Ayer me desperté triste. La victoria electoral de la derecha y la extrema derecha me quitaba el sueño.
Pensaba en una frase de Albert Camus sobre la guerra civil española:
-«Se puede tener la razón y perder la guerra».
No soy analista político ni profeta… por ahora. Solo un periodista jubilado. Si embargo, nada más levantarme, tuve un presentimiento. Así se lo conté a Ana Westley, mi esposa (awestley.com):
-«Si yo fuera Pedro Sánchez, disolvería las Cortes y convocaría elecciones generales inmediatamente».
Al cabo de un rato, el presidente me dio la razón. Por eso, no me sorprendió. Me recordó la audacia de Felipe Gonzalez cuando renunció al marxismo… y los socialistas, despavoridos, se unieron rápidamente a él como una piña. Y ganó las elecciones muchas veces. También me recordó una frase que yo atribuí erróneamente a Cicerón (un error, pues es de Virgilio, copiada de un griego):
-«La fortuna favorece a los audaces»
¡Olé! Pedro Sánchez puede ganar, con Nadia Calviño de número 2 y sin comunistas, independentistas ni populistas en sus listas. Solo en coalición, si hace falta.
Tampoco terminaré en este curso mi «Quema de libros por la Inquisición», tallada en madera de cerezo, que inicié antes del confinamiento y retomé este curso. Las clases se cerraron y escribir mis memorias («La prensa libre no fue un regalo»), en plena pandemia. desvió mi atención temporalmente.
Ayer celebramos en mi casa la fiesta de fin de curso de tallasmadera.com con un asado de rechupete. Una fiesta de camaradería sensacional, donde brillaba más la admiración que la envidia entre los 25 artistas que homenajeamos ayer a nuestra brillante maestra Sandra Krysiak.
Hector, nuestro asador oficial argentino, que tampoco ha terminado a tiempo su talla del Guernica, avivó el fuego con las astillas de cedro y otras maderas nobles que recogí del suelo en clase. Eran fruto de nuestro sudor para hacer emerger con la gubia nuestras esculturas y relieves, escondidos en el interior de unos simples tacos de madera. Las astillas de cedro, que huelen de maravilla, dieron un aroma especial al corte argentino de la carne y de las verduras, sometidas al fuego lento.
La talla une mucho a quienes practicamos esta terapia artística, más barata que el siquiatra. Hubo buen yantar, muchas risas y excelente camaradería.
Yo comencé a hablar diciendo: «Seré breve… «. Ahí acabó mi discurso. Las carcajadas de mis colegas no me dejaron seguir hablando. Ya me conocen.
En mi casa era costumbre rifar algunos regalos de empresa que no queríamos consumir (huíamos en conciencia de la sensación de soborno a periodistas). Recuerdo que en una fiesta con mis colegas de TVE, cuando yo dirigía y presentaba el Buenos Días, sorteamos un jamón ibérico procedente de la cesta de Navidad de un banco en crisis. Cuanto más grave era la crisis bancaria, mayor era su cesta. En 1986, le tocó el jamón a José Antonio Maldonado, recién contratado por mí como hombre del tiempo para el Buenos Días. Un hombre generoso. A los pocos días, se presentó en el Pirulí con el jamón recortado en lonchas. Menuda fiesta.
Como ahora soy un abuelo jubilado sin influencia, no recibo regalos/soborno como antes. Por eso, opté por premios simbólicos de bajo coste. Por ejemplo, el tercer premio fue la bandeja de panceta sobrante porque, saciados de carne y verduras a la brasa, fuimos incapaces de asarla y comerla. Menos mal que acompañé la grasienta panceta con una camiseta de propaganda de mi libro. Eso sí le gustó al premiado que fue Toño, el pinche de cocina y gran tallista.
El segundo premio, una taza de propaganda con el titulo de mi libro, fue para Marian, la mujer de Pablo Redondo (Odnoner), un consagrado escultor, el ex alumno de Sandra más bendecido por el éxito.
