Eduardo Madinaveita, un matemático sabio entre los sabios para medir las audiencias de prensa, radio y televisión, se jubiló justo antes de la pandemia. El Covid retrasó nuestro homenaje sorpresa hasta el martes pasado. ¡Espléndida reunión de un centenar de amigos suyos!
La crema del sector publicitario celebró, con toneladas de cariño, la jubilación de Eduardo Madinaveitia.
¡Cuánta solidaridad y energía positiva se respiraba en el ambiente! Emocionante y caluroso homenaje al hombre que supo medir nuestra atención antes y mejor que nadie.
Eduardo con Jaime Agulló, que organizó la fiesta junto con Marga y Mapi.
Por eso, recibió tantos aplausos y abrazos de agradecimiento de la crema del sector publicitario de España. Anunciantes, agencias y medios de comunicación tenemos una deuda eterna con él.
Segundo abrazo que pude dar a Eduardo desde nuestra jubilación. El primero se lo di cuando compró mis memorias («La prensa libre no fue un regalo») en la Feria del Libro.
Al término de los discursos de rigor, cargados de emoción, hubo regalos para el homenajeado. Como espontáneo, aproveché ese momento para entregarle la gorra de «repartidor de honor» del diario 20 minutos que le guardaba desde antes de la pandemia. Ante la flor y nata del sector, pedí disculpas a los admiradores de Eduardo por mi «corte publicitario». Lo hice no solo para presumir del diario que fundé con tanto amor (aunque todo aprovecha para el convento) sino, sobre todo, para agradecerle el apoyo que nos prestó para que la audiencia de 20 minutos pudiera ser medida por la AIMC y publicada en el Estudio General de Medios (EGM). Nos salvó la vida. Los anunciantes pudieron anunciarse en nuestro diario con todas las garantías de recuperar el CPM (Coste por Millar) de su publicidad. No fue fácil, pues los pobres diarios de pago, ya en crisis, se oponían con todas sus fuerzas (descomunales) a que 20 minutos fuera incluido en el EGM. Gracias, querido Eduardo.
Eduardo recordó su colaboración con 20 minutos luciendo orgullosamente nuestra gorra de reparto.
Ese mismo día, antes del homenaje secreto, que él ni sospechaba, habíamos tenido un intercambio de mensajes en su blog sobre este mismo asunto.
Bravo, Eduardo. Inolvidable Carlos Lamas. En la AIMC defendió la inclusión de 20minutos, pese a la oposición de los pobres diarios de pago que ya notaban el declive de sus audiencias frente al auge de la prensa gratuita e Internet. Gracias, Eduardo, por tu magisterio. Un abrazo. JAMS
Muchas gracias, JAMS. Sí; Carlos es inolvidable. Yo, que estaba en la Comisión Técnica de AIMC, también apoyé la inclusión de 20 Minutos y el resto de gratuitos como diarios. Creo que la oposición de la AEDE y los diarios de pago fue un error «de libro». Con la audiencia de los gratuitos el medio «Diarios» consiguió las mejores cifras de audiencia de su historia, algo que se debía haber aprovechado para promocionar el medio. Siempre he defendido que es mejor hacer crecer la tarta y luego disputar por la porción más grande, que pelear por las migajas de una tarta pequeña. Pero parece que es difícil entenderlo.
Muchas gracias, Eduardo, por tu apoyo de entonces a 20 minutos. Y enhorabuena por el homenaje tan cariñoso como merecido que te han ofrecido tus pares del sector y un montón de amigos. Me gustó mucho poder abrazarte esta noche.
Uno de los regalos que le hicimos fue un catalejo para que no nos pierda de vista.
En uno sus recientes post, en su blog El Vigía, tuve la suerte y la alegría de leer su comentario sobre mi reciente libro de memorias personales y periodísticas. Esto fue lo que publicó:
«También terminé durante el mes de agosto La prensa libre no fue un regalo, de mi amigo José Antonio Martínez Soler, un libro que también compré en la Feria del Libro (el autor me lo dedicó) y me acompañó a lo largo de varias semanas.
Conocí a José Antonio (JAMS) a finales del siglo pasado, en los primeros días de la prensa gratuita, cuando él fundó Madrid y más, que pronto se convertiría en 20 Minutos. Es cierto que coincidimos en Torrespaña, a mediados de los ochenta, cuando él era Director del Informativo Matinal de TVE y yo trabajaba en el Gabinete de Investigación de Audiencia. Él dice que se acuerda de mí de aquella época, pero es poco probable, porque entonces yo era muy poco visible.
Fue en su época de 20 Minutos cuando Arsenio Escolar me propuso escribir un blog, entonces Casi Enteros, que dio origen, al cabo de los años, a este El Vigía.
Durante unos meses tuve también el honor de que su hija Andrea, entonces al comienzo de su carrera, trabajara en mi equipo.
La prensa libre no fue un regalo, de José Antonio Martínez Soler. (FOTO de la pòrtada: E.Madinaveitia).
La prensa libre no fue un regalo tiene una doble visión: por una parte es una autobiografía de Martínez Soler; por otra es una historia de España desde los años sesenta hasta nuestros días, con una visión muy particular de la prensa de toda esta época por parte de una persona que ha sido uno de los grandes protagonistas de la evolución de los medios en la democracia.
JAMS fundó numerosos medios impresos, además de poner en marcha varios programas de TVE y realizar interesantes entrevistas electorales a los candidatos presidenciales.
El libro va entreverando los diversos avatares de la vida del autor con los acontecimientos que se desarrollaban en paralelo en España, de los que conoce y trata personalmente a muchos de los protagonistas.
Es un libro muy interesante y bien escrito, que se lee de forma muy amena, como si estuvieras en presencia del gran narrador que es Martínez Soler, siempre haciendo bromas sobre su ego y su narcisismo».
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¡Cómo no le voy a querer!
Comprenderéis que mi deuda con Eduardo es enorme. Especialmente también por haber sido el primer gran maestro de mi hija, Andrea Martínez Westley, becaria en Zenit Media. Gracias, Eduardo, y gracias igualmente a tus ayudantes Mapi y Marga, por haber enseñado a mi princesa a dar sus primeros pasos en el mundo de la publicidad. Ella es ya mi maestra en ese mundo.
Hoy mismo, Eduardo nos ha respondido a todos los participantes en su homenaje con esta nota:
«Aprovecho este correo de Daniel en el que está tanta gente en copia para agradeceros a todos una noche inolvidable. Han pasado tres días y aún no me he repuesto de la emoción.
Los que me conocéis sabéis que acabaré escribiendo algo en mi blog El Vigía, pero todavía no soy capaz (aparte de que debo un par de cosas a Ana Egido que tienen fecha y, aunque como buen publicitario apuraré plazos y, también como buen publicitario, llegaré a tiempo, justo antes del cierre de control) tengo que asimilar todo lo que me ha pasado estos días.
Ahora escribo con todos los regalos que me hicisteis, dispuesto a dar uno de #MispaseosporMadrid para estrenarlos.
Muchas, muchas gracias a todos…por tanto como me habéis dado y me seguís dando.
Un fuerte abrazo
Eduardo»
En el centro, Marga y Mapi (de rojo y azul). Yo me colé en esa foto, en sustitución de mi hija Andrea que cuidaba esa noche de mi nieto Leo. Solo podía asistir al homenaje uno de los dos. Yo me impuse debido a los muchos años que conocía a Eduardo. Él pudo medir en RTVE (1986) la audiencia excelente del Buenos Días, el primer informativo de la mañana que fundé en TVE. Claro que entonces TV (como madres) no había más que una.
Los 15 nuevos Socios de Honor que cumplimos 50 años en la APM
Fue un día cargado de emociones entre colegas de la Asociación de la Prensa de Madrid. Hubo recuerdo para los 41 periodistas fallecidos en 2022, homenaje quienes cumplieron 90 años, diploma de Socios de Honor a los 15 que ingresamos en la APM hace medio siglo y aplausos a los jóvenes becados para su primer empleo. Luego, copa, corrillos y abrazos.
Diploma de Socio de Honor
Un encuentro emotivo con compañeros que compartimos muchas redacciones en la Dictadura y en la Democracia. Y seguimos vivos. Cuento esos 50 años de periodismo ininterrumpido en mi reciente libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo», Editorial Marcial Pons, 2022) y, en resumen, la semana pasada, en Radio Clásica con Martin Llade y Clara Corrales.
Entre Manuel Antonio Rico y Fernando Jauregui, dos grandes colegas.
¡Ah! Para no olvidar. El coro de la APM actuó de maravilla en la misa de rigor que precedió a los homenajes. Me dio envidia no estar en los cantantes, pero los ensayos me pillan muy lejos de casa. ¡Enhorabuena al coro de periodistas de Madrid!
Hoy, viernes (20/01/2023), hablé en «Sinfonía de la mañana» (Radio Clásica, RNE) con Clara Corrales y Martín Llade (Premio Ondas). Fue una experiencia genial. Me lo pasé tan bien que me gustaría compartir el programa con todos vosotros aquí, en mi blog de 20minutos.es. La sección se llama: «La música de… Martínez Soler». ¡Casi na!
Me pidieron que, entre mis favoritas, eligiera seis piezas clásicas. Les dije que Mozart, Bach, Haendel, Moreno Torroba, Camarón… y les colé «El día que nací yo» de Imperio Argentina. ¡Ahí es nada! Era una de las canciones favoritas que cantaba mi madre. Nuestros vecinos de Almería, con razón, la llamaban «Morena Clara». Lo merecía.
