¡Menuda paliza! Gregorio, que tiene mi provecta edad y es un campeón en nuestro grupo, me ganó hoy por 6-0 y 6-1. Pero aprendí (humildad, sobre todo) y me divertí con muchos empates y ventajas que cayeron de su lado. «La fortuna favorece a los audaces» (Virgilio), pero hoy no fue mi caso. Jugué con miedo y, ante el campeón, se me encogió el brazo. «Le petit bras» (el pequeño brazo) que dicen los franceses.
Yo creo que el doctor García Arranz se dignó a jugar conmigo en la pista cubierta de la Federación porque le prometí que leería con mucho gusto su libro si me lo dedicaba.
Él leyó el mío («La prensa libre no fue un regalo») y yo leeré el suyo. Ojo por ojo, amigo. Incluso asistió a la presentación de mis memorias en el Ateneo de Madrid. Prometo acudir a su presentación en otoño. Cuando termine de leer su novela le retaré a otro partido.
Me gustó jugar con alguien mejor que yo. Aprendí y se lo agradecí. Solo había jugado frente a Gregorio en dobles y mis compañeros (Migue Ángel o Jeff), siempre generosos, disimulaban mis errores. O sea, que hoy jugué yo solo, por primera vez, frente a este monstruo del tenis.
Sin éxito, por ahora, Feijóo pretende arañar votos que son incompatibles con VOX. El PNV ya le ha dado con la puerta en las narices y entre los suyos hay división de opiniones acerca de su futuro como líder de la derecha. Ayuso, con la boca pequeña, ha dicho que le apoya. La Voz de Almería (antes Yugo), donde vi por primera vez mi nombre en letra impresa, me ha pedido opinión. Ahí va:
Copio y pego, a continuación, el mismo texto en Word:
Frankenstein vence a Drácula
J.A. Martínez Soler
Al terminar el recuento de las elecciones generales del domingo, que dieron una victoria amarga al PP y una derrota dulce al PSOE, pudimos contemplar una estampa inolvidable y, seguramente, irrepetible. En el balcón del PP en la calle Génova de Madrid, Alberto Núñez Feijóo, el líder vencedor en los comicios (en votos y escaños), inició, entre aplausos, su discurso triunfal. Apareció acompañado por los miembros de su núcleo duro, todos ellos vestidos, como él, de colores claros, blancos y celestes. Pero entre ellos destacaba y brillaba (¡Ay!) con color propio (el rojo vivo), el vestido disidente de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
El público, concentrado en la calle Génova, que había recibido a Feijóo con gritos de “¡presidente, presidente!”, pronto se dejó llevar por un grupo de clac (espontáneo o no) que gritaba con fuerza “¡Ayuso, Ayuso, Ayuso!”. Aquel ruido ensordecer obligó a Feijóo a callar, durante una pausa larga… y dolorosa. No sé si perdió la hebra o no supo cómo reaccionar. Solo se le ocurrió decir “¡gracias, presidenta!”. Con poco ánimo y rostro cariacontecido, el líder venido de Galicia con la idea prematura de ocupar La Moncloa continuó, algo tristón, su discurso de vencedor de las elecciones. Pude ampliar la foto del balcón. ¡Qué expresiva sonrisa maléfica (“espejito, espejito”) mostraba la lideresa de Madrid vestida de rojo!
Los concentrados en Génova sabían muy bien que, contra todo pronóstico (salvo Tezanos, el jefe del CIS, y 40dB que acertaron), España había derrotado el domingo a la extrema derecha. Los gobiernos Drácula (PP-VOX) en Valencia, Extremadura y Castilla y León habían asustado a más de la mitad de los españoles y habían impedido la victoria de la derecha junto con la extrema derecha para formar el Gobierno de España. Otra vez será.
Para el centro izquierda del PSOE y la izquierda de Sumar el resultado fue un alivio. El Gobierno Frankenstein de PSOE/Sumar era más probable que el Gobierno Drácula de PP/VOX. Anteayer perdieron el machismo, la homofobia, la xenofobia, la LGTBIfobia y el retroceso fatal hacia el centralismo y la censura franquista de VOX, con la complicidad de un PP silente y acomplejado.
Ahora es probable que, si el precio que pide Puigdemont para apoyar al PSOE/Sumar es muy alto, un renacido Pedro Sánchez opte por la repetición electoral cerca de Navidad. ¡Quién dijo miedo a este superviviente de mil batallas! Están abiertas las dos opciones: Gobierno Frankenstein o repetición electoral. Si yo fuera Sánchez repetiría las elecciones. Si yo fuera Feijóo, me retiraría a Galicia (ya se lo están pidiendo algunos correligionarios sin disimulo) y dejaría paso libre a Isabel Díaz Ayuso (IDA) como líder nacional del PP. Los militantes madrileños concentrados en la puerta del PP lo tuvieron muy claro: “¡Ayuso, Ayuso!”. Nadie gritó «¡Feijóo, Feijóo!».
