Los 13 molinos de Campo de Criptana son nuestras pirámides y poca gente lo sabe. Ayer pasamos el día con jóvenes y mayores, entre migas del pastor, potajes de bacalao y musas cervantinas. Más que una excursión fue un fantástico viaje de estudios. Aproveché para repetir a mi audiencia cautiva una de mis clases de Economía Aplicada. Les dije que no eran molinos sino gigantes de Hacienda. El impuesto real de la molienda había arruinado a don Quijote y a muchos otros hidalgos cerealistas de La Mancha. !Cómo no iba a acometer don Quijote con la fuerza de su brazo a esos descomunales gigantones, follones y malandrines! Vayan y vean…

El pobre y simple Sancho Panza solo veía molinos de viento. Se echó las manos a la cabeza y avisó del peligro a su señor. Lo debatimos con Juan Marichal y con mi maestro Raimundo Lida en el curso 1976-1977 que recibí sobre Cervantes. Gracias a él me hice cervantino para siempre. Don Quijote vio algo más que molinos. Vio el símbolo del Fisco de Felipe II, a los mismísimos desaforados recaudadores de Hacienda (el mismo Cervantes fue uno de ellos) que le habían arruinado con el enorme impuesto real de la molienda y la sisa de grano y harina de los molineros que tenían fama de ladrones.