El primer premio fue mi libro (¡cómo no!) y fue a parar, entres grandes risas, a Fernando, mi colega del taller de Tupatio en marqués de Vadillo, que ya lo había comprado, leído y subrayado. Lo cedió generosamente a Ana, de Primero de Cuenco, que estaba sentada a su lado y aún no lo había comprado.
Los últimos salieron de casa cerca de la media noche. Una tarde/noche maravillosa, llena de buena comida y bebida y mejor humor. Muchas gracias, queridos colegas, por venir a casa. Y muchas gracias, especialmente, a estos dos bailarines, auténticos maestros del espectáculo y del asado argentino.
El final, pedimos a la maestra Krysiak (a coro, naturalmente) un aprobado general. Ya veremos.
Os parecerá mentira, pero hace unos días cobré los primeros derechos por la venta de mi libro «La prensa libre no fue un regalo. Cómo se gestó la Transición». Sorpresa mayúscula. Había olvidado que no escribí mis memorias personales y periodísticas por dinero. Lo hice, naturalmente, por vanidad. Quizás, también, para que algunos me conozcan un poco mejor y, aun así, me quieran.
El caso es que hoy he recibido una foto que han hecho unos amigos de la caseta 82 de Marcial Pons en la Feria del Libro de Madrid y ahí están mis memorias. En primera fila y a la vista.
Me dice mi librero favorito que la venta no ha ido mal y que ya quedan pocos ejemplares para saltar a la segunda edición. Aún estás a tiempo de hacerte con un ejemplar de la primera edición. Quedan pocos.
Empezamos por llenar de amigos y presuntos lectores el salón principal del Ateneo de Madrid (la Cátedra Mayor) en otoño. Presentación emocionante con el teniente general Andrés Cassinello, mi compadre Joaquín Estefanía, y mis amigos Manuel Saco, Nativel Preciado y Antonio Cantón. Así fue mi puesta de largo en el Ateneo.
La «noche de los libros», víspera del Día del Libro, la dedicamos en Marcial Pons a «La prensa libre no fue un regalo» con tres colegas brillantes. Como veis, no paro. No sé si se ha vendido bien mi libro por su calidad e interés o por la lata que doy con tantas presentaciones. Ya me conocéis. Agitación y propaganda («agitprop») a tope.
Estoy muy contento por haberlo escrito, como si fuera libre, en pleno confinamiento. Me quité un peso de encima. Además, me pagan por ello y no me rebajan la pensión.
Seguramente, la publicación de mi libro de memorias periodísticas contribuyó a que mis colegas de la Asociación de la Prensa de Madrid me concedieran el mejor galardón que pueda concebir: el Premio de Honor de la APM a toda una vida dedicado al Periodismo.
¿Qué mas puede pedir un abuelo jubilado como yo? Si lo llego a saber, lo hubiera escrito y publicado mucho antes.
Mi chica, Ana Westley (awestley.com) triunfa hoy en La Voz de Almería. El diario líder de mi tierra publica mi artículo sobre Carmen de Burgos, la más importante defensora de la mujer en el siglo XX y la más odiada por Franco. Colombine sufrió eclipse total y sus obras fueron quemadas durante la Dictadura… hasta que murió el tirano. Ahora, la gran Carmen de Burgos revive en la obra de Asunción Valdés («Revivir. La nueva Carmen de Burgos») y en el óleo espléndido de mi esposa. ¡Qué buen ojo tuvo Toni Cabot, director de Publicaciones del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, al convertirse en editor de esta obra magna de Asunción Valdés!