Después de la escena del balcón, me llegaron por las redes sociales chistes variados. Uno de ellos, muy ingenioso y malvado, recordaba la última cena de Jesús con sus apóstoles. “Uno de entre vosotros me traicionará”. “¿Seré, yo, maestro?”, dijo un apóstol que iba de blanco. “¿Y yo, maestro?”, preguntó otro con tono azulado. Entonces, se oyó una voz: “¡Va de rojo!”.
Me relajé con los resultados finales del domingo y con los chistes. Más de media España durmió la noche del domingo aliviada y relajada. Como yo. España es más diversa, rica, compleja y sabia de lo que piensan PP y VOX. Tomen buena nota. Los pactos de la vergüenza PP/VOX le han pasado una gran factura al centro derecha. Una pena. Tengo amigos del PP que lo temían.
Me pregunto qué es lo que MAR (Miguel Ángel Rodríguez), Esperanza Aguirre o José María Aznar le estarán susurrando ahora al oído de Ayuso, su pupila triunfante. Me dio pena Feijóo, el vencedor en votos y escaños. Mientras tanto, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, eufóricos, recibían aplausos y recuperados gritos antifranquistas de “No pasarán”. ¡Madre mía! Desde luego, hay victorias que matan y derrotas que resucitan.
Los encuestadores (salvo el CIS y 40dB, que acertaron y publicaron las tripas de sus encuestas sin cocina) se tiran de los pelos. Hicieron un gran ridículo por dar a sus resultados un sesgo muy favorable a quien les paga la encuesta. Michavilla, que cojea de la pierna derecha, dio tantas alas a Feijóo que pudo contribuir a desmovilizar a sus votantes. Dieron por segura la victoria de su líder y pudieron quedarse en casa.
Los chistes, chismes y bulos interesados ha inundado las redes sociales. El mejor a mi juicio: la ultima cena.
Contra todo pronóstico (salvo Tezanos), España derrotó ayer a la extrema derecha. Los gobiernos Drácula (PP-VOX) en Valencia, Extremadura y Castilla y Leon han asustado a más de la mitad de los españoles y han impedido la victoria de la derecha con la extrema derecha en el Gobierno de España. ¡Qué alivio!
El Gobierno Frankenstein de PSOE/Sumar es más probable que el Gobierno Drácula de PP/VOX. Ayer perdieron el machismo, la homofobia, la xenofobia, la LGTBIfobia y el retroceso fatal hacia el centralismo y la censura franquista. ¡Qué bien!
También es probable que, si el precio que pide Puigdemont para apoyarle es muy alto, un renacido Pedro Sánchez opte por la repetición electoral cerca de Navidad. Hoy están abiertas las dos opciones: Gobierno Frankenstein o repetición electoral. Si yo fuera Sánchez repetiría las elecciones… con Nadia Calviño de número 2.
Si yo fuera Fakejóo, me retiraría a Galicia con el narco Dorado y dejaría paso libre a Isabel Díaz Ayuso (IDA) como líder nacional del PP.
Los militantes madrileños concentrados en la puerta del PP se lo gritaron anoche a Feijóo. «¡Ayuso, Ayuso, Ayuso!» fue el grito de la noche pepera. En el balcón de Genova, Feijóo se quedó sin palabras: un silencio fatal que tronó en toda España. Nadie gritó «¡Feijóo, Feijóo!».
Anoche se me pasó el susto. Pude dormir a gusto. El dictador felón, Francisco Franco, que amenazaba con resucitar, vuelve a su tumba. España es más diversa, compleja y rica de que lo que piensan PP y VOX. Tomen buena nota. Los pactos de la vergüenza PP/VOX le han pasado factura al centro derecha.
Me pregunto qué es lo que MAR (Miguel Ángel Rodríguez), Esperanza Aguirre o Jose María Aznar le estarán susurrando al oido de Ayuso. Desde el balcón de Génova, la lideresa de la derecha/extrema derecha mostró anoche su sonrisa maléfica. Feijóo estuvo triste y cariacontecido. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, eufóricos, ante los gritos de “No pasarán”.
Emocionado por mi victoria (6-2), y antes de que regrese la rancia censura franquista, en el caso terrible de que mañana ganen PP y VOX, mi hijo Erik y yo hemos reflexionado y acordado hoy escribir un libro, a cuatro manos, como si aún fuéramos libres.
El derrotado pagó los cafés.
