Aunque ayudó a los liberales del XIX, las andanzas del famoso bandolero de la Sierra de Ronda, trabuco en mano, no son para presumir. Mató a un hombre en duelo de facas y, muy temprano, huyó de la Justicia. Por eso, dice una leyenda, le pusieron «el Tempranillo». Yo pensé que era paisano mío porque a los de Almería, por sus frutos, nos llaman «los tempranos».
José María, el Tempranillo, no era de Almería sino de Jauja (Córdoba).
Hoy me afeité lentamente, a las 9:40 AM, para escuchar completa la sección de «A vivir…» en la SER con Ana Cañil. Le tocó hablar de un capítulo espectacular de su libro «Los amantes extranjeros» que ya comenté en este blog y en el diario La Voz de Almería («Un chute de amor a España»).
Mi artículo en La Voz de Almería
Ana trató hoy en la SER de los románticos del XIX, como Washington Irving, Andersen, etc., enamorados de la Alhambra. No me quité el jabón de la cara hasta que terminó su sección. En la SER amplió detalles que no están en su libro y lo hizo con mucha gracia. Así es ella.
Ana Cañil, autora de «Los amantes extranjeros».
En un momento determinado, dijo que a José María Hinojosa, el bandolero más famoso de la época, le pusieron «el Tempranillo» porque solía a atacar a los viajeros muy temprano, al amanecer del día. Me sorprendió y me picó la curiosidad. Yo creía que el origen de «el Tempranillo» procedía de Almería, «donde nacen los tempranos», según una taranta decimonónica. Pregunté al doctor Google, que lo sabe casi todo, y me dijo que aquel bandido era natural (¡cómo no!) de Jauja, una pedanía de Lucena (Córdoba).
¡Qué buen lugar de nacimiento para un ladrón, un asalta caminos! Según la RAE, Jauja «denota todo lo que quiere presentarse como tipo de prosperidad y abundancia. ¿Estamos aquí, o en Jauja?». Y el diccionario de Oxford dice de Jauja: «Lugar o situación imaginarios donde reina la prosperidad y la abundancia. ¡Qué tipo más holgazán! Se ha creído que la vida es jauja, que para estar bien no hay que trabajar». De imaginario, nada. Hay un lugar real con ese nombre en Córdoba y otro en el Perú. Y otro, por lo bien que lo pasas, en el libro de Ana Cañil.
Ayer, aniversario de la ejecución en Almería (24/08/1824) de Los Coloraos, mártires de la Libertad, pasé por el sótano de mi nieto Leo. Allí me topé, entre sus juguetes, con mi querida «vietnamita», mi vieja multicopista Gestetner, muerta de risa desde que murió el tirano Francisco Franco.
La «vietnamita», mi vieja multicopista de la Dictadura, entre los juguetes de mi nieto.
Me dio un golpe de nostalgia («la sonrisa al trasluz», según Gómez de la Serna, el compañero de Colombine). Más aún, me dio un ataque de alegría puesto que, hace 44 años, quedó arrumbada en mi sótano, «olvidada y cubierta de polvo», como el arpa de Bécquer. La Constitución del 78, por la que nos convertimos en ciudadanos libres, hizo obsoleta a la «vietnamita».
La «vietnamita», «olvidada y cubierta de polvo».
Ojalá nunca tenga que quitarle el polvo para volver a usarla por falta de libertad de expresión en España. Pero no hay que confiarse. La prensa libre, acosada por el pesebre o el trabuco, siempre está rodeada de peligros.
La maquinaria sigue intacta. Podría servir en caso de necesidad… quizás en Rusia donde no hay libertad de prensa.
Luego. con dos días de retraso, he leído el canto a la libertad de mi admirado tocayo José Antonio Martín Pallín, ex magistrado del Supremo. Cuelga su artículo de la canción «Mi querida España» de Cecilia. Nada menos. Sigo a Martín Pallín con devoción y, para no perderme su artículo de anteayer en El País, lo copié. Por eso, ahora puedo pegarlo aquí y compartirlo con vosotros. Mi tocayo es un ex fiscal y ex juez muy lúcido. Ojalá tuviéramos muchos como él.