Para aquellos que, como yo, tengan dificultad para leer la letra pequeña del diario o no puedan ampliar el texto en su móvil, copio y pego a continuación el texto de mi artículo en Word. Ahí va:
Almería, quién te viera… (29)
El despertar de Carmen de Burgos
J.A. Martínez Soler
Una señora de 94 años, apoyada en su bastón y del brazo de su sobrina, se acercó emocionada, a pasos cortos, al caballete que sostenía el óleo de Carmen de Burgos, Colombine, en el aljibe árabe del Hotel Catedral. Sorprendida, y con sus ojos brillantes, al borde de la lágrima, se dirigió Ana Westley, la autora del retrato:
–“Es ella. Es ella. La reconozco. Se parece mucho a mi suegra Pura, su prima hermana”.
La mujer que celebró el viernes, 19 de mayo, el parecido del retrato de Colombine con Pura, la madre de su marido, José Miguel Naveros Burgos, era Emilia Pardo Santayana, madre de mi amigo y colega Miguel Naveros Pardo. Miembros de la familia de nuestra heroína, que tuvieron miedo a hablar de ella durante la Dictadura, se reencontraron con sus recuerdos gracias a este retrato sobre madera (que permanecerá en el Hotel Catedral) y a la obra descomunal de Asunción Valdés (“Revivir. La nueva Carmen de Burgos”) en dos tomos.
Pintura y literatura (óleo y libro) fue un doble lujo para quienes llenamos el aljibe de Jayrán, primer emir de la taifa de Almería, un lugar mágico parar rendir homenaje a la principal defensora de la mujer en el siglo XX, la más odiada por Francisco Franco quizá, y no solo, por sus crónicas de la guerra de África.
También para mí fue una jornada cargada de recuerdos emocionantes. José Miguel Naveros Burgos, sobrino de la célebre periodista, escritora, partidaria del voto femenino y del divorcio, pedagoga, masona, defensora de los derechos de la mujer, contraria a la pena de muerte y a la violencia de género, fue el primer periodista de carne y hueso que conocí en mi vida cuando yo era adolescente. Frecuentábamos la biblioteca Villaespesa del Paseo y la redacción del Yugo donde yo publiqué mi primera crónica juvenil.
Años más tarde recibí, no sin emoción, un premio con el nombre de Naveros Burgos. Su hijo, Miguel Naveros, fue quien me llevó, en 2009, ante la tumba de Carmen de Burgos en el Cementerio Civil de Madrid. Junto a Federico Utrera (Autor de “La voz silenciada” de Canal Sur), Marijé Orbegozo y José Luis Martinez, editor de La Voz de Almería, entre otros, nos juramentamos para resucitar la figura de nuestra paisana Carmen de Burgos, cuyo nombre fue borrado de la memoria colectiva de España (sufrió la “damnatio memoriae” de los romanos) y sus más de 250 obras, condenadas al fuego inquisitorial del franquismo. Su nombre (el único de mujer) fue incluido, con el número 9, en la lista de autores prohibidos. Fue un eclipse total de Carmen durante toda la ominosa Dictadura… hasta que murió el tirano.
Nuestros colegas de la Asociación de la Prensa de Almería alzaron esa misma antorcha de recuperación de la memoria y convencieron al alcalde, Luis Rogelio Rodríguez Comendador Burgos, para que dedicara el Paseo Marítimo a Carmen de Burgos. Un gesto que honra a un alcalde del PP, pariente de la propia Colombine, y que le agradecemos. Lo cortés no quita lo valiente.
También compartimos unas risas con la madre de mi amigo Naveros, al recordar la relación de su hijo (del PSOE) con el alcalde (del PP), ambos parientes de la grandísima Carmen de Burgos. Cuando se cruzaban por las calles de Almería, Luis Rogelio le saludaba con un “Adiós, primo”. Mi amigo Naveros solía replicarle diciéndole “No me llames primo”.
Asunción Valdés (periodista, ex directora del Telediario de TVE y ex jefa de prensa de la Casa Real), presentó su biografía de Colombine con brillantez y glosó la figura de nuestra paisana con calidez y admiración. Su obra comienza con esta cita: “En 1916, preguntaron a Carmen de Burgos “¿Cuál será su legado póstumo?”. Ella respondió: “Mi resurrección”.