Esta fue mi respuesta a Carolina Tofe (de Producción de Radio Clásica):
«Querida Carolina:
¡Qué difícil elegir 6 piezas musicales 6! ¡Qué nervios! Casi las he tenido que decidir por sorteo.
Acabo de escribir esto y ya estoy arrepentido por no haber incluido algo del descomunal Beethoven. ¿Qué vais a pensar de mí? Pero lo hecho, hecho está.
Feliz año nuevo. Siempre estaré en deuda con la Radio Clásica de RNE, el mejor destino de mis impuestos.
Así quedó mi respuesta. Al final de la entrevista de hoy, como hablo tanto, nos faltó tiempo y tuve que elegir entre Camarón (mi pasión) o Imperio Argentina (la de mi madre). Mi corazón decidió por mí.
Obituario de mi madre («Morena Clara») en en diario La Voz de Almería
Creo que el programa ha quedado simpático y, quizás, entretenido. También colé alguna referencia a mi último libro («La prensa libre no fue un regalo», de Editorial Marcial Pons) que los entrevistadores habían leído. Ya sabéis lo pesado que soy cuando estoy en modo «agitprop» (Agitación y Propaganda) para que leáis mi libro de memorias personales y periodísticas.
JOSÉ A. MARTÍNEZ SOLER: ‘EL PERIODISMO ES UNA PROFESIÓN MUY HONROSA, PORQUE ESTÁ PERMANENTEMENTE LUCHANDO POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN’
ENTREVISTA AL PREMIO APM DE HONOR A LA TRAYECTORIA PROFESIONAL
José A. Martínez Soler: ‘El periodismo es una profesión muy honrosa, porque está permanentemente luchando por la libertad de expresión’
18/01/2023
13:12
Escrito por Sergio J. Valera
Entrevista al periodista reconocido por la APM con el Premio APM de Honor 2022, tras más de medio siglo ejerciendo la profesión periodística.
José Antonio Martínez Soler, en la sede de la APM. Foto: APM
La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) ha galardonado a José Antonio Martínez Soler (Almería, 1947) con el Premio APM de Honor 2022, que se otorga en reconocimiento de toda una vida profesional. Periodista en activo durante los últimos 54 años, el jurado lo ha definido como un “profesional infatigable, arriesgado, comprometido y valiente, no solo en el ejercicio del periodismo, sino como emprendedor y fundador de distintas publicaciones”, como 20 Minutos, El Sol,La Gaceta de los Negocios y Doblón, entre otras. También fue director de la Agencia Efe Nacional, de los Telediarios y de varios programas en Televisión Española.
“Los enemigos de la libertad de prensa siempre están al acecho”, alerta Martínez Soler, “uno de los nombres clave de la historia del periodismo de nuestro país”, según el jurado. “La lucha del periodista reside siempre en que triunfen los hechos sobre las falsedades”, concluye durante la entrevista que ha concedido a Apmadrid.es.
– ¿Qué significa para usted haber sido reconocido con el Premio APM de Honor a la trayectoria profesional? – Esto es como el Óscar de la prensa a toda una vida. Ha sido emocionante, no me lo esperaba. Me gusta mucho que el premio me lo concedan colegas, porque en esta profesión -yo el primero- somos envidiosos; no lo vamos a negar, nos gusta firmar en primera página. Pero también hay mucha generosidad, sobre todo cuando uno se jubila y tiene menos enemigos. Creo que no soy el que más merece este premio -hay otros muy brillantes en activo-, si bien quizá soy el que tenía menos enemigos en el jurado.
Estoy feliz. Es un broche de oro. Realmente, ahora puedo decir que he concluido mi vida profesional con cierto éxito. Agradezco a los compañeros del jurado que me hayan considerado merecedor de este premio.
– De profesión, periodista; pero también fundador de publicaciones: El Sol, La Gaceta de los Negocios, Doblón, Historia Internacional… – Era lo que llaman ahora emprendedor. Iba como Santa Teresa de Jesús: de fundación en fundación. Me gustaba mucho poner en marcha proyectos; claro, con el dinero de otros. Y he tenido buena relación con los editores. Solía llegar al acuerdo de que tanto el dueño como el director editorial tenían derecho de veto para publicar o no publicar. Así, el dueño no podía obligarme a publicar algo a favor de sus intereses particulares que yo no quisiera. Y yo no podía publicar algo que dañara sus intereses particulares.
Tanto el dueño como el director editorial tenían derecho de veto para publicar o no publicar
– De profesión, fundador de publicaciones; pero también director de programas informativos televisivos en directo, desde los propios Telediarios hasta el espacio Buenos Días, que fue el primer informativo matinal de TVE. – La televisión me enseñó a hacer un periodismo más preciso, concreto y breve. Lo trasladé posteriormente a 20 Minutos, con noticias muy breves.
– También fue pionero en los debates electorales. ¿Qué valor cree que pueden tener en este año electoral que comienza? – Están perdiendo valor últimamente. Pero todavía los valoro mucho. Lo más importante en un debate electoral es el lenguaje corporal. La televisión tiene una ventaja enorme: la cámara no engaña. El político puede estar diciendo una cosa de palabra, pero, si arruga la frente demasiado, la gente sabe que miente.
Hice también las entrevistas a los candidatos de las elecciones generales del 86, 93 y 96. En las últimas tuve mala suerte, porque entrevisté a Felipe González y a José María Aznar. Ganó Aznar y lo primero que hizo fue despedirme. Gané el juicio a la televisión del Gobierno y me dieron una indemnización interesante. Y con el dinero de la “beca Aznar”, pude poner en marcha 20 Minutos.
– 20 Minutos quizá fue su “gran hijo”. – Fue mi última obra, y para mí, desde luego, la más importante. Dábamos de leer al “sediento”; a los jóvenes, que todavía no se habían encontrado con la prensa. Cuando lo lanzamos, aún no entraban tanto en internet. 20 Minutos fue especialmente importante para mi corazón, porque se generaban nuevos lectores. Era luchar contra la ignorancia, y una de las grandes claves de mi vida ha sido luchar contra la injusticia y la ignorancia.
20 Minutos fue especialmente importante para mí; se generaban nuevos lectores, era luchar contra la ignorancia
– ¿Cómo fue su creación y la apuesta por un diario gratuito? El “abuelo” de 20 Minutos fue una revista militar. Yo era soldado, fui a ver a mi capitán y le propuse hacer una revista. “Ya hubo una que hizo Jesús Hermida que dejó de salir por falta de presupuesto”, me contestó. Se llamaba Cornetín y la pagaba el Ejército. Le ofrecí resucitar aquel proyecto y hacerlo gratis, siempre que me libraran de las guardias. Fue mi primera revista gratuita. Fui viendo quiénes eran todos los proveedores del Ejército, y con las cuatro perras que saqué de la publicidad financié la revista.
Martínez Soler, entre los retratos de Javier Bueno y Alfonso Rodríguez Santamaría, presidentes de la APM asesinados durante la Guerra Civil. Foto: APM
Sin guardias, pude buscar trabajo. Me fui, vestido de soldado, al diario Arriba, y me contrató Jaime Campmany. Durante un tiempo, lo quité del currículum, pero luego lo volví a poner. Hay que estar orgulloso de todo lo que se hace. Era “la primavera de Campmany”, cuando empezaba a haber apertura.
Desde Cornetín, siempre pensé que algún día haría un diario que se financiara con publicidad; ese era el proyecto que siempre tuve en mi cabeza. De pronto, estando en la Universidad de Almería de profesor de Economía Aplicada, vi un ejemplar del diario gratuito Metro London. Inmediatamente, me puse a hacer el proyecto y se lo presenté al grupo QDQ, que lo aprobaron y lo lanzamos.
– En sus buenos tiempos, 20 Minutos era el periódico líder de audiencia con distancia respecto de sus competidores y había cuatro diarios gratuitos entre los diez más leídos. – Llegó a tener una tirada de 1.100.000 ejemplares diarios: más que el resto de la prensa española junta. Fue el diario más leído de la historia de España. Aquel gran momento de los diarios gratuitos fue justo antes del boom de internet, que también era gratuito.
No obstante, he defendido muchas veces que mi diario no era gratuito: quien leía 20 Minutos nos pagaba con su atención. Esa atención la recibíamos en forma de audiencia, y se la vendíamos a los anunciantes. La atención de un lector vale más que el euro de un periódico.
La atención de un lector vale más que el euro de un periódico
Todos los periódicos, sean de pago o gratuitos, lo que tienen que buscar es la complicidad del lector. El éxito de 20 Minutos también se produjo porque los periódicos de pago iban de capa caída. Era una prensa antigua y hasta machista. En sus fotos nunca salían mujeres ni jóvenes: eran todos viejos con traje y corbata. En el despacho de Arsenio Escolar -gran director editorial de gran éxito-, teníamos un gráfico en el que se apuntaba el número de corbatas que aparecían en cada ejemplar de la prensa de pago. Y en nuestro caso, en el gráfico salían muchos jóvenes, mujeres y gente sin corbata.
– Pero en 2008 llegó la crisis económica y comenzaron a caer diarios gratuitos y otros muchos medios. En términos generales, ¿qué hicieron mal los editores en España para llegar a aquella crisis estructural? ¿Qué se debe evitar bajo cualquier circunstancia para que no vuelva a suceder una crisis sectorial de tales dimensiones? – La crisis de 2008 nos sacudió muy fuerte. En 2007 ingresamos 50 millones de euros, con más de cinco millones de beneficios. En 2008 ingresamos 30 o 35. En 20 Minutos tuvimos que reducir costes, despedir personal, bajar el número de páginas, ya que cayó la publicidad. Sin embargo, superamos la crisis en 2010. Cuando me jubilé, el diario ya ganaba dinero. Los demás no: Qué!, Metro y ADN murieron, porque no hicieron el ajuste. Teníamos 354 empleados y tuvimos que reducirlos a menos de 200. Había que despedir gente o el barco se hundía. Fue doloroso, pero no tuve más remedio que hacerlo.
