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Pataleta de El País contra el New York Times

Como un rayo, que ilumina y estremece a la vez, ha caído sobre mi el despido fulminante de Miguel Ángel Aguilar como columnista de El País.

Me estoy imaginando a los directivos de mi viejo y querido diario despotricando contra el New York Times por su artículo, bastante acertado, sobre la pérdida de credibilidad de la prensa española, a causa de sus deudas y las presiones del Gobierno de Rajoy.

-“Estos yanquis no saben con quien están hablando. Ahora se va a enterar”.

A continuación, compruebo que El País ha despedido a su columnista por un par de frases que dijo al corresponsal del NYT en España:

-“La prensa española está en manos de sus acreedores” y “El País antes era un sueño (…) y ahora algunos se van porque sienten que hay censura”.

20151113_085643Salvo cuando vivía en Estados Unidos (en Harvard, con el Grupo Prisa o con TVE) he procurado leer a diario El País, en el que trabajé muchos años como redactor-jefe de Internacional, de Economía y de Investigación y del que soy suscriptor. El País ha sido y sigue siendo mi diario favorito. Por eso, me duele tanto su reacción tan pueril (y tan española) contra la información del NYT sobre la dañada credibilidad de nuestra prensa. Rafael Minder, recuerda en su artículo del NYT que, en los dos últimos años, fueron despedidos los directores de los tres diarios mas importantes de España.  Yo di entonces mi versión de aquel acontecimiento en este mismo blog. («¿Qué pasa en la prensa española?»)

Como cada jueves, ayer busqué dentro de El País el suplemento “Te New York Times/International Weekly” de ocho páginas en castellano. No tuve éxito. Sin avisar a sus lectores y sin mediar explicación alguna, El País suspendió de pronto la publicación de tales páginas. No puede ser. Pensé: ¡Tanto les ha cabreado el artículo del NYT como para despedir a Aguilar y, a la vez, romper su acuerdo de colaboración con el diario más prestigioso del mundo!

Un precio muy alto para tan pequeña crítica. Me parece que se han disparado un tiro en el pie. A partir de ahora, ya no podrán fusilar los artículos y las informaciones del NYT, como de costumbre, en forma de refritos apañados para que no se notara demasiado la copia. Lo se porque mi chica (ex corresponsal del NYT en España) suele leer on line su viejo diario neoyorquino y mi copia en papel de El Pais. En ese orden. Y se nota.

En lugar de las ocho paginas desaparecidas del NYT, ayer me topé en El País con una página completa (Pg. 29) dedicada a vengarse del NYT, tirándole una pedrada a su cuenta de resultados, con este titular a cuatro columnas:

“Los problemas económicos limitan la expansión del New York Times”

No me lo podía creer. “Estos colegas del El País se han vuelto locos”, pensé. Pesaroso, me fui a jugar al tenis con el cantante Jeff Espinoza, a mi clase de talla de madera con mi maestra Sandra Krysiak y a la presentación del último y emocionante libro (“Todos náufragos”) de mi colega, y sin embargo amigo, Ramón Lobo, en la Asociación de la Prensa de Madrid. En los corrillos de periodistas, hubo risas sin fin a costa de la reacción airada y despropocionada de El País contra las suaves críticas del NYT. Oí decir: “Con la paisitis que sufren, estos de El País no aguantan ni media hostia”.

Recordé una frase atribuida a Juan Aparicio (o quizás a Pedro Go) al cerrar una edición de la Hoja del Lunes con una portada crítica con Estados Unidos por algún desaire contra la Dictadura del general Franco:

-“Se va a enterar la Casa Blanca cuando vea la portada que sacará mañana nuestra Hoja del Lunes”.

Entre risas y abrazos, mi compadre (que fue cocinero antes que fraile) mencionó una célebre portada del semanario humorístico, tras un incidente hispano-británico sobre Gibraltar, que decía algo así:

“La Codorniz declara la guerra a la Gran Bretaña”

¿Podrá recuperarse mi querido diario del ridículo tan espantoso y pueril en el que ha caído al despedir a Aguilar, romper su ventajoso acuerdo con el NYT y sacudirle pedradas vengativas? Espero que sí. Y que lo haga pronto, pidiendo disculpas obligadas a sus lectores.