La. idea surgió hace tiempo cuando, hace dos años, ambos firmamos juntos este artículo en La Voz de Almería (donde Erik había sido becario).
Texto en word del artículo de La Voz de Almería:
Un policía, solo, frente a los dioses
José A. Martínez Soler y
Erik Martínez Westley
Un policía ejemplar, galardonado, aplaudido y luego abandonado y machacado injustamente por los dioses, me recuerda a la ascensión, caída y redención de personajes propios de Shakespeare. Esa injusticia, como una espina en el corazón, la llevo clavada desde la tragedia del 11-M en Atocha, el mayor atentado terrorista de la historia de España. Mi hijo Erik, con quien comparto esas líneas, ha criticado este silencio sonoro que brota de mis memorias de la Transición (“Y seguimos vivos”). He cortado el capítulo dedicado al comisario Rodolfo Ruiz, el encargado de la línea de custodia de la mochila de Vallecas que incriminaba a Al Qaeda y no a ETA en el 11-M.
Erik me interpeló: ¿Dónde están los daños irreparables sufridos por el comisario Rodolfo Ruiz, el guardián de la mochila de Vallecas, perseguido con saña por los grupos mediáticos afines al Partido Popular, para justificar el bulo de que fue un atentado ETA y no de Al Qaeda? El daño que le causó el vacío que le hicieron también los políticos de izquierdas y los grupos mediáticos afines, que no querían generar ruido, es igual de imperdonable. Acusaciones infames. Silencio cobarde.Los dos grandes partidos y sus grupos mediáticos afines colisionaron en un incidente, la mochila de Vallecas, y en un hombre mortal de carne y hueso, el comisario que la custodiaba. A este hombre le tocó estar en el sitio y en el momento en que el partido que gobernaba hizo palanca para mover sus intereses colosales (las elecciones y el Poder). Pensamos que, si le pasó a Rodolfo, nos podría haber pasado a cualquiera de nosotros. Nos echamos a temblar. Un hombre cabal y su familia, sin haberlo buscado, están de golpe en el ojo que te mira desde el Poder. La presión miserable de unos y el abandono cobarde de otros, cercándole por todos lados, solo ante los dos partidos y sus medios, le pasaron una factura durísima. Rodolfo ha rehecho su vida, no sin heridas. Han pasado varios años y esta injusticia colosal aún me conmueve. Hay circunstancias, decía Unamuno, en las que callarse es mentir.
Me sentí mal por haber recortado en mis memorias los párrafos del bulo sobre la custodia de “la mochila de Vallecas”, esa herida tan mal cerrada de la historia reciente de nuestra democracia. Ayer mismo me disculpé con el comisario Ruiz quien, afortunadamente, está rehaciendo su vida y prefiere olvidar tantos sufrimientos pasados. Recuerdo muy bien el día que Rodolfo Ruiz me visitó en mi despacho del diario 20 minutos. Venía de parte de mi hijo Erik y de su hijo Pablo. Ambos se conocían por amigos comunes y eso cimentó nuestra confianza mutua. El comisario estaba muy afectado, casi abatido, por la campaña insidiosa, terrorífico bullying, que machaconamente difundía el Gobierno de Aznar y su prensa afín contra él. Le habían convertido en el muñeco a tumbar. Nadie le recibía. Su versión de los hechos no importaba. No sabía a quién acudir. Al final, como padre de un conocido de su hijo, mostré interés en su caso. Me impresionó. Las confidencias entre un policía y un periodista suelen estar sometidas al off the record. Sin su permiso no podré contar algunas de ellas que me llenaron de rabia contra tamaña injusticia. ¡Ay, si pudiera!
Me encontré con un hombre entero pese a estar solo, indefenso, frente a los poderes del Estado y a sus medios próximos. Desprestigiando su labor policial en la custodia de la mochila de Vallecas, cuyo contenido incriminaba a Al Qaeda, los partidarios del bulo de ETA en los trenes Atocha, creían ganar posiciones. El comisario Ruiz era la pieza a abatir. Como un junco imposible de quebrar, aguantó, solo, contra viento y marea. Después de ganar todos los pleitos, la acción profesional y heroica de Rodolfo Ruiz solo fue celebrada y premiada, hace unos años, por la “Asociación 11-M de Afectados por el Terrorismo”. Aunque insuficiente, algo es algo. Allí nos dimos un abrazo.
Cuando conocí a Rodolfo, Aznar había sido sustituido por Zapatero y Acebes por Rubalcaba. Sin embargo, el vía crucis del comisario de Vallecas continuó durante demasiados años. El diario El Mundo seguía sacando portada tras portada con falsedades sobre la mochila de Vallecas. Abundaron las teorías conspiratorias. Jiménez Losantos y sus calumnias infames… Millones de personas consumían estas teorías del odio, aceptando disparates antes de admitir que el presidente Aznar había mentido miserablemente por aferrarse al Poder.