Su respuesta fue profética. Ana Westley, con su pintura, y Asunción Valdés, con su escritura, están contribuyendo a resucitar su legado. Los almerienses defensores de los derechos de la mujer estamos en deuda con ellas.
Al concluir su disertación, Asunción nos encomendó algunas tareas que no debemos olvidar: “Recordar a personas importantes, injustamente olvidadas, es una obligación para periodistas y docentes. Debemos conseguir que el nombre de Carmen de Burgos se incluya en los libros de texto. Los alumnos de Almería deben conocer la vida y la obra de su ilustre paisana. También los de Andalucía y España entera”.
Podríamos empezar, por ejemplo, por incorporar algunas de sus obras a la “Biblioteca Martínez Soler” del Centro de Profesores de Almería (que lleva el nombre de mi hermana, defensora de los ideales de Carmen de Burgos). Y seguir incluyendo su nombre en los libros de texto de Enseñanza no universitaria.
Por lo que Liborio López García, subsecretario del ministerio de Educación, nos dijo hace poco en el Ateneo de Madrid, me conta que el Gobierno quiere introducir el nombre y las ideas pioneras de Carmen de Burgos en sus reformas educativas. Según el subsecretario, “las ideas de Colombine sobre la Enseñanza tienen una rabiosa modernidad y no solo para su época”.
Para quien quiera saber más de la primera periodista española en nómina y primera corresponsal de guerra, la más notable defensora de os derechos de la mujer, puede acudir al portal Carmen de Burgos, recién incorporado con 324 registros, a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Su creador, Roberto Cermeño, nos lo recomendó apasionadamente al presentarlo en el aljibe de Jayrán.
La vida de Colombine, según Asunción, es la de una superviviente “con inteligencia darwiniana”. Chales Darwin dijo que no sobrevive la especie más fuerte sino la que mejor se adapta a los cambios. Y eso hizo nuestra heroína con valentía y seguridad en sí misma para libarse de un marido maltratador y buscarse la vida en Madrid con su única una hija. En sus novelas se aprecia una fuerte carga autobiográfica: “La mal casada”, “El último contrabandista”, “Puñal de claveles”, etc.
Después de las intervenciones emocionantes de Asunción Valdés, mi colega, y de Ana Westley, mi esposa y maestra en feminismo, no encuentro palabras para cantar mejor que ellas las excelencias de esta almeriense tan ilustre y tan injustamente sepultada durante 40 años de Dictadura. Mil gracias a Asunción Valdés y a Ana Westley por contribuir a la resurrección anunciado por la propia Carmen de Burgos. Y al hotel Catedral por albergar el retrato que mi chica ha pintado de ella con mucho gusto y emoción.
A la entrada en el aljibe árabe construido por de Jayrán, está expuesta mi talla del primer emir independiente de la Taifa de Almería. El óleo pintado por mi chica y mi talla en madera de cedro, unidos en el aljibe del Hotel Catedral. ¿Qué más puedo pedir?
¿Por qué voy, a mucha honra, el último de la lista del PSOE en Almería? Sencillamente porque me gustaría ayudar a que Adriana Valverde, mi candidata favorita, fuera la próxima alcaldesa de Almería.
Yo te veo, querida Adriana, como alcaldesa de Almería, la ciudad donde nací y donde, en la calle Juan del Olmo (ente el Quemadero y la Plaza Toros), mamé los ideales socialistas de mis padres. Voy como independiente en el puesto 27 de tu lista porque, como periodista, no debo someterme a disciplina de partido, religión o equipo deportivo (nunca lo hice), pero mi corazón, tú lo sabes, comparte tus ideales socialdemócratas. Y soy un patriota almeriense, andaluz, español, europeo y ciudadano del mundo y eso me obliga a actuar y a no rendirme frente a la injusticia, la desigualdad y la ignorancia.
