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Vocación de libertad. Carmen de Burgos

Pensado para estudiantes de bachillerato, el poeta Alejandro Pedregosa canta la vida y milagros de mi paisana y colega Carmen de Burgos, la mujer, pionera y audaz, más odiada por Franco. Fue tan silenciada (y sus 150 novelas tan prohibidas y quemadas) que pocos la conocen. Le aplicaron lo que los romanos llamaron «Damnatio Memoriae», la destrucción de su memoria.

Ángeles Caballero, Alejandro Pedregosa y Roberto Cermeño, en el Ateneo de Madrid

Da gusto leer este libro. Es una semblanza “evocadora y atractiva” para los estudiantes. Entretiene, enseña y estremece. La periodista Ángeles Caballero, que acompañó al autor en su presentación en el Ateneo de Madrid, reconoció que el libro le arrancó unas lágrimas. No me sorprende. La obra está primorosamente ilustrada por Carmen F. Agudo.

Desde muy joven, Carmen se dio a la lectura. Su padre colocaba los libros prohibidos en la estantería más alta. La niña los descubrió subida en un taburete. Le cambió la vida. Antes de que Federico García Lorca escribiera “Bodas de sangre”, Carmen de Burgos ya había publicado su “Puñal de claveles” sobre la misma boda trágica del Cortijo del Fraile, tan cerca de su casa en Rodalquilar (Almería). En la lista negra de autores prohibidos por el dictador Franco, con el número 9, Carmen de Burgos, Colombine, luchadora por los derechos de la mujer (divorcio, voto femenino, aborto, etc.), es la primera mujer condenada entre grandes autores mundiales como Voltaire, Rousseau, Gorki, etc.

La Colombine muere, famosa y republicana, en 1932, en la calle Princesa, 12 de Madrid. Esa fachada está pidiendo a gritos una placa con su nombre. ¿A qué esperamos? Mi esposa (awestley.com) y yo somos admiradores de la vida y la obra de Colombine.

Retrato de Carmen de Burgos, Colombine, obra de Ana Westley, que se expone permanentemente en el Hotel Catedral de Almería.

El autor termina su Epílogo con estas palabras:

“Para los censores era importante que la obra de Carmen no llegara jamás a las nuevas generaciones, que su vocación de libertad no anidara en las mujeres y los hombres del provenir. Si tienes este libro entre las manos, es porque no lo consiguieron”.

Muchos jóvenes acuden a la presentación. Se llenó la sala y se agotaron los libros.

La Biblioteca Nacional abre hoy una Exposición sobre Carmen de Burgos. No te la pierdas. 

En el Ateneo conocí a Montse Burgos que no es pariente de la Colombine sino admiradora como yo. Ambos somos «colombinos». Ella ha interpretado un monólogo poniéndose en la piel  de Carmen de Burgos. Con su permiso, lo copio y lo pego:

Monólogo Carmen de Burgos. De Rodalquilar al olvido

Autora: Montse Burgos – Con recopilación de textos de su autobiografía

Parece que huele a mar…y a hierbas del campo…huele a Rodalquilar, ese rinconcito de Almería donde se formó libremente mi espíritu y donde se desarrolló mi cuerpo, en una infancia feliz, asilvestrada…en ese lindo valle andaluz, junto al cráter de un volcán…a orillas del mar…frente a la costa africana.

Cómo echo de menos esa tierra mora!…aunque escapé de allí hace ya….no recuerdo…

Consta que fui bautizada como María del Carmen Ramona Loreta de Burgos Seguí, el 19 de diciembre de 1867, y algunos dicen que nací el 10 de diciembre en Almería, a mí—siempre me gustó eso jugar al despiste con mi edad.

A los 16 años me enamoré perdidamente de un periodista almeriense, me doblaba la edad y mi padre se opuso a nuestra unión, pero yo me salí con las mías. No sabía lo que me venía encima. Arturo resultó ser un hombre que vivía en las tabernas, ¡qué hombres!, el mejor…asadito y con limón.