La prensa tenía unos costes estructurales muy grandes. Los diarios de pago tenían plantillas de 400 o 500 empleados, con imprentas propias. Pero los editores y los periodistas hemos aprendido mucho de aquella crisis. Creo que el periodismo está entrando en un buen momento: con el boom de las fake news y de las teorías conspiratorias, empieza a valorarse la credibilidad de una firma de prestigio. El New York Times no publica bulos, sino antibulos. El que quiera tener una información de los hechos tiene que pagarla. La venta está siendo sustituida por la suscripción. En los grandes medios internacionales, los suscriptores están dando ya más ingresos que la publicidad. Y aquí se está empezando a notar.
En los grandes medios internacionales, los suscriptores están dando ya más ingresos que la publicidad
José Antonio Martínez Soler, el día de la entrevista. Foto: APM
– David Walmsley, director de The Globe and Mail, aseguró recientemente que “si no pagan por tu trabajo es porque no tiene valor”. – Cuando lo que se percibe por una suscripción te compensa lo que pagas, la mantienes. La gran ventaja ahora es que un periódico de prestigio, con firmas de prestigio como filtro, sirve de mucho, y eso hay que pagarlo. Si un lector deja de comprar un periódico es porque este ha dejado de darle un valor equiparable al euro o dos euros que le cuesta. Cualquier acuerdo de compraventa, y comprar un periódico lo es, funciona si ambas partes se llevan su beneficio y una de las partes no cree que da más de lo que recibe.
– Otras de sus grandes pasiones fueron la economía y el periodismo económico. Cuanto más complejo es el mundo, ¿más debe potenciarse el periodismo especializado? ¿Ello no choca con el anhelo empresarial de contar con periodistas multitarea, prescindiendo de otros profesionales? – El periodismo especializado siempre es necesario. Ese anhelo es parte de la crisis de crecimiento. Estamos destruyendo el viejo modelo. Es la teoría de la destrucción creativa de Schumpeter. Para que se cree algo nuevo, tiene que morir lo viejo. Ahora mismo estamos en una crisis en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de coger esplendor. Vamos hacia un modelo de buen periodismo, especializado, multimedia, pero con periodistas que deben ser bien pagados y deben tener tiempo para investigar.
– ¿Cree que está excesivamente idolatrada la prensa de la Transición o está valorada en su justa medida? – En aquella época, éramos pobres diablos: mucha política, mucha ideología, mezclábamos nuestros deseos con la realidad. Los periódicos estaban llenos de políticos. Mi generación tuvo una suerte enorme. No éramos tan buenos. Los jóvenes demócratas teníamos veintitantos años y los mayores tenían ya unos 60. Había 30 años de vacío generacional. Cuando los mayores se jubilaron o murieron, los jóvenes tuvimos que ascender rápidamente. Yo era director ejecutivo de Cambio 16 con 23 años.
Ahora la competencia es muy dura. Los jóvenes están muy preparados. Para nosotros fue muy fácil ejercer el liderazgo, porque fuimos la primera línea del periodismo libre; primero, con la ley de Fraga y, luego, con la muerte del dictador y la llegada de la democracia.
– Pero antes tuvieron que luchar por la libertad; en especial, por la libertad de prensa. Usted fue secuestrado, torturado y sometido a una ejecución simulada en marzo de 1976 por un comando franquista de la Guardia Civil. – Sí, me secuestraron porque querían que dijera las fuentes de información de un artículo que había firmado con el pseudónimo Rafael Idáñez en Doblón, con el antetítulo “De Vega a Campano”, sobre la purga de jefes y oficiales moderados en la Guardia Civil. El último nombramiento de Franco fue el general Campano, un franquista de tomo y lomo, como director general de la Guardia Civil, quitando de en medio al general Vega, un hombre más bien moderado. Lo primero que hizo Campano fue ir quitando a los jefes del equipo anterior.
El número dos de Campano, que había heredado de Vega, era nada menos que el general Sáenz de Santa María. Cuando me subieron a la montaña y empezaron a golpearme, querían que dijera que me había dado la información alguno del grupo de Saénz de Santa María. Al final hicieron el fusilamiento simulado. Ya sin esparadrapo en los ojos, uno, con pasamontañas, se puso enfrente de mí con un pistolón a dos palmos de mi frente y los demás estaban detrás. Amenazó con disparar a la de tres. Al decir dos, los de atrás se separaron, como haciendo que se quitaban para que no les saltara la sangre. Entre el dos y el tres -ya no me da vergüenza decirlo, lo he contado todo en mi libro La prensa libre no fue un regalo-, pensé en la parcela que acababa de comprar con mi mujer, donde construí mi actual casa. No pensé ni el cielo ni en el infierno; es el sentido de la propiedad, Marx me castigaría. A la de tres no dispararon, sino que me pisotearon y golpearon con la metralleta, pero ya la sangre me parecía gloria bendita.
Martínez Soler, tras ser secuestrado y torturado.
Yo no conocía a mis fuentes de información. Lo que mis informadores anónimos me iban contando lo confirmaba en la fuente oficial: el Boletín Oficial del Ejército. Me hicieron escribir y firmar una declaración en la que afirmaba que el general Saénz de Santa María me había facilitado la información. Iban a por él.
Bajé de la montaña andando. Tenía la cara quemada por el espray que me habían echado. Fui directamente a la farmacia. Luego fui a un bar buscando un teléfono y no se me ocurrió otra cosa que pedir una copa de coñac para los nervios. Tuve que escupirla, porque tenía la boca llena de llagas.
– Toda la prensa reaccionó publicando el mismo editorial titulado “Impunidad”. ¿Se echa de menos aquel corporativismo? No debiera ser necesario llegar a esos extremos para actuar unidos en la misma línea. – Aquella situación no es comparable con la actual. En el periodismo y en la política, cuando la situación es extraordinaria, emergen líderes extraordinarios.
– Ya, pero se suele decir que la libertad de prensa nunca está absolutamente conseguida, sino que es un derecho por el que hay que seguir luchando cada día. – Efectivamente. Los enemigos de la libertad de prensa siempre están al acecho. Hay que estar siempre pendientes. La libertad no fue un regalo, y está en peligro que nos quiten el don que hemos conquistado con tanto esfuerzo. La libertad es como el oxígeno: solo la valoras cuando te falta.
El periodismo es una profesión muy honrosa, porque está permanentemente luchando por la libertad de expresión. La lucha del periodista reside siempre en que triunfen los hechos sobre las falsedades.
– Tras un episodio como el que ha narrado, supongo que no es necesario que le pregunte a usted por la pertinencia de garantizar por ley la protección del secreto profesional del periodismo, cuya regulación ha anunciado el Gobierno. – El secreto profesional del periodista debe estar salvaguardado, sí. El secreto profesional es importante como garantía de que el periodista pueda trabajar libremente y cautivar a sus lectores.
– La Ley Europea de Libertad de los Medios de Comunicación está anunciada como una norma para proteger el pluralismo y la independencia de los medios de comunicación en la UE. ¿Cree necesaria la regulación de la profesión periodística para su salvaguarda? – Regular la prensa es peligroso. Tengo un sentimiento dual. Se decía que la mejor ley de prensa es la que no existe. La prensa se autorregula bastante por el consumidor. Si una prensa es de mala calidad, el lector inteligente la va abandonando.
– ¿Y qué opina de la futura ley de secretos oficiales? Se habla también de los riesgos de incurrir en una excesiva regulación. – El poder se mete muchas veces donde no le corresponde, y hay que estar alerta. La ley de secretos oficiales tiene mucho peligro, tanto si se hace extensiva a cuestiones que no son realmente de seguridad nacional como si se alargan excesivamente los años que se imponga el secreto.
Martínez Soler, en el Salón de Actos de la APM. Foto: APM
– Será difícil resumir una trayectoria tan amplia, pero ¿con qué noticias de las que ha publicado se quedaría de toda su carrera? – Estoy muy satisfecho de tres noticias que publiqué siendo redactor jefe de Economía de El País. La primera fue una información bastante exhaustiva sobre el aceite de colza. Hicimos un mapa con el recorrido de los camiones del aceite de colza adulterado: de dónde procedía, dónde se distribuía y dónde había muertos. Le di la información a la Policía para colaborar en la búsqueda de culpables, a condición de que cuando los detuvieran fuera yo el primer periodista en saberlo. Pude dar la exclusiva.
La segunda fue explicar qué había pasado en la expropiación de Rumasa. Y la tercera fue desentrañar, junto con compañeros de Barcelona, la corrupción de Jordi Pujol a través de Banca Catalana.
– ¿Y qué noticia no ha dado y le gustaría dar? – Siempre hablamos de la paz, y nunca hay paz. A mí me gustaría que cayera Putin, que le quitaran los suyos y acabara la guerra en Ucrania. Ya han caído Trump y Bolsonaro, que caiga Putin también.