Por el bien de mis paisanos almerienses (los nacidos aquí y quienes adoptaron nuestra ciudad como propia), deseo tu victoria electoral. La tuya será una alcaldía para la esperanza en un futuro mejor frente al inmovilismo y el conformismo del pasado que nos ofrecen el PP y VOX. Será una victoria no solo para los del Paseo, para los que Feijóo llama “la gente de bien”, sino también para todos los barrios olvidados por el PP.
Mis paisanos del distrito 5º dirán que soy un optimista sin remedio. Ya me lo dijeron cuando, hace unos años, regresé a mi tierra como profesor titular de la UAL, y fui con Santiago Martínez Cabrejas, también con el número 27, el último de la lista del PSOE, un puesto de honor que me trajo suerte. Ya lo veréis.
La derecha almeriense, que entonces incluía a algunos nostálgicos del franquismo que hoy son de VOX, daba por segura la victoria de Megino, aquel alcalde enemigo de Los Coloraos que prohibió tocar La Marsellesa a la banda municipal. ¡Menudo cipote! Los himnos liberales del siglo XIX (el de Riego, el de Garibaldi, la Marsellesa y el himno nacional) se tocaban en Almería desde hacía casi doscientos años. Los amigos de la libertad recurrimos a la banda municipal de Berja para mantener una tradición liberal interrumpida solo durante la ominosa tiranía de Franco. Volvió a sonar La Marsellesa en la Plaza Vieja, don Juan Megino perdió la alcaldía y nuestro Santi, un alcalde entrañable, tomó el mando en Almería.
Ya sé que se trata solo de una anécdota menor sobre la intolerancia de la derecha almeriense. Pero, los símbolos, por pequeños que sean, cuentan porque condensan sentimientos, emociones e identidades que nos definen. Los del PP que nos gobiernan le tienen ojeriza al Pingurucho de Los Coloraos y quieren quitarlo de la puerta de Ayuntamiento. El monumento a los mártires de la Libertad, ejecutados por Fernando VII, el rey felón que restauró la Inquisición, les da repelús. A mí me gusta. Y a Adriana, también.
Pero no vamos a ganar el Ayuntamiento solo para salvar los símbolos de nuestra identidad histórica. Queremos ganar el Ayuntamiento para cambiar Almería, 20 años en manos de pusilánimes conservadores que se contentan con poco (y generalmente solo para ellos), para ponerla en el mapa del progreso, con autopistas y ferrocarriles del siglo XXI, con un puerto abierto que no tenga que envidiar al de Alicante y un paseo, desde el Zapillo hasta Pescadería, pasando por el Cable Inglés, que compita con el de La Concha de San Sebastián. Una Almería con más y mejor empleo, con más riqueza, mejor repartida, y menos pobreza, con más y mejores servicios sociales, con más cultura y menos ignorancia, para que podamos presumir de ella con orgullo y con razón.
Como los líderes de mi padre, Indalecio Prieto o Julián Besteiro, yo soy socialista a fuer de liberal y como ellos, yo también quiero una Almería moderna y ejemplar, que nos garantice un futuro de progreso para mejorar la vida de todos los almerienses y para reducir la desigualdad, la injusticia y la ignorancia que sufren muchos de nuestros paisanos. Quiero un futuro de esperanza y no un regreso al pasado que beneficie solo a los de siempre. Quiero una Almería más feliz.
Con Adriana ha llegado la hora feliz del cambio y no más de lo mismo. Y es que, para superar el abandono de Almería, durante dos décadas, la Democracia nos ofrece algo maravilloso: la posibilidad de la alternancia en el poder gracias al voto responsable de los ciudadanos. Paisano: no pierdas esta oportunidad para nuestra ciudad. ¡Atrévete!
¡Almería, quién te viera… con Adriana de alcaldesa!