20151113_103750 (2)Ya en casa, seguí leyendo el libro de Ramón Lobo, que recomiendo muy vivamente, y subrayé esta frase suya, muy apropiada para entender mi pesar por la triste evolución de El País hacia lo más oscuro y triste de la historia de España: la pérdida paulatina de la libertad de expresión:

“… aplastados por una forma de intolerancia, impulsada por el nacional-catolicismo, un virus troyano que procede de la Inquisición, de la España más oscura”.

En El País de hoy busqué, sin éxito, una disculpa, alguna forma de arrepentimiento por su metedura de pata tan colosal. Por el contrario, “mantenella y no enmendalla”, mi diario dedicó otra página (pag. 32) a golpear al NYT por su audacia al poner en duda la credibilidad de nuestra prensa, endeudada con bancos y empresas y engolfada con los poderes públicos (grandes anunciantes). Ese es su titular a cuatro columnas:

Los editores responden a las críticas de “The New York Times”

Y este sumario:

La AEDE defiende la “calidad de la libertad de prensa” en España

Han recurrido al cártel de la banda que responde al inofensivo nombre de AEDE (Asociación de Editores de Diarios Españoles) a la que le falta la P (de Pago). Jamás dejó la AEDE entrar a ningún diario gratuito en su guarida de pago. Conozco bien la historia vergonzante de la AEDE. Pero, por haber sido víctima del cártel cuando fundé el diario 20 minutos, no soy objetivo. Por tener, en este asunto, un hacha para afilar, me callo.

La polémica es ridículamente mundial. Suma y sigue. Hoy mismo, el NYT informa de ella. Y echa más leña al fuego. Como diría nuestro brillante y socarrón Miguel Ángel Aguilar:

«¡Atentos!»

 

La condena de la tragedia francesa no basta

Tantos días sin escribir una línea… y hoy no se como empezar. Unos fanáticos han asesinado a 12 colegas franceses del semanario satírico Charlie Hebdo. No tengo palabras para expresar el dolor y la rabia.

En estos momentos de estupor, me brota una fuerte convicción: ¡Basta ya de respetar ideas y religiones que llevan a esta barbarie! Por extraño que nos parezca, debemos respetar a las personas, a cada una de ellas, pero no a las ideas ni a las religiones, a ninguna de ellas.

Mi primera reacción espontánea  en Facebook fue en este sentido:

Terrible tragedia la de mis colegas franceses asesinados por presuntos fanáticos religiosos islamistas. Los islámicos moderados deben estar aterrorizados. Las personas merecen respeto. Las ideas y las religiones, no. ¡Basta ya! Que el miedo no nos haga callar…

Cartoonists from all over the world mourn in the wake of a Paris shooting that killed as many as 12 people, many who are members of the Charlie Hebdo.
BUZZFEED.COM|DE RYAN BRODERICK
  • Ni un paso atrás en la libertad de prensa.  Todo lo contrario. Los islamistas fanáticos han aterrorizado a los islamistas moderados (que los hay) pero muy pocos se atreven a hablar por miedo a ser señalados. El miedo es libre. Pero como me enseñó mi maestro Sam Beer (autor del discurso de Roosevelt) «debemos tener miedo al miedo mismo». Los islamistas moderados deben salir a la calle (ya lo han pedido varios colegas franceses) y manifestarse masivamente diciendo que los asesinos no les representan. Que no asesinan en su nombre.
    Aunque jubilado hace menos de un año, y sin más medio que este blog personal, no pienso callarme.  Desde pequeños nos han grabado profundamente, machaconamente, que debemos respetar primero la religión católica (pues es la actual) y después todas las demás religiones, todas las ideologías. Ese buenismo es tremendamente dañino. Es un tabú que nos hemos creído. Y así nos va.
    No basta con condenar la tragedia de Francia. Tenemos que dar un paso más en la crítica de los fanatismos y de la intolerancia política y religiosa, en la crítica de la ideas dañinas, cualquiera que sea su origen.
    ¿Por qué tenemos que respetar a las ideas y a las religiones que han causado durante tantos siglos y causan hoy tanto daño, tanto dolor a tantas personas? Hoy son los fanáticos islamistas; antes fueron los fanáticos protestantes, católicos, animistas, hebreos, etc. etc. quienes provocaron baños de sangre en nombre de sus ideas religiosas…
    Respetemos a las personas, si merecen nuestro respeto al margen de sus ideales, pero no tenemos por qué respetar las ideas políticas ni religiosas. Acabo de oir en la BBC las palabras (grabadas no hace mucho tiempo) de uno de los periodistas asesinados hoy en Paris. No las recuerdo textualmente pero, en resumen, quiso decir que «el respeto a las religiones es un eufemismo para disfrazar el miedo a las religiones; las religiones no merecen ningún respeto sino todo lo contrario».
    Completamente de acuerdo.
    ¡Basta ya!

