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Emocionante homenaje póstumo a mi hermana Isabel

El 6 de mayo de 2016 se inauguró esta biblioteca con el nombre de mi hermana.
El 6 de mayo de 2016 se inauguró esta biblioteca con el nombre de mi hermana.

Comprobar que mi hermana, pionera de la Red de bibliotecas escolares, era tan querida y valorada por sus pares fue un autentico alivio para el dolor que aún nos causa su perdida. No cabía un alma más en la «Biblioteca Isabel Martínez Soler», inaugurada ayer (6 de mayo de 2016) en el Centro de Profesores (CEP) de Almería.

En un país como el nuestro, tan tacaño en reconocer públicamente los valores y la generosidad de sus mejores compatriotas, el acto tan simbólico de ayer tuvo para mi un efecto ciertamente balsámico.

Curtido en mil actos públicos, ante micrófonos y cámaras por medio mundo, apenas pude controlar ayer mis emociones. Con unos tragos de agua, me quité los nudos de  la garganta. Menos mal que llevé algo escrito, como base de mi intervención. No se cómo como pude evitar que me saltaran las lágrimas mientras hablaba. En cambio, algunos  amigos, maestros y discípulos de mi hermana no pudieron evitarlas.

La delegada de Educación de la Junta de Andalucía, Francisca Fernández, inauguró oficialmente la biblioteca, el director del CEP, Sebastián López Ojeda, nos presentó el proyecto y sus planes de futuro, el profesor Juan Mata, de la Universidad de Granada, nos ilustró de maravilla sobre la relación entre educación y lectura («son sinónimos: la educación es lectura o no es»), María José Eguiagaray nos descubrió el felicísimo discurso de Federico García Lorca en la inauguración de la biblioteca de su pueblo, y Catalina Barragán (¡Ay, Cati!) nos hizo un cariñoso perfil personal y profesional de mi hermana. Fue su amiga, su jefa y su compañera de proyectos en el CEP de Almería.

Imagen de Isabel Martínez Soler, proyectada en una gran pantalla durante el acto de inauguración de la Biblioteca del CEP de Almeria.
Imagen de Isabel Martínez Soler, proyectada en una gran pantalla durante el acto de inauguración de la Biblioteca del CEP de Almeria.

Entre discursos y poemas, Andreu Marco, violoncelista de la Orquesta Ciudad de Almería, interpretó piezas emocionantes. Como inculto musical que soy, solo reconocí «El cant dels ocells» (El canto de los pájaros), compuesta por el gran Pau Casals, una de las favoritas de mi hermana. De hecho, sus notas me llevaron volando al triple funeral de diciembre de 2007. Allí tocó el profesor Nono Quevedo esa misma pieza al violoncelo. Las mismas notas, idénticas lágrimas.

Y, en eso, me tocó a mi hablar de mi hermana y de su relación con el fomento de la lectura. Estas notas, que copio y pego a continuación, fueron la base de mi intervención:

Biblioteca Isabel Martínez Soler

Muchas gracias a quienes habéis contribuido a poner el nombre de mi hermana a la biblioteca de este Centro de Profesores. Y gracias, también, a quienes nos acompañáis en este acto. Es un acto de justicia. Creo, como vosotros, que mi hermana se lo merece.

Como sabéis muy bien, su verdadera vocación, desde que llegó a este Centro de Profesores, fue propagar la afición a la lectura entre sus alumnos y sus colegas. Me consta que lo hizo con todo el cariño y la gracia de que ella era capaz.

Marca páginas con el Quijote que dibujó mi hijo David en el mantel de papel del Hospital de Torrecárdenas.
Marca páginas con el Quijote que dibujó mi hijo David en el mantel de papel del Hospital de Torrecárdenas.

Tengo marca libros de cada uno de los muchos Encuentros de Lectura, coloquios, conferencias y seminarios que ella ayudaba a organizar cada mes de mayo, por estas fechas. Contagiaba su amor por la lectura a quienes la rodeaban.

Guardo uno de esos marca libros con especial emoción. Mi hijo menor, David, de doce o trece años, dibujó sobre el mantel de papel de la cafetería del Hospital de Torrecárdenas, mientras visitábamos a mi madre, una imagen garabateada de don Quijote. Mi hermana recortó el trozo arrugado y pintarrajeado del mantel de papel y se lo guardó en su bolso.