Me di cuenta de que si quería escapar de aquel maltratador debía encontrar un trabajo que me permitiera emanciparme, por eso comencé a estudiar por la noche y a escondidas para sacarme el título de maestra.

En aquel periodo conocí el dolor de tres partos, en los que fui viendo morir a mis hijos…la muerte entre mis brazos, la fiebre que me vuelve loca y mi rebeldía que crece. La muerte me hace más fuerte mientras me debilita.

En mi último parto nació mi hija María, ahora me debía entregar a mis tareas de madre, ya que no era feliz como esposa. Pero cuando María tenía 4 años cogí una maleta, mi título de maestra y escapé a Madrid.

Comencé a enseñar en una escuela elemental y me destinaron a Guadalajara. Pero mi gran pasión era convertirme en periodista. Ya había colaborado en el periódico que mi suegro tenía en Almería. Llevé mis artículos sobre la condición de la mujer a distintas redacciones y conseguí que el periódico el GLOBO, me diera una columna fija.

Fue en 1903, Augusto Suárez de Figueroa fundó el DIARIO UNIVERSAL y me llamó para contratarme. Fui la primera mujer periodista de España.

Me bautizó con el que fue mi nombre de batalla: COLOMBINE, pseudónimo con el que firmaba en mi columna diaria “Lecturas para la mujer”. En ella hablaba de moda y modales, todo muy fino, pero a la vez iba deslizando ideas liberalizadoras que venían de Europa.

En 1904 escribí El divorcio en España, un libro colectivo, porque por entonces también teníamos ese discurso de lo colaborativo que tanto se lleva ahora. La diferencia es que en vez de un email nos echábamos cartas al buzón y en vez de facebook nos reuníamos en los cafés.

Cómo me gustaba el ambiente de Madrid!, no me perdía una tertulia, ni una conferencia, en una de ellas conocía a Ramón, mi gran amor Don Ramón Gómez de la Serna. El entonces tenía 20 años, yo 41.

“Amor a primera vista”, cómplice e igual, un hombre para crecer junto a él, mi gran amor con el que compartí los grandes momentos de mi vida.

Otra de mis pasiones fue viajar, gracias a mi título de maestra conseguí una beca para estudiar los sistemas educativos en otros países, lo que me llevó a descubrir Europa. En Francia, en Italia, frecuentaba los salones literarios…así que cuando volví a España decidí montar mi propio salón literario y todos los miércoles a las cinco en punto comenzaba en mi casa LA TERTULIA MODERNISTA.

Por mi casa pasaron escritores, periodistas, músicos, pintores, poetas…de allí salió la REVISTA CRÍTICA, la que tanto incomodó a los políticos de la época, por lo que decidieron enviarme al destierro de una escuela a TOLEDO. Mi encierro en Toledo me volcó en la escritura, de este tiempo son algunos de mis mejores libros.

En 1909 estalló la guerra entre España y Marruecos, hice lo que pude para que el periódico me mandara como corresponsal de guerra. Al final lo conseguí, antes de mí ninguna mujer había estado en el frente, por fin podría contar el punto de vista de COLOMBINE. Fui la primera mujer corresponsal de guerra en España.

Primero me enviaron a Málaga, junto las damas de la Cruz Roja, pero poco a poco me fui acercando a Almería y de allí un barco me dejaría en Melilla desde donde llegué a la trinchera y pude presenciar con mis propios ojos el horror de la guerra.

Yo era una mujer armada con un block de notas y un lápiz.

En verano de 1909 se cantaba esta coplilla en España:

“Ni me lavo ni me peino Ni me pongo la mantilla Hasta que venga mi novio De la guerra de Melilla Melilla ya no es Melilla Melilla es un matadero Donde van los españoles A morir como corderos”

Unos veinte días después, volví a Madrid y aún con el olor a la pólvora en mi piel escribió un artículo titulado ¡Guerra a la Guerra! Defendiendo el derecho a la objeción de conciencia, porque todo hombre debe, ante todo y cueste lo que cueste, negarse a tal servidumbre.

