Archivo por meses: agosto 2022

Me tiran de la lengua y hablo como si fuera libre

Colegas de la AMI (Asociación de Medios de Información) me tiran de la lengua sobre la Prensa en la Transición y yo les respondo como si fuera libre. En esta entrevista de Pedro Tortosa doy, resumidas, algunas claves de mi libro de memorias personales y periodísticas «La prensa libre no fue un regalo. Cómo se gestó la Transición».

Portada de Doblón que provocó mi secuestro y torturas tras la muerte de Franco

Entrevista AMI. José Antonio Martínez Soler. Autor del libro ‘La prensa libre no fue un regalo. Cómo se gestó la transición’

La prensa libre no fue un regalo. Cómo se gestó la transición

El periodista habla sobre el papel de la prensa en la Transición española, el SÍ a la OTAN, la oleada de atentados de ETA o el 23-F, entre otros temas recogidos en su libro. 

Director del semanario Doblón durante la Transición española, director fundador de los diarios El Sol y La Gaceta de los Negocios, redactor jefe del diario El País, del semanario Cambio 16 y director general del periódico 20 minutos. Trabajó en Televisión Española durante los años 1980 y 1990 como fundador del informativo Buenos días y director de los telediarios.

P. ¿Cuál fue el papel de la prensa en la Transición española? ¿Cómo recuerda esa etapa? ¿Cómo se logró el consenso también desde las editoriales para hallar un punto de entendimiento tan decisivo?

R.- La prensa ayudó mucho al éxito de la Transición. Jugó un papel importante como correa de transmisión de la sociedad. Insinuábamos la corrupción de la Dictadura, informábamos entre líneas de lo que pasaba en la calle, cuando podíamos sortear la censura, y mostrábamos la incapacidad del franquismo para homologarnos con Europa. Peleábamos por conquistar la libertad de expresión y le metíamos goles a la censura. Pero sabíamos que no era gratis. Tenía un coste. Por eso, asumíamos los riesgos de cierre o secuestro de la publicación, querellas y procesamientos políticos, detenciones, interrogatorios, palizas, etc. La prensa no sometida a la Dictadura, aunque era débil y escasa, contaba las protestas y el malestar de la sociedad contra el régimen de Franco. Y el dictador respondía con más represión y violencia policial y judicial. Era un círculo vicioso.

Los grupos editoriales, de cualquier color, sobre todo al final de la Dictadura, ansiaban la libertad de expresión casi unánimemente. La reacción conjunta de toda la prensa española, por ejemplo, contra mi secuestro, torturas y fusilamiento simulado fue, en 1976, recién muerto el dictador, la primera acción unánime de todos los grupos editoriales. Todos ellos publicaron a la vez el mismo editorial de protesta consensuado con un título común: “Impunidad”.

Queríamos ser ciudadanos libres y no súbditos oprimidos por una dictadura. Esa etapa la recuerdo con una mezcla de miedo y esperanza. Teníamos un presente oscuro, pero soñábamos con conquistar un futuro brillante y en libertad. Y sabíamos que no era gratis. Nadie nos iba a regalar la libertad.

Diseñando la página tan esperada por los demócratas.

P.- ¿Por qué fue tan importante el SÍ a la OTAN y por qué lo considera tan relevante? ¿Más que la oleada de atentados de ETA o el 23-F? Y todo con usted al frente de los informativos desde una televisión pública…

R.- Ser miembro de la OTAN era condición necesaria, aunque no suficiente, para entrar en el Mercado Común Europeo (hoy Unión Europea). Europa había sido para muchos españoles anti franquistas sinónimo de democracia y queríamos poder homologarnos con nuestros vecinos del norte. Era relevante para consolidar la democracia, vencer al terrorismo de ETA, con ayuda de los vecinos, y “civilizar” a la parte más franquista del ejército español. De hecho, España ingresó en la OTAN deprisa y corriendo, a los pocos meses del golpe de Estado del 23-F de 1981. El fracaso (y el consiguiente ridículo militar) de aquel golpe ha servido de vacuna contra otros eventuales intentos golpistas. Y los militares españoles ya saben inglés y están bien integrados con sus compañeros de la OTAN, en misiones defensivas o de paz. Y son queridos y admirados por los españoles, no temidos como lo eran bajo la Dictadura militar de Franco. Por otra parte, la oleada de atentados de ETA durante la Transición unió a todos los españoles contra el terrorismo. Por eso, la democracia venció definitivamente a ETA.

P.- Hay, como sabe, una terrible oleada de atentados contra los periodistas en México, este año 15 ya y todo parece impune. ¿Podemos comparar el miedo que pueden tener en el país con el que tuvieron en la transición?

R.- No podemos compararnos con México, un Estado fallido dominado por el terror del narcotráfico y por la corrupción política sistémica. No hay comparación posible entre el miedo de los españoles de la Transición (franquistas y demócratas) a volver a las andadas de otra guerra civil con el que está sufriendo la sociedad mexicana actualmente y, en especial, las mujeres y la prensa. México está mucho peor.

Manifestación de periodistas contra mi secuestro y torturas. Prohibida y disuelta a palos.

P.- ¿Qué siente un periodista y cómo cambia su visión de la realidad cuando sufre un atentado, en su caso un secuestro?