Ante mi sorpresa, me dijo: “Podría servirnos para ilustrar algo del Ciclo de Conferencias sobre el IV Centenario de la Publicación del El Quijote que preparamos para el año que viene. Además, sin pagar derechos de autor”.

Como era una bromista de tomo y lomo, no me lo creí. Pero Isabel no daba una puntada sin hilo. En efecto, al año siguiente, el marca libros de aquellos actos cervantinos llevó el dibujo de su sobrino más pequeño.

Cuando mi hermana, mi cuñado y mi sobrina murieron en trágico accidente, yo heredé sus libros. Los leo, los acaricio, los guardo como oro en paño. Por esas páginas pasó mi hermana Isabel sus ojos, tan ávidos de conocimientos y emociones. Releo varias veces lo que ella marcaba o comentaba en los márgenes de la página. Al igual que yo hablo a la flores de mi jardín, Isabel hablaba con sus libros.

Recuerdo una visita que nos hizo cuando yo trabajaba como corresponsal de prensa en Estados Unidos. Le impresionó ver que el edificio principal de cada pueblo o aldea era la biblioteca pública.

La biblioteca iguala las oportunidades de lectura entre todos los vecinos, entre todos los profesores, entre todos los estudiantes. En casa de los pobres, no hay libros. Además, el presupuesto familiar de una familia sin medios, en paro, o con sueldo mínimo, no da para comprar libros de 20 euros.

Una biblioteca escolar o una biblioteca pública intenta nivelar las oportunidades de lectura. La maestra puede fomentar el amor a la lectura pero si no hay libros al alcance de los niños, ese amor puede convertirse en frustración.

Desgraciadamente, nuestra historia nos enseña que la lectura, durante siglos, ha sido sospechosa de herejía, pues nos provocaba el deseo de ser libres y pensar por nosotros mismos. No en vano el deporte favorito de la Santa Inquisición en España era la quema de libros. Recuerdo esta frase del Museo del Holocausto de Washington: “Se empieza quemando libros y se acaba quemando personas”.

En efecto, la lectura nos hace más libres, nos hace más críticos, nos abre la razón y el corazón a conocimientos y emociones insospechados. Mi hermana Isabel creía, como la vieja canción mágica de la tele, que “todo, todo, todo está en los libros”. Me dice Google que esa letra es de Luis Eduardo Aute. Copio y pego, en su honor, esta estrofa:

Los campos de Soria, la pampa,

la isla del tesoro, el Grial,

Romeo y Julieta, Alejandro,

Sócrates, Don Quijote, Bagdad,

lo que el viento se llevó, Granada,
Buda, Lanzarote, lord Jim,
infiernos, cielos, paraísos,
Carmen, Angélica, Beatriz,
todo está en los libros,
todo está en los libros,
todo está en los libros.

Durante unos años fui profesor titular de Economía Aplicada en la Universidad de Almería. Mi hermana me acogió entonces en su casa de Castell del Rey. Allí pude comprobar su vocación, su pasión por propagar el amor a la lectura. “Es difícil engañar a un pueblo que lee”, me decía.

A veces, Isabel y yo leíamos juntos. Nos leíamos párrafos enteros, el uno al otro. Ahora me toca a mi: mira lo que dice Keynes. No, no, es mi turno: escucha a Margarita Yourcenar. Nos intercambiábamos libros. Gracias a ellos, nos fuimos conociendo mejor. Como solo se ama lo que se conoce, también, de adultos, nos fuimos queriendo más.

En nuestra casa de la calle Juan del Olmo, muy cerca de aquí, mi hermana y yo habíamos mamado los principios éticos de nuestros padres: la lucha contra la injusticia y la lucha contra la ignorancia. Con mayor o menor éxito, nos acompañarían siempre.

Me consta que una de las injusticias que más la motivaron fue la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. En esa batalla, noble y compleja, por la igualdad de género, puso también toda su pasión. Sus méritos fueron reconocidos, incluso oficialmente, por el Gobierno andaluz.

Un año y pico antes de su muerte, la Junta de Andalucía, publicó en el BOJA una Resolución, de 24 de febrero de 2006, por la que otorgaba el “Premio Meridiana” a la maestra y socióloga Isabel Martínez Soler en reconocimiento a sus “iniciativas en favor de programas educativos, de sensibilización social y de cooperación al desarrollo”.

Este galardón, que recibió mi hermana de manos del presidente Chaves, tiene como finalidad “otorgar reconocimiento público a la labor desarrollada por personas, colectivos, entidades o instituciones que hayan contribuido y destacado en la defensa de la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres”.

