No me lo podía creer. El rey Felipe VI cita en Nápoles a mi colega y paisana Carmen de Burgos, la mujer más odiada por Franco. Textualmente ha dicho: «Gracias de corazón por el alto honor que hoy recibo en esta ciudad que el poeta español Garcilaso de la Vega nombraba como “pulchra Parthenope” y que la escritora española Carmen de Burgos definió como “jardín del mundo”.
Nunca pensé que sería capaz de leer entero todo un discurso protocolario de un rey. Sin embargo, lo hice. Os lo recomiendo. No me arrepiento de haberlo leído porque en el último párrafo cita nada menos que a Carmen de Burgos, Colombine, una de las personas más relevantes (y desconocidas) del primer tercio del siglo XX. Sobre ella hay ahora una Exposición en la Biblioteca Nacional.
El dictador Francisco Franco, que reside ya en el basurero de la Historia, quiso destruir totalmente su memoria (le aplicó la «Damnatio Memoriae» de los romanos). No lo consiguió. La condenó después de muerta y mandó quemar todos sus libros. Ahora vuelven a brillar. Casi nadie lo sabe, pero mi paisana publicó su «Puñal de claveles» (sobre el crimen de Níjar, Almería) antes de que el grandísimo Federico Garcia Lorca escribiera su «Bodas de sangre».
En otra ocasión, ya me sorprendió el rey Felipe VI. Fue en el Bicentenario de nuestro Ateneo de Madrid (donde anteayer mi hijo y yo presentamos el libro «Franco para jóvenes»). En su discurso, el Rey citó a dos jefes de Estado que le precedieron en el cargo: la reina María Cristina y el presidente de la II República Manuel Azaña. No me lo podía creer. !Hasta dónde vamos a llegar con este hombre! Como demócrata y republicano (en ese orden), agradecí personalmente a Felipe VI que recordara a Manuel Azaña. «Qué menos!», me respondió. Intercambiamos sonrisas.
Hoy le vuelvo a dar también las gracias por haber recordado a Carmen de Burgos en Nápoles, el «jardín del mundo».