
Con su razonado voto negativo, Andrés Palomo, juez del Supremo, deja en ridículo a Julián Sánchez Melgar y Eduardo de Porras, sus compañeros de Sala que avalan al juez Hurtado/ EFE

Con su razonado voto negativo, Andrés Palomo, juez del Supremo, deja en ridículo a Julián Sánchez Melgar y Eduardo de Porras, sus compañeros de Sala que avalan al juez Hurtado/ EFE
Los habitantes de las costas a ambos lados del Pacífico están en vilo por el temor a la llegada de un tsunami. Al sur de la península rusa de Kamchatka, un terremoto de magnitud 8,8, uno de los seis más grandes conocidos hasta ahora, ha provocado la evacuación de grandes zonas habitadas desde Japón a Chile. En las últimas horas, se están levantando algunas alarmas, pero el susto que han sentido millones de personas ha sido importante. Se temen replicas del terremoto y nuevos tsunamis. El tsunami de Indonesia de 2004, que causó más de un cuarto de millón de muertos, aun está vivo en el recuerdo. Para entender lo que es un tsunami y prevenir sus efectos, os recomiendo ver un documental de divulgación científica, no alarmista, que emitió recientemente Movistar + y que también está disponible en RTVE Play. Vale la pena.
Acabo de recibir un mensaje de mi colega Xavier Fortes con el que me ha recordado, no sin emoción, que hace hoy 50 años fueron detenidos nueve militares de la UMD (Unión Militar Democrática). Uno de ellos, José Fortes, es su padre. Todos los demócratas españoles estamos en deuda con estos hombres que difundieron ideas de democracia y libertad entre la oficialidad del ejército franquista. Me recuerda Xabier que «fueron detenidos, condenados , encarcelados y expulsados del Ejército, pero acabaron venciendo». Tal día como hoy, hace medio siglo, yo recibí la noticia en exclusiva. Como director del semanario Doblón no podía publicarla sin riesgo de secuestro policial de los ejemplares y mi seguro procesamiento por lo militar. Esa noche, recurrí a dar la noticia a mi colega del Financial Times quien la publicó y causó un impacto enorme a nivel internacional. Después de la caída pacífica de la Dictadura en Portugal, todas las miradas estaban puestas en España … y en los oficiales del Ejército en los estertores de la Dictadura de Franco. Con la detención de los nueve héroes de la UMD, a Franco le salió el tiro por la culata.
El juez Baltasar Garzón (que pronto será repuesto en su juzgado por orden de la ONU) cabalga de nuevo. Y no se calla. Anoche, en 24 Horas de TVE, me emocionó verlo acusar de presunto genocidio a Israel por sus crímenes insoportables en Gaza. Faltan voces como la de Garzón para defender la justicia universal e impedir que se repita el Holocausto de los nazis contra los judíos y que ahora comente, sin compasión, el gobierno de Israel contra los palestinos. Con balas, bombas y hambre, Netanyahu mata, impunemente hasta ahora, por la cobardía y el cinismo de la Unión Europea y la complicidad culpable de Donald Trump. Mientras mi colega Xabier Fortes entrevistaba a Garzón, aparecían a la vez en la pantalla imágenes terribles, escalofriantes, del genocidio de Hitler y del genocidio de Netanyahu. Una junto a otra. Crímenes contra la Humanidad en color y en blanco y negro. TVE debería repetir esa entrevista en horas de máxima audiencia.
Mientras Garzón, sin pelos en la lengua, llamaba a los crímenes de Gaza por su nombre, recordé aquel Día de Acción de Gracias («Thanksgiving») de hace años cuando compartimos nuestro pavo con él, con mi maestro Juan Marichal, su esposa Solita Salinas, mi paisano Ángel Berenguer, mi colegas y amigos David White (de FT) y Al Goodman (de CNN) y otros corresponsales de la pandilla de mi chica. Por edad y sabiduría, le correspondió al profesor Marichal decir unas palabras de Acción de Gracias. Levantó su copa y dio las gracias principalmente al juez Garzón porque, en fechas hechas recientes, había conseguido detener al general Pinochet, cruel dictador de Chile, por sus crímenes contra la Humanidad. Las palabras de Marichal en defensa de la Justicia universal me estremecieron, me pusieron la piel de gallina. También a Garzón y a todos los presentes. Lamento no haber grabado o anotado el breve discurso de mi maestro. Como solía hacer en sus clases de Harvard, nos dejó a todos con la boca abierta y el corazón encogido.