 

Felipe VI, primer militar en el Congreso despues de Tejero

Que el nuevo Rey entre mañana en el hemiciclo de Las Cortes vestido con uniforme militar es un pésimo gesto que, algún día, le pasará factura. Un error garrafal. Basta con recordar que Felipe VI será mañana el primer ciudadano español que subirá a la tribuna del Congreso de los Diputados con ropa militar después de que el 23-F lo hiciera, pistola en mano, el golpista teniente coronel Tejero y su gente

Tte. Ccornel Tejero, último militar en la tribuna del Congreso antes de Felipe VI.
Tte. Coronel Tejero, último militar en la tribuna del Congreso antes de Felipe VI.

Mal precedente. ¿Se quiere recordar precisamente al pueblo español aquel hecho terrorífico luciendo mañana estrellas de capitán general?

El nuevo Rey debería jurar o prometer la Constitución vestido de civil y rodeado de civiles. Es lo suyo. Para empezar con buen pie.

Y luego podría presidir los desfiles o paradas militares o la recepciones cortesanas en el Palacio Real vestido de militar o de lo que le plazca. A cada uno lo suyo.

 

mafalda monarquia

Felipe acelera que (sin prisas) viene la Tercera

En vísperas de su coronación, incapaz de atisbar la fragilidad de su inminente empleo, el futuro rey  Felipe VI ya empieza a cometer errores garrafales.  El principal es, sin duda, aceptar el cargo, ante Las Cortes civiles, vistiendo uniforme de gala de capitán general de los Ejércitos. Cuando los seres vivos  (o las instituciones) cambian de piel es cuando más se nota su fragilidad.

Entendí que su padre vistiera de militar ante Las Cortes de Franco, en 1975 . Con el miedo que todos teníamos en el cuerpo, hasta lo celebré y lo aplaudí.  Aquel Ejército de Franco tenía, entonces, la imagen de sostén de la Dictadura y, por tanto, de enemigo del pueblo.  Sin embargo, al cabo de casi 40 años de democracia, el Ejército se ha ganado el afecto de los españoles. En las encuestas aparece como una de las instituciones más valoradas por los ciudadanos, por encima de los partidos políticos y de la propia monarquía. Ya no hay que temer a nuestro Ejército ni, por tanto, hacerle la pelota con uniformes de gala y condecoraciones propias de actos militares y no de actos civiles.

¿A qué viene, entonces, este gesto castrense tan inoportuno como innecesario e inamistoso?

¿Quiere el próximo rey chupar rueda de la popularidad que goza el Ejército o bien decir «aquí estoy yo» que soy útil por si hay otro golpe de Estado militar como el del 23-F?

¿Acaso no tiene el aún príncipe de Asturias quien le aconseje gestos sabios y prudentes, alejados del origen franquista-militar de la corona de su padre? ¿Quien le obliga a presentarse ante la soberanía popular vestido de capitán general? Su padre, que parece más pillo que él, debería aconsejarle que se presentara de civil ante Las Cortes. Para no asustar con  malos recuerdos…

Con la camiseta repúblicana del Mundial.
Con la camiseta repúblicana del Mundial.

Ya no estamos en el 6 de diciembre de 1978. Entre dictadura militar o monarquía parlamentaria, los españoles elegimos entonces esta última. «A la fuerza ahorcan…» dicen en mi pueblo. Era como elegir entre susto o muerte. Y, sabia y prudentemente, con la libertad recién estrenada, elegimos susto. Y, la verdad, es que no nos ha ido tan mal en los casi 40 años que van desde la muerte del dictador. Gracias, eso sí, al espíritu de la Transición y a la complicidad y el empuje de la mayoría de los españoles.

No tengo confirmación (solo rumores) de que la Iglesia Católica quiera también meter la pata ahora en la coronación del futuro Felipe VI con alguna misa, te deum, o cualquier otro «hocus pocus» o abracadabra mágico-religioso o poniendo, quizás, un crucifijo junto al texto de nuestra Carta Magna.  Sería el colmo. En un Estado aconfesional como el nuestro, veríamos otra vez, el altar y el trono, juntos, llevándonos hacia atrás en el túnel del tiempo…  ¿Qué pintan militares y curas  en actos tan puramente civiles como es la jura del futuro monarca ante la Constitución y los representantes del pueblo español?