A título póstumo, mi hermana Isabel recibió otro reconocimiento oficial. Con motivo de la celebración del 28 de febrero, la Junta de Andalucía la distinguió con la “Insignia de Andalucía”. El diploma que acompañó a la Insignia recogía así los motivos de tal premio:

“Por su entusiasmo y firme convicción en todo aquello en lo que se embarcaba, como fue su lucha por la Igualdad de Oportunidades desde la Educación y el fomento de la lectura, ayudando a que el andaluz sea un pueblo más culto y más preparado. Por todos sus valores, que la hicieron una persona y una profesional insustituible e inolvidable”.

Estos dos premios del Gobierno andaluz le venían a mi hermana como anillo al dedo: uno, por luchar contra esa grave injusticia que es la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, y dos, por luchar contra la ignorancia mediante el fomento de la lectura.

Sin embargo, el de hoy, el premio de hoy, poniendo su nombre a la biblioteca del Centro de Profesores de Almería, es el mejor de todos los premios porque se lo concede, precisamente, un jurado único y espléndido: el de sus compañeros de trabajo.

“Biblioteca Isabel Martínez Soler”. ¡Qué bien me suena! Aquí soñó ella con promover y fomentar el amor a la lectura, algo a lo que dedicó buena parte de su vida.

En los tiempos que corren, no hay mejor inversión que la que un país hace en mimar y mejorar a sus maestros de escuela. A ellos confiamos nuestros mayores tesoros (nuestros hijos y nietos) y luego … si te he visto no me acuerdo.

Cuando Isabel entró a trabajar en el CEP, mi padre, bastante bromista, me dijo: “tu hermana es ahora maestra de maestros”. Aquí pudo desarrollar ella su vocación: el fomento de la lectura infantil y de las bibliotecas escolares. Las librerías están muy bien pero las bibliotecas públicas, sobre todo en las escuelas, están mucho mejor. Sin ellas no hay igualdad de oportunidades para la lectura.

Mi hermana Isabel creía firmemente en el papel fundamental que la educación ejerce en la vertebración y el progreso de Andalucía. Disfrutaba poniendo a los niños almerienses en el mapa del sistema educativo andaluz, y en los valores de la Educación para la Ciudadanía, con todo el fervor de sus convicciones que no era poco. Por eso, el mejor título que podemos darle a ella es el de ¡maestra!

Como socióloga, Isabel pudo haber elegido el camino de la investigación o de la docencia universitaria. Sin embargo, tenía personalidad y vocación de maestra de escuela. Le gustaba enseñar a los niños y niñas en los colegios de los pueblos donde fue destinada o en el Goya o, como directora, en el Caravaca de la capital.

En la Universidad de Almería heredé algunos de sus alumnos. Me dijeron que mi hermana les había cambiado la vida. No me sorprendió. Su huella, generosa y entusiasta, quedó grabada en el recuerdo que tienen de ella miles de niñas y niños almerienses. Isabel creía en la bondad del magisterio y lo vivía con pasión.

Era amiga de sus alumnos. Era, como sabéis, muy graciosa y les hacía reír. Enseñaba con amor y con humor. Lo compruebo al repasar las cartas, postales y trabajos escolares, escritos con pulso infantil o adolescente, y llenos de amor, ternura y reconocimiento hacia ella. También ella guardó esos queridos documentos con sumo cariño hasta su muerte.

Un día me contó, emocionada, la reacción de una de sus alumnas, la más triste y desesperanzada de su clase, cargada de problemas personales y familiares, cuando le copió a mano y le dio a leer un poema de Antonio Machado.

La niña lo leyó a solas, en su casa. Lo leyó tantas veces, entre lágrimas, que se lo aprendió de memoria. Al día siguiente, aquella alumna, habitualmente triste, le regaló a mi hermana una sonrisa. Así le dio las gracias a su “seño”. La lectura de aquellos versos le había abierto un nuevo horizonte de esperanza.

No puedo evitar recordar aquí, para terminar, la primera y la última estrofa del poema de don Antonio Machado que obró aquel milagro:

A un olmo seco

“Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo

algunas hojas verdes le han salido.

 

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

(…)

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

 

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera”.

Que esta Biblioteca, que desde hoy lleva el nombre de la maestra Isabel Martínez Soler, pueda seguir obrando el milagro de la esperanza. Que sus libros ayuden a profesores y alumnos a construir un mundo mejor, con menos injusticias y menos ignorancia.