El 2 de agosto de 1976, en Colinas de Trasmonte, cerca de Benavente, un accidente de tráfico truncó la veta creativa de Cecilia, una cantautora que, como muchas otras, nos deleitó y nos sacó del letargo de 40 años de una dictadura sangrienta, gris y sin valores cívicos. De sus múltiples canciones, creo que es el momento de recordar la letra y la música imperecedera de Mi querida España.
El pasado 11 de octubre, Cecilia hubiera cumplido 73 años. Con su sensibilidad y la experiencia que hubiera acumulado, coincidiríamos en pensar que estamos viviendo un momento de turbulencias democráticas, no solo en España, sino también en la Europa que nos circunda. El auge de la extrema derecha es posible que se deba a ciclos históricos, pero tengo la sensación, compartida por muchos analistas, que, tal y como ha sucedido en Francia desde hace tiempo con la pujanza del Frente Nacional, se debe a los sucesivos abandonos por las ideologías socialdemócratas y de izquierdas de sus compromisos electorales. En aras de un realismo económico, disfrazado de fatalismo que se ha demostrado ficticio, la socialdemocracia ha renunciado a potenciar el progreso social y está retardando la consolidación del Estado de bienestar. Los ciudadanos comprometidos con los valores y libertades cívicas como instrumento para conseguir una sociedad más justa y solidaria se han visto defraudados en demasiadas ocasiones. Como dice Cecilia en una de las estrofas de su canción, después de haber pasado por la piel amarga de la dictadura, pensábamos que las dulces promesas vendrían a corregir los sectarismos y la insolidaridad social de una derecha que, envuelta en las tradiciones y blasones del pasado, ha encontrado en un neoliberalismo descarnado la fórmula para demorar cualquier progreso social.
Los mensajes y las políticas del espectro de la derecha de nuestro país se envuelven en la bandera y predican conceptos grandilocuentes como la nación y la patria o indefinidos como la moderación y la centralidad. En el ámbito económico se limitan a recetas tan simples como propugnar una rebaja, prácticamente sin límites, de los impuestos como panacea para reducir el gasto en el sector público y enriquecer, hasta límites intolerables, a los grandes sectores financieros e industriales del sector privado. En este desvergonzado avance hacia la más grave e inadmisible insolidaridad y desigualdad han encontrado una nueva tecla. Se llama meritocracia, es decir el que no llega a unos niveles de bienestar aceptables tiene que reconocer que se debe a su falta de esfuerzo y no a otros factores o condicionamientos familiares y sociales. Si no has podido ir a una universidad privada, es exclusivamente tu culpa. Nosotros, admiten, las hemos abastecido de subvenciones y concesiones de dinero público a cambio de unas cuotas difícilmente alcanzables para grandes sectores sociales.
Para ellos lo público es el gasto y el derroche, mientras lo privado es la eficiencia. Siempre y cuando seas capaz de traspasar sus amurallados recintos. No alcanzo a comprender cómo la mayoría de las personas que están inmersas en esta diabólica dicotomía son capaces de reforzar con su voto las posiciones huecas y excluyentes de los que solo saben predicar las glorias del pasado, sin ofrecer alternativa económica alguna a la gigantesca brecha entre los obscenamente ricos y los, cada vez más numerosos, núcleos de población que traspasan el umbral de la pobreza.
Se han celebrado elecciones en Andalucía. Una región española que vivió la represión de la guerra y la posguerra con una mayor intensidad que en otras zonas del territorio español. Gran parte de su población fue perseguida, asesinada y reprimida. Los programas y las propuestas son las mismas que se esgrimieron en Castilla y León. Así serán en el futuro si no se produce un giro en las tendencias. Quizá con la excepción de Cataluña y el País Vasco. A los que han votado, me gustaría recordarles una estrofa de la canción de Cecilia en la que se pregunta: ¿quién pasó tu hambre? ¿Quién bebió tu sangre cuando estaba seca?
Es cierto que el presente no es lo mismo o no tiene nada que ver con las tragedias del pasado, pero no es menos cierto que se está jugando un debate dialéctico entre la solidaridad y el sálvese quien pueda. Ante la incapacidad de la derecha para rebatir lo evidente, acude a esquemáticas irracionalidades, como poner al votante ante el falso dilema del comunismo y la libertad, entendida como la posibilidad de elegir voluntariamente las marcas de las cañas de cerveza. La derecha lo tiene fácil. Ni siquiera necesita vender sus recetas apolilladas. Le basta con presentar candidatos con rostro afable y lenguaje moderado y sin contenido. Su lema ha sido muy simple: vota al “bueno de Juanma” y que todo siga como está ahora: la sanidad, la educación, los contratos laborales, la reducción hasta la irrelevancia de lo público, la dependencia y las pensiones.