Estos errores inciales, por muy insignificantes que parezcan,  no harán más que acelerar la llegada de la Tercera República. Si el futuro rey Felipe VI propiciara una reforma constitucional en toda regla y un referendum legal sobre monarquía o república lo ganaría con holgura. Estoy convencido de ello. Y tendría, a partir de entonces, toda la legitimidad que ahora le falta por el pecado franquista-original de su padre.

El día de la abdicación de Juan Carlos I, la Puerta del Sol estuvo llena de jóvenes con banderas repúblicanas.
El día de la abdicación de Juan Carlos I, la Puerta del Sol estuvo llena de jóvenes con banderas repúblicanas.

Cada año que pase, manteniéndose el status quo de desprestigio de la clase política, enquistada en el reino de la corrupción y la impunidad, el empleo del nuevo rey se irá haciendo más y más frágil. Y las esperanzas de cambio de los jóvenes se irán depositanto, sin prisa pero sin pausa, en los ideales siempre vivos de la Tercera República.

En su articulo “Monarquía y referendum”,  el profesor Javier Pérez Royo escribe en El País:

«El referéndum del 6 de diciembre de 1978 fue un acto de liquidación de las Leyes Fundamentales, pero no de legitimación de la Monarquía. Conllevaba la incorporación de la Monarquía a la fórmula de Gobierno que la Constitución establecía, pero no era esa incorporación lo que había sido objeto del debate constituyente y lo que específicamente se sometía a referéndum.

Esta es la razón por la que la Monarquía tiene una posición tan frágil en nuestro sistema político, como la reacción de pánico ante la abdicación del Rey ha puesto de manifiesto. Un órgano constitucional que no dispone de una legitimación democrática inequívoca está permanentemente amenazado de extinción. Y a una magistratura hereditaria, a estas alturas de la historia, la legitimación democrática solo puede proporcionársela un referéndum. La Transición como instancia legitimadora ha tenido una vigencia de 40 años, que no son pocos. Ya no da más de sí.»

Estoy de acuerdo con casi todo lo que dice. Pero no estoy de acuerdo con la afirmación de que la Transición ya no da más de sí. La Transición sigue viva y dará mucho más de sí porque está basada en el espíritu de diálogo, de consenso y de paz entre los españoles que tanta falta nos hizo durante siglos.

Nunca olvidaré el proyecto fabuloso del presidente Aldolfo Suárez cuando tenía que dar agua y, a la vez, cambiar las cañerías del Estado. Se resumía en esta frase, ya histórica: «De la Ley a la Ley, pasando por la Ley».  

Y que no nos diga el futuro rey Felipe VI que no tiene poderes para ello. Josep M. Colomer lo deja bien claro en su artículo «Como Italia», publicado en El Pais:

«De acuerdo con la Constitución española, el jefe del Estado puede destituir al jefe del Gobierno, disolver el Parlamento, convocar elecciones, nombrar un nuevo presidente del Gobierno, así como a los ministros que este proponga, presidir personalmente las reuniones del Consejo de Ministros, expedir los decretos gubernamentales, promulgar las leyes y, de acuerdo con el jefe del Gobierno nombrado por él, convocar referéndums sobre decisiones políticas de especial importancia. Se espera en general que el jefe del Estado use estas capacidades de acuerdo con los resultados electorales. Pero en una situación de emergencia —como sin duda es la española—, los poderes del jefe del Estado están para usarlos —como en el caso italiano— de acuerdo con la letra del texto legal.»

Lindos colores 14 de abril.
Lindos colores 14 de abril.

Así, legalmente, con ese mismo espíritu de la Transición, vendrá la Tercera República si el próximo Rey no espabila y no acierta al propiciar las reformas que su reino (el actual reino de la impunidad) necesita con urgencia.

Aunque soy republicano, no me importaría que acertara.

 

 

 

 

Conocí a un español con 16 apellidos catalanes

Josep Ramón Bosch no tiene ocho apellidos catalanes sino dieciseis. Los separatistas le temen más que a un nublado y le atacan (escraches incluidos) sin comtemplaciones. Quizás lo hacen porque es más catalan que la mayoría de ellos.

«Mi abuela tiene 97 años, habla catalán y no habla castellano pero ella dice es española», nos cuenta Bosch.

Josep Ramón Bosch, presidente de la Societat Civil Catalana.
Josep Ramón Bosch, presidente de la Societat Civil Catalana.