Antes del 11-M, cuando Rodolfo era jefe de la Brigada de Información de la Policía, en la cumbre de su carrera, desarticuló con su equipo peligrosas bandas criminales. Él y todos sus colaboradores fueron galardonados con medallas al mérito por aquella acción policial. Cuando la propuesta de concesión de esas medallas llegó a la mesa del ministro del Interior, mi admirado Rubalcaba, el nombre de Rodolfo, el jefe del equipo, fue eliminado del grupo de condecorados. No fue borrado de la lista por arte de magia.
Ese clavo agravó la depresión de la esposa del comisario que, al poco tiempo, la llevó al suicidio. (Quizás, quién sabe, agotada por esta pesadilla, esta injusta persecución que no parecía acabar nunca…) Intercedí ante el ministro Rubalcaba para que le devolvieran la medalla que, nunca supimos por qué, le habían quitado. Las respuestas evasivas escritas por mi querido Alfredo, poco valeroso por no decir cobarde, me llenaron de tristeza y decepción. ¡Ay, la política y el miedo a la prensa canalla!
El presidente Aznar precedió al presidente Trump en la invención de bulos de gran calibre para conservar el Poder y deslegitimar a su sucesor. Ambos demostraron no ser demócratas. A veces, conviene hacer memoria. No olvidar. Lo que le pasó al comisario Ruiz podría pasarnos a cualquiera de nosotros. Todos corremos el peligro de ser víctimas de la injusticia.
Pasados los años, Rodolfo ha ganado todos los juicios por calumnias, ha sido restituido en su puesto, cobra su pensión y, pese al daño sufrido, ha rehecho su vida con éxito. Aprendimos de él -y de Don Quijote, cómo no- que no hay que ceder si la razón y la justicia están de tu parte. Claro que, con todos los dioses en contra, la integridad tiene un precio. Es un héroe anónimo que sobrevivió a una tormenta que ni te cuento. Por eso, merece el reconocimiento de los demócratas.
En esta hora de revisión de memorias, Erik y yo ofrecemos estos párrafos a nuestro amigo Rodolfo, el comisario que salvó la línea de custodia de la mochila de Vallecas y, de paso, el honor de muchos demócratas. De aquel primer encuentro en el diario 20 minutos, propiciado por nuestros hijos, surgió una gran amistad entre un policía integro, que aguantó en solitario la embestida de los dioses, y un periodista miedoso. Gracias, Rodolfo. Los demócratas estamos en deuda contigo.
Ls mentiras de Feijóo nos han recordado otras mentiras, mucho más graves, de su maestro José María Aznar y por las que «el hombrecillo insufrible» (como le definió Helmut Kohl) aún no ha pedido perdón a la familia del comisario Rodolfo Ruiz ni a la sociedad española.
Los españoles reaccionamos entonces frente a las mentiras de Aznar y el PP perdió las elecciones del 14-M de 2004. Ojalá mañana pase lo mismo con las mentiras de Fakejóo y no tengamos que sufrirle 4 años en la Moncloa, asistido por su presunto vicepresidente Santiago Abascal y, lo que sería mucho peor, por su presunto ministro del Interior, Javier Ortega Smith, el bárbaro.
Mi nieto Leo me ayudó ayer a lijar mi ultima talla («Quema de libros por la Inquisición»), inspirada en la de Juan de Juni (Siglo XVI, Museo de León). Leo me preguntó por qué quemaban los libros.
Le mostré un dibujo del gran Forges que tengo pegado junto a mis libros.
Luego vi al líder de VOX en el debate de TVE y, otra vez, el miedo recorrió mi cuerpo.
¿Podemos retroceder tanto después del 23-J? Como diría mi amigo Peridis: «Todo es empeorable». Ojalá que no. Ida a votar. Os lo ruego. La libertad de expresión y creación pueden estar, otra vez, en peligro. Y la prensa libre, ¡no digamos!
Esconderé mi talla para que no me la quemen. Por si acaso.
El Debate de anoche en TVE me ha dado una cierta esperanza. Algunos indecisos pueden haberse percatado del peligro que corre nuestra libertad si no votan correctamente. O sea, contra la restauración de la censura.
Le entrevista valiente y honesta de Silvia Inchaurrondo a Feijóo (convertido entonces en Fakejóo) dejó KO al líder (provisional) del PP.
Por el efecto en las redes sociales del ridículo que hizo al desmentir con más mentiras las correcciones oportunas de Silvia, veo un rayo de esperanza.