R.- No puedo describir muy bien los cambios físicos, psicológicos y profesionales que sufrí tras el secuestro con torturas y un fusilamiento simulado, con una pistola a dos palmos de mi frente, cuando pensé que iba a morir. Cuando quise quitarme el sudor de la cara y comprobé que era sangre.

Por un lado, a veces pienso que quizás me volví más miedoso o prudente a la hora de investigar y publicar asuntos delicados. Miedo a hacer la siguiente pregunta, la de mayor riesgo. Como si me hubieran afeitado la cornamenta, eso que hacen la los toros para reducir su peligro.

Pero, por otro lado, después de haberme sentido tan cerca de la muerte y haber olvidado el dolor físico de las torturas, tengo un sentimiento contradictorio, algo temerario, de que ya no me pueden hacerme nada peor. Todo ello me ayudó a lanzarme a fundar proyectos periodísticos como los diarios La Gaceta de los Negocios y El Sol o programas como el Buenos días de TVE, y a preguntar libremente a los candidatos presidenciales en tres elecciones generales (1986, 1993 y 1996). Aunque debo recordar que las preguntas que le hice al candidato José María Aznar me costaron el puesto. Gajes del oficio. Tras ganar aquellas elecciones, me despidieron como corresponsal de RTVE en Nueva York. Menos mal que gané el juicio al Gobierno de Aznar (llamamos “beca Aznar” a la indemnización que fijó el juez) y pude refugiarme en la Universidad.

Entrevista preelectoral con Aznar el 1993. La siguiente de 1996 (cuando ganó) me costó el puesto de corresponsal de TVE en Nueva York.

P.- Y no solo su miedo. Insiste en el libro que se hizo una transición poco radical por el miedo que existía. ¿Cómo se vivía dentro de la profesión?

R.- La prensa de la Transición, con sus luces y sombras, era un espejo de la sociedad española de aquel momento. El traje de la Dictadura se rompía por sus costuras. Los periodistas, testigos de ese cambio, al pie del cañón, lo contamos como pudimos. Poco a poco, ganamos la libertad de expresión palabra a palabra, por el miedo de ambos lados (franquistas y demócratas) a volver a la confrontación violenta. Unos tenían miedo a una mayor represión y mano dura de los golpistas franquistas y otros temían la revancha de los vencidos por Franco por la represión sufrida en la guerra y en la postguerra. Fueron circunstancias extraordinarias, con mucho miedo compartido, debilidad mutua y algo de generosidad por ambas partes.  Por eso mismo, hubo diálogo, Pactos de la Moncloa (económico y social), acuerdo de reforma política y Constitución del 78.

Dentro de la profesión vivimos una época emocionante, cargada de miedo y esperanza, en la que brotaba la libertad de expresión por las costuras rotas del franquismo ya decrépito. Fuimos bastante libres, mientras la Dictadura no acababa de morir y la democracia no terminaba de nacer. Mas tarde, ahora, por ejemplo, se acomodaron y establecieron los distintos poderes del estado y de la sociedad y pusieron límites, no siempre razonables, a la libertad extraordinaria e irrepetible de la Transición. Una época excepcional.

La primera vez que publicamos la palabra Dictadura en España, tras la muerte del dictador.

P.- Hábleme de la prensa local durante la transición, cómo fue de importante llegar a públicos en una España tan amplia y diversa, tan dividida incluso…

R.- Yo pasé la Transición en Madrid en prensa, radio y televisión de carácter nacional. Por eso, no puedo hablar mucho de la prensa local. Lo que que sí podíamos notar desde la capital era la emergencia de los localismos, regionalismos y nacionalistas cada vez con más fuerza. Muerto el dictador, España dejó de ser una “unidad de destino en lo universal”, según la Falange, o “una, grande y libre”, como gritábamos los niños en las escuelas. La olla exprés, que prohibía cualquier disidencia sobre la identidad única, homogénea y obligatoria de todos los pueblos de España, saltó por los aires cuando recuperamos la libertad de expresión. Así nacieron y crecieron las Comunidades Autónomas. La prensa local se fue acomodando a ellas.

P.- Habla de que la prensa libre no fue un regalo. ¿Cuáles fueron los costes que hubo que asumir entonces y cuáles seguimos pagando ahora?

R.- No hay nada gratis. Si queríamos tener libertad de expresión y contar lo que pasaba en España, teníamos que enfrentarnos directamente a las órdenes del dictador que tenía todos los poderes de estado (legislativo, ejecutivo y judicial) en su mano. Además de una férrea censura de prensa. Enfrentarnos a la Dictadura tenía sus costes en términos de persecución personal, profesional, judicial o policial. Y eso daba miedo.

Ejercer la libertad de expresión, también ahora, en un país libre, tiene sus riesgos y costes. La libertad de prensa tiene límites impuestos por la cultura corporativa de la empresa editora. Hay que sintonizar la conciencia con la emisora o periódico. Si chirría demasiado, hay que cambiar de medio de comunicación o de conciencia. No todos podemos hacer eso. No siempre. La libertad, como el oxígeno, la valoras más cuando te falta. Y nunca es un regalo, pues siempre corre peligro y hay que defenderla.

Manifestación de periodistas disuelta a palos por los «grises»

P.- Imagino que habrá analizado en profundidad el Anteproyecto de Ley de Secretos Oficiales que ultima el Gobierno. ¿Qué opinión le merece? ¿Qué espera que suponga en los próximos meses?