Este directivo de una famacéutica -gran vendedor- es el presidente de la recién nacida SCC (Societat Civil Catalana). Se define como de centro derecha y convive en la SCC con 12.000 asociados de todos los colores políticos.

He compartido con él mesa y mantel en la ADT (Asociación para la Defensa de la Transición). Y me ha sorprendido que hablara con tanta claridad y sin apenas miedo a los secesionistas de su tierra. A mi el nacionalismo, sobre todo cuando se engaña creyéndose de izquierdas -nunca lo es-, me da bastante miedo.

Nos habló del plan separatista: «referendum consultivo tramposo, sin legitimidad democrática, con dinero público, sin base jurídica, manipulando nuestra propia historia y mintiendo sobre los costes de la separación y sobre nuestra salida automática de la Unión Europea».

Bosch quiere convencer a los que «sentimentalmente no se sienten españoles» debido al discurso de los secesionistas basado en tres pilares falsos:

1.- «España nos roba».  Atribuyen a Madrid los recortes que les ha impuesto la crisis económica: «Madrid nos quita nuestro dinero para dárselo a los andaluces y extremeños».

2.- «España nos ataca y nos humilla».

3.- «España contra Cataluña». La guerra de sucesión (y no de secesión, como dicen) de 1714 no fue  entre España y Cataluña sino entre los partidarios de los borbones y los de los austrias que se disputaban la corona de España. Los secesionistas plantean el tricentenario del 11 de septiembre de 1714 falseando la historia.

La Societat Civil Catalana acaba de enviar un memorandum a las embajadas con su versión sobre la situación actual en Cataluña, tan distinta de la «propaganda» de la Generalitat. Según ellos, la mayoría de los catalanes son contrarios al separatismo pero carecen de cauces para expresarse: «Somos una nación cutural catalana y una nación política española en cuya fundación participó también Cataluña. La lengua catalana es una lengua española y la bandera catalana dio origen a la española. Los separatista le han puesto la estrella del odio y nos han dejado nuestra bandera cuatribarrada a los demás catalanes que no queremos la secesión».

Bosch critica la actuación del Gobierno de Rajoy, desaparecido, porque no hace nada: «El único ministro que habla del problema catalán es Margallo, ¡el de Asuntos Exteriores!.  Y no habrá ningún choque de trenes porque frente al de Artur Mas no hay ningún tren que lo frene: nos van a atropellar. El próximo rey Felipe VI se enfrenta a un gran problema. Cataluña será su 23-F».

Ahí queda eso.

 

 

 

 

Alejandra, futura duquesa de Suárez

El mes pasado compartí mesa, sin saberlo, con Alejandra Romero Suárez, la futura duquesa de Suárez. Y hoy estoy triste por el «inminente» desenlace fatal de la enfermedad de su abuelo, el primer presidente de la Democracia.

La nieta de Adolfo Suárez saluda al principe Felipe. el abogado Mohedano, en segundo plano.
Alejandra Romero, nieta de Adolfo Suárez, saluda al principe Felipe. El abogado Mohedano, en segundo plano. La foto corresponde a la audiencia del Príncipe a la Asociación para la Defensa de la Transición que preside mi paisano el tte. general Andrés Casinello.

Primero, durante la Dictadura, ataqué al presidente Suárez todo lo que pude. Luego acabé admirándole, trabajando para él y teniéndole un gran afecto. Ahora me gustaría que le dejaran morir en paz.

En 1976, el Rey eligió a dedo a Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, para suceder a Carlos Arias, franquista hasta médula. Entonces criticamos la real decisión. Era fruto de los poderes totalitarios de Juan Carlos I, heredados del dictador, y no de la voluntad popular. Además, Suárez era nada menos que el ministro secretario general ¡del Movimiento!. (Habrá jóvenes a quienes todo esto les sonará a chino: el Movimiento Nacional era el partido único creado por el general Franco a imagen y semejanza de los partidos nazi y fascista de Hitler y Mussolini, respectivamente.)

Como director de semanario Doblón, publiqué en portada (nº 91, 10-16 de julio de 1976) la foto de Adolfo Suárez con uniforme del Movimento (naturalmente, con la camisa azul falangista y corbata negra) y con el siguiente titular:

OTRO GOBIERNO A DEDO

Portada del semanario DOBLON, 10-16 de Julio de 1976.
Portada del semanario DOBLON, 10-16 de Julio de 1976.