La reciente «cacería del moro», alentada por VOX, en Torre Pacheco, y este sábado en Alcalá de Henares, me ha recordado inevitablemente «La noche de los plásticos rotos» en febrero del año 2000 en El Ejido (Almería). Por los brazos caídos de la policía, lo de mi tierra se parecía mucho a la «La noche de los cristales rotos » de los nazis en Alemania. Por eso puse ese título al artículo que publiqué entonces en el recién nacido diario «Madrid y m@s» que pronto se convirtió en 20 minutos. Tres asesinatos de españoles a manos de magrebíes (uno de ellos esquizofrénico) provocaron tres días y tres noches de violencia extrema incontrolada e indiscriminada contra los inmigrantes. Según El País, el lunes 7 de febrero del 2000, salvo en algún caso, «el papel policial fue pasivo. No se actuó para impedir el ataque y saqueo de restaurantes, carnicerías y locutorios telefónicos» y «no se practicó ni una sola detención, salvo la de un inmigrante marroquí que había intentado agredir con arma blanca a un agente». El ministro de Interior del Gobierno Aznar era el hoy ultra extremista Jaime Mayor Oreja. La pasividad de la policía de Aznar fue notoria. El discurso del odio, confundiendo interesada y falsamente inmigración con delincuencia, fue muy rentable para Aznar. Sus principios se lo permitían y le convenía. El ministro de Trabajo, Manuel Pimentel dimitió. José María Aznar obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones generales del mes siguiente. Pienso que los brazos caídos de la policía de Aznar le ayudaron en las urnas. El embrión de VOX aún no se había separado del PP. No era necesario. Hoy, en El Ejido, VOX es la fuerza más votada. Y el PP lo sabe. Los sucesos racistas de Torre Pacheco y Alcalá alimentan a los votantes de VOX que crecen. Cuando el Partido Popular se acerca a las tesis racistas VOX, los votantes pueden preferir el original a la copia. Si crece el discurso del odio al inmigrante, con el silencio cómplice de Feijoó, VOX puede adelantar al PP en las urnas. El Ejido fue un precedente que no conviene olvidar. Tampoco por parte de la izquierda.
El acercamiento del candidato socialista, Joaquín Almunia, a Izquierda Unida en el 2000 también contribuyó a la victoria de Aznar. No lo dudo. Pero, en mi opinión, fue la violencia tolerada en El Ejido, y el miedo que eso generó en la sociedad española, lo que más favoreció el triunfo electoral del PP.
La Exposición ¡Qué Cambio16! (calle Larra, 14, Madrid) me ha dado un chute de nostalgia y, ¿por qué no?, también de orgullo. No sé en qué orden. Yo estuve allí como primer director ejecutivo desde 1971 a 1974 y fue una de las aventuras profesionales más hermosas de mi vida. Las páginas expuestas de Cambio16 dejaron huella en la vida española e hicieron historia. Una visita recomendable, especialmente para los jóvenes periodistas. Reconozco que, con muy poco, conseguimos mucho. Claro que estábamos en el lugar oportuno y en el momento adecuado. Todo nos parecía mejorable y posible. En realidad, no sin riesgo, conseguimos algunos avances hacia la Democracia porque no sabíamos que eran imposibles. Tuvimos suerte y nos rodeamos de personas que luego fueron muy importantes en la transición de la Dictadura a la Democracia: José Luis Leal, Crisanto Plaza, Miguel Muñiz, Enrique Barón, Manuel Saco, Antonio Ivorra, Carmen Rico Godoy, Joaquín Leguina, etc. Recordando a aquellos colegas de los que tanto aprendí, he pensado en una frase inolvidable del Lazarillo: «Me acerco a los buenos para ser uno de ellos».
Repasar las páginas del Catálogo y recorrer la Exposición ha sido para mi un viaje en el tiempo excitante. ¡Tantos recuerdos! Y la sensación reconfortante de que valió la pena. No todo iban a ser fracasos. Aquellos recuerdos están recogidos en mis memorias «La prensa libre no fue un regalo» (Ed. Marcial Pons). Al final, copiaré algunas páginas de mi libro para no repetirme.
Desde que estalló el escándalo Abalos-Cerdán he dudado seriamente si debía votar o no a Pedro Sánchez por su culpa in vigilando y su culpa in eligiendo. Menuda torpeza por dejarse engañar dos veces seguidas. Ayer, tras los discursos de odio del PP y VOX, Feijoó me sacó de dudas. Me movilizó… en su contra. Por ahora, si los escándalos no escalan (como dice Rufián de ERC), a pesar de todo, seguiré apoyando a Pedro Sánchez. Ya no tengo duda de que es el menos malo para defender los intereses generales de España.
Me pasó con Felipe Gonzalez, a quien tanto admiré. Dirigía yo el telediario de las 15.00h. entre 1993 y 1995. Noticias angustiosas de corrupción acosaban al PSOE: «Al jefe del dinero del Banco de España se lo llevan los guardias, el jefe de los guardias se lleva el dinero, etc. etc». Eso dijo mi viejo amigo Joaquín Leguina. Hacer un Telediario solvente, en medio de tanta porquería, era insoportable. Pedí nuevo destino como corresponsal de TVE en Estados Unidos. Solo regresé para hacer las entrevistas a los candidatos presidenciales de marzo de 1996. Ya no tenía dudas. Decidí no votar a Felipe González. Voté en blanco. Me equivoqué. Ganó Aznar, el peor presidente y el más miserable de la historia de España.