R.- No lo conozco en profundidad, pero todo lo que he leído sobre ese anteproyecto me da mala espina. No me fío. Comprendo que hay cuestiones graves que exigen un periodo de secretismo para proteger el interés nacional, pero sin abusar de su extensión en el tiempo ni de su amplitud en la cobertura.  La democracia ya es adulta, ha cumplido 44 años y puede aguantar muy bien la publicación de ciertos secretos antiguos cuyo conocimiento no haría ningún daño a los intereses generales de España. Esas leyes son, a veces, una excusa para esconder vergüenzas inconfesables de partes que nada tienen que ver con la seguridad nacional.

P.- ¿Siente que estamos ante la segunda transición de nuestra historia reciente? ¿Cuál considera que debe ser el papel de la prensa ante ella?

R.- No creo que estemos ante una segunda transición. La salud de la democracia española ha empeorado recientemente, sobre todo desde el 11-M de 2004, cuando Aznar (con su mentira de ETA en el 11-M) negó legitimidad a la alternancia de Zapatero (“presidente por accidente”, dijeron entonces en una parte del PP). Ahora, Feijóo se la niega a Sánchez por apoyarse en Bildu y ERC. La alternancia en el poder, según marcan las leyes, es la base de la democracia. Podemos exigir reformas, pero la democracia en España no está tan mal ni tan en peligro como para hablar de la necesidad de una segunda transición. La Transición de la Dictadura a la democracia fue algo excepcional que salió bien porque el miedo a otra guerra civil nos hizo a todos demócratas. Eso es irrepetible.

P.- Enuméreme las cinco figuras imprescindibles del mundo del periodismo en la Transición.

R.- Pregunta de alto coste. Me voy a generar críticas de muchos amigos por no incluirles en esta lista de solo cinco colegas, cuando muchos de ellos, más de cien, deberían estar en esta lista de actores principales en la Transición. Me arriesgaré: Iñaki Gabilondo, Juan Luis Cebrián, Antonio Franco, Joaquín Estefanía, Miguel Ángel Aguilar y Luis María Ansón. Y, desde luego, a toda la prensa extranjera (Roger Mathews, José Antonio Novais, François Raitberger, Walter Haubrich, Jim Markham, etc.), incluyendo a mi esposa, Ana Westley (awestley.com), ex corresponsal del Wall Street Journal y del New York Times.

P.- ¿Por qué es imprescindible leer su libro y a quién se lo recomienda especialmente?

R.- Hablando de libros, no hay ninguno imprescindible, salvo, por supuesto, El Quijote.  Pero el mío, La prensa libre no fue un regalo, sin ser imprescindible, puede ser conveniente para que los jóvenes, como mis hijos, o quienes quieran dedicarse al periodismo, conozcan y comprendan de dónde venimos, que sepan cómo era el mundo de sus padres y abuelos. No se ama lo que no se conoce.

Es bueno conocer el pasado para no repetir los errores de los mayores, para no volver a las andadas. Además, al escribir puedes profundizar en temas que, de otra manera, quizás no se abordarían. Al leer y editar el manuscrito, al hablar de los capítulos en familia, mis hijos me conocen mejor (y yo a ellos). Eso ya es un premio. Escribirlo, en pleno confinamiento por la pandemia, me ha valido la pena.

Imagen: Editorial Marcial Pons
Anuncio de Marcial Pons con el contenido de mi libro

«No podemos archivar esta foto»

Mi libro «La prensa libre no fue un regalo» me sigue dando sorpresas. Un colega del grupo «Gente 16» me acaba de enviar este comentario editorial del semanario Realidades (marzo, 1976) con la primera foto que me hicieron en la Asociación de la Prensa, tras mi secuestro por un comando franquista de la Guardia Civil del general Campano. Gracias, colega.

Editorial del semanario Realidades, dirigido por Guillermo Díaz Plaja, en marzo de 1976.

Y el texto me confirma que, mientras me refugiaba y curaba las heridas en Soria, fue Miguel Angel Aguilar, (valiente, como siempre, casi temerario) quien entregó esta primera foto al ministro de Información franquista, Martín Gamero, y le pidió explicaciones. Gracias, Miguel Angel.

Fue Miguel Angel Aguilar quien, en la rueda de prensa del Gobierno, entregó mi foto al ministro de Información, Martín Gamero.

A Miguel Angel Aguilar no le escapa ni una. Me visitó en la caseta de Marcial Pons en la Feria del Libro, nos dimos un fuerte abrazo, me compró y leyó el libro y fue el primero en detectar una errata relevante en la página 291. ¡Cómo no la iba a detectar si fue él mismo, ahora lo veo, quien le entregó mi foto al ministro Martín Gamero!

Miguel Ángel Aguilar, siempre honrando la memoria de su diario Madrid, cerrado por Franco.

Por mi mala cabeza de jubilado, no hice el doble chequeo, obligatorio para cualquier periodista que se precie, y di por bueno que aquel ministro era el viejo y famoso Gamero del Castillo, otro ex ministro franquista, y no Martín Gamero, del mismo apellido pero mucho más joven. Pido disculpas al público lector y a la Editorial Marcial Pons, permiso para corregir la errata. Manolo Saco, autor del preámbulo del libro, suele decirnos, con razón, que «las erratas son las últimas que abandonan el barco».

