Recuerdo la excitación y los nervios del 1 de febrero de 2005. Estábamos a punto de dar a luz a un nuevo medio de comunicación revolucionario en castellano, gratuito y accesible para el mundo entero. Los sabios Federico Álvarez e Ismael Viejo (sus inventores) tenían sus dedos índices sobre el botón que daría vida (o no) a la web 20minutos.es en versión beta (en pruebas). Muchos meses de trabajo, en ocasiones incierto, y toneladas de ilusión estaban en juego en aquel preciso momento. Como en los lanzamientos de la NASA, contamos hacia atrás hasta llegar al cero. Isma y Fede pulsaron a la vez la tecla mágica… y se produjo el milagro. No estábamos tan locos como creíamos. El 1 de marzo de 2005 lanzamos al mundo, en abierto, la versión oficial. Los diarios de pago reaccionaron y ensayaron tímidamente el camino que habíamos desbrozado. Quien te copia, te homenajea. 20minutos.es se convirtió pronto en el diario digital en castellano más leído del mundo. La versión en papel de 20minutos, «el primer diario que no se vende» (y la primera sonrisa de la mañana), ya era líder de circulación (ejemplares) y de audiencia (lectores) desde que superamos un millón de ejemplares impresos repartidos gratis cada día. La profunda crisis de 2008 frenó nuestro crecimiento, pero ya habíamos sembrado una semilla poderosa: habíamos contagiado el hábito de la lectura y saciada la sed de información veraz a millones de jóvenes. Una revolución de la que todos los fundadores de 20 minutos estamos muy orgullosos. (Por cierto, un año antes, 20 minutos fue el único diario que dijo la verdad el 14M de 2004: «11M: Fue Al Qaeda») Recuerdo lo que le dije entonces a Arsenio Escolar, director editorial de 20minutos y de 20minutos.es: «Este éxito puede arruinar toda nuestra larga carrera de fracasos». Arsenio y yo habíamos sufrido juntos el desastre del maravilloso diario El SOL, la aventura periodística más hermosa de mi vida. Pero esa es otra historia que cuento en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo») cuya lectura os recomiendo.