Muchas gracias.

Luego me entregaron los marca libros de los Encuentros de Lectura que organizó mi hermana así como su disco duro. Rompiendo viejas tradiciones alcohólicas, no hubo típico vino español sino galletas, dulces y bombones.

Al salir, pregunté por el bar del CEP, donde tantas veces coincidí con mi hermana y sus colegas para tomas unas cañas. Me dijeron que, al remodelar toda la planta del CEP para hacer sitio a la Biblioteca Isabel Martínez Soler, habían tenido que suprimir el bar. En el CEP de Almería han cerrado el bar para abrir una biblioteca. Otro milagro de mi hermana. O de la nueva primavera que nos espera si a nuestros hijos y nietos les da por leer…

No pude evitar una sonrisa al recordar entonces un fandango que cantaba (y muy bien) mi madre, la Morena Clara de nuestro barrio:

«Ay, Málaga la bravía

con mas de mil tabernas

y una sola librería».

….——….

 

14 LaVozdeAlmería 7.5.2016 Almería

El CEP rinde un cálido homenaje a

la profesora Isabel Martínez Soler

Educación La biblioteca del Centro ha sido rebautizada con su nombre tras fallecer en un accidente

PIONERA. La delegada de Educación, Francisca Fdz. remar- có su afán por fomentar la lectura en Almería.

PALABRAS DE CARIÑO. Todos los que intervinieron en el acto le dedicaron unas sentidas y profundas palabras de cariño a Isabel Martínez Soler, y el primero de ellos fue Sebastían López, director del CEP Almería. FOTOS: GONZALO GÁLVEZ

PALABRAS EXPERTAS. Juan Mata, íntimo amigo y defensor de las letras, también estuvo presente en el acto homenaje.

CARIÑO Y AMISTAD. Muchos fueron los que la conocían y quisieron acercarse hasta el CEP a mostrarle su cariño.

BAUTIZADA. Sobre la puerta de la biblioteca se encuentra una placa con su nombre.

LA FAMILIA. Su hermano, José Antonio Martínez Soler, agradeció el acto brindado por todos los amigos y compañeros.

GONZALO GÁLVEZ

Almería

El Centro de Profesorado de Almería (CEP) reunió ayer por la tarde en sus instala- ciones a un gran número de profesores que se dieron ci- ta para honrar la memoria de Isabel Martínez Soler, una de sus compañeras, que trágicamente falleció en un accidente hace unos años.

Una persona muy querida e implicada con la lectura, su difusión y las bibliotecas que estuvo en el CEP hasta

el año 2007, momento en el que pasó a ocupar otro puesto en la Delegación de Educa- ción como coordinadora de bibliotecas escolares. En este sentido, dado que el CEP de Almería tenía en mente un proyecto para realizar una bi- blioteca en el Centro, abierta a la ciudadanía en general y a la comunidad educativa, “pensamos que lo mejor era que tuviera un nombre pro- pio y cuando empezamos a valorar qué nombre le podía- mos poner, pues no dudamos que el más adecuado era el de

ella”, comentaba Sebastián López, director del Centro de Profesorado de Almería.

Un homenaje que no quiso perderse ninguno de sus ami- gos, familiares y personas que la conocían y es que “segura- mente es muy di cil volver a repetir una reunión donde ha- ya tantas personas relaciona- das con la educación del pre- sente y del pasado”, añadía el director del CEP. Afirmación que quedaba demostrada por las más de cincuenta personas presentes, entre las que se en- contraban dos ex delegados

provinciales de educación, Francisco Maldonado e Isabel Arévalo, y la delegada actual, Francisca Fernández Ortega.

Una muestra irrefutable del cariño que se le tenía, y tie- ne, a Isabel Martínez Soler y su memoria en el que compa- ñeros del CEP de Almería, De- legación y otros CEPs de la provincia no quisieron per- derse la inauguración de la bi- blioteca que a partir de ahora llevará su nombre, aunque ya funcionaba con anterioridad.

Un acto “breve y sencillo”, pero cargado de mucha emo-

Isabel Martínez puso en marcha acciones para dinamizar y fomentar la lectura en la provincia

ción y sentimientos, donde se le dedicaron unas palabras a modo de homenaje; y en el que estuvo presente su her- mano, José Antonio Martínez Soler, que vino desde Madrid para presenciar este home- naje con el que, al conocer el gesto que le iban a rendir, se sintió muy emocionado.