Por ahora, la corregiré a mano. ¿Por qué me habré fiado de mi mala memoria? Lo siento. Habrá más erratas. Ya lo creo, Manolo. Y se te habrán escapado también a ti, que has editado primorosamente el manuscrito. Y también al teniente general Andrés Cassinello (autor del prólogo), a Ana Westley, mi esposa, y a mi hijo Erik que han leído y corregido los borradores.

¡Ay, las erratas! ¡Qué lección de humildad, tan necesaria! Ahí va, corregida a mano.

Pag. 291. Corregida.
Página 292
Página 293
Página 294

Audio de promoción de mi libro de un minuto y pico:

El Tempranillo era (¡cómo no!) de Jauja

Aunque ayudó a los liberales del XIX, las andanzas del famoso bandolero de la Sierra de Ronda, trabuco en mano, no son para presumir. Mató a un hombre en duelo de facas y, muy temprano, huyó de la Justicia. Por eso, dice una leyenda, le pusieron «el Tempranillo». Yo pensé que era paisano mío porque a los de Almería, por sus frutos, nos llaman «los tempranos».

José María, el Tempranillo, no era de Almería sino de Jauja (Córdoba).

Hoy me afeité lentamente, a las 9:40 AM, para escuchar completa la sección de «A vivir…» en la SER con Ana Cañil. Le tocó hablar de un capítulo espectacular de su libro «Los amantes extranjeros» que ya comenté en este blog y en el diario La Voz de Almería («Un chute de amor a España»).

Mi artículo en La Voz de Almería

Ana trató hoy en la SER de los románticos del XIX, como Washington Irving, Andersen, etc., enamorados de la Alhambra. No me quité el jabón de la cara hasta que terminó su sección. En la SER amplió detalles que no están en su libro y lo hizo con mucha gracia. Así es ella.

Ana Cañil, autora de «Los amantes extranjeros».

En un momento determinado, dijo que a José María Hinojosa, el bandolero más famoso de la época, le pusieron «el Tempranillo» porque solía a atacar a los viajeros muy temprano, al amanecer del día. Me sorprendió y me picó la curiosidad. Yo creía que el origen de «el Tempranillo» procedía de Almería, «donde nacen los tempranos», según una taranta decimonónica. Pregunté al doctor Google, que lo sabe casi todo, y me dijo que aquel bandido era natural (¡cómo no!) de Jauja, una pedanía de Lucena (Córdoba).

¡Qué buen lugar de nacimiento para un ladrón, un asalta caminos! Según la RAE, Jauja «denota todo lo que quiere presentarse como tipo de prosperidad y abundancia. ¿Estamos aquí, o en Jauja?». Y el diccionario de Oxford dice de Jauja: «Lugar o situación imaginarios donde reina la prosperidad y la abundancia. ¡Qué tipo más holgazán! Se ha creído que la vida es jauja, que para estar bien no hay que trabajar». De imaginario, nada. Hay un lugar real con ese nombre en Córdoba y otro en el Perú. Y otro, por lo bien que lo pasas, en el libro de Ana Cañil.

Somos libres. La «vietnamita», cubierta de polvo

Ayer, aniversario de la ejecución en Almería (24/08/1824) de Los Coloraos, mártires de la Libertad, pasé por el sótano de mi nieto Leo. Allí me topé, entre sus juguetes, con mi querida «vietnamita», mi vieja multicopista Gestetner, muerta de risa desde que murió el tirano Francisco Franco.

La «vietnamita», mi vieja multicopista de la Dictadura, entre los juguetes de mi nieto.

Me dio un golpe de nostalgia («la sonrisa al trasluz», según Gómez de la Serna, el compañero de Colombine). Más aún, me dio un ataque de alegría puesto que, hace 44 años, quedó arrumbada en mi sótano, «olvidada y cubierta de polvo», como el arpa de Bécquer. La Constitución del 78, por la que nos convertimos en ciudadanos libres, hizo obsoleta a la «vietnamita».

La «vietnamita», «olvidada y cubierta de polvo».

Ojalá nunca tenga que quitarle el polvo para volver a usarla por falta de libertad de expresión en España. Pero no hay que confiarse. La prensa libre, acosada por el pesebre o el trabuco, siempre está rodeada de peligros.

La maquinaria sigue intacta. Podría servir en caso de necesidad… quizás en Rusia donde no hay libertad de prensa.

Luego. con dos días de retraso, he leído el canto a la libertad de mi admirado tocayo José Antonio Martín Pallín, ex magistrado del Supremo. Cuelga su artículo de la canción «Mi querida España» de Cecilia. Nada menos. Sigo a Martín Pallín con devoción y, para no perderme su artículo de anteayer en El País, lo copié. Por eso, ahora puedo pegarlo aquí y compartirlo con vosotros. Mi tocayo es un ex fiscal y ex juez muy lúcido. Ojalá tuviéramos muchos como él.

JOSÉ ANTONIO MARTÍN PALLÍN

23 AGO 2022 – 05:00 CEST

253

El 2 de agosto de 1976, en Colinas de Trasmonte, cerca de Benavente, un accidente de tráfico truncó la veta creativa de Cecilia, una cantautora que, como muchas otras, nos deleitó y nos sacó del letargo de 40 años de una dictadura sangrienta, gris y sin valores cívicos. De sus múltiples canciones, creo que es el momento de recordar la letra y la música imperecedera de Mi querida España.