El ejercicio del periodismo libre te da sentido a la vida
– Para acabar, ¿un consejo que quiera dejarle a las nuevas generaciones de periodistas tras más de medio siglo ejerciendo el periodismo? – He disfrutado de la profesión. La he sufrido también. Pero he sacado enseñanzas. Estoy muy orgulloso de haber sido periodista. Animo a los jóvenes que tengan vocación a que sean buenos periodistas, a que no se rindan nunca. Deben tener siempre la conciencia tranquila, que esa es la mejor almohada para dormir. Es una profesión muy hermosa. La segunda más antigua del mundo, pero la más hermosa de todas. Además, es muy útil. Te va realizando. El ejercicio del periodismo libre te da sentido a la vida. Lo que da sentido a la vida es la libertad y, por si lo lee mi mujer, el amor.
¡Que no me digan que el periodismo está mal! Tiene mala prensa, sí, y seguramente merecida. Sin embargo, veo el trabajo de colegas jóvenes, sobre todo femeninos, que superan ya a las viejas glorias periodísticas de la Dictadura y la Transición. Mi paisana Mar Abad es una de ellas. Lo intuía desde hace tiempo, cuando leía sus libros o escuchaba sus discursos en el Ateneo de Madrid sobre Carmen de Burgos, Colombine.
Mar Abad, autora de una biografía singular del conde de Romanones, uno de los caciques más poderosos de España.
Ahora, la lectura de su última obra («Romanones, Una zarzuela del poder en 37 actos) me confirma su excelencia como periodista, escritora y fina analista del Poder.
Cubierta del libro de Mar Abad sobre Romanones
La biografía de este cacique, poderoso y cínico, se lee como una novela de intrigas y, con frecuencia nos hace brotar una sonrisa de complicidad con la autora. Mar Abad camina por la vida del conde «cojo» apoyada en las muletas de sus memorias. Lo hace con brillantez e ingenio. Va expurgando o depurando auténticas perlas escondidas en los escritos de este animal político que fue muchas veces presidente del Gobierno bajo el reinado ominoso de Alfonso XIII.
Contra cubierta del libro de Mar Abad
Solo por leer la citas que Mar hace del conde vale la pena leer su libro. Pero, además, recibimos de propina un análisis precioso de las ansias de poder de un hombre que lo fue todo y todo lo perdió. Una vida de ascenso y caída digna de los personajes de Shakespeare.
Bio de Mar Abad en la solapa del libro
Mar nos ofrece un retrato espléndido y entretenido del «Maquiavelo de la Alcarria», un manual de instrucciones para cualquier político que aspire a conseguir el Poder y mantenerse en él a toda costa. Para el conde de Romanones el fin justifica los medios y no al revés. Salvando las distancias se parece un poco, solo un poco, a la vida y la obra de José Maria Aznar que lo fue todo y, por soberbia o estulticia, se hundió en la insignificancia.
José María Aznar lo fue todo (como Romanones) y se quedó en nada.
He leído a la vez, el libro de Mar Abad sobre Romanones y (no sin dolor) los dos tomos de Memorias de José María Aznar. No crean que soy masoquista. No lo hago por amor al arte sino como parte una investigación para mi próximo libro sobre la Policía, el Poder y la Prensa. Por distintas razones, Mar Abad y Aznar me iluminan la pasión que dos animales políticos de envergadura sienten por el Poder. A ninguno de los dos, les importó el precio.
Solo encontré una errata (o posible error) en el libro de Mar. Ya sabemos que «las erratas son las últimas que abandonan el barco». En la página 52 dice:
«Todos luchan por sobrevivir y, como indicó Darwin, sobrevive el más fuerte».
Creo recordar, de memoria y, por tanto, sin confirmar, que Darwin decía que «no sobrevive el más fuerte ni el más inteligente, sino aquel que mejor se adapta a losa cambios».
Ahora me tengo que marchar. En cuando pueda, copiaré y pegaré aquí mismo una selección de las perlas que Mar ha ido expurgando de las memoria del conde de Romanones. No tienen desperdicio.
Gracias, Mar, y enhorabuena.
—–
Ya estoy de vuelta. Ahí van algunas perlas prometidas de Alvaro de Figueroa, conde («cojo») de Romanones, entresacadas por Mar Abad de sus memorias y otros escritos:
«De la madera de los intelectuales salen escasos y buenos políticos. De la de los filósofos, ninguno».
«Saber callar ya es saber mucho»
«La gimnasia intelectual tiene que ser diaria. Si se abandona, los hombres se convierten en idiotas».
«En aquella época estuve a punto de convertirme en un sentimental. ¡Quién lo diría! Port fortuna, aquel estado patológico pasó pronto».
«… las pasiones que nos mueven, la animadversión latente y continua de los unos para con los otros y el supremo egoísmo que dirige a la humanidad».
«En la vida, y sobre todo en el Gobierno, constituye especial talento saber aprovecharse talento de los demás».
«Siempre estamos dispuestos a creer lo que nos conviene»
«…La ingratitud en política es planta de cultivo muy precoz»
«Saber perder es tan solo una forma de prudencia. Indispensable para todo político»
«Los ataques al adversario, cuanto más de brocha gorda, serán más útiles»
«La ambición es legítima en todas las esferas de la política»
«… sin libertad de prensa, a pesar de todos sus inconvenientes, es imposible ejercer el sufragio»
«La esplendidez, y no la avaricia, despierta la confianza de las gentes»
«Hoy los partidos no pueden oír hablar de la extirpación del caciquismo que los correo porque ven en ello un peligro a su propia existencia».
«Es la sutileza gran condición para la vida política. Es penetrar en el pensamiento ajeno sn rastros de violencia»
«Mandar es un verbo de eterna conjugación. Es la pasión dominante en los hombres,,, y en las mujeres»
«Si careces de fuerza para sufrir y resignarte, no sirves para la política»
«En la redacción (de El Globo) no todos comulgaban con mis ideas. Aunque me daban su pluma, conservaban sus convicciones»
«El saber esperar es útil. El político peca siempre de impaciencia»
«No hacer justicia a tiempo debiera considerarse grave delito. Porque omitir la justicia es confirmar la injusticia»
«El gobernante que no cree equivocarse nunca es el más funesto y peligroso»
«No emplees tu fuerza en dividir al enemigo, sino en aniquilarlo»
«El jefe de Gobierno ha de cuidar de no abusar de su autoridad. Es el único medio de perderla».
«El que ambiciona títulos honores nunca será enemigo temible, pues es fácil satisfacerlo»
«No he conocido ningún gabinete sin descubrir en él quien pretende suceder a su presidente»
«El don del mando se revela físicamente por signos inconfundibles: el imperio de la voz, la intensidad y penetración de la mirada, el gesto y el ademán»
«En política no hay absurdo imposible. Las realidad política lo admite todo»
«No abras tu corazón a nadie, y mucho menos en política»
La pasión por le mando se asemeja a la pasión sexual. Hace perder el equilibrio hasta a los varones mas sesudos»
«Los neutros en la política solo sirven de estorbo. Son los castradores de ella».
«Para conocer a fondo las miserias humanas, nada más aleccionador que la vida política»
«Los sentimentales y los imaginativos no sirven para el ejercicio del poder»
«En política no te resignes nunca. La resignación es la confesión de la derrota. Y solo es vencido el que se confiesa vencido»
«El pasado aclara el presente y avisa del porvenir».
«Son los ambiciosos los artífices de la grandeza de los pueblos».
Y así, suma y sigue…
Bueno, ya es la hora de mi partido de tenis. Adiós, amigos. Cuidaos de políticos como Romanones … o Aznar.
Mis colegas y amigos Karmentxu Marín y Miguel Ángel Noceda me acaban de dar la feliz noticia. La APM (Asociación del Prensa de Madrid) me ha concedido el Premio de Honor 2022 «en reconocimiento a toda una vida profesional». ¿Qué mas puedo pedir a mis recién cumplidos 76 años. Un gran regalo de cumpleaños. Gracias, colegas de la APM. Un premio otorgado por tus propios pares es lo mejor que puedo soñar a estas alturas de mi vida. Gracias, gracias.
Es posible que haber contado en 2022 toda mi vida profesional en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo», Editorial Marcial Pons) haya inclinado la balanza del Jurado a mi favor. No sé. La verdad es que tengo muchos amigos en el Jurado de la APM. Salto de alegría y trato de embridar mi vanidad que, como sabéis, es insaciable.
¡Enhorabuena a los demás jóvenes premiados: Luis de Vega, Nieves Herrero, Félix Madero y Laura de Chiclana!
Mi foto radiofónica, retocada por mi paisano indalianojones, que me rejuvenece. ¡Ay! La vanidad, el pecado favorito del diablo
Mi chica (awestley.com), también periodista (ex New York Times) se ha puesto muy contenta. Dice que me han dado el «Oscar de la Prensa» a toda una vida. La verdad es que a mí me sabe mejor que un Oscar o un Nobel porque viene de mis colegas que me conocen bien y, a pesar de eso, me han premiado.
Pensé que ayer terminaron, en la clase de talla de Villaba, las celebraciones de Navidad, Reyes, Cumpleaños, etc. Pero hoy, en la clase de tallasmadera.com en Vadillo celebraremos también mi cumple y este Premio de Honor con un buen champán asturiano «Le Gaiteró» y otro roscón de Reyes. Sigue la fiesta. El jueves perderé peso en el tenis.
A petición de mis niños, Erik y Elena, los Reyes Magos me han traído un juego de tazas emocionantes cargadas de sentido: «La prensa libre no fue un regalo. -JAMS».
Taza de los Reyes Magos con el título de mi libro: «La prensa libre no fue un regalo»
La prensa libre, no, pero esto sí que ha sido un regalo. ¡Qué buen regalo! También Papá Noel me trajo una camiseta mágica, con el mismo lema de propaganda, con la que gané 6-3 a mi hijo Erik.
Con esta camiseta mágica de Papá Noel gané por 6-3 a mi hijo Erik.
