Cuando acabó la película «El ministro de Propaganda», con esta frase de Primo Levi, todos los espectadores seguimos, inmóviles, pegados a las butacas. Silencio sepulcral. Sin mediar palabra, solo cuando acabaron los créditos y se encendieron las luces, empezamos a movernos lentamente, sin apenas mirarnos, hacia la salida. La vida de Goebbles, el gran manipulador de las «fake news», al servicio de Hitler y del genocidio de 6 millones de judíos, nos había impactado. Sin la ayuda decisiva de Hitler a Franco, mi padre no habría perdido la guerra civil. Imposible no pensar en el exterminio que Franco hizo en la guerra y, sobre todo, en la postguerra, de quienes no pensaban como él y en la enorme inversión en terror que le valió para mandar casi 40 años y morir en la cama. Imposible no pensar también en Netanyahu y en los judíos maltratados por los nazis convertidos ahora en maltratadores de palestinos. «Ocurrió. Y puede volver a ocurrir»
Fuimos al cine, con los amigos Guindal, para pasar una tarde entretenida. ¡Madre mía!
Aunque no es comparable por las cifras de asesinatos (de decenas de miles por los franquistas a millones por los nazis), la naturaleza de los crímenes sí es comparable. ¿Para cuando una película sobre Ramón Serrano Suñer, el cuñado y ministro de Propaganda de Franco?
Interesante merienda y tertulia con los Guindal sobre el efecto que nos causó la película de Goebbles y los peligros reales y palpables que amenazan hoy a las democracias. La pregunta era: ¿Qué estamos haciendo mal los demócratas para que compatriotas moderados, que nos parecían amantes de la libertad y defensores de los derechos humanos, se estén apuntando hoy al nacional populismo de la extrema derecha, antesala de nazis y fascistas?
Al llegar a casa me puse a leer el libro que el magistrado Joaquín Bosch presentó hace poco con Martín Pallín en la Biblioteca del Ateneo, donde este jueves vamos a presentar el de «Franco para jóvenes». Hoy lo sigo leyendo y ciertamente ofrece algunas pistas para responder a nuestra inquietante pregunta: ¿Qué estamos haciendo mal?