El pasado 11 de octubre, Cecilia hubiera cumplido 73 años. Con su sensibilidad y la experiencia que hubiera acumulado, coincidiríamos en pensar que estamos viviendo un momento de turbulencias democráticas, no solo en España, sino también en la Europa que nos circunda. El auge de la extrema derecha es posible que se deba a ciclos históricos, pero tengo la sensación, compartida por muchos analistas, que, tal y como ha sucedido en Francia desde hace tiempo con la pujanza del Frente Nacional, se debe a los sucesivos abandonos por las ideologías socialdemócratas y de izquierdas de sus compromisos electorales. En aras de un realismo económico, disfrazado de fatalismo que se ha demostrado ficticio, la socialdemocracia ha renunciado a potenciar el progreso social y está retardando la consolidación del Estado de bienestar. Los ciudadanos comprometidos con los valores y libertades cívicas como instrumento para conseguir una sociedad más justa y solidaria se han visto defraudados en demasiadas ocasiones. Como dice Cecilia en una de las estrofas de su canción, después de haber pasado por la piel amarga de la dictadura, pensábamos que las dulces promesas vendrían a corregir los sectarismos y la insolidaridad social de una derecha que, envuelta en las tradiciones y blasones del pasado, ha encontrado en un neoliberalismo descarnado la fórmula para demorar cualquier progreso social.

Los mensajes y las políticas del espectro de la derecha de nuestro país se envuelven en la bandera y predican conceptos grandilocuentes como la nación y la patria o indefinidos como la moderación y la centralidad. En el ámbito económico se limitan a recetas tan simples como propugnar una rebaja, prácticamente sin límites, de los impuestos como panacea para reducir el gasto en el sector público y enriquecer, hasta límites intolerables, a los grandes sectores financieros e industriales del sector privado. En este desvergonzado avance hacia la más grave e inadmisible insolidaridad y desigualdad han encontrado una nueva tecla. Se llama meritocracia, es decir el que no llega a unos niveles de bienestar aceptables tiene que reconocer que se debe a su falta de esfuerzo y no a otros factores o condicionamientos familiares y sociales. Si no has podido ir a una universidad privada, es exclusivamente tu culpa. Nosotros, admiten, las hemos abastecido de subvenciones y concesiones de dinero público a cambio de unas cuotas difícilmente alcanzables para grandes sectores sociales.

Para ellos lo público es el gasto y el derroche, mientras lo privado es la eficiencia. Siempre y cuando seas capaz de traspasar sus amurallados recintos. No alcanzo a comprender cómo la mayoría de las personas que están inmersas en esta diabólica dicotomía son capaces de reforzar con su voto las posiciones huecas y excluyentes de los que solo saben predicar las glorias del pasado, sin ofrecer alternativa económica alguna a la gigantesca brecha entre los obscenamente ricos y los, cada vez más numerosos, núcleos de población que traspasan el umbral de la pobreza.

Se han celebrado elecciones en Andalucía. Una región española que vivió la represión de la guerra y la posguerra con una mayor intensidad que en otras zonas del territorio español. Gran parte de su población fue perseguida, asesinada y reprimida. Los programas y las propuestas son las mismas que se esgrimieron en Castilla y León. Así serán en el futuro si no se produce un giro en las tendencias. Quizá con la excepción de Cataluña y el País Vasco. A los que han votado, me gustaría recordarles una estrofa de la canción de Cecilia en la que se pregunta: ¿quién pasó tu hambre? ¿Quién bebió tu sangre cuando estaba seca?

Es cierto que el presente no es lo mismo o no tiene nada que ver con las tragedias del pasado, pero no es menos cierto que se está jugando un debate dialéctico entre la solidaridad y el sálvese quien pueda. Ante la incapacidad de la derecha para rebatir lo evidente, acude a esquemáticas irracionalidades, como poner al votante ante el falso dilema del comunismo y la libertad, entendida como la posibilidad de elegir voluntariamente las marcas de las cañas de cerveza. La derecha lo tiene fácil. Ni siquiera necesita vender sus recetas apolilladas. Le basta con presentar candidatos con rostro afable y lenguaje moderado y sin contenido. Su lema ha sido muy simple: vota al “bueno de Juanma” y que todo siga como está ahora: la sanidad, la educación, los contratos laborales, la reducción hasta la irrelevancia de lo público, la dependencia y las pensiones.

El espectáculo de la fragmentación y del personalismo de la izquierda les ha pasado una dura factura. Habría que preguntarles, volviendo a la canción de Cecilia: ¿dónde están tus ojos?, ¿dónde están tus manos?, ¿dónde tu cabeza? Las limitaciones y carencias del capitalismo se han puesto de relieve en el último Foro de Davos. Un economista de la talla de Joseph E. Stiglitz lo ha comentado recientemente en las páginas de este periódico. Le llama la atención que un foro tradicionalmente comprometido con la globalización se ocupase principalmente del fracaso de la globalización. Denuncia que el régimen de la propiedad intelectual ha dejado a millones de personas sin vacunas covid-19, enriqueciendo, inmoral y criminalmente, a unas pocas empresas farmacéuticas. Acude a una cita de Adam Smith (siglo XVIII): “El capitalismo no es un sistema autosostenible porque hay una tendencia natural al monopolio”. Explicar con sencillez esta patología del sistema es una tarea irrenunciable para salvar la democracia. Al margen de la confrontación ideológica, no podemos permitir que nos arrebaten el amor a nuestra querida España, la que trabaja duramente para ampliar los derechos y libertades, llegar a fin de mes y reclama una digna cobertura para su futuro. Podemos ofrecer, además, el respeto por la diversidad de sus nacionalidades y regiones, sus lenguas, sus culturas y la solidaridad entre sus territorios.