Portada de mi libro en su edición en papel. Ya quedan pocos…
Y otra alegría: la editorial Marcial Pons me anuncia que muy pronto estará disponible mi libro de memorias en formato kindle. Es una buena señal… de que se van agotando los ejemplares de papel. ¡Qué bien empieza este año nuevo!
Estoy me anima a iniciar este año 2023 con otro libro. ¡Que no nos falten proyectos para acompañar al tenis y a la talla de madera! Esta vez será sobre la Policía, el Poder y la Prensa, en torno a tres personajes claves tras la masacre del 11-M en Atocha.
Estos dos llevan todas la papeletas para ser los malos de la película…
José María Aznar, presidente del Gobierno el 11-M de 2004, que atribuyó siempre a ETA la autoría de la masacre de Atocha a sabiendas de que era falso.
Pedro J. Ramírez, director de El Mundo el 11-M de 2004, que siguió el juego diabólico al presidente Aznar, a sabiendas de que la masacre no fue de ETA sino Al Qaeda.
El tercer personaje me lo guardo en secreto para más adelante.
Gracias, hijo, por pedirle a Papá Noel que me trajera este libro tan luminoso («El hombre en busca de sentido» de Viktor Frankl), junto con los calcetines de rigor y las bolas de tenis con las que trataré de vencerte en la pista.
Bolas de tenis, calcetines y un tesoro escondido en este libro: «El hombre en busca de sentido» de Viktor Frankl.
Lo leí, despacio, de un tirón. Y, al cerrarlo, pensé en «Si esto es un hombre» de Primo Levi, en «No matarían ni una mosca» de Sventlana Draculik, pero, sobre todo, me vinieron a la memoria estos versos de Quevedo que Viktor Frankl, seguramente, nunca habrá leído:
«Su cuerpo dejarán, no su cuidado, serán ceniza, más tendrá sentido, polvo serán, más polvo enamorado.»
Lo mires por donde lo mires, toda su obra rezuma amor, libertad y ganas de vivir. Prisionero en varios campos de concentración nazis (Auschwitz, entre ellos), este siquiatra vienés aprovecha el sufrimiento indecible para buscarle sentido a su vida y lo encuentra en la libertad del hombre para tomar sus propias decisiones: dejarse morir o gozar de la dulzura de vivir en medio de aquel estercolero humano tan tenebroso.
«No es el dolor físico lo que más hiere (…) sino la humillación y la indignación por la injusticia, el sinsentido de todo eso».
En mi libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo») cuento, por fin, muchos detalles de aquel secuestro que, a la luz de este libro, me hicieron más fuerte y orgulloso.
Viktor Frankl
«Quiero testimoniar el incalculable poder del hombre para desafiar y luchar contra las peores circunstancias que quepa imaginar». Y Frankl concluye: «En los campos de concentración (…) mientras unos se comportaban como cerdos, otros lo hicieron como santos. El hombre goza de ambas potencialidades. De sus decisiones, y no tanto de las condiciones, depende cuál de las dos sale a a la luz».
Prisioneros como Frankl en un campo nazi
Resume su libro (un grito de libertad y amor) en esta última frase:
«El hombre es ese ser capaz de inventar las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas mismas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shemá Israel en los labios».
Es un libro tremendo y útil. El mejor que he leído este año, y eso que en primavera releí Crimen y Castigo, uno de mis favoritos. Lo recomiendo vivamente. Siento no haberlo leído antes, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Gracias, hijo, por este regalo.
En un cómic delicioso, mi amigo y colega Rodolfo Serrano reivindica «los años de barro» de Palomeras Bajas (Vallecas), el barrio donde creció sin luz ni agua, con un ataque de nostalgia, cariño y rabia. También, de poesía. Lo he leído del tirón y luego, más despacio, he revisado con gusto las viñetas dibujadas por Román López-Cabrera. Acaba de ser publicado y ya va por la segunda edición. No me sorprende. Note lo pierdas.
Cubierta del libro «Vallecas. Los años de barro» de Hoy es siempre Ediciones.
Contra cubierta del libro
Muchos jubilados de nuestra generación disfrutarán leyendo este cómic a sus nietos. Sus hijos (y el gran Ismael Serrano lo sabe) ya estarán hartos de escuchar las batallas que su padre les ha repetido tantas veces sobre la vida dura, durísima, de los emigrantes que huyeron del hambre del campo soñando con una vida mejor en la ciudad. Mi hijos bromean, tarareando la Internacional, cuando les cuento las penurias de mi infancia en un barrio obrero de Almeria, entre el Hoyo de los Coheteros y el Quemadero, no tan pobre como el de Rodolfo.
Prólogo 1
Prólogo 2
Como si nada, con toda la sencillez, la ternura y la sabiduría que le caracterizan, Rodolfo Serrano ha retratado una parte, la más heroica, de la historia reciente de España. Le conozco bien. Es un gran periodista, el mejor para llenar durante años las páginas de Laboral de El País. Pero, sobre todo, es un poeta. Nunca lo pudo ocultar. Y un excelente compañero.
Los autores: Rodolfo Serrano, del texto, y Román López-Cabrera, de los dibujos.PUBLICIDAD
¿Quién no ha cambiado novelas o tebeos en puestos como el la Antoñita de Vallecas? Yo lo hacía en el quiosco de Miguel, frente la terraza Imperial en Almería.
Muy pronto, en la página 18, aparece -cómo no- el padre José María Llanos, un cura marxista y bravo que defendió a los emigrantes en Vallecas, Palomeras, El Pozo del Tío Raimundo y otros barrios pobres de la zona. Y que, poco antes, había dirigido los ejercicios espirituales del dictador.
El padre Llanos se enfrentaba a «los grises» de Franco para evitar la demolición de las chabolas.
Al llegar a las páginas del padre Llanos fui yo quien sufrió el ataque de nostalgia. En 1965, me uní al SUT (Servicio Universitari0 del Trabajo), fundado por el jesuita José María Llanos. Sus campos de trabajo y sus campañas de alfabetización hicieron mucho bien a los estudiantes que nos sumamos a esos proyectos solidarios, generosos, quizás paternalistas, del padre Llanos. En 1968, el SUT, convertido ya en un nido de jóvenes anti franquistas, acabó como el rosarios de la aurora y fue clausurado por las autoridades franquistas.
Pero eso ya lo he contado en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo. Como se gestó a Transición») y no voy a repetirme. Como homenaje al padre Llanos, será mas fácil copiar y pegar las páginas de mi libro dedicadas al SUT. Todos los «sutistas» estamos en deuda con aquel cura comunista ya que su obra, el SUT, creo que nos hizo mejores personas.
Copio y pego:
Curas comunistas como el padre Llanos
Curas comunistas como el padre Llanos. pag. 50
El SUT, embrión de la Transición. Pag. 51
Pag. 52
Ahí estoy sentado en el coche de Extensión Agraria en la campaña de Alfabetización de Jaen. Pag. 53.
Pag. 54
En la página 210, el padre Llanos se cruza de nuevo en mi camino. El embrión de la UMD (Unión Militar Democrática) le debe mucho al fundador del SUT.
El embrión de la UMD también le debe mucho al padre Llanos. Pag. 210.
Cervantes cumple hoy 475 años. Cervantino soy y estoy en deuda con él. Esta fue una de mis primeras tallas, en madera de cedro, al poco de jubilarme en 20 minutos. Su Quijote es mi biblia.
Mi primera talla de Cervantes en madera de cedro
Los apuntes que tomé del profesor Lida sobre El Quijote no están incluidos en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo»). No sin dolor, tuve que recortar páginas.
El curso sobre El Quijote, del profesor Lida (Harvard, 1976-77) me cambió, bastante, la vida. Al concluir la segunda lectura del libro de don Miguel de Cervantes, me atreví a decir, como su hidalgo, «yo sé quién soy».
Capitulo 55
Me hice, por siempre, cervantinoSi tuviera que decidir sobre cuál fue la aportación más relevante que recibí de la Universidad de Harvard en 1976-77 lo primero que me vendría a la cabeza sería mi descubrimiento de Cervantes, gracias al curso sobre El Quijote que nos dio Raimundo Lida, el sabio argentino más grande que he conocido. Y ¡ojo!: aunque menos, también he conocido a Borges. No exagero. Mi paso por Estados Unidos me ofreció experiencias fantásticas, conocimientos impensables, horizontes insospechados, pero nada comparables al efecto que me causó mi reencuentro con la obra de don Miguel de Cervantes a 6.000 kilómetros de mi tierra.
En más de una ocasión, he comentado la pasión cervantina de mi padre. Con él, la compartía a medias. Aunque es un libro difícil para un adolescente, por darle gusto, me aficioné, no sin esfuerzo, a su lectura favorita. Mi primer Quijote, el más grande que he tenido en mis manos, pesa varios kilos y mide más de medio metro de alto. Lo heredé, con el permiso de mi hermana, y aún lo conservo sobre un mueble antiguo presidiendo el salón de mi casa. Desde muy joven, lo leía en la cama y, por su peso, se me dormían las piernas. Son dos tomos impresionantes de pastas gruesas negras y letras enormes, aptas para gente con vista cansada. No sé cómo llegó a poder de mi padre una obra como ésta, publicada en 18… , que incluía los nombres impresos de todos sus suscritores empezando por la reina Isabel II. Llegué a pensar que, quizás, procedía de la rica biblioteca de la Señora, doña Serafina Cortés viuda de Cassinello. Ella fue mi proveedora principal de libros infantiles y juveniles a través de mi abuela Dolores, su criada.
