Lo de robar agua pública de los límites de Doñana, para regar fincas privadas, viene de lejos. Tal como comprobé personalmente en marzo de 1975, eso ya se hacía en tiempos del dictador Francisco Franco. Lo publiqué entonces, no sin riesgo, en el semanario Doblón. Y recientemente en mi libro («La prensa libre no fue un regalo»). No aprendemos. A escondidas, las pecaminosas máquinas del ministerio de Agricultura sacaban agua en los límites prohibidos del parque natural de Doñana para beneficio de particulares que se movían bien por los despachos de la Dictadura. ¡Pobres pájaros europeos y pobres seres humanos! «El hombre sin pájaros es menos hombre», me enseñó el sabio profesor Sampedro.
«Agua pública para fincas privadas» fue el título del reportaje que publiqué el 8 de marzo de 1975.
Agua pública…
…para fincas privadas
Agua publica para fincas privadas
El gran Peridis enriqueció mi reportaje con una ilustración preciosa.
Coto privado de caza
Manolo Saco y yo solemos reírnos de estos carteles catetos de «Coto privado de caza». Si está privado de caza, por qué se preocupan sus dueños anunciando que allí no hay caza posible. Creo que el gran Alex Grijelmo, que pronto ocupará un sillón en la Real Academia con más méritos que otros apoltronados allí, debería romper una lanza en El País en favor de «Coto de caza privado» y no «Coto privado de caza». Dijo yo.
La bronca actual entre La Comisión Europea y el Gobierno de España, por un lado, y la Junta de Andalucía con ayuda de Feijóo y algunos eurodiputados próximos del PP europeo, por otro, me han recordado este reportaje de los tiempos del Franco, uno de los pocos que sorteó la censura franquista. Poco antes de la bronca actual, mencioné brevemente el abuso que se cometía contra futuro de Doñana en mis memorias profesionales «La prensa libre no fue un regalo» (que os recomiendo, antes de que se agote la primera edición).
Pag. 208 de «La prensa libre…»
Pag. 209 de «La prensa libre…»
Pag. 210 de «La prensa libre…»
¡Qué lujo contar con Peridis en tiempos de Franco!
Emocionante y edificante presentación de «Revivir. La nueva Carmen de Burgos», obra en dos tomos de mi colega Asunción Valdés (Chonín para los amigos). Y me quedo corto. La Cátedra Mayor del Ateneo de Madrid se vistió ayer de luces y se llenó de gente principal para aplaudir a esta periodista/investigadora/historiadora que ha sacado lo mejor (y más oculto) de la gran Colombine, la escritora/ periodista/feminista más odiada por el general africanista Francisco Franco. Carmen de Burgos, Colombine, fue la primera corresponsal de guerra de España (¡y en nómina, oiga!) y cubrió con sensibilidad y humanidad los desastres de la Guerra de Africa. No os perdáis la biografía de esta heroína borrada del mapa por Franco, el tirano felón.
Las prisas no son buenas para glosar (sin leer) una obra tan descomunal como la mi amiga Chonín. La leeré con atención y publicaré mi crítica, aunque sea a favor. El que avisa no es traidor. Soy admirador de Carmen de Burgos… de Asunción Valdés.
Excelente homenaje de Jordi Soler (que no es primo mío) al ingenioso creador del Quijote en el Día del Libro, aniversario de muerte. Hoy me desayuné, con mucho gusto, su artículo de El País y os lo recomiendo. También yo descubrí El Quijote (y a mí mismo) al otro lado del Atlántico. En la Universidad de Harvard (1976-77), de la mano del profesor argentino Raimundo Lida (un curso completo sobre el Quijote), del exiliado español Juan Marichal (en su curso Humanities 55) y de los escritores Carlos Fuentes y Octavio Paz (en reuniones y seminarios) recuperé el orgullo y el placer de compartir la lengua de Cervantes… y de Rubén Darío. Un buen artículo de Jordi Soler al que solo descubrí una errata. Como dice mi amigo Manolo Saco, otro cervantino, «las erratas son las últimas que abandonan el barco».
