.

El general Franco nos dejó mucha peor herencia de lo que pensamos al hacer la Transición. Durante casi 40 años, y en base al terror y al favor, había corrompido a varias generaciones de la sociedad española hasta la médula. Claro que, cada día que  pasa, Franco tiene menos la culpa de nuestros males.

Forges en El Pais de hoy (7-IX-14).
Forges en El Pais de hoy (7-IX-14).

Es posible que tengamos que remontarnos mucho más atrás, a la picaresca medieval, (como ya sugiere hoy el propio Forges) para entender mejor los males de España.

No se quien está libre de corrupción o es capaz de tirar la primera piedra para mejorar (y quizás, salvar) nuestra democracia. ¿Cuando se jodió la Democracia en España? De verdad, visto lo visto, no lo se. Y lo siento por nuestros hijos y nietos.