Sin embargo, en alguna ocasión, mi padre me comentó que había rescatado libros viejos, muy estropeados y abandonados, en una mansión, casi en ruinas, relacionada, no sé cómo, con un general catalán muy franquista y muy poderoso en Almería. Se llamaba Andrés Saliquet. Luego supe que este militar golpista, casado con una almeriense de Fiñana, había participado en el nombramiento de Franco como jefe del Estado y caudillo de España. Durante la guerra civil, el general Saliquet mandó el Ejercito del Centro con medio millón de hombres y es recordado en Castilla y León por su dureza represora, lo que le valió el nombramiento de presidente del Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo y la concesión de un marquesado por Franco. No estoy seguro de la procedencia de “mi” Quijote. No obstante, a menudo, he fantaseado con la delicia de haberlo rescatado de las garras de un represor franquista, es decir, de lo menos cervantino que imaginarse pueda.
Grabados a cambio de harina
Lo que sí recuerdo claramente es que mi padre cometió un error, que lamentó toda su vida. En los años más duros del hambre en la postguerra, arrancó todos los grabados que ilustraban los dos tomos de El Quijote y los cambió por varios sacos de harina. “Primum vivere…”, claro. Siempre me dijo que don Quijote no se lo habría perdonado nunca. Ni el cura ni el barbero. Sancho Panza, en cambio, habría aplaudido su intercambio. Mi padre era un adicto a los refranes de Sancho y leía El Quijote sin orden alguno. Como hacen quienes leen la Biblia o los Evangelios. Según me comentó Lida, mi padre seguía, seguramente sin saberlo, una recomendación de William Faulkner. Abría el libro, al azar, por cualquier página, y se ponía a leer. A veces, en voz alta. Lo recuerdo, concentrado y orgulloso, leyendo el enorme tomo que, abierto, ocupaba casi la mitad de la mesa del comedor. Con frecuencia, soltaba alguna carcajada y, entre sonrisas, compartía las parodias cervantinas con nosotros. Con estos antecedentes familiares, no tiene nada de extraño que me apuntara, sin dudarlo un instante, al curso que el profesor Lida dedicaba íntegramente al Quijote. No me arrepentí.
Estos fueron sus apuntes que uno al borrador de mis memorias.
Raimundo Lida había nacido en Lambert, en el imperio austrohúngaro, en 1908, en el seno de una familia judía. Desde bebé, creció en Argentina, en una comunidad hebrea laica, y de allí pasó a México y a Estados Unidos. Fue discípulo y heredero intelectual de Amado Alonso. Gracias a Américo Castro, el maestro de Juan Marichal, Lida consiguió una beca para la Universidad de Harvard en la que llegó a ser director del Departamento de Lenguas Romances. Cuando le conocí, tenía casi 70 años. Filólogo, filósofo del lenguaje, ensayista y crítico literario, el maestro Lida era una autoridad indiscutida en el Siglo de Oro (Quevedo) y en el Modernismo (Rubén Darío). Pero me apuesto algo a que el curso del Quijote era el que más disfrutaba. No había más que verle. Saboreaba las palabras y las citas eruditas o mundanas. Se lucía. En clase, con apenas una docena de alumnos de doctorado, Lida se transformaba ora en don Quijote, ora en Sancho. Siempre en Cervantes. Cuando murió, un par de años después de dar ese curso, leí un obituario escrito en su memoria por Ana María Barrenechea en el que decía que “Cervantes era el autor más afín a su hondura humana”. Estuve totalmente de acuerdo con ella.
El vértigo de don Quijote
Nunca dejó de sorprenderme el saber casi enciclopédico del profesor Lida. Con naturalidad, sin petulancia, citaba de memoria a los grandes autores y destacaba, con finura exquisita, la aportación de cada uno de ellos al tema que trataba de explicar: Platón, Cicerón, San Agustín, Averroes, Maimónides, Goethe, Alfonso el Sabio, Ibsen, Flaubert, Dostoievski, Unamuno, Bergson o Kierkegaard. Ninguno escapaba a su vasto conocimiento de la literatura, la filosofía y la historia de Occidente. Estuvo muy bien preparado para analizar la realidad cervantina tan poliédrica, con tantas caras y aristas, tan rica en perspectivas tan distintas. Nos pintaba escenas del Quijote como si detallara los distintos puntos de vista de cada personaje. O sea, como el juego de espejos en las Meninas de Velázquez. Planos distintos entrecruzados. Todo ello formaba parte del “vértigo de don Quijote”, un libro abierto a muchas ricas lecturas. Podía ser cómico para los barrocos o trágico para los románticos. Pero las parodias de Cervantes nunca fueron crueles ni destructivas ni ajenas a cierta ternura. Con razón llegó a decir Dostoievski que “la presentación del Quijote en el juicio final serviría para absolver a la Humanidad”.
Lida lucía un humor finísimo, una ironía propiamente cervantina. Me encantaba su risita maliciosa, sus guiños penetrantes, sus anécdotas definitivas. De pronto, sin darle importancia, dejaba caer alusiones sutiles que encerraban un conocimiento profundo del ser humano. Nos dejaba suspendidos, en un arrobamiento intelectual inesperado, incapaces de seguir tomando apuntes hasta haber digerido su último disparo al corazón de su audiencia. Rezumaba cierto erasmismo en sus lecciones y presumía sin disimulo de los éxitos de judíos y conversos, tan sonoros en la historia, la filosofía y la literatura de Occidente y tan silenciados para los estudiantes españoles educados en la Dictadura franquista y el nacional catolicismo.
Dediqué mi talla de Cervantes a mis maestros cervantinos Lida y Marichal
Nos decía que para los dos Fray Luis (de Granada y de León) la perfección era posible fuera de la Iglesia. Es decir, el hábito no hace al monje. Pero él nos hacía el guiño, naturalmente en latín: “Monacatus non est pietas”. Igualmente, nosotros pensábamos que el escenario y el boato académico no afectaba a la calidad de sus lecciones. Cuando un catarro le retuvo abrigado en su casa de Cambridge, aislada por un metro de nieve, nos convocó para seguir sus clases en su sala de estar. La perfección también era posible en torno a una mesa de camilla, fuera del estrado oficial de su cátedra.
Tomé todos los apuntes que pude. Los guardo como oro en paño. Sin embargo, ahora que los repaso, al cabo de casi cuarenta años, observo muchas lagunas. Lástima que Lida no haya publicado sus notas sobre el Quijote como hizo con Quevedo o Rubén Darío. Con mis recuerdos vagos y mis apuntes concretos, intentaré resumir ahora, casi en titulares, algunas de las ideas que más me llamaron la atención en sus clases, todas ellas magistrales.
“Dime qué ves en el Quijote y te diré quién eres”, nos dijo un día el maestro al hablar de este primer monumento del realismo, lleno de fantasía y verosimilitud, provocador y entretenido. Cervantes tenía muchos ángulos: erasmista, humanista, barroco, anti barroco, heterodoxo, ortodoxo, patriota, antipatriota, cristiano… Escapó a la Inquisición con hábil y sabio disimulo. No así a las cuentas de la Hacienda Pública. Dijo producir un libro para entretener y divertir. Al parecer, nada serio. ¡Válgame Dios! Escribió: “Yo di pasatiempo al pecho melancólico y mohíno”. Pero, a la vez, como el que no hace la cosa, se burló de la caballería andante y del teatro de moda, o sea, de Lope de Vega cuyo éxito le tuvo tan obsesionado. ¡Ay, la envidia que hace tan humano a nuestro gran genio! Así, como si nada, metió una carga de profundidad en el cosmos medieval divinizado, en el mundo escolástico decadente, y nos dejó una nueva conciencia del hombre europeo, capaz de empezar a separar, gracias a la ciencia emergente, el orden físico del espiritual. El panteísmo de Spinoza (“Dios igual a Naturaleza”) y el pacifismo de Erasmo se abren camino en la primera novela del mundo.
El Quijote fue la bisagra entre dos siglos, ambos de Oro, y el símbolo del español de entonces, una alegoría de la locura hispánica vista con simpatía. Su autor pintó como nadie la inadaptación a los tiempos y la entrada en una nueva era. La era, además, de la novela moderna. Inventó la fábrica de hacer novelas. Sus personajes entran y salen de la novela como Juan por su casa. Se independizan. Así abrió la puerta a Galdós, a Unamuno, a Borges, a Pirandello, a Guide, etc.
Tuvo Cervantes un éxito indudable desde la primera edición de su obra. También tuvo críticos muy duros que, de forma panfletaria, le acusaron de antipatriota. Un anónimo del siglo XVIII divulgó que “del honor de España, era el autor (Cervantes) verdugo y cuchillo”. Casi nada. Juega con las apariencias y la realidad. Mezcla críticas y sonrisas ante los ideales trasnochados y hace una meditación destructora de la caballería andante. Parece hablar en serio, pero se ríe de los autores de moda.
A medida que avanzaba el curso, Lida nos recomendaba una amplísima bibliografía, que podíamos encontrar en la Widener Library de Harvard. No daba abasto. Por eso, opté por comprar algunos de esos libros, nuevos y usados, para seguir leyéndolos en el resto de mi vida. Una gran sorpresa fue volver a leer El Quijote, próximo yo a la treintena, pero con las notas de Martín de Riquer que el maestro tanto alabó. Lida nos advertía del efecto sorprendente de leerlo a distintas edades. ¡Qué rica fue esa segunda lectura! El curso envolvía el choque de dos mundos: el de la aristocracia minoritaria, que se resistía a morir, atado a sus antiguallas y derechos divinos, y el de la burguesía mercantil, ligado a las ciudades y al progreso, que luchaba por nacer e imponerse con pensamientos sentimientos modernos.