Un retrato al óleo y un libro sobre Carmen de Burgos (1867-1932), la principal defensora de la mujer en el siglo XX, serán presentados el viernes, 19 de mayo a las 12:00h. en el Hotel Catedral de Almería. Con este motivo, ayer publiqué en La Voz de Almería este artículo:
Mi artículo en La Voz de Almería, 14 de mayo 2023, sobre Carmen de Burgos
Ya que algunos jubilados, como yo, pueden tener problemas para leer la página del diario, copio y pego a continuación el mismo texto en Word.
Retrato al óleo sobre madera de Carmen de Burgos obra de Ana Westley (awestley.com)
Almería, quién te viera… (28)
J.A. Martínez Soler
Carmen de Burgos (libro y óleo) en el barrio donde nació
Nuestra paisana, Carmen de Burgos, principal defensora de la mujer en el siglo XX, nació en la calle Mariana, con vistas a la Plaza Vieja. Por eso, Asunción Valdés y Ana Westley (awestley.com) le rendirán homenaje, con un libro y un retrato al óleo, respectivamente, el próximo viernes, 19 de mayo a las 12.00 horas, en el aljibe árabe del hotel Catedral, muy cerca de donde nació “la divorciadora”, la mujer más odiada y perseguida por el dictador Francisco Franco.
Carmen de Burgos, Colombine, primera española redactora en nómina, primera corresponsal de guerra, pionera del feminismo moderado, defensora de la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, contraria a la pena de muerte, pragmática, posibilista y testaruda, fue una adelantada a su época. Todos los defensores de los derechos de la mujer estamos en deuda con ella.
Para saldar en parte esa deuda, dos mujeres excepcionales le rendirán honores en su tierra. Mi colega y amiga Asunción Valdés (ex directora del Telediario y ex jefa de prensa del rey Juan Carlos I) lo hará presentando su ópera prima (que para mí ya es su “obra magna”) dividida en dos tomos: “Revivir. La nueva Carmen de Burgos”.
Asunción Valdés, con su obra, acompañada, de pie, por Ana Westley, autora del retrato de Carmen de Burgos.
En 1916, preguntaron a Colombine cual sería su legado póstumo. Proféticamente, ella respondió: “Mi resurrección”. Asunción le da la razón. Ana Westley (mi esposa, almeriense consorte desde hace 54 años y mi maestra en feminismo), también pone sus pinceles al servicio de su resurrección, dándole un porte elegante y maduro, segura de sí misma.
Carmen murió, republicana, en 1932, y al terminar la guerra civil, en 1939, Franco incluyó su nombre (la única mujer) en la lista de autores prohibidos y mandó quemar todas sus obras, más de 250. La condenó a la danmatio memoriae, un castigo fatal inventado por los romanos para borrar la memoria de sus adversarios más temidos. Fue perseguida por subversiva por el general Saliquet, almeriense consorte de triste memoria, siete años después de muerta. La única fallecida encausada. Sus libros fueron quemados en la desembocadura del río Andarax. La Dictadura decretó el eclipse total de una de las mujeres más importantes del siglo XX. Hasta que murió el tirano. Un año después, en 1976, comenzó su resurrección. La librería/editorial Cajal publicó entonces “Carmen de Burgos, defensora de la mujer”, avance de la tesis doctoral de Elizabeth Starčervić.
Los almerienses, incluso los más interesados en la defensa de la mujer, no sabíamos quien era Colombine. Como ella, yo soy almeriense, periodista, feminista, laico, ateneísta y de corazón republicano… y no tenía ni idea de quien era Carmen de Burgos. De joven, descubrí la figura de esta paisana mía por puro azar. Con 21 años, trabajé en TVE para investigar y documentar el programa “España, Siglo XX”. En la hemeroteca se me apareció, por primera vez, Carmen de Burgos con sus “Notas femeninas”. En ellas, colaba con disimulo sus ideas europeas y modernas en una sociedad atrasada, intolerante, anclada en el pasado. Ella quería “adelantar la civilización en España”, el sueño de Azaña.