El espectáculo de la fragmentación y del personalismo de la izquierda les ha pasado una dura factura. Habría que preguntarles, volviendo a la canción de Cecilia: ¿dónde están tus ojos?, ¿dónde están tus manos?, ¿dónde tu cabeza? Las limitaciones y carencias del capitalismo se han puesto de relieve en el último Foro de Davos. Un economista de la talla de Joseph E. Stiglitz lo ha comentado recientemente en las páginas de este periódico. Le llama la atención que un foro tradicionalmente comprometido con la globalización se ocupase principalmente del fracaso de la globalización. Denuncia que el régimen de la propiedad intelectual ha dejado a millones de personas sin vacunas covid-19, enriqueciendo, inmoral y criminalmente, a unas pocas empresas farmacéuticas. Acude a una cita de Adam Smith (siglo XVIII): “El capitalismo no es un sistema autosostenible porque hay una tendencia natural al monopolio”. Explicar con sencillez esta patología del sistema es una tarea irrenunciable para salvar la democracia. Al margen de la confrontación ideológica, no podemos permitir que nos arrebaten el amor a nuestra querida España, la que trabaja duramente para ampliar los derechos y libertades, llegar a fin de mes y reclama una digna cobertura para su futuro. Podemos ofrecer, además, el respeto por la diversidad de sus nacionalidades y regiones, sus lenguas, sus culturas y la solidaridad entre sus territorios.
La cultura de la libertad nos pertenece y no podemos dejar que nos la arrebaten. Hemos padecido demasiadas frustraciones y es necesario corregirlas. Además, desde hace tiempo tenemos un nuevo desafío: ¡Salvar al planeta Tierra! El calentamiento de la atmósfera no es un negro vaticinio. Ya está presente y nos afecta a todos. Es vergonzoso y deprimente escuchar las barbaridades de los negacionistas. Lamentablemente, están todos alineados con la extrema derecha.
No sé si serán los años o las circunstancias del presente, pero cada vez me siento más español cuanto más lejos estoy de España. En mis correrías por gran parte del mundo, he tenido la oportunidad de realizar algunos gestos que a muchos les pueden parecer infantiles. En más de un hotel donde lucían las banderas de muchos países y observaba la falta de la española me he dirigido a la recepción para pedirles amablemente que pusieran la bandera de España, constitucionalmente refrendada. No quisiera que para sentirme verdaderamente español tuviera que exiliarme para huir de esta atmósfera asfixiante que han creado los fundamentalistas hispánicos. Como dice la última estrofa de Mi querida España: quiero ser tu tierra, quiero ser tu hierba, cuando yo me muera.
José Antonio Martín Pallín es comisionado español de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra) y abogado. Ha sido fiscal y magistrado del Tribunal Supremo.
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Gracias, tocayo, por esta reflexión tuya que he leído mientras acariciaba, como si fuera libre, a mi vieja «vietnamita». Hace tiempo, le había perdido la pista. Desde luego, por los servicios prestados a la liberad de expresión, su foto debería estar incluida en mi último libro «La prensa libre no fue un regalo». La olvidé. Otra injusticia.
He vuelto a escuchar, como si estuviera viva, la dulce voz de Cecilia. La conocí en el piso de Jesús Torbado de Moratalaz, en 1971 (estábamos preparando el lanzamiento de Cambio 16, en plena Dictadura). Un grupo de amigos, sentados el suelo de la salita de estar, quedamos embobados por aquella chica que nos cantaba con el corazón. Vino acompañada por Joaquín Díaz, un genio rastreador de canciones del pueblo. Recital inolvidable. Como inolvidable es mi «vietnamita» de aquellos tiempos… convertida hoy en juguete de mi nieto Leo.
Cada 24 de agosto, muchos almerienses rendimos homenaje a los liberales Mártires de la Libertad, ejecutados en 1824 por orden del rey felón. Desde la muerte de Fernando VII, el peor rey de la historia de España, tal día como hoy, se dejan flores junto a las cenizas de los Coloraos y ante el monumento (el Pingurucho) que conmemora su lucha por la libertad.