Los demócratas de entonces pediamos a gritos elecciones libres para que una nueva constitución y los sucesivos gobiernos fueran fruto de la soberanía popular, no del capricho del Rey. Por eso, recibimos a Suárez con los más duros ataques y descalificaciones que nos permitía la censura franquista que seguía vigente.

¡Qué equivocados estábamos!

En estos días, me vienen a la mente multitud de recuerdos compartidos con el hombre que más hizo por devolver la libertad a los españoles. Y la memoria se llena de tristeza.

Adolfo Suárez Illana, candidato del PP, con Jose M. Aznar y Adolfo Suárez en la campaña electoral de Castilla La Mancha.
Adolfo Suárez Illana, candidato del PP, con Jose M. Aznar y Adolfo Suárez en la campaña electoral de Castilla La Mancha.

Comprendo la pena que sienten sus hijos, nietos, hermanos y demás familiares y amigos. La agonía de un padre puede nublarnos el juicio. Y no es disculpa pequeña. Pero no me ha gustado la forma en que Adolfo Suárez Illana ha comunicado, en multitudinaria y prematura rueda de prensa, el «inminente» final de su padre. No se muy bien por qué, pero siento un cierto desasosiego. O perplejidad. Quizás por respeto y agradecimiento a la gigantesca figura del presidente Suárez, no me ha gustado la precipitación de su hijo al comunicar eso de contemplar «el horizonte temporal de 48 horas».

La forma de comunicarlo, las palabras escogidas, el momento tan prematuro, los obituarios -merecidos, sí- publicados aún en vida del mayor héroe de nuestra Democracia, los preparativos de las honras fúnebres en el Congreso y -cómo no- en la Catedral. … me han dejado una basurilla en el corazón. El ciudadano Suárez, grande de España por ser duque, y mucho más grande por haber defendido nuestra libertad, merece un tratamiento más delicado. Han faltado finura y mesura. Pero hay que ponerse en la piel de su hijo, en momentos tan dramáticos, para comprender, y seguramente disculpar, sus errores de comunicación.

Afortunadamente, el hijo del presidente Suárez ha dicho que no piensa discutir ahora el ducado de su padre  que, según la Ley 33/2006, corresponde en herencia a su sobrina Alejandra Romero Suárez, hija mayor de Maria Amparo Suárez Illana, primogénita del matrimonio Suárez-Illana, fallecida en 2004.

Al parecer, Adolfo Suárez Illana ha rectificado su posición de 2009 cuando, según el diario Público, pidió al Rey que le quitara el ducado de Suárez a su sobrina y se lo diera a él.

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Murió doña Paquita, «salvaora» del Cabo de Gata

Doña Paquita Díaz, una anciana de 103 años, de aspecto frágil y principios firmes, cumplió hasta su último suspiro con el deseo de su esposo, José González Montoya.

Al enviudar, decidió conservar la virginidad de 17 kilómetros de la costa más bella de Europa  (Los Genoveses, Mónsul, San José, etc.) y de más de 3.000 hectáreas que hoy están dentro del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, la joya de Almería.

Tenía muy claro que debía cumplir la voluntad de su marido. Debía, por tanto,  preservar sus fincas, con respeto al medio ambiente, y salvarlas de la voracidad del ladrillo.

Así me lo recalcó el mismo día que tomé posesión como Presidente de la Junta Rectora del P. N. Cabo de Gata-Níjar.  El 16 de julio de 2010, le rendí una visita de cortesía en su chalé vasco de la Plaza Circular para agradecerle su compromiso con la conservación y mejora del Parque Natural, su respeto con el medio ambiente en las fincas y costas de su propiedad. Fue mi primer acto como presidente de Parque y lo recuerdo con cariño.

Ella me dijo que eso lo hacía con mucho gusto (pues era deseo de sus esposo) y se mostró muy satisfecha por haber sido nombrada hija predilecta de Andalucía ese mismo año. En un país tan ingrato como el nuestro, me contagió su alegría por el honor recibido de manos del entonces presidente Griñán.

Doña Paquita compartió risas conmigo cuando la visité en su chalé (donde durmió Franco)
Doña Paquita compartió risas conmigo cuando la visité en su chalé (donde durmió Franco)

Me mostró su casa señorial, que ha cedido al pueblo de Almería para que sea sede de un Museo municipal. “En esa cama durmió Franco”, me dijo, no sin picardía, bajando un poco la voz, al mostrarme el dormitorio principal. Con gran desparpajo, y preguntando detalles olvidados a un pariente, me contó su vida y sus viajes en barco y en tren por medio mundo.

