En una semana, he leído en EE.UU. más noticias sobre mi país (sobre todo, por el «MeToo» español) que en todos los años que he vivido aquí. El «machismo» en nuestro fútbol es tratado en el New York Times casi como un asunto local.
Como estudiante (1976-77), como corresponsal de PRISA (1987-88) y como corresponsal de RTVE (1995-96) apenas he leído más que los encierros de Pamplona, la «tomatina» y algunos penitentes de Semana Santa.
Por eso, me ha llamado tanto la atención la enorme presencia española diaria en las portadas de los periódicos y en las cadenas de televisión de Estados Unidos.
Pensé: «Al fin, aquí somos alguien para lo bueno y para lo malo».
Para lo malo, por lo más bajo, el beso no consentido del «macho» Rubiales.
Para lo bueno, por lo más alto, la recepción apoteósica de Carlos Alcaraz en Nueva York para defender su título de campeón del US Open.
La agresión sexual de Rubiales a Jennifer Hermoso, una de las campeonas del fútbol mundial, recibe aquí el tratamiento de una noticia casi local. No en vano, el inglés ha importado del español la palabra «machismo», una lacra muy presente en todas las Américas. También en Europa…