Flores en la tumba donde reposan las cenizas de los Mártires de la Libertad
Miembros de la Asociación Bicentenario de los Coloraos, ante el monumento de la Plaza de la Constitución.
Muchos compañeros de la Asociación por el Bicentenario de los Coloraos cumplieron con una tradición más que centenaria.
Con mi hijo David a cuestas. Hoy tiene 34 años.
Allí acudí muchos años con mis hijos y mi nieto, pero hoy, lejos de Almería, no sin pesar, no pude asistir.
Mi nieto Leo, hace unos años, ante el Pingurucho de los Coloraos..
Artículo publicado en La Voz de Almería hace unos años.
Demolición del Monumento antes de a visita de Franco a Almería. Volvimos a reconstruirlo, por suscripción popular, tras la muerte del tirano, al recuperar la libertad en España.
Este fue el himno de los Coloraos, compuesto por Benigno Morales, líder de los sublevados en Almería contra el tirano Fernando VII:
Himno de los Coloraos
Eso mismo, querido colega Benigno Morales (1795-1824): ¡Viva la libertad! y ¡Mueran las cadenas!
El monumento a los Coloraos sigue, por ahora, en su sitio, mal que les pese a algunos del PP (afortunadamente, no a todos) que aún no han comprendido que los Coloraos lucharon por nuestra libertad frente a los partidarios de las cadenas, la represión absolutista y la ominosa Inquisición del rey felón.
El Pingurucho de los Coloraos en la Plaza de la Constitución de Almería.
Pin del Bicentenario de loo Coloraos,
Y este es mi PIN conmemorativo del Bicentenario (24/08/2024). Ya lo tengo reservado en mi agenda. Solo faltan dos años. ¡Vivan los Coloraos!
Articulo en InfoLibre del poeta Luis García Montero sobre Baeza y la poesía.
Dice Luis, con mucha razón, que «los dictadores y los demagogos hacen bien en temer a la poesía». Y dice más: «¿Lo contrario del bulo y del engaños? La poesía, el diálogo con la propia conciencia». Ya nos lo dijo Machado en su autorretrato: «Converso con el hombre que siempre va conmigo».
El historiador Gabriel Jackson me ayudó a colgar el poster de MIró sobre Machado en Baeza en la entrada de mi casa.
Cada aniversario de Antonio Machado recuerdo inevitablemente, no sin dolor ni emoción, el del 20 de febrero de 1966. No pude evitar incluirlo en mi libro de memorias personales y periodísticas («La prensa libre no fue un regalo», Ed. Marcial Pons) ya que aquel homenaje que quisimos rendir a Machado en Baeza, frustrado por las porras de los «grises» (la Policía Armada de Franco), marcó un antes y un después en mi proceso de politización acelerada, con 19 años recién cumplidos, en aquellos años universitarios tan convulsos.
Copio y pego el capítulo de mi libro dedicado al homenaje a Machado en Baeza en 1966. ¿Olvidar? Nunca.
Capítulo «Por Machado nos molieron a palos». Pag. 43
Entre risas, chismes y abrazos, hoy pasé toda la mañana con mi viejo amigo Alfredo Marcotegui. Solo le obligué a leer las páginas 278, 279 y 280 de mi libro donde aparecen él y su tío, el coronel Gregorio Marcotegui, jefe del servicio secreto del franquismo. Alfredo me dijo que había sido muy prudente. Él sabe lo miedoso que soy.
Con mi viejo amigo Alfredo, sobrino del coronel jefe del servicio secreto de Franco. El coronel Marcotegui me ayudó a salir del naufragio, después del secuestro, cuando pensé ue iba a morir.
No sé si se estará vendiendo mucho o poco mi último libro «La prensa libre no fue un regalo», pero ya está operando milagros. Buenos amigos, que no veía desde años años, incluso décadas, reaparecen en mi vida con el libro en sus manos o me llaman para felicitarme. Solo por eso, ya valió la pena escribirlo y publicarlo. Jubilado, sí, pero me siento alguien.
Nombramiento en 1974 del coronel Marcotegui como jefe de Información de la DGS.
Dedicatoria debida a Alfredo Marcotegui y familia.
Estaré eternamente agradecido a Alfredo y a su tío. Tras sufrir el secuestro y las torturas de un comando de la Guardia Civil del general Campano (2-III-76), el entonces coronel jefe de Inteligencia de la Policía de Franco me ayudó a salir vivo del mayor naufragio de mi vida profesional.