Su ausencia cobarde en el debate a tres de anoche en TVE también puede pasarle factura. No solo se ausentó para evitar la vergüenza de aparecer junto a Abascal (como dijo Sánchez) sino para que Yolanda Díaz no le preguntara por su amistad de tantos años con el famoso narco gallego Marcial Dorado.
El narco, que le invitó a muchos viajes y vacaciones, declaró que su esposa le servía el desayuno a Feijóo.
El PP puede no formar Gobierno con VOX después del 23-J. Al tiempo. Sus mentiras le pueden pasar una gran factura. Eso le pasó al mentiroso José Maria Aznar cuando el 11-M de 2004 engañó a toda España con eso de ETA en el atentado yihadista de Atocha. El PP perdió, con razón, aquellas elecciones. Ojalá las vuelva a perder el 23-J. Mi talla y mis libros estarán a salvo.
2.- Eugenio Espinosa de los Monteros, un diplomático español que llegó a capitán general de Baleares y que fue embajador del dictador felón ante Adolf Hitler en Berlín, llevaba el mismo apellido que el portavoz de VOX en el Congreso. ¿Serán parientes?
Las coincidencias existen, pero dos a la vez… Gracias, Antonio.
Y para no olvidar el Golpe de Estado del 18 de julio contra la Democracia que dio Franco, el general felón y genocida, el historiador Ángel Viñas ha publicado hoy un excelente artículo en eldiario.es que os recomiendo. También os recomiendo su libro «La otra cara del Caudillo» que ya va por la 5ª edición en Crítica.
Un consejo (que solo sirve para quien lo da):
Votad lo que os de la gana el 23-J, pero ¡Votad!
Si no votamos, mereceremos lo peor de lo peor…. El que avisa no es traidor.
Que una periodista haga bien su trabajo no debería ser noticia. Sin embargo, en el caso de mi colega Silvia Intxaurrondo lo ha sido. Y con razón.
Nuestra profesión tiene mala prensa y se la ha ganado a pulso. Por eso, doy las gracias a Silvia por haber restaurado el honor del Periodismo (tan devaluado), al defender la verdad de los hechos probados frente a las mentiras soeces de Fakejóo.
Querida Silvia, si te despide Feijóo, aquí siempre tendrás un plato de comida. A mí me alimentaron mis vecinos en 1996… y luego me refugié en la Universidad hasta que fundé 20 minutos. La «Beca Aznar» contra la libertad de prensa me ayudó a crear el diario más leído en la historia de España. Justicia poética.
Este lunes sucedió algo extraordinario. Feijóo estaba siendo entrevistado en TVE y lo que debía ser una entrevista más de campaña se convirtió en un potro de tortura porque Silvia Intxaurrondo, periodista de los servicios informativos de TVE, le rebatió las incorrecciones. O mentiras. Pongan ustedes el sustantivo. Feijóo: “Nuestro partido nunca ha dejado de revalorizar las pensiones conforme al IPC. El único partido que congeló las pensiones fue el PSOE. Siempre lo hemos hecho y…”, decía el candidato cuando sonó un trueno: “No es correcto, señor Feijóo”. ¡BOOM! Feijóo intentó zafarse y solemnemente respondió: “Es absolutamente correcto”. Pero Intxaurrondo no se echó atrás y leyó los datos: “No lo hicieron ni en 2012 ni en 2013 ni en el año 2017″. Feijóo le dijo a Intxaurrondo: “Revise usted los datos”. Ella respondió: “No, mis datos son correctos, señor Feijóo”. Feijóo siguió repitiendo que “el PP ha revalorizado las pensiones…”. La entrevista siguió con el caso Pegasus. Feijóo no contestó y se agarró a que lo había leído en un teletipo de agencia y que tal vez el teletipo no era correcto. Cuando Intxaurrondo le preguntó qué teletipo, Feijóo no lo recordaba. Y ahí no mentía, era imposible recordarlo porque el supuesto teletipo no existía. Horas después Feijóo puso un tuit que rectificaba sin rectificar. Era insuficiente, pensaron los cuarteles generales de muchos medios, había que hacer algo, había que salvar al soldado Alberto porque #Intxaurrondo era tendencia en Twitter y el PSOE había olido sangre. El Mundo: “Bronca monumental entre Feijóo e Intxaurrondo”. Al entrar en la noticia el titular cambiaba a “Tenso rifirrafe”. Había que irse hasta el párrafo 12 para leer que “de hecho” los datos de la periodista eran correctos. Abc: “Feijóo e Intxaurrondo se enzarzan en TVE por la revalorización de las pensiones”. El Español: “Máxima tensión entre Intxaurrondo y Feijóo”. EsDiario: “Guerrillera”. OkDiario: “TVE intenta montar un lío a Feijóo”. El texto llega a decir que la entrevista fue “inquisitorial” y que “ha dejado en evidencia a la periodista”. The Objective: “El encontronazo acabó con el líder del PP matizando sus palabras en su cuenta de Twitter”. El Confidencial consiguió contar el momento de tensión entre la periodista y el candidato sin hacer referencia en ningún momento a que ella tenía razón. Meritorio ejercicio de equilibrismo. Porque Silvia Intxaurrondo solo había preguntado, repreguntado y corregido datos falsos. Había hecho su trabajo, había encendido la luz.