El artículo de Jordi Soler me trae muchos recuerdos entrañables del otro lado del Atlántico.
¡Qué buena noche de los libros.. en una librería… y defendiendo la prensa libre! Ana Cañil, Ignacio Escolar, Muñoz Soro (colegas de 3 generaciones) y yo hablamos, como si fuéramos libres, a favor de la libertad de expresión y en contra de todas las censuras ya sean en Dictadura como en Democracia. Una mesa redonda que Marcial Pons ha puesto en youtube y que os recomiendo. Aquí está completa.
Buenos amigos. Me dejaron hablar de mi libro («La prensa libre no fue un regalo») en la sede del editor que leyó y aprobó mi manuscrito. Sin conocer a nadie, el año pasado lo envié al correo de «atención al cliente» de Marcial Pons. Me tocó la lotería. Está a punto de agotarse la primera edición. Eso me dijeron anoche. A mí y a mi ego. Gracias, queridos lectores.
He cumplido con este precepto universitario: «Quien ha sido enseñado debe enseñar». Invitado por el profesor Arturo Gómez Quijano (Periodismo, UCM), presenté mi libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo») a sus estudiantes. Fue un placer, y un golpe de nostalgia, volver a pisar las aulas donde se forman mis futuros colegas. Aquí está mi intervención. Les advertí que, aunque Dictadura no es lo mismo que Democracia, la libertad siempre está en peligro y nadie te la regala. Es como el oxígeno. Solo la notas cuando te falta. Y hay que conquistarla cada día.
Lo mejor de mi conferencia fueron las preguntas de los estudiantes. Fui a enseñar y salí aprendiendo. Gracias.
Los Saco/Malpica fueron guías maravillosos por tierras gallegas. Nos llevaron a Combarro, a Saxenxo (antes de que llegara el emérito), a La Toja y al barrio judío de Ribadavia, donde una lápida recuerda los crímenes de la inquisición.
Vacaciones magníficas aderezadas con pulpo a feira en Carballiño, marisco en D´Berto y galleguismo en la casa museo de don Ramón Otero Pedrayo.
¡Hay que ver lo que se aprende, se come y se bebe viajando por Galicia! Valió la pena. ¡Volveremos!
Peridis y yo hicimos un canto a la libertad de prensa en la Casa de Vacas del Retiro. Invitados por la Sociedad Española de Antropología, hablamos de mi libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo») y de la Transición. Aunque no se oye muy bien a mi amigo Peridis, pues se mueve mas que yo, os lo recomiendo. Y luego paseamos del brazo por el parque más bonito de Madrid. Una tarde espléndida, no solo por los aplausos (que tanto me engordan).
Mañana jueves pregonaré algunos secretos de mi libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo») en el Foro de la Región de Ourense. ¡Qué placer volver a Ourense y dar un abrazo a mi amigo Manolo Saco, casi coautor del libro y autor de su preámbulo (a favor) tan maravilloso. Para quienes no tengan la suerte de andar por tierras orensanas, les recomiendo esta entrevista que me ha hecho Sergio Conde para La Región en la que anticipo algunas notas de mi intervención y otros gajes del oficio.
Entrevista a José Antonio Martínez Soler, periodista
José Antonio Martínez Soler es uno de los periodistas fundamentales de la Transición en España. Ahora recuerda en su último libro cuanto costó alcanzar la libertad de prensa y todo lo que sufrió para conseguirlo.
La prensa libre no fue un regalo. ¿Cuánto costó esa libertad, si es que tiene precio?
La libertad vale tanto que no le podemos poner precio. “Por ella”, decía don Quijote, “se puede y se debe aventurar la vida”. Es como el oxígeno. Lo valoras solo cuando te falta. A mí y a muchos de mi generación nos faltó. Sin buscarlo, la lucha por la prensa libre casi me cuesta la vida. Gajes del oficio.