A punto de cumplir 100 años, doña Paquita me pareció una señora alegre, risueña, coqueta y muy viva. Pero, sobre todo, desprendida y generosa. Creo que los amantes del Cabo de Gata le debemos una estatua en el Pozo de los Frailes en cuyo cementerio reposarán mañan sus restos.

Descanse en paz.

 

Siempre nos quedará Forges…

Abrimos El País por sus páginas. ¡Cómo no! Y allí están, frente a frente: El Roto, en la par, y Forges, en la impar. El primero nos hiere, a latigazos, sobre nuestra conciencia. Los males de España nos pueden hacer masoquistas. El segundo -como una madre- nos mima y nos cura, con su bálsamo de Fierabrás. Juan Carlos Ortega definió a Forges como el humorista de la «buena leche».  Es tan bondadoso y tierno, tan poco ácido en sus críticas, que no parece español sino de otro planeta.

¿Qué habría sido de nosotros, en el último medio siglo, sin Antonio Fraguas, el Forges?

Antonio Fraguas, Forges, currando.
Antonio Fraguas, Forges, currando.

Una amiga de Pontevedra suele decir que compra El País porque aún lleva dentro a Forges y El Roto. Y no le falta razón.  Yo también me acuso de comprar El Mundo porque allí escriben Antonio Gala y Enric González.

Con Forges sobrellevábamos, así así, la dictadura. Desde luego, nada corroe tanto al tirano como el humor.  Con Forges conllevamos, mal que bien, esta democracia, por imperfecta que nos parezca.

Al conocer hoy que Antonio Fraguas lleva 50 años publicando sus viñetas y libros, me ha dado un ataque de nostalgia pero también de agradecimiento hacía él. Algún día, deberíamos salir a la calle gritando «¡Forges, Forges, Forges!». «¡Gensanta!», medio siglo haciéndonos sonreir no es para menos.

Si estuviera en mi casa, en Madrid, podría presumir reproduciendo aquí el primer dibujo que me hizo Forges, en otoño de 1968, para acompañar a un artículo mío sobre la fuga de capitales en la España de Franco, publicado, no sin cierto temor, en el semanario Don Quijote.

Con trazo grueso -más grueso que el que utiliza ahora- Forges dibujó un furgón blindado que circulaba sobre adoquines y era conducido por un severo chófer uniformado. En el lateral del furgón podía leerse el reclamo de la empresa: LA EVADIDORA, S.A. Debajo ponía: Madrid-Berna.

¡En 1968, en plena dictadura! Luis Bárcenas sería entonces un niño… pero tuvo buena escuela.

Nunca falta a su cita en el Dia de la Mujer... y contra el machismo.
Nunca falta a su cita en el Dia de la Mujer… y contra el machismo.

A la orilla del Mediterráneo, sin periódicos de papel ni posibilidad de pescar (¡la madre que parió al Levante!) no me resisto a entrar en Wikipedia para leer la vida y milagros de nuestro genial Forges durante el último medio siglo. Y me encuentro, de pronto, con los personajes forgianos que tanto nos han hecho sonreir y aliviar las penas.

Son inolvidables. Los copio y pego aquí como regalo de cumpleños al grandísimo Antonio Fraguas:

  • Mariano, un burgués frustrado casado con una gordísima mujer llamada Concha, que representa a la represiva conciencia.
  • Los náufragos en una isla aburrida que tienen que combatir la soledad con una hipertrofia de la fantasía.
  • Los Blasillos que representan la España rural y eterna.
  • Las viejas que conjugan informática y paletez.
  • Los oficinistas cabreados.
  • El matrimonio sepultado en una cama inmensa.
  • El jefe potentado y gilipollas.
  • El yuppi americanizado e idiota.
  • El niñato pijo e imbécil.
  • El alienado por el fútbol.
  • El oficinista cabreado y subversivo.
  • El descolgado que cierra bares.
  • El pretensor de ventanilla.
  • El enclaustrado en el búnker.
  • El funcionario profundo.
  • El político corrupto.
  • El potentado reaccionario.
Concha y Mariano son precursosres de los Simpson. Ella es la lista.
Concha y Mariano son precursosres de los Simpson. Ella es la lista.

Y sigue inventando. Como dice el gran Quino, el padre de Mafalda, en El País Semanal de hoy: «Forges se renueva siempre». «No solo le admiro por su discurso –dice Quino-, no solo por su tipo de dibujo, sino también porque todo el humor que tiene es una novedad, y la renueva dia a dia, es increíble. Todos repetimos ciertos mecanismos, pero es que él se renueva siempre». Palabra de Quino. Nada menos.