En cuanto llegó a la Moncloa me despidió de TVE. Gajes del oficio. No volveré a cometer aquel error. Votaré al menos malo que, hoy por hoy, es Pedro Sánchez. Gracias al miedo que Feijoó y Abascal me están metiendo en el cuerpo me he movilizado para pedir el voto para Pedro Sánchez y reducir los votos de las extremas derechas. Y lo siento por mis amigos moderados del PP que se están quedando huérfanos de líder. Pedro Sánchez debe contraatacar y recordar algo que me dijo Felipe González: «Al que se aflige, lo aflojan».
No puedo evitar celebrar hoy un artículo magistral de mi colega Alex Grijelmo en El País titulado «Las pelotas de tenis». Con su permiso, lo copio y pego a continuación:
Las pelotas de tenis
«La técnica de las pelotas de tenis consiste en lanzarle al rival en un debate un número ingente de bolas a la vez, para que de ninguna manera pueda devolverlas todas: afirmaciones sin matizar, manipuladas, plagadas de insinuaciones que se basan en trucos de silencio (se cuenta una parte pero se omite otra que la rebaja o la matiza), y casi todas de una sola oración, sin subordinadas ni subjuntivos: contundentes, exageradas, apocalípticas. Es el lenguaje ajeno al rigor y la precisión.
Alberto Núñez Feijóo ofreció ayer en el Congreso un ejemplo que merecerá circular entre los asesores de comunicación política, bien para copiar su afinada ejecución o bien para aprender a combatir este uso tan artero. En una sola frase, el presidente del PP arrojó un aluvión de pelotas de tenis cuya carga explosiva habría necesitado el trabajo de un artificiero y el tiempo de un ajedrecista.
Dijo Feijóo: “Un día se plagia una tesis, otro se convive con prostíbulos con la mayor normalidad, más adelante se esconden urnas detrás de una cortina y así poco a poco se va moviendo el umbral ético hasta que cabe todo: hasta que a uno le arreglan un puesto en la Diputación de Badajoz y a la otra le dan una cátedra sin haber pisado la universidad”.
Caramba, ¿todo eso lo habrá hecho el jefe del Gobierno?, se preguntará el respetable público.
Si Feijóo enviara su discurso a un gran periódico de prestigio mundial (pongamos el Washington Post o The New York Times) para su publicación como artículo, sus acreditados verificadores empezarían a sudar tinta nada más leer esa parrafada.
Una vez repuestos del susto, deberían comenzar el trabajo por reclamarle al articulista que precisase a quién se refiere con el uso impersonal “un día se plagia una tesis…”, pues no encontrarían ninguna resolución que la avalase. Solo podrían hallar asuntos relacionados con la falsificación de un título de máster, en caso ya sentenciado; pero enseguida el editor pensaría que el político de la derecha no iba a arrojar eso contra alguien de su partido que se benefició de la maniobra.
El verificador agraciado con la tarea sí habría podido confirmar enseguida que un puesto de coordinador de los conservatorios de música (después “jefe de la Oficina de Artes Escénicas”) le fue adjudicado en 2016 en Badajoz a un hermano de Sánchez cuando este no era ni diputado (había dimitido meses antes), asunto que aún se halla en litigio.
La referencia a los prostíbulos, eso sí, lo dejaría perplejo, y obligado a suprimirla mientras no se verifique que el propio presidente ha vivido en uno de ellos como se da a entender; y también lo concerniente a esos sufragios escondidos tras una cortina: “¿De cuántos votos estamos hablando y de qué elecciones?”. Y ya puestos, ¿de qué color era la cortina?
Por su parte, la afirmación “…y a la otra le dan una cátedra sin haber pisado la universidad” le atraería enormemente en un primer momento al editor. ¿Es posible en España que a uno lo hagan catedrático sin haber terminado una carrera? Ah, no. Se trata de que la Complutense organizó “cátedras” que no eran dirigidas por catedráticos, una de ellas adjudicada a la esposa del jefe del Gobierno, Begoña Gómez. “Señor articulista”, escribiría el editor, “puede referirse usted a la manipulación de la palabra ‘cátedra’ por la universidad, y a que la titulación de la señora Gómez no pasaría un filtro exigente, y a que tal vez hizo valer su influencia, pero no nos parece correcto insinuar que la nombraron catedrática. ¿Desea modificar su frase para acercarla más a la verdad?”.
No podemos responder aquí con todos los detalles a ese aluvión de bolas amarillas. Tampoco los editores de un gran diario que recibiese el texto. Ni siquiera Sánchez, que necesitaría para ello el tiempo de otro debate.
El Parlamento no tiene un libro de estilo. Pero si algún día se propusiera la edificante tarea de elaborarlo, ese manual habría de advertir sobre la ventajista trampa de las pelotas de tenis. comprendo por qué este maestro del Periodismo no es miembro de la Real Academia de la Lengua.
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Gracias, Alex. No comprendo por qué Alex Grijelmo y Arsenio Escolar no son miembros de la Real Academia Española de la Lengua. Ya están tardando.