La cultura de la libertad nos pertenece y no podemos dejar que nos la arrebaten. Hemos padecido demasiadas frustraciones y es necesario corregirlas. Además, desde hace tiempo tenemos un nuevo desafío: ¡Salvar al planeta Tierra! El calentamiento de la atmósfera no es un negro vaticinio. Ya está presente y nos afecta a todos. Es vergonzoso y deprimente escuchar las barbaridades de los negacionistas. Lamentablemente, están todos alineados con la extrema derecha.

No sé si serán los años o las circunstancias del presente, pero cada vez me siento más español cuanto más lejos estoy de España. En mis correrías por gran parte del mundo, he tenido la oportunidad de realizar algunos gestos que a muchos les pueden parecer infantiles. En más de un hotel donde lucían las banderas de muchos países y observaba la falta de la española me he dirigido a la recepción para pedirles amablemente que pusieran la bandera de España, constitucionalmente refrendada. No quisiera que para sentirme verdaderamente español tuviera que exiliarme para huir de esta atmósfera asfixiante que han creado los fundamentalistas hispánicos. Como dice la última estrofa de Mi querida España: quiero ser tu tierra, quiero ser tu hierba, cuando yo me muera.

José Antonio Martín Pallín es comisionado español de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra) y abogado. Ha sido fiscal y magistrado del Tribunal Supremo.

Gracias, tocayo, por esta reflexión tuya que he leído mientras acariciaba, como si fuera libre, a mi vieja «vietnamita». Hace tiempo, le había perdido la pista. Desde luego, por los servicios prestados a la liberad de expresión, su foto debería estar incluida en mi último libro «La prensa libre no fue un regalo». La olvidé. Otra injusticia.

He vuelto a escuchar, como si estuviera viva, la dulce voz de Cecilia. La conocí en el piso de Jesús Torbado de Moratalaz, en 1971 (estábamos preparando el lanzamiento de Cambio 16, en plena Dictadura). Un grupo de amigos, sentados el suelo de la salita de estar, quedamos embobados por aquella chica que nos cantaba con el corazón. Vino acompañada por Joaquín Díaz, un genio rastreador de canciones del pueblo. Recital inolvidable. Como inolvidable es mi «vietnamita» de aquellos tiempos… convertida hoy en juguete de mi nieto Leo.

¡Vivan los Coloraos!¡Mueran las cadenas!

Cada 24 de agosto, muchos almerienses rendimos homenaje a los liberales Mártires de la Libertad, ejecutados en 1824 por orden del rey felón. Desde la muerte de Fernando VII, el peor rey de la historia de España, tal día como hoy, se dejan flores junto a las cenizas de los Coloraos y ante el monumento (el Pingurucho) que conmemora su lucha por la libertad.

Flores en la tumba donde reposan las cenizas de los Mártires de a Libertad

Flores en la tumba donde reposan las cenizas de los Mártires de la Libertad

Miembros de la Asociación Bicentenario de los Coloraos, ante el monumento de la Plaza de la Constitución.

Muchos compañeros de la Asociación por el Bicentenario de los Coloraos cumplieron con una tradición más que centenaria.

Con mi hijo David a cuestas. Hoy tiene 34 años.

Allí acudí muchos años con mis hijos y mi nieto, pero hoy, lejos de Almería, no sin pesar, no pude asistir.

Mi nieto Leo, hace unos años, ante el Pingurucho de los Coloraos..

Pese a los intentos del PP, hasta hoy infructuosos, de quitar el Monumento de su actual emplazamiento, la tradición continúa. Solo el dictador Francisco Franco logró quitar de allí el Pingurucho de los Coloraos. Por una orden de demolición. Los franquistas, no muy dados a la lectura, confundieron a los «coloraos» del siglo XIX con los «rojos» del XX.

Artículo publicado en La Voz de Almería hace unos años.
Demolición del Monumento antes de a visita de Franco a Almería. Volvimos a reconstruirlo, por suscripción popular, tras la muerte del tirano, al recuperar la libertad en España.

Este fue el himno de los Coloraos, compuesto por Benigno Morales, líder de los sublevados en Almería contra el tirano Fernando VII:

Himno de los Coloraos

Eso mismo, querido colega Benigno Morales (1795-1824): ¡Viva la libertad! y ¡Mueran las cadenas!

El monumento a los Coloraos sigue, por ahora, en su sitio, mal que les pese a algunos del PP (afortunadamente, no a todos) que aún no han comprendido que los Coloraos lucharon por nuestra libertad frente a los partidarios de las cadenas, la represión absolutista y la ominosa Inquisición del rey felón.

El Pingurucho de los Coloraos en la Plaza de la Constitución de Almería.
Pin del Bicentenario de loo Coloraos,

Y este es mi PIN conmemorativo del Bicentenario (24/08/2024). Ya lo tengo reservado en mi agenda. Solo faltan dos años. ¡Vivan los Coloraos!

Machado en Baeza. Golpe de nostalgia

Por el homenaje a Machado en Baeza (1966) los grises nos molieron a palos. Hoy lo recuerda el poeta Luis García Montero en un bonito artículo que publica en InfoLibre.