Y es que, tal y como comen- taba la delegada Francisca Fernández durante su inter- vención, “fue una pionera de la red de bibliotecas escolares en la provincia”, un mérito digno de reconocer, como hi- cieron ayer.

La Voz de Almería, 7 de mayo 2016
La Voz de Almería, 7 de mayo 2016
Marca páginas de los Encuentros de Lectura
Marca páginas de los Encuentros de Lectura

marca paginas 2

«Miré los muros de la patria mía»… en el Cortijo del Fraile

Se me cayó el alma a los pies.

Al cabo de varios años, hoy regresé, en peregrinación, al Cortijo del Fraile, en el corazón del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Allí se originó, hace casi un siglo, el múltiple «Crimen de Níjar». Su capilla monumental, donde en 1828 se iba a celebrar la boda frustrada de Francisca Cañadas, aún está en pie.  Lo demás, una lástima.

La visita me ha provocado -por qué no decirlo- un ataque de rabiosa impotencia. ¡Vergüenza para nuestros líderes políticos y para todos los almerienses, yo el primero!

Con el profesor Abel Lacalle, miembro de la Junta Rectora del P.N. Cabo de Gata-Níjar
Con el profesor Abel la Calle, miembro de la Junta Rectora del P.N. Cabo de Gata-Níjar

Las imágenes de Clint Eastwood («El bueno, el feo y el malo») se me han cruzado, a velocidad de vértigo, con las de Federico García Lorca en «Bodas de sangre» o las de nuestra genial paisana, La Colombine, en «Puñal de claveles».

En un rato, han pasado por allí docenas de peregrinos de la cultura. Fotos y lamentos. Una pena.

Esta estación del Vía Crucis almeriense nos recuerda que el Cortijo del Fraile fue escenario de grandes películas.
Esta estación del Vía Crucis almeriense nos recuerda que el Cortijo del Fraile fue escenario de grandes películas.

Abel La Calle y yo trabajamos en un borrador de documento sobre el salvamento «in extremis» de esta joya en ruinas de la arquitectura rural almeriense. Lo estudiaremos en la próxima Junta Rectora del Parque Natural del 1 de abril. Y pediremos auxilio a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, al alcalde de Níjar, Antono Jesús Rodríguez,  y a la empresa Agrícola Mar Menor, S.L., propietaria del monumento, para que lleguen a un acuerdo tripartito urgente (por convenio de uso o por permuta de la propiedad) que salve de la ruina total a este «Bien de Interés Cultural» tan despreciado por los políticos locales y regionales y tan ignorado por nosotros mismos.

Mienten quienes dicen que es un problema de dinero. Que no me vengan con cuentos chinos. Es únicamente un problema grave de falta de voluntad política. Y de pereza mental y luces cortas…

Con Shawn y Courtnay Worthington, en la Isleta del Moro.
Con Shaun y Courtnay Worthington, en la Isleta del Moro.

Con el estómago aún encogido por la pena, fui con unos amigos norteamericanos que nos visitan, Shaun y Courtnay Worthington, a almorzar en la Isleta del Moro. La cuajadera de gallo pedro y el mar me devolvieron cierto optimismo y nuevas ganas de luchar para recuperar este icono de nuestra arquitectura rural tradicional que está al borde de la muerte.

El menú de la Islela del Moro luce el Cortijo del Fraile. "En mi tierra, ese cortijo sería un museo", dijeron mis amigos yanquis.
El menú de la Isleta del Moro luce el Cortijo del Fraile. «En mi tierra, ese cortijo sería un museo», dijeron mis amigos yanquis.

Como veis, las imágenes espectaculares y deprimentes del monumento, herido por la desidia de los líderes y la pusilanimidad/dejadez de los almerienses, no me  abandonaron ni a la hora de estudiar el menú del restaurante.

Guardé un minuto de silencio por el Cortijo del Fraile y por todos nosotros. Si al fin no queda piedra sobre piedra, lo tendremos merecido. Pero nuestros hijos y nietos no merecen que les hagamos esa putada. ¡Indignaos!

En el silencio, recordé mis excursiones botánicas estudiantiles por el Parque Natural con el sabio hermano Rufino (otra ingratitud de los almerienses) y me vino a la mente este soneto de Quevedo, que aprendí de pequeño, y que ahora recuerdo entero gracias a Google. Os lo recomiendo:

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte;

Vencida de la edad sentí mi espada.
Y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

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