Nunca supe de dónde me salía esa rebeldía, esa necesidad de ser libre…era incansable…mis siguientes retos: el divorcio y el voto de la mujer

No pasó ni un solo día en mi vida sin que escribiera algo sobre la mujer.

En 1913 se consiguió el voto femenino en Noruega, me marché para encontrarme con ellas y escribir sobre su conquista. Me acompañaba mi hija María, así que aprovechamos para recorrer Europa, una Europa convertida en polvorín.

En 1914 viajábamos hacia Rusia en tren, en Berlín nos detuvieron como presuntas espías rusas. Afortunadamente pudimos aclarar el motivo de nuestro viaje y eso nos salvó de que nos fusilaran.

Tras aquella terrible experiencia el corazón comenzó a darme problemas, pero yo continué escribiendo y luchando.

Me sumé a la lucha del Partido Republicano Radical y empecé a dar mítines políticos por doquier.

Mientras tanto Ramón había llegado a ser un escritor de renombre. En una de sus comedias actuaba mi hija María, en el estreno me esperaba una amarga sorpresa, durante una de mis ausencias ella y Ramón se habían hecho amantes.

Aunque después de un tiempo, mi hija, perdida en la cocaína y las crisis nerviosas, había vuelto a casa, y Ramón volvió a París, las cosas no volvieron a ser como antes. El dolor pega directo al corazón, ¿por qué siendo yo tan fuerte, me tocó un corazón tan débil?

En 1931 pude asistir a la llegada de la República, por fin vi mis sueños cumplidos. La Carta Magna reconocía el matrimonio civil, el divorcio y el voto femenino.

Había estado mucho tiempo retirada, escribiendo relatos, desde las sombras de mi dolor. Pero la República consiguió sacarme de mi casa y me presenté a diputada en las elecciones del 33 por el Partido Republicano Radical.

Era presidenta de la Cruzada de Mujeres Españolas y de la Liga Internacional de Mujeres Iberoamericanas. Me eligieron vicepresidenta primera de la Izquierda Republicana Anticlerical. Ingresé en la masonería, fundé la logia del Amor y me otorgaron el grado de Gran Maestre.

Apuraba mis energías para seguir mis campañas, ahora contra la pena de muerte y la prostitución.

Me cogí un vértigo de trabajo. No quise reconocer que mi cuerpo no me seguía, que el volcán de mi corazón se apagaba, seguía empeñada en estar en todas partes y me puse a morir.

El 8 de octubre de 1932, mientras participaba en una mesa redonda sobre educación sexual, comencé a sentirme mal, muy mal. Acudieron dos médicos y llamaron a mi amigo Gregorio Marañón. Me hicieron una sangría, me inyectaron aceite alcanforado, el volcán de Rodalquilar se apagaba.

Yo era consciente de lo que venía después, usé mi poca energía para despedirme: “Tranquilos…muero contenta, porque muero republicana…Viva la república”

Me enterraron en el cementerio Civil de Madrid, un día de lluvia fina…parecía que olía a mar…

En el mundo se habló mucho de mí, hasta que llegó mi verdadera muerte, el general Franco incluyó mi nombre en la lista de autores prohibidos, junto a Zola, Voltarire, Rousseau….. Conforme a los criterios de

¿Vivimos en la Edad de Oro del Periodismo?

Ayer me tocó ser optimista en la presentación del libro (entre manual y enciclopedia) del maestro Juan A. Giner. Rosalía Lloret (CEO de eldiario.es), Andrés Rodríguez (fundador de Spain Media) y el propio Giner también lo fueron. Juan Caño (ex presidente de la APM) dijo que no a la pregunta que nos hizo el autor. Pese a nuestra edad, o precisamente por ello, cualquier tiempo pasado casi nunca fue mejor. Incluso en el Periodismo. Cada uno dio sus razones. Yo pienso, además, con la experiencia de fundar 20 minutos y pasar por 38 empleos, que lo mejor está por venir.