Las mismas técnicas de las teorías de la conspiración de Trump, Bolsonaro, etc. (miente y calumnia, que algo queda) se están asentando en España.
Primero, de la mano de Miguel Ángel Rodríguez (MAR). Este asesor astuto y cínico, prestado por Aznar, que mueve la cuna de Ayuso y le consigue mayoría absoluta en Madrid. Algo bueno ofrecerá Ayuso a los madrileños para que la voten. Los alemanes también votaron a Hitler y ganó unas elecciones libres (las últimas, hasta después de la guerra mundial).
Albert Camus reconoce que «puedes tener razón y perder la guerra». Busco una explicación racional y no la encuentro. «Son las emociones», me dicen. ¿No serán acaso las vísceras, donde se archivan la rabia, la envidia, la venganza y el odio? El pueblo no se equivoca ni siquiera cuando vota con sus vísceras. «Algo tendrá el agua cuando la bendicen», me dicen otros. Ahora es Feijóo («Fakejóo), movido por el MAR de Goebbels, quien copia a Ayuso, a Trump y a Bolsonaro. Las teorías de la conspiración tienen una gran ventaja: son verosímiles, fáciles de tragar sin esfuerzo mental. Pero (¡ay!) tienen una terrible desventaja: suelen ser falsas y te acaban quitando la libertad. Pero, para descubrir su falsedad, hay que pensar. Y pensar cuesta. Ya lo creo. Y, a veces, incluso duele.
Hoy me gustó leer la crónica de Ignacio Escolar desde su pueblo (Torresandino, Burgos). Con su permiso (y el de la directora de 20 minutos) la copio y pego aquí, en mi blog «Se nos vio el plumero». Es una buena crónica que os recomiendo. Conozco su pueblo porque allí enterramos a su abuela, cuando su padre y yo trabajábamos juntos en 20 minutos. Os la recomiendo.
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Hola, José AntonioTe escribo desde mi pueblo: Torresandino de Esgueva, Burgos. Son las fiestas patronales, las de la Virgen del Carmen; habrá orquesta, castillos hinchables, churros, tómbolas y todas esas cosas que, de niño, me hicieron tan feliz. Llegué el viernes por la tarde y me quedaré hasta el domingo, para reencontrarme con los amigos y ver a mi familia. A mis tíos, a mis primos y a mi abuelo José (93 años), que siguen viviendo aquí.Siempre digo que yo soy de pueblo, pero no como lo somos casi todos en Madrid. Torresandino no es solo el lugar donde nacieron mis padres y donde después veraneé. Yo también me crie aquí, hasta que mi familia tuvo que emigrar a Madrid en busca de futuro, como tantas otras. De niño, en el pueblo me conocían como el nieto del lechero –por mi abuelo José, que tuvo vacas hasta que se jubiló–. O como el hijo de la cartera. Porque mi madre trabajó muchos años en Correos y, en ocasiones, la acompañaba a repartir las cartas y los certificados por las calles de Torresandino y por las del pueblo de al lado donde también repartía, Villatuelda.Mi madre recuerda bien lo duras que son las campañas electorales para los carteros. ¡Lo que pesa la propaganda de los partidos! Era en unos años –principios de los 80– cuando aún usaban valijas, unas plúmbeas carteras de cuero que se colgaban al hombro para desgracia de las cervicales de los pobres carteros. Más tarde, cuando nos mudamos a Madrid, mi madre y otras compañeras de Correos (en el distrito de Moratalaz, donde vivíamos entonces) abandonaron esa tortura y empezaron a utilizar un carro de la compra, soportando las bromas de algunos de sus compañeros. Usaban entonces el que tenían en casa, que se pagaban de su bolsillo, hasta que la empresa entró en razón y empezó a repartir esos carros amarillos que hoy usan casi todos los carteros. También esos hombres que, en un primer momento, despreciaban los carros como un accesorio femenino y preferían destrozarse la columna. Ya sabes, hay quien cree que un verdadero hombre solo puede usar algo con ruedas si corre mucho y contamina –y esto no solo cuenta para las bicis o los carros de la compra, también para los carros de bebé–.Recuerdo todo esto porque conozco bien a ese cuerpo de funcionarios, a los sufridos carteros. Casi te diría que me crié allí. Y tal vez por eso me han indignado tanto estas palabras de Alberto Núñez Feijóo. Especialmente viniendo de alguien como él, que fue presidente de Correos. Que conoce esa casa mejor que yo. Y sabe perfectamente que sus gravísimas insinuaciones sobre una manipulación del voto por correo son una pura invención.