El segundo flash de Colombine lo recibí cuando, hace 14 años, mis colegas almerienses Miguel Naveros y Federico Utrera (coautor de “La voz silenciada. Memorias de Colombine”) y la escritora Marijé Orbegozo me llevaron un día al Cementerio Civil de Madrid. Fue en octubre de 2009. Asistí allí a un emotivo homenaje. Hubo música de Bach y Casals y poemas de José Hierro, Pablo Neruda y Miguel Hernández, flores tricolor y discursos de María Soriano y Concha Núñez, ante la tumba recién restaurada de Carmen de Burgos. Está muy cerca del mausoleo de Nicolás Salmerón.
Con Marijé Orbegozo, Federico Utrera y Miguel Naveros, pariente de Carmen de Burgos, entre otros, en el Cementerio Civil de Madrid en octubre de 2009 ante la tumba de Colombine.
Aquella conmemoración íntima de la muerte de Carmen de Burgos (ocurrida hace ahora 91 años) despertó definitivamente mi interés y el de mis colegas por rescatar la memoria, verdaderamente democrática, de nuestra paisana. Muy pronto, al conocer parte de su obra (La rampa, Puñal de claveles, El arte de ser mujer, etc.) la fuimos descubriendo como una “figura descomunal y universal”, tal como como la define Concha Núñez, su gran biógrafa. (Por cierto, publicó su “Puñal de Claveles” en 1931, un año antes de que Federico García Lorca publicara su “Bodas de sangre” sobre el mismo crimen de Níjar (Almería). Carmen había crecido en Rodalquilar, muy cerca del lugar del trágico suceso y Federico había vivido en Almería donde conoció los hechos que relató la prensa).
Desde que empezamos a conocer su obra, pregonamos, con éxito desigual, las excelencias de Carmen de Burgos. Triunfó en La Sorbona y en otras universidades europeas y americanas. Como pionera, se anticipaba a sus colegas. De ella dice Wikipedia que “defendía la libertad y el goce de vivir”. La dulzura de vivir… ¿Cómo no admirarla y, por tanto, quererla? Lástima que, hasta que recuperamos la libertad en España, haya sido tan desconocida para nosotros.
«Revivir. La nueva Carmen de Burgos», obra de Asunción Valdés.
El 2 de mayo de 1939, el diario Arriba publicó un comentario, titulado “Letras de humo”, celebrando la quema de libros: “Con esta quema de libros también contribuimos al edificio de la España, Una, Grande y Libre. (…) En España los hombres jóvenes tienen el valor de quemar vuestros libros y, sobre todo, de quemarlos sin un gesto de aflicción”.
Siguieron la línea de la España intolerante del inquisidor Torquemada quien, en el siglo XV, mandó quemar todos los libros no cristianos. Antes de que los nazis y Franco le dieran la razón, el poeta alemán Heine, del siglo XIX, lo tuvo muy claro:
– “Allí donde queman libros, acaban quemando personas”.
Colombine, como diría Machado, era una de esas personas «universales del corazón». Carmen luchó toda su vida contra la injusticia y la ignorancia. Por eso, quienes creemos en la igualdad entre el hombre y la mujer, y la tenemos como modelo ético y profesional, estamos en deuda con ella. Con actos como éste del libro de Asunción Valdés y el óleo de Ana Westley me consta que ambas quieren rescatar la memoria democrática de esta creadora genial, cuya vida y obra nos reconcilia con la condición humana.
“Lleva quien deja y vive el que ha vivido”, escribió Antonio Machado. Carmen de Burgos viajó y vivió apasionada e intensamente, hizo muchas preguntas para conocer lo diferente y, con sus obras salvadas de la hoguera por sus admiradores, nos ha dejado mucho. Por eso, ni siquiera Franco, con todo su poder y su odio, consiguió borrarla del mapa. La damnatio memoriae no le funciono al tirano. Carmen de Burgos resucita cada día en nuestra memoria. El próximo viernes lo hará de nuevo en su barrio. Así sea.