Rosalía Lloret, Juan Caño, Andrés Rodríguez, un servidor y Javier Cremades, nuestro anfitrión.

Quizás la Edad de Oro (como la Edad de la Piedra, del Bonce o la Contemporánea) es mucho decir. Yo llamaría «Siglo de Oro» al Periodismo que nos ofrece Giner de sus encuentros con los más grandes de la profesión en el último medio siglo.

El profesor Juan A. Giner (fundador de Innovation International, 35 años en 74 países) en la presentación de su libro.

¿Periodismo de oro, de plata o de hojalata? Cada uno habla de la Feria según le va en ella. Mi Década de Oro va de 1973 (crisis económica, asesinato de Carrero Blanco y debilitamiento de la Dictadura) hasta 1983 (golpe del 23-F-81, alternancia socialista en el Poder y fortalecimiento de la Democracia).

Ahí cuento mi película sobre «mi» Década de Oro en el Periodismo español (Cambio 16, Doblón, huida de España, y El País). Aunque os parezca mentira, no hablé de mi libro de memorias «La prensa libre no fue un regalo». Me mordí la lengua.

Del 1973 al 1983… ¡Qué diez años conquistando la libertad palabra a palabra! El Poder de Franco, el tirano enfermo, estaba descomponiéndose. Como dijo Julio Cerón (y suele citar Miguel Ángel Aguilar) «cuando murió Franco hubo un gran desconcierto. No había costumbre». Los poderes fácticos del franquismo tenían miedo a la revancha y desconocían la fuerza real de los anti franquistas. Se refugiaron en sus cuevas. Los demócratas no tenían ni idea de la fuerza del decrépito régimen de Franco. También tenían miedo a otra Dictadura militar y a volver a las andadas. El miedo mutuo nos hizo demócratas. Los periodistas aprovechamos aquel vacío de Poder para colar goles a la censura del anciano Franco.

Ya que no lo hice en la sesión de anoche, aquí os recomiendo mi libro donde cuento más detalles de esa década prodigiosa para la prensa casi libre.

La Dictadura no acababa de morir y la Democracia no acababa de nacer. Acostumbrados a la represión franquista, daba la impresión de que no había nadie al timón. Al frente de Cambio 16 y de Doblón y como redactor jefe de El País (y pese a decenas de procesos por delitos de prensa y a ser secuestrado y torturado por guardias civiles franquistas), nunca fui tan libre como periodista hasta que me jubilé en 2014, a los 14 años de fundar 20 minutos.

En broma se preguntó Manuel Vázquez Montalbán:

«¿Contra Franco escribíamos mejor?»

Muchos decían: «Si hubiera libertad, yo haría esto o aquello». Buena coartada o excusa para no hacer nada. Llegó la libertad y siguieron escribiendo los mismos. Entonces, los poderes fácticos («Cuidado , hijo mío, que son los mismos perros con distintos collares», me decía mi madre) perdieron el miedo y salieron de sus cuevas. ¡Qué razón tenía! Los militares, vacunados por el ridículo del 23-F, se quedaron quietos. El Rey bribón los mantuvo en sus cuarteles. En cambio, banqueros, empresarios, políticos, sindicalistas, jueces, reyes, eclesiásticos, etc. recuperaron poco a poco el control.

Con los viejos y nuevos poderes fácticos (entrelazados y reestructurados) al timón, la libertad de prensa se resintió. Se acabo mi Década de Oro. Menos Periodismo libre igual a menos Democracia. Recuerdo un fecha: agosto de 1984 frente al casino de Santander. Se me acerca Jesús Polanco (que estaba sentado en la terraza con miembros de la «beautiful people» del ministro socialista Miguel Boyer y el gobernador Mariano Rubio). Yo les había criticado esa tarde en mi conferencia en UIMP sobre su culpa «in vigilando» por no atajar a tiempo la grandísima crisis bancaria. El dueño de El País, donde yo era entonces redactor jefe, me tomo del bazo, muy cariñosamente, y me dijo:

«Hay que ver cómo te odian mis amigos. Me han pedido tu cabeza».