El hombre, hijo de sus obras
Nuestro hidalgo luce un lenguaje y unos ideales arcaicos. Pero nos cuela, casi de rondón, ideales de libertad e igualdad, revolucionarios para su época. Entre ellos está la aristocracia del alma, extendida a mucha más gente, la “gente nova” de Dante. El hombre es hijo de sus obras. Cervantes conoce muy bien la literatura italiana, que desdeña lo medieval, y enlaza con Petrarca. Las virtudes no son solo de la hidalguía de linaje, nobleza de sangre feudal, sino que dependen del modo interior de vida de cada hombre. ¿La verdadera nobleza? La del virtuoso, cualquiera que sea su origen y linaje. Nos lo dice Cervantes dos siglos antes de la Revolución Francesa. Ahí es nada.
¡Cómo se ríe nuestro autor del amor cortés de las leyendas carolingias y artúricas! Ariosto, con su “Orlando furioso”, influye mucho en Cervantes. Había libertad de imitación y de creación. Orlando, bravo en la batalla y torpe en el amor con Angélica. Con ironía y sorna, vemos, de pronto, a Roldán transformado en don Quijote. Desde Homero a Cervantes, el hombre luchaba cuerpo a cuerpo. Ahora, el arcabuz portátil, con su pólvora, se impone a la espada y a la lanza. Gran discurso de las armas y las letras. Con un arma de fuego, un cobarde puede matar a un héroe. Nuestro hidalgo insiste orgulloso en llevar las armas ridículas de su abuelo, en un momento en que se abre camino la pólvora, nada caballeresca, que mata a distancia y no con la fuerza del brazo de un guerrero. Gracián llegó a decir: “Una gallina mata a tiros a un león y el más cobarde al más valiente”. Esa es la injusticia de una guerra que a nuestro hidalgo le parece innoble.
¿Era solo combatir los libros de caballería el propósito de Cervantes? De eso, nada. Dijo Borges que la segunda parte del Quijote es un comentario de la primera. En su novela, trata de asimilar lo bueno de la nueva cultura, de los descubrimientos, de los viajes y de la nueva épica burguesa, y no desesperar agarrados a los viejos tiempos. Nada más actual. Además, las novelas de caballería son su excusa para criticar toda la literatura. El Quijote es mucho más que una parodia contra la caballería andante. El odio es limitado y el amor se antepone al odio en el ataque. El mal, el ser cainita, no existe en el Quijote. Hay ironía, burla, humor. No sátira cruel.
En sus clases, Lida no ocultaba las influencias de Américo Castro, su protector, cuyos libros nos recomendaba. En su prólogo al Quijote, don Américo destacó la alusión directa a comer “los sábados, duelos y quebrantos”. ¿Sufrir y tener quebrantos si comía cerdo el sábado? Ahí se percibe que la limpieza de sangre de don Quijote no corresponde a la de un cristiano viejo sino a la de un cristiano nuevo, descendiente de judíos conversos. Las virtudes de los caballeros andantes le venían “de casta”, por su buena cuna. Eran héroes por linaje. Un hidalgo, por respeto a lo que es, no hace trabajos manuales, cosa de judíos y moriscos. Ahí vemos ciertas raíces profundas del atraso económico de España. El hidalgo desprecia el lucro y el ahorro. Lo suyo es la liberalidad del manirroto. Se dedica al ocio o la guerra. Pero Cervantes no nos ofrece un héroe de 12 años, como Amadís de Gaula, sino un viejo de 50 años, como él mismo. Un hidalgo moderno que sabe leer. Y hace una burla erasmista de los eruditos medievales. Pasa de la debilidad por los libros a otra debilidad peor: la caballería andante.
Nos presenta a un héroe invencible que socorre a los débiles, viudas, huérfanos, desvalidos, doncellas perseguidas por tiranos. Su espada es infalible, mágica, contra reyes, emperadores, gigantes, follones, magos, brujos, demonios o encantamientos. Sus aventuras contra leones, fieras míticas o caballos voladores tienen final feliz. Recorre al azar montes, valles, castillos, cortes fantásticas en las que princesas se casan con el vencedor de un torneo. Puede ser, si quiere, rey de una ínsula. Treinta años antes, el Concilio de Trento había condenado los libros de caballería por “lascivos y obscenos”. Los acusaba de difundir el asombro y el milagro de la magia (del diablo) y no de Cristo y los santos. La Iglesia defendía la “honestidad cristiana” frente a la moralidad caballeresca de origen pagano (“el amor solo para Dios”) y declaraba la guerra a la mundanidad del siglo. “Con la Iglesia hemos dado, Sancho”. Cervantes se ríe de la beatería y de la hipocresía.
Sospechosos de judaísmo
Sabe que, en Italia, los libros españoles eran sospechosos de judaísmo. Por su magia, incluso Amadís, leído por los luteranos, era tenido por hereje y demoniaco. Sin embargo, nuestro autor no odia los libros de caballería. Según Lida, hace otro. El mejor. Tiene su alma dividida: “libros sin igual”. Los elogia: “admirado ante el disparate”. Con sabor agridulce, tiene un desquite irracional: un loco “con bonísimo entendimiento”. Celebra “el estado para el que hemos nacido: la caballería andante”. Y recurre al canónigo para dar otra vuelta de tuerca maliciosa: “si no los leo críticamente corro el peligro de divertirme”.
Tengo la impresión de que Cervantes es un bromista redomado, que juega con el lector, con indecisión y goce dual. Mezcla lo histórico con lo legendario, lo sublime con lo ridículo. Parece decirnos que no debemos fiarnos ni de él mismo. Practica la prosa arcaica, como Garcilaso, y ofrece relajo, equilibrio, salud, distracción y pasatiempo “al pecho melancólico y mohíno”.
Por su modernidad y fuerza moral, uno de los capítulos más impactantes del Quijote ha sido para mí el que da cuenta de los amores y desamores de la pastora Marcela y el estudiante Grisóstomo … ¡en 1606! Se adelanta a cualquier feminista de hoy. “Comprender mejor es estar en condiciones de amar mejor”. Ahí se arriesga y se luce Cervantes. Marcela grita desde lo alto de una roca: “Nací libre”. La pastora quiere “vivir su vida” y celebra su libertad individual sin atender al efecto de su acción en los demás. Todos acusan a Marcela del suicidio de Grisóstomo quien se mata por su amor no correspondido. Ella no se siente culpable. Don Quijote – ¡cómo no! – la defiende. El mundo ha cambiado y nuestro ingenioso hidalgo se lanza contra la hipocresía, la mentira y el cinismo. Es decir, contra el amor provenzal. Sale en defensa de los derechos de la mujer. Da pie a varios mitos: un hombre quijotesco, aventuras quijotescas, quijotismo.
Cervantes parodia, critica, ataca, quiere, imita y mejora los libros de caballería y, burla burlando, pasa el problema al lector. Pero su sátira no es encarnizada como la de Quevedo. “Nunca voló mi pluma por la región satírica…” Critica los libros de caballería no con sarcasmo destructivo sino con la sonrisa, con el humor de un loco ridículo que pronto se convierte en un loco entretenido y crece hasta ser un prodigio de simpatía. Nos hace reír y, sin embargo, ¡qué pena!, muelen a palos al héroe, hacen burlas del derrotado. Según Lida, Dickens, como Cervantes, une a la burla el amor. Son víctimas de la sociedad que no se resignan. Para Galdós, El Quijote es una obra moderna. Un libro lleno de vida, de amor. Su autor se separa de la contrarreforma. Opone la igualdad a la casta, la paz a la guerra, el amor al odio.
Raimundo Lida, catedrático de la Universidad de Harvard.
En este “libro de libros”, “versión de versiones”, no aparece el pecado original, no hay figura del mal ni del pecador arrepentido. No hay seres perversos sino cambiantes. No son de una sola pieza. El bandido Roque es cruel y compasivo. Es la novela de los imposibles. “Yo soy libre”, le hace decir a Marcela ¿a los 16 años? ¿Dónde queda la autoridad paterna? ¿Por qué lo dice si sabe que no es cierto? ¿Cuál era su propósito? Lida no se sorprende. Cita a Valery: “Las intenciones son intenciones y las obras son obras”. Nos dice que sí, que Doctoievski trató de escribir un folletón de moda y, mira por donde, le salió “Crimen y castigo”. ¡Qué diferencia entre la intención y la obra! Recurre a Fichte: “La obra literaria depende del hombre que se es”.
A veces, nos parece escrito desde otro mundo. Salta por encima de los valores de su época y se dirige a temas universales. No niega la realidad objetiva ni hay idealismo a lo Berkeley, pero nos muestra una realidad insegura, oscilante. Los libros no son inertes. Actúan sobre el alma humana. Cada libro es distinto para cada lector. Nos muestra distintas posiciones ante la misma aparente realidad. ¿Gigantes o molinos? El ventero defiende los libros de caballería, como don Quijote. El cura los ataca. Cervantes nos va irradiando problemas en cada línea. Inquieta al lector. Hace una “imitación selectiva” de los llantos de Amadís o de Orlando cuando escribe la carta, con lenguaje arcaico, a Dulcinea. Para Pedro Salinas esa es “la mejor carta de amor de la literatura española”. Su Quijote huye de la sociedad… enloqueciendo.