“Les pido a los carteros de España que trabajen al máximo, mañana, tarde y noche. Y que aunque no tengan los refuerzos suficientes, que sepan que custodian algo que es sagrado de los españoles, que es su voto. Y por eso les pido a esos carteros, con independencia de sus jefes, que repartan todos los votos antes de que venza el plazo.”El diablo está en los detalles y, en este caso, en las palabras que pongo en negrita: “Con independencia de sus jefes”. Y no hay que ser muy suspicaz para interpretar cuál es el mensaje que Feijóo está dando a entender. Un discurso envenenado que no solo manda él y que por eso no es casual. Porque conecta con una extendida teoría de la conspiración que, desde hace tiempo, difunden varios medios y políticos de la derecha y la extrema derecha. Esa idea tóxica para la convivencia: que el pérfido Gobierno de coalición, el malvado Sanchismo, estará dispuesto a todo con tal de conservar el poder. Incluso un pucherazo electoral.No es siquiera la primera vez que azuzan esta teoría de la conspiración. Pasó lo mismo en las anteriores elecciones, en las municipales y autonómicas. Donde el Partido Popular cerró su campaña electoral con un mitin en el que Isabel Díaz Ayuso acusó abiertamente al Gobierno de amañar las elecciones (“Sánchez se irá como llegó: con un intento de pucherazo”, fue la frase literal). Una brutal acusación sin base alguna, que hermana al PP con Bolsonaro y Trump. Una enorme barbaridad que Feijóo, que estaba allí presente, no cuestionó.Luego pasaron aquellas elecciones. Y más tarde descubrimos lo que cualquier persona informada ya sabía: que ese tipo de pequeños escándalos de compra de votos por correo en algunos pueblos han ocurrido siempre, que son normalmente irrelevantes y que no forman parte de ningún plan organizado a gran escala. También supimos que en Mojácar –epicentro de la supuesta corrupción electoral del PSOE porque allí veranean Pedro Sánchez y Félix Bolaños– el único detenido por comprar votos que terminó encerrado en prisión era un apoderado del PP. Pero nadie ofreció disculpas desde la derecha. Ni tampoco les ha temblado la mano para volver a usar otra vez esta misma treta indecente.Es un mensaje tóxico para la convivencia democrática. Otro más. Porque sea cual sea el resultado, estas elecciones serán recordadas por varias tácticas sucias de manual: las infundadas acusaciones de pucherazo y ese lema oficioso de la derecha y la extrema derecha que debería avergonzar a cualquier demócrata: “Que te vote Txapote”. Que ya ha llegado a los Sanfermines, o incluso a las bodas.Lo expliqué en otro artículo que publiqué esta semana:Los líderes políticos tienen una importante responsabilidad: marcan los márgenes de lo aceptable en el debate público y guían a los demás. Son límites importantes, porque cuando los políticos estiran el discurso hacia el odio alguien puede llegar más allá. ¿Es un marco aceptable la deshumanización del rival político y de quienes no piensan como tú? ¿Hay alguna deshumanización mayor que equiparar al otro con un asesino? ¿O es que todo vale?Las preguntas finales son retóricas. Porque la realidad es que sí, que todo vale. Y es evidente también por qué el Partido Popular lanza estos infundios o hace suyo este discurso de odio. Son tres razones.Porque sirven para movilizar el voto de la derecha.Porque sirven para que una parte del voto de izquierda se quede en casa.Porque sirven para desviar la atención.Y por eso no es tampoco casualidad que Feijóo alentara esta teoría de la conspiración sobre el voto por correo los mismos días en los que el PP y Vox, en Extremadura y en la Comunitat Valenciana, culminaban su pacto para alcanzar el poder. En el caso de María Guardiola, con el oprobio de traicionar esos mismos principios, esa misma palabra, que la presidenta de Extremadura hace muy pocos días defendió.Hay una cuarta razón, una que siempre está ahí. Feijóo lo hace porque puede. Porque le sale gratis. Porque cuenta con la complicidad y la colaboración de la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Por eso, en la política española, aplica una teoría del embudo, donde la derecha siempre tiene el lado ancho y la izquierda el estrecho.Es lo mismo que pasó en el debate electoral del pasado lunes, el famoso cara a cara. Usar la mentira para descolocar al oponente y desviar la atención. Para más tarde, todo serio, proclamar:Alberto Núñez Feijóo: “El activo más importante que tiene un político es decir la verdad. Y la verdad nos acompañará en todas y cada una de nuestras decisiones. Con la verdad vamos a ganar las elecciones. La verdad siempre le gana a la mentira”.La verdad siempre le gana a la mentira, dice Feijóo. Y de todas las mentiras del líder del PP, esta es sin duda la más cínica de todas.Me despido por hoy. Pero antes, una buena noticia: el éxito de un equipo de investigadores españoles que han dado un importante paso para lograr resucitar a la primera mariposa que se extinguió por culpa de los humanos.Que tengas un buen fin de semana. Ojalá lo pases tan bien como un niño en una verbena de pueblo. Ojalá regresen las mariposas extintas. Ojalá triunfé siempre la verdad.Un abrazo, José Antonio. Y gracias por tu apoyo a elDiario.es. Nuestra voz es posible porque nos apoyan personas honestas como tú.Ignacio Escolar
Anoche, gracias al buen hacer de Xabier Fortes en TVE, me quité la espina me clavó el lunes la televisión privada con el pésimo cara a cara, tan mal moderado, entre Sánchez y Feijóo.