Naturalmente, incliné mi cabeza ante el segundo faraón de Cantabria (después de Botín) y le dije:

«Córtala. Aqui la tienes».

«No, no, JAMS. Tú tienes toda mi confianza. Solo te lo digo para que lo sepas»

Le repliqué:

«Hubiera preferido no saberlo. ¿Cómo voy a escribir ahora de las posibles fechorías de tus amigos?»

En dos meses, dejé El País y busqué refugio en Televisión Española.

Con Andrés Rodríguez y Juan Caño

Otra fecha: vísperas electorales en 1996. Entrevisto a Felipe González y José María Aznar en TVE. A Aznar no debieron gustarle mis preguntas. Gana las elecciones y no pide mi cabeza. Directamente me la corta como corresponsal de RTVE en EE.UU. No he vuelto a pisar el Pirulí. Pidió al sector que no me dieran trabajo. Fui al destierro, como el Cid. No pude publicar con mi nombre y me refugié en la Universidad. Allí preparé el proyecto de 20 minutos. La libertad de prensa, demediada, ya no era como en la Década de Oro.

Mi segunda mejor década (de plata) es la de jubilado: va desde 2014 a 2024. Con la casa pagada, mi pensión fija asegurada por los emigrantes y mis tres hijos criados, gracias a la directora Encarna Samitier y al grupo Henneo, hablo y escribo, otra vez, en 20 minutos, como si fuera libre. ¿Qué más puedo pedir?

Reír por no llorar con la gran Concostrina

El Ateneo de Madrid recibió anoche por todo lo alto a su nueva socia Nieves Concostrina. Lleno total en la Cátedra Mayor de la Docta Casa media hora antes de que pregonara su último libro «Acontece que no es poco». Aplausos y risas encadenados a sus historias de Reyes y Papas. No dejó títere con cabeza. Temí que, en cualquier momento, entrarían los «grises» de Franco, porra en mano, a detenerla… y a disolver al público cómplice de sus antibulos históricos. Habló como si fuera libre. ¡Qué placer!

Cubierta del libro que presentó anoche Nieves Concostrina en el Ateneo de Madrid

Su obra no tiene desperdicio. El altar y el trono es un filón inagotable para la gran Concostrina, una investigadora sagaz y pertinaz. Como un niño dando patadas a un castillo de arena, nuestra valiente Nieves rompe, en un plis plas, con talento y gracia, la falsa Historia de España que nos han contado en la escuela. Y te ríes por no llorar. Enamorado de su obra, tan benéfica y edificante, me arrodillé para pedirle una dedicatoria para mí y para mi chica, que también es forofa de Nieves. ¿Y quién no?

De rodillas ante Nieves Concostrina.
Pepe Botella, un gran rey culto y abstemio, frente al tirano Fernado VII, el rey felón, que Nieves ha rebautizado como «el mastuerzo» (una mala hierba que crece en las cunetas). Mi colega y paisano Carlos Santos glosó la vida y la obra inmensa de Nieves.
Con este documento de la Inquisición (que restauró el mastuerzo), Nieves destroza el bulo del 2 de mayo.
Tres bulos más: Ni don Pelayo en Covadonga, ni Santiago matamoros en la batalla inexistente de Clavijo ni la Virgen en carne mortal sobre su pilar en Zaragoza. Grandes inventos muy rentables para papas y reyes.
No podía faltar la falsa «Tizona» del Cid Campeador, un mercenario para el mejor postor, por la que que la Junta de Castilla y León pagó más de un millón de euros. Otra victoria/trampa del Mío Cid diez siglos después de muerto.
Otro gran descubrimiento de su charla fue esta foto del león de Las Cortes que luce unos huevecillos como los del caballo de Espartero.

No te pierdas su último libro. Risas y lágrimas aseguradas. Y la convicción de que, como dice Nieves, «cualquier tiempo pasado fue anterior» y, desde luego, mucho peor. Vamos avanzando…