En esta Catedral Castrense de Madrid, mi chica y yo asistimos al bautizo de Julio Marcotegui, sobrino nieto del ya general Gregorio Marcotegui que fue el padrino del hijo de Alfredo.
Luego asistí al bautizo de Julio Marcotegui, hijo de su sobrino Alfredo y de Julia, en la catedral castrense de Madrid. Gregorio Marcotegui, con fajín de general en Democracia, hizo de padrino. Volvimos a vernos varias veces y luego perdimos el contacto. Hasta hoy. Como si no hubieran pasado tantos años, Alfredo y yo nos hemos puesto al día. Tan contentos.
Querido Alfredo: Ojalá no tenga que publicar otro libro para volver a vernos.
Pag 278
Pag 279
Pag 280
Presentación de mi libro en el Ateneo de Madrid, el martes, 27 de septiembre de 2022, a las 19.00h..
Los apuntes que tomé del profesor Lida sobre El Quijote no están incluidos en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo»). No sin dolor, tuve que recortar páginas.
¡Tantas risas compartidas con Adriana y ahora, en el momento de su muerte, no encuentro ninguna foto suya sonriente para lucirla en mi blog! Sus hijos me acaba de enviar la foto de sus madre. Gracias.
Adriana D´Atri
Adriana D´Atri, pintora, escritora, comercial (jefa de publicidad de El Nuevo Lunes), creadora de fantasías, renacentista y alegría de mi barrio nos ha dejado después de sufrir un duro Alzheimer en los últimos 8 años. Hace tiempo que lo temíamos, pero aún respiraba y percibía las caricias de sus dos hijos, ya desconocidos para ella.
Hoy siento una tristeza especial. Inesperada. Inexplicable. En realidad, la perdimos en 2015 cuando se quedó sin memoria poco antes de fallecer su marido, Miguel García Sánchez, redactor jefe del semanario Doblón y del mensual Historia Internacional que yo dirigía entre 1974 y 1976. Le doy mi más sincero pésame a sus hijos Ana y Juan Garcia D´Atri, dos personas extraordinarias, las dos mejores obras creadas por Adriana y Miguel. Y eso que hicieron muchas obras y buenas.
Adriana publicó docenas de libros como éste.
Si hoy escribo aquí es porque Adriana y Miguel nos trajeron hasta esta parcela de Villanueva de la Cañada en 1975, antes de la muerte de Franco. Y nos dijeron: «!Aquí podéis construir la casa de vuestros sueños!». Así fue. Pedimos créditos, firmamos letras y nos quedamos con la parcela. Tenía un valor añadido: ellos había comprado la suya junto a la nuestra, al otro lado de arroyo. Construimos a la vez con la misma cuadrilla de dos moros de Marruecos y dos cristianos de Cuenca. Adriana nos descubrió las maravillas de los derribos de Cabañas de la Sagra (Toledo) o de Trujillo (Cáceres).
Con mi padre y Rafa, colocamos las dos columnas de granito del Palacio que hoy ocupa el Museo Thyssen. Las puertas y ventanas de nuestra casa proceden de un edificio de 300 años demolido en la plaza San Pedro de Almería y de otros derribos.
Dirigidos por Adriana, en Cabañas de la Sagra, compramos por ¡5.000 pesetas! dos columnas de granito, talladas de una sola pieza. Nos costó más el transporte que las columnas. Pero tenían historia. Procedían de un palacio del paseo del Prado, esquina con Carrera de San Jerónimo, que fue sede del quebrado Banco López Quesada, luego de la BNP y hoy del Museo Thyssen. Con la ayuda de mi padre y de Rafael Carrillo, maestro de obras, las colocamos en su sitio, donde aún sostienen mi porche. Lo construimos sobre las ruinas de la crisis bancaria.
Pronto, Adriana y Miguel reunieron aquí a un grupo de parientes como su hermano José Luis García Sánchez, director de cine, y su esposa, Rosa León, cantante. Y un grupo de amigos periodistas: Carmen Arredondo, José García Abad, Jaime Sanz, Carmen Baztán, entre otros. ¡Menuda pandilla! Nunca faltaron las risas y las bromas en torno a Adriana y Miguel. Ella me enseñó a amar su gracioso acento argentino que nunca perdió. Era muy creativa. Lástima que no hubiera tenido un gran mecenas para financiar sus increíbles proyectos tanto editoriales como inmobiliarios.