Siete portavoces parlamentarios fueron ayer moderados por Fortes con mayor profesionalidad y honestidad que los dos líderes del PSOE y el PP, abandonados a su suerte en A-3 y la Sexta por Ana Pastor y Vicente Vallés. Los moderadores de la televisión privada tienen mucho que aprender. El cara a cara vergonzoso de Sánchez y Feijóo, dominado por una metralleta de mentiras de Feijóo (sin citar fuentes), que sacó de quicio a Sánchez, sin tiempo para denunciar y rebatir las falsedades, se les fue de las manos a los moderadores de la tele privada. ¿Fue por bisoñez profesional, por búsqueda del espectáculo a cara de perro o por sesgo ideológico interesado?
No me atrevo a juzgar las intenciones de mis colegas de la televisión privada, Pastor y Vallés. Solo diré que hicieron muy mal su trabajo. Yo tuve que moderar varios debates en Televisión Española. Por experiencia personal, puedo decir que moderar un debate a dos, como hacía muy bien hacia Manuel Campo Vidal, es mucho más fácil que moderar otro a seis o a siete portavoces parlamentarios tratando de quitarse la palabra unos a otros. Por eso, valoro mucho el buen hacer de Xabier Fortes con su control de tiempos, su reparto en el uso de la palabra y sus preguntas certeras que casi nunca tuvieron respuesta.
No encuentro las fotos de los debates sectoriales que tuve que moderar (creo que fueron cuatro o cinco) en las elecciones generales del 1993 con las segundas espadas (Carlos Solchaga, Rodrigo Rato, Miguel Roca, etc.).
José María Aznar no quiso debatir con Felipe González en la tele pública en las eleciones generales de 1993 ni en las de 1996. Me tuve que conformar con entrevistas individuales a los seis candidatos a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales de 1986, 1993 y 1996.
Fui un ingenuo. Pensaba que Feijóo era un conservador moderado, no un VOX con piel de cordero.
Las 9 grandes mentiras flagrantes del cara a cara con Sánchez (sin citar la fuente) y su presunción, ruin y miserable, del pucherazo en Correos («que trabajen los carteros, con independencia de sus jefes») me han hecho cambiar de opinión.
Si no gana, Feijóo ya tiene un fantasma para deslegitimar al vencedor en las urnas. No son verdaderos demócratas. No aceptan la alternancia, base de la Democracia. Ya lo hizo Aznar con Zapatero («presidente por accidente») cuando, el 14-M de 2004, el PP perdió las elecciones tras su mentiras de ETA y no Al Qaeda en la masacre del 11-M.
Miguel Ángel Rodríguez (MAR, prestado por Aznar y Ayuso) le ha convertido en un franco-trumpista de tomo y lomo. Seguí de cerca las dos campañas sucias que hizo Trump del brazo de Bannon (su MAR particular) y me asusté.
Pensé que eso no podrían pasar nunca en España. Me equivoqué. Ahora recuerdo a Albert Camus sobre la guerra civil española: «Puedes tener razón y perder la guerra».
Pues eso, Pedro Sánchez. No te confíes. No vayas tan sobrado. Feijóo lleva una herradura en su guante. Tómatelo en serio. Yo me estoy asustando mucho por el túnel oscuro y tenebroso que se avecina para mi patria.
Por eso, animo a todo el mundo a votar. Más vale prevenir que lamentar. Más vale votar que llorar.