Me pongo a ello más contento que unas pascuas.
Como escultor aficionado la talla en madera acabo de dar un salto cualitativo. He recibido mi primer encargo de un cliente muy especial. Os parecerá una minucia, pero yo me siento muy honrado.
Como regalo por su décimo cumpleaños, mi nieto Leo me ha pedido que le talle el escudo de su equipo favorito de fútbol. Me siento alguien.
Además, esta noticia familiar ha coincidido en el tiempo con otra que ha venido a engordar mi ego que, como saben quienes me conocen, es insaciable.
Nuestra maestra de tallasmadera.com, Sandra Krysiak, ha incluido mi primera obra seleccionada y catalogada por la AEPE (Asociación de Escultores y Pintores de España) en su página de «Alumnos que triunfan». Gracias ¿Qué más puedo pedir?
Esto me anima a terminar y lijar las obras que tengo a medias para acudir con ellas a futuras exposiciones. El pasado curso celebramos un aprobado general por todo lo alto. Se me está subiendo a la cabeza esto de la talla… Pensar con las manos me ayuda a escribir. De hecho, mis memorias («La prensa libre no fue un regalo», en Marcial Pons) le deben mucho a la talla. Tampoco el nuevo libro («Franco para jóvenes», que sale el próximo 4 de noviembre en Catarata), escrito a cuatro manos con mi hijo Erik, hubiera sido posible sin la terapia emocionante de la gubia, el formón y la puñetera veta de algunas maderas nobles.
Aunque en el caso de este libro (gran regalo navideño para hijos y nietos) ha influido mucho el tenis que Erik y yo practicamos todos los sábados antes de discutir cada capítulo (palabra a palabra) de «Franco para jóvenes». Sobre todo después de su éxito en Movistar+ y RTVE play con su documental «¿Preparados para el Tsunami?». Siempre me tuve por un inútil en la expresión artística, pero voy mejorando. Los éxitos de mi chica (awestley.com) en la pintura, después de haber dejado el periodismo como primera presidenta/fundadora de 20minutos), me anima a seguir con la talla.
Ahí van algunas de las obras que tallé tras jubilarme como director general de 20minutos y cambiar la pluma por la gubia… y la raqueta.