«Cómo se hacen los niños», primer libro de Ana Westley publicado por Grijalbo
Artículo de José María Ridao sobre «Nehru y la guerra de España» (El País, 14 de agosto de 2022)
Extrajo una lección: «padecer el colonialismo no era excusa para renunciar a la tradición liberal». Gandhi consiguió la independencia sin violencia y Nehru dotó a la India de un sistema democrático. Opuesto al dudoso principio de que «el enemigo de mi enemigo es mi amigo», el padre de Indira no quiso entrevistarse con Mussolini y «valoró el esfuerzo de la República por establecer un sistema democrático y defenderlo».
Mi Truso mira a Nehru en EL País.
(La prensa de papel tiene ventajas añadidas durante el fin de semana. Puedes compartirla con tus gatos. Mi Truso, por ejemplo, no se separa de El País.)
Parece mentira como un suceso tan lejano como la guerra civil en España pudo tener tanta influencia en el futuro de la India. Tras la muerte de su esposa, para dedicarse más a su familia, Nehru presentó la dimisión a Ghandi. Sin embargo, escribe Nehru en sus memorias, «un suceso lejano, sin conexión con la India, me afectó gravemente y me hizo cambiar de decisión. Fue la rebelión del general Franco en España».
José María Ridao
Interesante reflexión del escritor y diplomático José María Ridao en el El País de hoy sobre Nehru. El líder indio tomó una decisión muy distinta a la de otros líderes de movimientos anticolonialistas «que creían aceptable alinearse con las potencias totalitarias para debilitar a las democracias con imperios en ultramar». Tuvo su premio.
¿A qué Poder (del color que sea) no le gusta meter la cuchara para limitar la libertad de prensa? No conozco ninguno. Incluso a un gobierno de izquierdas, como el que tenemos, se le ve el plumero. Con nocturnidad y alevosía, en vísperas del puente de agosto, nos deja solo 7 días hábiles para «información ciudadana» sobre un peligroso proyecto de Ley de Secretos Oficiales que puede pisotear la Constitución del 78 y restablecer, por la puerta falsa, la censura de prensa.
El País, 12 de agosto de 2022.
La tendencia a conseguir un poder arbitrario, sin apenas limitaciones legales, es una pulsión intrínseca de todos los gobernantes. Por eso, los ciudadanos, no solo los periodistas, debemos estar en posición de alerta. Cuando menos lo esperas, salta la liebre contra la prensa libre. Es cierto que «la prensa libre no fue un regalo» (creo que lo demuestro en mi libro, perdón por este corte publicitario) pero, pese al coste que tuvo, siempre corre peligro de verse limitada… o censurada.
Suelo leer El País a diario, pero se me había escapado esta información interesante de Miguel González. La he repescado hoy gracias a las alertas de Mar Díaz Valera, colega y amiga. Aún no conozco este proyecto de Ley, pero el procedimiento del Gobierno es preocupante en la forma y, por tanto, seguramente también lo será en el fondo. Tira la piedra y esconde la mano. Veremos lo que responde a las alegaciones que ha presentado la FAPE.
Mi carnet de la FAPE desde 1970. En 1970 tenía… ¡otra foto! Seguramente con algo más de pelo.
Me apunté a la Federación de Asociaciones de Periodistas hace 52 años en tiempos de la ominosa Dictadura de Franco y cuando la prensa libre era solo una quimera y una batalla peligrosa que debíamos ganar entre todos los ciudadanos demócratas. Ahora, al menos, la FAPE tiene voz.
No es la primera vez que los gobiernos intentan atentar contra la prensa libre. Mar me recuerda hoy que «nuestro amigo Manuel Conthe intentó una limitación en el ámbito de la comunicación empresarial en tiempos del presidente Zapatero que logramos parar con la ayuda de la APIE». La APIE, que entonces presidía Miguel Ángel Noceda, con Ángel Boixados de vicepresidente, es la Asociación de Periodistas de Información Económica que fundamos en tiempos de la Dictadura y para huir de los «sobre cogedores» (que cogían sobres) de la prensa financiera. ¡Qué tiempos! Lo dicho: cualquier tiempo pasado casi siempre fue peor.