A usted le salió cara, hasta llegaron a secuestrarle. ¿Cómo recuerda aquel episodio?
No es algo que me guste recordar. El 2 de marzo de 1976 pensé que iba a morir. Al cabo de tantos años, y una vez que, por fin, he publicado en mis memorias los detalles del secuestro, las torturas y el fusilamiento simulado por un comando franquista de la Guardia Civil, me siento más aliviado. Lo mantuve en secreto, durante décadas, por puro miedo.
¿Cuál fue la reacción de sus colegas periodistas y del público en general después de su secuestro?
A los tres meses de la muerte de Franco, la televisión de la Dictadura, controlada por Carlos Arias, atribuyó mi secuestro a ETA. Mis colegas periodistas sospecharon que era obra de la extrema derecha y tuvieron una emocionante reacción de solidaridad. Desde el Palacio de la Prensa, salieron en manifestación por la Gran Vía de Madrid hasta que los grises los disolvieron a palos. El público apenas se enteró de lo que me había ocurrido hasta que casi todos los medios publicaron un editorial común contra mi secuestro.
¿Cómo afectó este secuestro a su carrera posterior?
Nunca llegué a saber si lo que había sufrido me metió más miedo en el cuerpo o bien todo lo contrario. “¿Qué más me pueden hacer?”, pensé en alguna ocasión. No soy ningún valiente. Y lo que me ocurrió a mí puede ocurrirle a cualquiera, y cosas mucho peores, sin quererlo ni buscarlo. De hecho, muchos periodistas, que solo cumplen con su deber de informar, son torturados y asesinados en todo el mundo.
¿Cómo era trabajar durante el régimen franquista en España?
Nuestro objetivo era contar lo que pasaba a nuestro alrededor y la dictadura sencillamente no nos permitía hacer bien nuestro trabajo. El choque entre los periodistas demócratas con los censores del régimen franquista era constante e inevitable. Yo fui procesado muchas veces por mis noticias y mis revistas fueron confiscadas frecuentemente por la policía.
¿Cuál era la censura en el periodismo y cómo afectaba a los periodistas? ¿Cómo la sorteaban?
Para someternos a la censura previa “voluntaria”, y evitar daños mayores, yo enviaba 10 ejemplares firmados a la oficina de la censura del Ministerio de Información. Cuando el Gobierno nos daba el visto bueno, entonces podíamos distribuir los ejemplares a los quioscos. Si algo no le gustaba al censor, debíamos cortarlo. Si consideraban algo delictivo, lo enviaban a la Justicia controlada por el dictador. No había escapatoria, pero aprendimos a sortear a la censura escribiendo entre líneas, con ironía, incluso con humor. El público sabía interpretar nuestro lenguaje.
Habla también de miedo durante la Transición. ¿Era solo en el periodismo o en toda la sociedad?
La conquista paulatina y lenta de la libertad de prensa, en mayor o menor grado, no fue obra solo de los periodistas sino de todos los demócratas de España. Conquistábamos la libertad palabra a palabra. Hubo una gran complicidad entre periodistas y lectores.
¿Cómo describiría la evolución del periodismo español desde la dictadura de Franco hasta la actualidad?
El periodismo necesita la libertad para existir. Sin periodismo no hay democracia. Prensa y libre son dos palabras que tiene que estar necesariamente unidas, como en el título de mi libro. En la dictadura, nuestra profesión no se parecía en casi nada a la que practicamos ahora, con todos los defectos que queramos, en democracia. Es como pasar de la noche al día, de la oscuridad a la luz.
¿Y de la sociedad? ¿Cuánto hemos cambiado?