Articulo en InfoLibre del poeta Luis García Montero sobre Baeza y la poesía.

Dice Luis, con mucha razón, que «los dictadores y los demagogos hacen bien en temer a la poesía». Y dice más: «¿Lo contrario del bulo y del engaños? La poesía, el diálogo con la propia conciencia». Ya nos lo dijo Machado en su autorretrato: «Converso con el hombre que siempre va conmigo».

El historiador Gabriel Jackson me ayudó a colgar el poster de MIró sobre Machado en Baeza en la entrada de mi casa.

Cada aniversario de Antonio Machado recuerdo inevitablemente, no sin dolor ni emoción, el del 20 de febrero de 1966. No pude evitar incluirlo en mi libro de memorias personales y periodísticas («La prensa libre no fue un regalo», Ed. Marcial Pons) ya que aquel homenaje que quisimos rendir a Machado en Baeza, frustrado por las porras de los «grises» (la Policía Armada de Franco), marcó un antes y un después en mi proceso de politización acelerada, con 19 años recién cumplidos,  en aquellos años universitarios tan convulsos.

Copio y pego el capítulo de mi libro dedicado al homenaje a Machado en Baeza en 1966. ¿Olvidar? Nunca.

Capítulo sobre Machado en Baeza. Pag. 43
Capítulo «Por Machado nos molieron a palos». Pag. 43
Por Machado nos molieron a la palos. Pag. 44
Por Machado nos molieron a la palos. Pag. 45
Por Machado nos molieron a la palos. Pag. 46
Por Machado nos molieron a la palos. Pag. 47
Por Machado nos molieron a la palos. Pag. 48
Por Machado nos molieron a la palos. Pag. 49.

Abrazos provocados por mi libro. Valió a pena.

Entre risas, chismes y abrazos, hoy pasé toda la mañana con mi viejo amigo Alfredo Marcotegui. Solo le obligué a leer las páginas 278, 279 y 280 de mi libro donde aparecen él y su tío, el coronel Gregorio Marcotegui, jefe del servicio secreto del franquismo. Alfredo me dijo que había sido muy prudente. Él sabe lo miedoso que soy.

Con mi viejo amigo Alfredo, sobrino del coronel jefe del servicio secreto de Franco. El coronel Marcotegui me ayudó a salir del naufragio, después del secuestro, cuando pensé ue iba a morir.

No sé si se estará vendiendo mucho o poco mi último libro «La prensa libre no fue un regalo», pero ya está operando milagros. Buenos amigos, que no veía desde años años, incluso décadas, reaparecen en mi vida con el libro en sus manos o me llaman para felicitarme. Solo por eso, ya valió la pena escribirlo y publicarlo. Jubilado, sí, pero me siento alguien.

Nombramiento en 1974 del coronel Marcotegui como jefe de Información de la DGS.
Dedicatoria debida a Alfredo Marcotegui y familia.

Estaré eternamente agradecido a Alfredo y a su tío. Tras sufrir el secuestro y las torturas de un comando de la Guardia Civil del general Campano (2-III-76), el entonces coronel jefe de Inteligencia de la Policía de Franco me ayudó a salir vivo del mayor naufragio de mi vida profesional.

En esta Catedral Castrense de Madrid, mi chica y yo asistimos al bautizo de Julio Marcotegui, sobrino nieto del ya general Gregorio Marcotegui que fue el padrino del hijo de Alfredo.

Luego asistí al bautizo de Julio Marcotegui, hijo de su sobrino Alfredo y de Julia, en la catedral castrense de Madrid. Gregorio Marcotegui, con fajín de general en Democracia, hizo de padrino. Volvimos a vernos varias veces y luego perdimos el contacto. Hasta hoy. Como si no hubieran pasado tantos años, Alfredo y yo nos hemos puesto al día. Tan contentos.

Querido Alfredo: Ojalá no tenga que publicar otro libro para volver a vernos.

Pag 278
Pag 279
Pag 280
Presentación de mi libro en el Ateneo de Madrid, el martes, 27 de septiembre de 2022, a las 19.00h..

Os espero en el venerable Salón de Actos del Ateneo de Madrid. 

Raimundo Lida y Cervantes

Los apuntes que tomé del profesor Lida sobre El Quijote no están incluidos en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo»). No sin dolor, tuve que recortar páginas.

El curso sobre El Quijote, del profesor Lida (Harvard, 1976-77) me cambió, bastante, la vida. Al concluir el libro de don Miguel de Cervantes, me atreví a decir, como su hidalgo, «yo sé quién soy». Estos fueron sus apuntes que uno a mis memorias.https://t.co/GecpI1Oz4F

Lida

Lida

Ha muerto Adriana D´Atri, la alegría del barrio

¡Tantas risas compartidas con Adriana y ahora, en el momento de su muerte, no encuentro ninguna foto suya sonriente para lucirla en mi blog! Sus hijos me acaba de enviar la foto de sus madre. Gracias.

Adriana D´Atri
Adriana D´Atri

Adriana D´Atri, pintora, escritora, comercial (jefa de publicidad de El Nuevo Lunes), creadora de fantasías, renacentista y alegría de mi barrio nos ha dejado después de sufrir un duro Alzheimer en los últimos 8 años. Hace tiempo que lo temíamos, pero aún respiraba y percibía las caricias de sus dos hijos, ya desconocidos para ella.