Hoy, 11 de mayo, hace 54 años que me casé con esta chica (awestley.com). Era un poco hippy, lista y guapa. Lo celebraremos en Sigüenza. Cuento el viaje de novios (¡a Las Hurdes!) en mis memorias (La prensa libre no fue un regalo) que os recomiendo. No te lo pierdas. Fue una boda guay. ¡Happy aniversary, my love!
Foto de la boda, celebrada bajo los pinos de Canillas (Madrid)
Así era mi chica (awestley.com) cuando nos casamos
En mi libro de memorias, («La prensa libre no fue un regalo») cuento mi boda. No te la pierdas. Ahí van unas páginas…
¿Viaje de novios? A Las Hurdes…Pag.107 de mis memorias («La prensa libre no fue un regalo»).
«Con usted será más feliz…» Pag 108
Ninguna boda como a mía… Pag. 109
La bula del Papa… Pag. 110.
«Tu pueblo será mi pueblo». Pag 111
Tortilla nupcial… de patatas. Y curas obreros. Pag 112
«Oiga, don Pedro, ¿esto vale? Pag 113
Otro día os puedo amenazar con contaros la mili… ¡Menuda mili! El que avisa no es traidor.
La coronación faraónica, casi mitológica, del rey Carlos III nos ha recordado la muerte de su madre Isabel II y la de nuestro querido Truso. La reina y nuestro gato murieron a la vez, en septiembre de 2022. Hoy hemos visitado su tumba, que mi nieto Leo ha adornado con alegrías frescas.
Truso, un gato precioso con rasgos de lince, murió atropellado por un coche que no respetó el límite de velocidad. Lo enterramos en el jardín y mi nieto Leo decoró su lápida. A los pocos días, después de seguir los funerales de la reina inglesa, omnipresentes en televisión, encontré a Leo firme, en silencio. ante la tumba de Truso. Al término de su minutos de silencio, Leo dedicó a Truso la misma reverencia que había observado en el público inglés al despedir a su reina muerta. Inclinó su cabeza, con cierta solemnidad, y se alejó de la tumba.
Cada vez que alguien recuerda los funerales de Isabel II o, como hoy, la coronación de su hijo Carlos III, no puedo evitar un ataque de ternura por la reacción de mi nieto Leo y el recuerdo de nuestro querido Truso.
Hoy es, según la UNESCO, el Día mundial de la Libertad de Prensa. Una ocasión especial para honrar y recordar a nuestros colegas, que caen muertos o son heridos, secuestrados, encarcelados y perseguidos por defender la libertad de prensa, por publicar algo que alguien no quiere que se publique. Se trata de la libertad, tantas veces pisoteada, de poder contar lo que pasa. Es un derecho de todos los seres humanos, no solo de los periodistas.
Con mi libro reciente («La prensa libre no fue un regalo»), escrito durante la pandemia, yo pongo mi granito de arena en favor de la libertad de prensa. Me costó revelar situaciones dolorosas sufridas durante la Dictadura. Lo escribí por mis hijos y nietos. Me alegro de haberlo hecho. Puede ser un buen regalo para los jóvenes que tuvieron la suerte de no sufrir la falta de libertad durante la Dictadura.
La libertad de prensa siempre está en peligro. Hay que defenderla en posición de alerta permanente. La libertad, como el oxígeno, solo la notas cuando te falta. Luchemos por ella. No nos tocó en una tómbola.
La Unión Europea se ha unido hoy a la UNESCO para recordar conjuntamente que, en la actualidad, la libertad de expresión es más crucial que nunca para todos los demás derechos humanos y contribuye decisivamente a “configurar un futuro de derechos”.