La sociedad española ha experimentado un cambio espectacular, a mejor. En todos los aspectos que consideremos. Hay más empatía, compasión y solidaridad, somos menos racistas, menos homófobos, más solidarios con discapacitados o enfermos mentales. No hay espacio aquí para celebrar las mejoras extraordinarias conseguidas por la sociedad española. Nuestra transición en paz de la dictadura a la democracia (creo que se hizo lo que se pudo) asombró al mundo entero y hemos sido un ejemplo a imitar. La debilidad mutua y el miedo de los franquistas (que temían la revancha de los vencidos en la guerra civil) y de los demócratas (que temíamos más represión y mano dura) permitió el gran acuerdo de la Constitución del 78, la mejor y más larga de la historia de España. El miedo nos hizo demócratas.
En otro momento importante tenía un puesto muy influyente en TVE como editor del Telediario cuando se celebró el referéndum de la OTAN. Cuenta en el libro que la campaña estuvo llena de “artimañas y chantajes sectarios”.
Pues sí. La campaña “OTAN, de entrada, NO” (y de salida tampoco) nos partió el corazón a muchos españoles, empezando por el propio Felipe González. El PSOE, entonces en el poder, hizo malabarismos al cambiar de posición. Después de ganar las elecciones del 82 con el “No a la OTAN”, nos pidió que votáramos “Sí a la OTAN”. Nuestra conciencia chirriaba, chocaba con la cultura corporativa de TVE, de las emisoras o de los diarios. Fue un cambio brutal.
¿Esa campaña de prestigio pública fue lo que le hizo votar que no a la OTAN?
Mi voto contra la OTAN obedeció a varias razones que cuento en mi libro y que son difíciles de resumir. Al poco tiempo me percaté de que me había equivocado al votar “No”. Yo estaba seguro de que ganaría el “Sí”. Por eso, me permití votar en contra. Fue un error por mi parte.
También fue pionero en matinales y debates televisivos. ¿Han perdido valor estos formatos de cara al público general?
Me encantó ser el fundador, director y presentador del “Buenos Días”, el primer informativo matinal de TVE. Por el gran equipo que pude reunir, fue uno de los trabajos más hermosos de mi vida. La televisión de hoy se parece muy poco a la de los años 80. Ahora la oferta televisiva es casi ilimitada. No hay comparación posible. Y la evolución es a mejor. Hay periodistas jóvenes espléndidos. Nosotros hacíamos periodismo de trinchera hasta que acabó la dictadura.
¿Cómo eran aquellos primeros debates y cómo son ahora? Siempre se habla de que había más respeto.
Yo creo en el progreso, aunque a veces hay marcha atrás pasajera. Por eso, no creo que cualquier tiempo pasado fuera mejor que el actual. No quiero caer en la nostalgia ni en la melancolía. No había más respeto que ahora. Y ahora hay más y mejores periodistas que antes. Sobre todo, mujeres.
¿Por qué y a quién le recomendaría leer su libro?
Lo escribí durante el confinamiento por el covid pensado en mis hijos y nietos, para que no se duerman jamás si ven peligrar la libertad. No es un libro de texto para forjar periodistas, pero casi. Lo recomiendo a mis colegas jóvenes. Y a los carrozas de mi edad se verán retratados.
¡Feliz Bicentenario, Ateneo! Con el espíritu liberal de la Constitución de 1812 («La Pepa»), el Ateneo fue fundado en 1820. La pandemia nos impidió celebrarlo en 2020. Hoy, en cambio, ha tenido un arranque emocionante ya que en 1823, hace justo 200 años, Fernando VII, el rey felón, antepasado de Felipe VI, lo cerró, recuperó la Inquisición y persiguió a los liberales socios fundadores, muchos de los cuales huyeron al exilio para salvar su vida. El Rey actual no cito hoy al felón (un detalle) sino a Manuel Azaña, presidente del II República, y a su tatarabuela la reina Maria Cristina, quienes ocuparon la jefatura del Estado antes que él. Como republicano de corazón, me gustó el gesto. Y se lo agradecí personalmente. «¡Qué menos!», me respondió con amplia sonrisa.