“Tutéame Sancho”
Uno de los grandes aciertos del libro es, a mi juicio, la influencia mutua que se produce entre don Quijote y Sancho. Tengo un dibujo muy querido que el gran Ortuño me dedicó en tiempos de Cambio 16. Muestra al caballero y al escudero por la Mancha, a lomos de sus bestias, bajo un sol de fuego. El globito de texto es muy escueto, lapidario. Don Quijote le dice a su criado: “Tutéame Sancho”. Toda la obra cervantina es una parodia de la parodia, con un estilo que Lida llamaba “mercurial” y zumbón pues nada estaba quieto. “Soberana y alta señora”, empieza diciendo el hidalgo. Sancho lo memoriza así: “Alta y sobajada señora”. De soberana a sobajada.
Dibujo de Alfonso Ortuño, ilustrador y humorista gráfico de Cambio 16, Doblón, El Sol, TVE…
El autor se ríe de la falsa erudición, de la seudociencia, de la sabiduría inútil. Se ríe de sí mismo. “¿Qué libro tienes ahí?”. El lector responde: “La Galatea, de Miguel de Cervantes”. Inventa aquí el “pirandelismo”, el desdoblamiento entre personaje y autor. De paso, nos mete un corte publicitario. Así es el prisma cervantino. Cuando un asunto llega al prisma queda descompuesto en colores distintos. Así son también las distintas verdades y planos del creador del Quijote y – ¡cómo no! – de Sancho. El creador de un enorme mito doble: el ingenioso hidalgo y su interlocutor o anti personaje que no es Dulcinea (la presencia de una ausencia) sino Sancho. Dulcinea es el gran personaje ausente. Alonso Quijano nunca tuvo el “don”. Don Quijote, sí. Además, “de la Mancha”, como el “de Gaula” o “de Inglaterra”. Don Quijote es un judío converso pero su apellido viene del árabe: Mancha o Manggia, tierra seca y alta, refugio frente a inundaciones. Hay parodia de nombres pomposos (Don Quijote, Dulcinea) con apellidos ridículos (de la Mancha o del Toboso).
También juega con los octosílabos: “don Quijote y Sancho Panza” o bien “en un lugar de la Mancha”. Como a Raimundo Lida no se le escapaba ni una, nos descubrió que el Quijote empieza, sin ponerle comillas, como es costumbre cuando se copia, con ese octosílabo (“En un lugar de la Mancha…”) sacado sin permiso de una coplilla anónima y vulgar. Es una nota de humor, una comicidad para enterados, más propia de la picaresca que del mundo de los sabios. Riza el rizo con esta imprecisión en endecasílabo: “…de cuyo nombre no quiero acordarme…”. De lo que sí se acuerda seguramente Cervantes es de otro endecasílabo de La Eneida: “Callaron todos, tirios y troyanos”. En su juego “mercurial”, recurre al equívoco con frases célebres.
El caballero va contagiando su locura al escudero. Las promesas de una ínsula ayudan. Pero también vemos un cariño gradual de Sancho hacia su amo, una cierta hermandad matizada. Aunque el criado es rústico, hablador, abusador del lenguaje, la relación entre caballero y escudero los iguala como el amor que iguala a la pareja. Hay una dignidad entre señor y criado. Sancho aprende e imita pues tiene fe en su amo. Se hacen inseparables, imprescindibles hasta la muerte. Son dos almas que se van haciendo recíprocamente. Cuando el escudero es gobernador, pasa a primer plano. Sancho Panza no es la sombra de don Quijote sino su complemento. Crecen y se funden el uno en el otro. Son la cara y la cruz del alma humana.
Los refranes de Sancho, píldoras de conocimiento, se le van pegando a su señor. “Cuatro dedos de enjundia tiene de cristiano viejo”. La enjundia es grasa o manteca de cerdo, prohibida a musulmanes y judíos. Con mucha gracia, Sancho corrompe el lenguaje. Su amo dice “pacto tácito o expreso con el demonio” y Sancho lo repite, a su modo, como “patio espeso con el demonio”. En su entrelazamiento, ambos tienen un acuerdo de creerse mutuamente. Para Lida es, sin duda, una novela social. Otro rizo: haciendo la novela explica cómo se hace una novela. El cura habla de Cervantes y de su Galatea. Novela sobre novela. No hay marcos fijos entre novela y realidad. Salen personajes en la segunda parte que han leído la primera, en ediciones piratas por las que Cervantes no cobró ni un maravedí. Lo mismo que hoy con Internet.
“Rey de los hidalgos… ruega por nosotros”
En su continuo juego de perspectivas, el autor hace al lector cómplice del narrador. Es un gran periodista que utiliza diversas fuentes, según se mire, para informar de un mismo hecho. Pone el nombre de Cide Hamette Berengeli (berenjena) al autor del manuscrito. Precisamente, la berenjena, plato favorito de moriscos y judíos. Mi hijo David no olvida una frase que leímos juntos, cuando era niño, antes de dormir: “Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros”. La repetimos aún entre risas. La fantasía y la imaginación… “la loca de la casa” para Santa Teresa.
Hay tantas lecturas del Quijote como lectores. Para un romántico perdido como Heine, es “el libro más triste que existe”. Pero también nos da pistas de un pre racionalismo avanzado, de un pensamiento pre siglo XVIII. No pocos aún siguen descifrando los mensajes de Cervantes, los misterios que disimuló hábilmente y no pudo decir con claridad por miedo a la Inquisición, siempre atenta a los peligros de cualquier disidencia.
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Algunos han querido ver el engrandecimiento de Sancho como un anuncio de la emancipación de la clase obrera o los valores democráticos (libertad, igualdad, fraternidad) en don Quijote. No digamos Pirandelo en su obra, tan cervantina, “Así es si así os parece”. Para Unamuno, nuestro hidalgo sufre una “santa locura”. Para Ortega y Gasset, se trata de la novela de los puntos de vista, del perspectivismo y la realidad oscilante. Cervantes es un Erasmo sin religión. En su obra no hay influencia religiosa pues la moral de Cervantes es filosófica, natural, humana. Lutero, que tiene todo lo español por sospechosamente poco cristiano, llegó a decir que “casi prefiero tener al turco por enemigo que a los españoles que no creen en nada; son marranos seudo convertidos”. Así se abonaba la leyenda negra contra el imperio español de los Austrias.
Para compensar lo de Lutero, no puedo cerrar los apuntes que tomé de las clases magistrales del maestro Raimundo Lida sin copiar aquí una cita que nos regaló de Rubén Darío. En ella, el grandísimo poeta modernista santifica a nuestro don Quijote:
“Rey de los hidalgos,
señor de los tristes,
noble peregrino,
contra las certezas,
contra las mentiras,
contra la verdad,
ruega por nosotros”.
Así sea, maestro Lida. Usted me hizo, por siempre, cervantino. Gracias.
Acerca de JAMS
Periodista en activo durante los últimos 55 años, doctor en Ciencias de la Información “cum laude” por la Complutense y primer hispano parlante diplomado por la Nieman Foundation for Journalism de la Universidad de Harvard (1976-77). Profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Almería. Consejero y fundador del Grupo 20 minutos España. Ha sido Director General y fundador de Multiprensa, la empresa editora del diario 20 minutos, líder de la prensa española durante casi una década y de 20minutos.es, número 3 de las webs de noticias de España (1999-2014). Director-fundador de los diarios El Sol (1989-90)y La Gaceta de los Negocios (1988-89), del semanario Doblón (1974-76), del mensual Historia Internacional y de la televisión matinal, con el primer informativo diario “Buenos Días” de TVE (1986); director de la Agencia EFE Nacional (1987), corresponsal en Estados Unidos del semanario El Globo del Grupo Prisa (1987-88), redactor jefe de Internacional y de Economía del diario El País (1977-84) y redactor jefe fundador y director en funciones del semanario Cambio-16 (1971-1974). Director de los Telediarios, en distintas etapas, y de varios programas en directo (Informe del Día, Espiral/Detrás de la Noticia, Economía en la 2, Entrevistas a Candidatos Presidenciales de 1993 y 1996, Debates electorales, etc,) de Televisión Española. Corresponsal-jefe de TVE en Estados Unidos 1995-96 (despedido tras la entrevista preelectoral que realizó al candidato José María Aznar) y autor de varios libros: “Jaque a Polanco” (Temas de Hoy, Planeta), “Los empresarios ante la crisis” (Grijalbo) y “Autopistas de la Información” (Debate), con Francisco Ros e Ignacio Santillana; Es almeriense, presidente de la Junta Rectora del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería) y posee la Medalla de Andalucía. Ejerció el reporterismo de sucesos y de información económica en la Agencia Hispania Press (1968) y fue redactor del diario Nivel (1969) y del diario Arriba (1970-71). Trabajó en Radio Nacional de España y TVE en programas de divulgación económica (Mi Bolsillo, La Aventura del Saber, El Canto de un Duro, etc.). Como director del semanario económico Doblón y autor de un artículo sobre la purga de moderados en la Guardia Civil fue secuestrado, torturado y sometido a una ejecución simulada en marzo de 1976 por fuerzas paramilitares franquistas. Fue el primer desaparecido del final del franquismo. Trabajó para el Gobierno de Adolfo Suarez en la Reforma Fiscal (1978) como ayudante del ministro de Hacienda, Fco. Fdz. Ordóñez y en el programa de ajuste económico de Los Pactos de la Moncloa a las órdenes directas del vicepresidente Fdo. Abril Martorell y del ministro de Economía, Jose L. Leal (1979-80). El 13 de febrero de 2014 dejó el Consejo de 20 minutos, pero mantiene su blog “Se nos ve el Plumero” sobre “Noticias y no noticias comparadas” (dentro de 20minutos.es) que, desde 2005 suma casi 2,9 millones de lectores. Ver todas las entradas por JAMS →