Si supieran algo de Franco, se les helaría la sonrisa. Por eso, acaba de llegar a las librerías «Franco para jóvenes» (Editorial Catarata) escrito a cuatro manos entre mi hijo Erik Martínez Westley y yo. En 2025 (el 20-N) se cumplirá medio siglo de la muerte de este dictador que tuvo todo el poder en sus manos durante casi 40 años. Por su culpa, el miedo habitó entre nosotros. Lo queramos o no, aún perdura.
Para la presentación del libro contamos con dos personajes de postín a quienes admiro desde hace décadas por su lucha contra la Dictadura y en favor de la Democracia. Son Paquita Sauquillo, política y abogada, y Fernando Martínez López, catedrático de Historia Contemporánea y Secretario de Estado de Memoria Democrática. Los demócratas estamos en deuda con ellos.
Además de la Economía, me interesa la Historia. Por eso, fundé el mensual «Historia Internacional» en 1974. A mí me gusta debatir sobre hechos probados. Erik (por influencia quizás de sus años en Hollywood) se fija más en las emociones y me pide que incluya anécdotas personales vividas y/o sufridas cuando no teníamos libertad. Su madre (Ana Westley, ex New York Times) no está de acuerdo. Como veréis en el libro, gana Erik.
El caudillo de España «por la gracia de Dios», y no por el voto de los españoles y españolas, marca la historia reciente de nuestro país. Sin embargo, apenas se estudia en los colegios. Mucha Edad Media y poca Dictadura franquista. El «generalísimo» Franco nos ha dejado una profunda huella que conviene identificar en estos momentos de auge del nacional populismo, la desinformación y la extrema derecha.
Franco no aceptó el resultado de las elecciones democráticas de febrero de 1936, se sublevó contra el gobierno legítimo de la II República y ganó la guerra civil con la ayuda decisiva de Hitler y Mussolini. Mediante una gran inversión en terror para depurar disidentes, nos metió el miedo en el cuerpo. Unos le querían y otros le odiaban. Todos le temían.
En este libro contamos su historia salpicada con parte de la mía. Ojalá interese a los jóvenes. La libertad es como el oxígeno. La valoras más cuando te falta. A mí me faltó durante 30 años. Mi hijo Erik nació en libertad. Nos dice Santayana que quien no conoce lo peor de su Historia corre el riesgo de repetirlo. Escribimos este libro para que pueda servir a los jóvenes de vacuna frente las mentiras y bulos que amenazan nuestra libertad. También lo hemos escrito pensando en los maestros.
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