Me llamó la atención el cajón flamenco que había en medio del escenario. ¿Sería una invitación al Rey, tan aficionado a este instrumento?
El sabio Emilio Lledó, el ateneista vivo más antiguo (con 96 años) nos emocionó con su canto al Ateneo («mi segunda casa», dijo), a la lectura y a los libros de su biblioteca con los que él tanto ha dialogado desde que se hizo socio en 1949. El filósofo citó, cómo no, a su colega Aristóteles: «La amistad es lo más necesario de la vida». Lledó incluyó a los libros leídos entre sus amigos.
Miguel Rellán, que nos ha enganchado con «Sentimos las molestias» junto a Antonio Resines, le echó un capote al Rey al cederle la palabra. Le ofreció el cajón flamenco del escenario como una oportunidad para lucirse. El actor arrancó aplausos del público y risas del monarca. El Rey le replicó:
«Me temo que voy a llevar eso para toda la vida».
No es para menos. Más risas y aplausos de los ateneistas. A eso se le llama empezar con buen pie. Equivale a la «captatio benevolencia» de los clásicos. A partir de ahí, Felipe VI pronunció un discurso cargado de valores cívicos («libertad, solidaridad e igualdad») que firmaría cualquier republicano que se precie.
A Miquel Iceta, ministro de Cultura, también le gustó el discurso real. Le pregunté si lo había escrito él. Lo negó.
Recordé al joven Rellán cuando llegó a Madrid y empezó a colaborar con el semanario Doblón que yo dirigía entonces. ¡Qué tiempos!
Cada vez que me cruzo con Antonio Garrigues Walker no puedo evitar recordar mi infancia en mi casa de La Rumina (Mojacar). Su familia veraneaba en un palacete impresionante (Marina de la Torre) al otro lado de río Aguas, muy cerca de mi casa. A escondidas, me bañaba desnudo en la balsa de los Garrigues hasta que el guarda me quitó la ropa y se la llevó a mi abuela, mientras yo escapaba en pelota picada por el río. A las niñas de la familia Garrigues (guapísimas) las llamábamos «las madrileñas». Otro ataque de nostalgia.
Bueno. Me voy a la Casa de Vacas del Retiro donde hoy predico a las 19.00h. en favor de la libertad con mi libro «La prensa libre no fue un regalo». Felipe VI se me adelantó hoy celebrando la libertad, con mucho fundamento, en el Ateneo de Madrid (donde presenté mi libro). A su antepasado, el rey felón, le habría disgustado mucho el discurso de nuestro rey constitucional. A mi gustó.
Mis colegas (aún en activo) cuchicheaban en un corrillo aparte sobre la visita del rey emérito, Juan Carlos I, a las regatas gallegas. ¡Qué diferencia! Lo siento, señor, me quedo con Felipe VI.
Ayer fue un día feliz, cargado de emociones. Celebramos el domingo de Ramos (de nuestro amigo Ramos Perera, secretario vitalicio de los Niños Cantores). Hubo de todo: comida exquisita, ataques de nostalgia, canciones y toneladas de alegría por el reencuentro con personas tan queridas desde hace casi medio siglo.
El maestro Peridis entona bien. A los postres, se arrancó con un piadoso cántico religioso de su infancia palentina. Para no ser menos, yo concluí el concierto improvisado con «La Salvaora», de Manolo Caracol, que yo aprendí de mi madre.
Entre tanta alegría, nos emocionó el recuerdo de los fundadores fallecidos prematuramente: Pancho Novela, Uría, Broseta, Piera, Torbado, etc.). No pudimos callar a Peridis cuando se arrancó con Jorge Manrique hasta parar en «cuán presto se va el placer/cómo, después de acordado, da dolor/ cómo, a nuestro parecer/ cualquiera tiempo pasado fue mejor». Rebatimos a Manrique ya que, jubilados y abuelos profesionales, no estamos peor que ayer.
Felicidades amigo Ramos. Un gran día el de tu Santo.