Hoy siento una tristeza especial. Inesperada. Inexplicable. En realidad, la perdimos en 2015 cuando se quedó sin memoria poco antes de fallecer su marido, Miguel García Sánchez, redactor jefe del semanario Doblón y del mensual Historia Internacional que yo dirigía entre 1974 y 1976. Le doy mi más sincero pésame a sus hijos Ana y Juan Garcia D´Atri, dos personas extraordinarias, las dos mejores obras creadas por Adriana y Miguel. Y eso que hicieron muchas obras y buenas.

Adriana publicó docenas de libros como éste.
Adriana publicó docenas de libros como éste.

Si hoy escribo aquí es porque Adriana y Miguel nos trajeron hasta esta parcela de Villanueva de la Cañada en 1975, antes de la muerte de Franco. Y nos dijeron: «!Aquí podéis construir la casa de vuestros sueños!». Así fue. Pedimos créditos, firmamos letras y nos quedamos con la parcela. Tenía un valor añadido: ellos había comprado la suya junto a la nuestra, al otro lado de arroyo. Construimos a la vez con la misma cuadrilla de dos moros de Marruecos y dos cristianos de Cuenca. Adriana nos descubrió las maravillas de los derribos de Cabañas de la Sagra (Toledo) o de Trujillo (Cáceres).

Columnas de granito
Con mi padre y Rafa, colocamos las dos columnas de granito del Palacio que hoy ocupa el Museo Thyssen. Las puertas y ventanas de nuestra casa proceden de un edificio de 300 años demolido en la plaza San Pedro de Almería y de otros derribos.

Dirigidos por Adriana, en Cabañas de la Sagra, compramos por ¡5.000 pesetas! dos columnas de granito, talladas de una sola pieza. Nos costó más el transporte que las columnas. Pero tenían historia. Procedían de un palacio del paseo del Prado, esquina con Carrera de San Jerónimo, que fue sede del quebrado Banco López Quesada, luego de la BNP y hoy del Museo Thyssen. Con la ayuda de mi padre y de Rafael Carrillo, maestro de obras, las colocamos en su sitio, donde aún sostienen mi porche. Lo construimos sobre las ruinas de la crisis bancaria. 

Pronto, Adriana y Miguel reunieron aquí a un grupo de parientes como su hermano José Luis García Sánchez, director de cine, y su esposa, Rosa León, cantante. Y un grupo de amigos periodistas: Carmen Arredondo, José García Abad, Jaime Sanz, Carmen Baztán, entre otros. ¡Menuda pandilla! Nunca faltaron las risas y las bromas en torno a Adriana y Miguel. Ella me enseñó a amar su gracioso acento argentino que nunca perdió. Era muy creativa. Lástima que no hubiera tenido un gran mecenas para financiar sus increíbles proyectos tanto editoriales como inmobiliarios.

Como se hacen los niños
«Cómo se hacen los niños», primer libro de Ana Westley publicado por Grijalbo

Adriana publicó docenas de libros infantiles y otros clásicos que ella dibujaba con gran sensibilidad. Y construyó varias casas. Ella inspiró a mi chica (awestley.com) y la animó a publicar en Grijalbo «Cómo se hacen los niños», un libro infantil de gran éxito durante décadas. Siempre estuvimos en deuda con ella. Su cuerpo será convertido hoy en cenizas en El Escorial. Como escribió Quevedo: «Serán cenizas, pero tendrán sentido».

Descansa En Paz, querida amiga y vecina a quien tanto hemos querido.

El enemigo de mi enemigo no siempre es mi amigo

Leyendo a mi paisano José María Ridao nunca te vas de vacío. Hoy me ha sorprendido con la relación entre Nehru y «la tragedia de España», que se convirtió en «una angustia personal» para el gran líder de la India.

Artículo de José María Ridao sobre «Nehru y la guerra de España» (El País, 14 de agosto de 2022)

Extrajo una lección: «padecer el colonialismo no era excusa para renunciar a la tradición liberal». Gandhi consiguió la independencia sin violencia y Nehru dotó a la India de un sistema democrático. Opuesto al dudoso principio de que «el enemigo de mi enemigo es mi amigo», el padre de Indira no quiso entrevistarse con Mussolini y «valoró el esfuerzo de la República por establecer un sistema democrático y defenderlo».

Mi Truso mira a Nehru en EL País.

(La prensa de papel tiene ventajas añadidas durante el fin de semana. Puedes compartirla con tus gatos. Mi Truso, por ejemplo, no se separa de El País.)

Parece mentira como un suceso tan lejano como la guerra civil en España pudo tener tanta influencia en el futuro de la India. Tras la muerte de su esposa, para dedicarse más a su familia, Nehru presentó la dimisión a Ghandi. Sin embargo, escribe Nehru en sus memorias, «un suceso lejano, sin conexión con la India, me afectó gravemente y me hizo cambiar de decisión. Fue la rebelión del general Franco en España».

José María Ridao

Interesante reflexión del escritor y diplomático José María Ridao en el El País de hoy sobre Nehru. El líder indio tomó una decisión muy distinta a la de otros líderes de movimientos anticolonialistas «que creían aceptable alinearse con las potencias totalitarias para debilitar a las democracias con imperios en ultramar». Tuvo su premio.

El País, pag. 11, 14 de agosto de 2022