Hoy me toca presumir de Berna González Harbour, subdirectora de El País, porque yo la vi primero hace 32 años, en 1990, (una profesional muy joven) y la contraté como redactora y cofundadora del diario El Sol.
Cubierta de «Goya en el país de los garrotazos» y solapa sobre Berna, su autora.
Por eso, no me ha sorprendido la excelencia literaria e investigadora y la honestidad profesional, descarnada a veces, que muestra en su obra «Goya en el país de los garrotazos».
Contra cubierta de Goya en el país de los garrotazos
La recomiendo vivamente para quien quiera hurgar en los males y disfrutar las bellezas de España. La obra es un viaje fantástico, de 200 años de continua ida y vuelta, a la Ilustración de finales del siglo XVIII y a la Transición del XX. Y viceversa. Nos lleva de la mano por la vida y la obra del pintor de la modernidad que anticipó nuestro presente. Pero es más que eso. Es una autobiografía deliciosa, casi desnuda, de la propia Berna, a través de su admiración, casi «embeleso y obsesión», por el genio de Goya. Y, como gran periodista, nos ofrece también una crónica agridulce del pasado en tiempos de Goya y del presente en tiempos de Berna. No te la pierdas.
Francisco de Goya sobrevivió al esplendor del reinado de Carlos III, a los desastres de la guerra, a la caída de Jose Bonaparte, a la Inquisición y represión del rey Felón, a la muerte prematura de su íntimo amigo de la infancia Martín Zapater, con quien mantuvo correspondencia ambigua que roza lo homosexual, a las delicias de la pradera de San Isidro y a las crueldades de los mamelucos, a la enfermedad, a la sordera, al exilio, pero siempre aprendiendo, mejorando, reviviendo.
Alegoría de la villa de Madrid. Oportunamente, el 2 de mayo sustituyó a la imagen del rey José Bonaparte en el medallón.
Como erudita de Goya, Berna ha leído para nosotros una amplia bibliografía y nos regala citas muy certeras, como esta de Jeannine Baticle, que se agradecen: «Pronto aprendió a disimular sus sentimientos, para después sacarlos a relucir con trazos vengadores, crueles e indelebles en el lienzo o en el papel». El disimulo es un arte muy español (al taqiyya para los árabes), altamente recomendado para supervivientes. Por eso, el medallón dedicado al rey José I en su obra «Alegoría de la villa de Madrid» cambio su contenido !7 veces!
«Duelo a garrotazos». Ayer y hoy.
De las grandísimas obras de Goya, este «Duelo a garrotazos» preside mi sótano donde escribo ahora precisamente sobre el título de Berna inspirado por este cuadro.
Copia descolorida del «Duelo» y libro de Berna
Merecería presidir la sala de estar de todos los españoles con el título «Para no olvidar» o bien «Para no volver a las andadas». Con esta idea escribí y publiqué mi último libro sobre memorias personales y profesionales «La prensa libre no fue un regalo» (que aprovecho para recomendar aquí).
Portada del libro de JAMS
(Perdón por el corte publicitario).
Ahora me toca también presumir de uno de mis hobbies de jubilado: la escultura en madera, que aprendo en tallasmadera,com. En madera semi noble de sapelly, tengo a medio tallar mi particular «Duelo» pero, en lugar de garrotes, los personajes enfrentados se golpean con sus respectivos periódicos enrollados y cargados de «fake news» o, al menos, de noticias sesgadas según su «cultura corporativa» o sus practicas de «trabuco» o «pesebre» con los anunciantes o los poderosos.
Talla en madera de sapelly (inacabada) de mi versión moderna del «Duelo a garrotazos» de Goya, pero entre dos periodistas con sus respectivos diarios enrollados. Al fondo, Las Torres KIO.
Que cada uno ponga el título que prefiera a los diarios enfrentados. Yo estoy dudando… Lo decidiré cuando vuelva a clase en octubre.
Nada más acabar de leer la obra de Berna (en dos tardes de sofá frente al ventilador) escribí hoy esta nota en mi agenda:
«URGENTE. Volver a visitar el Museo del Prado, aunque su temperatura esté a 27 grados».
Goya y Berna lo merecen.
Gracias, colega. ¡Y enhorabuena!
Querida Berna: ¡Qué buen ojo tuve al contratarte».