En un país tan ingrato como el nuestro, hay días en que no hay más remedio que dar las gracias a alguien. Hoy es uno de esos días.  Gracias, Antonio. Y enhorabuena. No pares.

Así, por mal que lo pasemos, siempre nos quedará Forges.

 

 

«Miré los muros de la patria mía»… en el Cortijo del Fraile

Se me cayó el alma a los pies.

Al cabo de varios años, hoy regresé, en peregrinación, al Cortijo del Fraile, en el corazón del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Allí se originó, hace casi un siglo, el múltiple «Crimen de Níjar». Su capilla monumental, donde en 1828 se iba a celebrar la boda frustrada de Francisca Cañadas, aún está en pie.  Lo demás, una lástima.

La visita me ha provocado -por qué no decirlo- un ataque de rabiosa impotencia. ¡Vergüenza para nuestros líderes políticos y para todos los almerienses, yo el primero!

Con el profesor Abel Lacalle, miembro de la Junta Rectora del P.N. Cabo de Gata-Níjar
Con el profesor Abel la Calle, miembro de la Junta Rectora del P.N. Cabo de Gata-Níjar

Las imágenes de Clint Eastwood («El bueno, el feo y el malo») se me han cruzado, a velocidad de vértigo, con las de Federico García Lorca en «Bodas de sangre» o las de nuestra genial paisana, La Colombine, en «Puñal de claveles».

En un rato, han pasado por allí docenas de peregrinos de la cultura. Fotos y lamentos. Una pena.

Esta estación del Vía Crucis almeriense nos recuerda que el Cortijo del Fraile fue escenario de grandes películas.
Esta estación del Vía Crucis almeriense nos recuerda que el Cortijo del Fraile fue escenario de grandes películas.

Abel La Calle y yo trabajamos en un borrador de documento sobre el salvamento «in extremis» de esta joya en ruinas de la arquitectura rural almeriense. Lo estudiaremos en la próxima Junta Rectora del Parque Natural del 1 de abril. Y pediremos auxilio a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, al alcalde de Níjar, Antono Jesús Rodríguez,  y a la empresa Agrícola Mar Menor, S.L., propietaria del monumento, para que lleguen a un acuerdo tripartito urgente (por convenio de uso o por permuta de la propiedad) que salve de la ruina total a este «Bien de Interés Cultural» tan despreciado por los políticos locales y regionales y tan ignorado por nosotros mismos.

Mienten quienes dicen que es un problema de dinero. Que no me vengan con cuentos chinos. Es únicamente un problema grave de falta de voluntad política. Y de pereza mental y luces cortas…

Con Shawn y Courtnay Worthington, en la Isleta del Moro.
Con Shaun y Courtnay Worthington, en la Isleta del Moro.

Con el estómago aún encogido por la pena, fui con unos amigos norteamericanos que nos visitan, Shaun y Courtnay Worthington, a almorzar en la Isleta del Moro. La cuajadera de gallo pedro y el mar me devolvieron cierto optimismo y nuevas ganas de luchar para recuperar este icono de nuestra arquitectura rural tradicional que está al borde de la muerte.

El menú de la Islela del Moro luce el Cortijo del Fraile. "En mi tierra, ese cortijo sería un museo", dijeron mis amigos yanquis.
El menú de la Isleta del Moro luce el Cortijo del Fraile. «En mi tierra, ese cortijo sería un museo», dijeron mis amigos yanquis.

Como veis, las imágenes espectaculares y deprimentes del monumento, herido por la desidia de los líderes y la pusilanimidad/dejadez de los almerienses, no me  abandonaron ni a la hora de estudiar el menú del restaurante.

Guardé un minuto de silencio por el Cortijo del Fraile y por todos nosotros. Si al fin no queda piedra sobre piedra, lo tendremos merecido. Pero nuestros hijos y nietos no merecen que les hagamos esa putada. ¡Indignaos!

En el silencio, recordé mis excursiones botánicas estudiantiles por el Parque Natural con el sabio hermano Rufino (otra ingratitud de los almerienses) y me vino a la mente este soneto de Quevedo, que aprendí de pequeño, y que ahora recuerdo entero gracias a Google. Os lo recomiendo:

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte;

Vencida de la edad sentí mi espada.
Y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

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