Anoche, escuchando poemas de Rodolfo Serrano, con más de cien amigos y/o admiradores suyos, pensé que no todo estaba perdido para España. Algunos dirán !qué tonterías nos cuenta este jubilado! Y no les faltará razón, si nunca se han estremecido con un poema de amor o de desamor. Imaginaos: ayer mismo, viernes, una tarde espléndida de primavera en Madrid, donde la oferta de ocio y diversión es infinita. Cien personas sentadas y muchas otras de pie, de todas las edades, abarrotan la noble Biblioteca del Ateneo de Madrid. Conozco y quiero mucho a mi amigo Rodolfo Serrano, pero nunca pude imaginar que convocaría a tanto público ansioso de beber sus versos en directo. Yo cambié mi partido de tenis por sus poemas. Y no me arrepiento. Valió la pena. Gracias, Rodolfo, por emocionarnos con tu poesía y tu calor humano tan inconfundible y valioso.
Copio y pego el comentario que Rodolfo ha colgado hoy en las redes sociales:»Ayer viví uno de esos instantes únicos en la vida. Un grupo de amigos llenaron la Biblioteca del Ateneo de Madrid para hablar de mi poesía y mi trabajo: Joaquín Estefania, mi jefe en El Pais y Joaquín Pérez Azaústre, mi amado poeta y amigo, condujeron un acto que me arrancó las lagrimas del alma. Cómo no emocionarme al ver tantos viejos amigos que habían venido a abrazarme. No debo dar nombres. No quiero olvidar a nadie. Solo diré que alli estaban desde mis antiguos y queridos compañeros de El País a queridos amigos juveniles de Palomeras. Y yo, aguantando las ganas de llorar y abrazarme a todos. Sí mencionaré a mi hijo Ismael que, acompañado al piano, con tanta maestría y delicadeza, por Jacob Sureda, cantó algunas de sus hermosa canciones. Y agradecer a Eboli de Merr y a Anita Wonham que recitaran con tanto sentimiento mis poemas. La vida, a veces, te manda una caricia que te cura todas las heridas. Ya lejana mi juventud y, tras tanto dolor de enfermedades y tristezas, sentirme querido y abrazado es algo muy hermoso que he tenido la suerte de experimentar. Gracias a cada una y cada uno de los que vinisteis. Gracias al Ateneo de Madrid – Sección de Literatura por su hospitalidad. Gracias».
No me atrevo a copiar aquí alguno de los poemas que escuchamos ayer. No sé cual elegir. Prefiero acabar con los cinco versos que Rodolfo ha publicado en la contra cubierta de su último libro «El frío de los días»:
¡Enhorabuena, Rodolfo, y gracias!
Como en aquella película «Esplendor en la hierba», que recordamos ayer en nuestro Ateneo, «la belleza perdura en el recuerdo».