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Enemigos de «Los Coloraos» enseñan su patita en Almería

Monumento a los Mártires de la Libertad, conocido y admirado en Almería como «Pingurucho de Los Coloraos».

Mi amigo y paisano Vicente Abad me advirtió del peligro que corría el Monumento a los Mártires de la Libertad, conocido y admirado en Almería como el «Pingurucho de los Coloraos».

Pingurucho de Los Coloraos, fusilados por la espalda y sin juicio por orden de Fernando VII, el rey Felón, el 24 de agosto de 1924.

Me eché a temblar. «¡Vuelven!», pensé. Luego, dije para mí: «En realidad, los enemigos de Los Coloraos nunca se fueron de mi tierra». Entonces, aunque jubilado, me puse el mono de viejo guerrero en defensa de los ideales de libertad y justicia que me enseñaron mis padres. O sea, me puse a escribir este desahogo personal que compartí con los lectores de La Voz de Almería. Copio y pego.

¿Megino? ¡Ah, sí! Aquel enemigo de Los Coloraos…

JOSÉ A. MARTÍNEZ SOLER 11:00 • 19 FEB. 2020

En cuanto salen de la caverna, y cruzan la Plaza Vieja (hoy de la Constitución), les brota un sarpullido por todo el cuerpo que delata su proximidad al monumento a Los Coloraos, los Mártires de la Libertad. No lo pueden remediar. Se les nota. De lejos. 

Son los mamporreros de Fernando VII, el rey Felón, que abolió la Constitución de 1812, con la ayuda de los Cien Mil Hijos de San Luis, y mandó fusilar por la espalda a 22 patriotas liberales, el 24 de agosto de 1824, en Almería. ¿Perdonar?, siempre. ¿Olvidar?, nunca.

Uno de esos cavernícolas, conchabado con las tripas de VOX, ha tenido ahora la triste y estulta idea de demoler, por segunda vez, el Pingurucho de Los Coloraos, “bien de interés histórico”, nuestro más querido y glorioso vestigio constitucional. 

No nos engañemos. Siguen, de tapadillo, la siniestra senda fernandina contra la Libertad. Ya lo hizo, en 1943, su admirado y cruel dictador, Francisco Franco. Desde el balcón de nuestro Ayuntamiento, el genocida golpista no podía soportar su cercanía física al monumento a Los Coloraos y, para librarse del mismo sarpullido que la libertad produce a los liberticidas, lo mandó demoler.

Una joya de la «España negra», en plena Dictadura del general Franco. Orden del alcalde franquista de demoler el monumento a los Mártires de la Libertad porque «lucharon contra nuestras sagradas tradiciones, obedeciendo a consignas masónicas extranjeras…» ¡Te cagas!

Muerto el dictador y recuperada la Libertad en España, por la Constitución del 78, iniciamos el camino de la recuperación del homenaje que nuestros padres rindieron en silencio a Los Coloraos durante los años de la ominosa dictadura franquista.

Recuerdo que José Miguel Naveros, Juan Pérez y otros “salmeronianos”, como mi padre, solían recordar a los Mártires de la libertad, sin monumento, en visita silenciosa, cada 24 de agosto, en la Plaza Vieja. El 24 de agosto de agosto de 1988, inauguramos el Pingurucho actual construido con mármol de Macael. Mi amigo Miguel Naveros me pidió que, en el acto inaugural, leyera la carta que un colega periodista, uno de los fusilados sin juicio por el rey Felón, escribió en capilla a sus hijos a los que animó a luchar siempre por la Libertad. Lo hice con la piel de gallina y la voz quebrada por la emoción. Inolvidable.

Pingurucho de Los Coloraos, demolido por orden del alcalde de la Dictadura, en 1943, poco antes de la visita del dictador Francisco Franco a Almería.

La nueva proyectada demolición del Pingurucho “calentó el corazón” de Almudena Grandes (¡Que bonito artículo, Almudena!), erizó el cabello de la ingeniosa Nieves Coscostrina (almeriense consorte) y movilizó a muchos paisanos míos que nos reclaman agitación ciudadana para impedir la felonía de los cavernícolas.

Recuerdo las primeras palabras de Unamuno contra el grito “¡Muera la inteligencia y viva la muerte!” del salvaje fascista Millán Astray en Salamanca:

-“Hay circunstancias en las que callarse es mentir…”

Esta es, para mí, una de ellas. Sí, señor Quevedo:

“No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?

¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?

¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”

Felizmente jubilado, con mis niños criados y mi casa pagada, hoy puedo escribir como si fuera libre. No me harán callar estos bárbaros lobos liberticidas, disfrazados con piel de corderos demócratas. En la Plaza Vieja no hay un problema estético ni urbanístico.

Lo que hay es un gravísimo problema ideológico, fruto de una injusticia histórica y una ignorancia aterradora. Son restos, ¡qué lástimica!, de la España negra.

¿Cómo olvidar hoy al alcalde Megino, de tan triste memoria? Habrá hecho cosas importantes por Almería. No lo dudo. Pero los demócratas apenas lo recordamos como aquel cacique, enemigo de Los Coloraos, que prohibió a la banda municipal que tocara La Marsellesa en el homenaje a los Mártires de la Libertad. Pobre Megino.

Quiso matar un símbolo de nuestra identidad constitucional y ha pasado miserablemente a la letra pequeña de nuestra historia. Señalaremos y diremos:

-“Sí. Megino, aquel enemigo de Los Coloraos que prohibió La Marsellesa en el homenaje a los Mártires de la Libertad”.

Por eso, me gustaría saber hoy el nombre y los apellidos (y la foto, si es posible, por favor) del autor de la nueva idea demoledora del Pingurucho. Aunque solo sea para recordárselo a sus nietos y a las generaciones venideras de almerienses orgullosos de nuestra historia. Ya sabemos que la Historia no perdona. Yo, sí. Pero no olvido. 

Y, en estas ocasiones, recuerdo a don Quijote:

-“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones (…). Por ella se puede y se debe aventurar la vida”. 

Amén.

My talk on Don Quixote (NYT Journeys)

Thoughts on Don Quixote.

To be or not to be a Cervantino (a fan of  Cervantes)

José A. Martínez Soler  (New York Times Journeys)

 (Oct. 17, 2018; 3:30 to 4:30 p.m. Cruise Le Lyrial (Ponant). Atlantic Ocean.

Good afternoon.

As you know, some people have the Bible on their nightstand. I have Don Quixote on mine to be read, just a few pages, opening anywhere, before going to sleep. I follow that recommendation of William Faulkner. He used to do the same thing with his Don Quixote.

Cervantes Don Quixote — I read it every year, as some do the Bible,” said Faulkner.

Also Herman Melville read the Bible as much as Don Quixote.

Me too.

Why I do that?

This novel is a fiction that changed my comprehension of reality.

 Don Quixote is one of the most translated books in the world (after the Bible) and is considered to be one of the most universal novels of history. I thought it was number 2, after the Bible, but Google said is number 3, after Pinocchio of course.

 It starts like this:

 “At a certain village of La Mancha, whose name I do not care to recall, there dwelt not so long ago an old-fashioned gentleman of the type who is never without a lance upon a rack, and old shield, a lean horse, and a racing greyhound”.

Don´t panic!

I am not going to read the hold book. I will just talk a little about it.

 I will talk about the polyandric or pluralistic reality of Cervantes, so rich in different perspectives, his ambiguity, his ironic, but loving approach, to the sane or insane mind of Don Quixote. No one can have all the truth.  For Cervantes the truth is only an  aspiration, an intention, not something that can be possessed.  Cervantes doesn’t give answers, but poses questions.  Sometimes, he gives us several different answers to the same question.  For him, life is an enigma.  He has a very pluralistic vision of life.

As in a game of mirrors of Velazquez’s famous Meninas masterpiece, Cervantes introduces us into the vertigo of Don Quixote, a genuine comic book for the Baroque readers or a tragedy for the Romantics.  His parodies were tender, never cruel nor destructive.  With his compassionate, pious and charitable irony, Cervantes distances himself from inquisitorial dogmatism and fanaticism of his day.  He is an Erasmist with an anti-inquisitional Christianity.

 Cervantes offers a profound knowledge of the human being.

A Pantheist like Spinoza, a pacifist like Erasmus, a humanist, a Baroque fan, and anti-Baroque fan, an orthodox, an anti-orthodox, a Christian, a converso or convert… He broke the medieval cosmos, separating the physical order from the spiritual. Don Quixote was written in 1606, a year that pivoted like a hinge between two centuries, between, two eras:  The declining aristocracy and the emerging bourgeoisie with new values.

Cervantes describes with irony, yet without cruelty, the clash of this two worlds: that of the minority aristocracy that resisted dying, tied to its antiquity and divine rights, and the new mercantile bourgeoisie, linked to cities and progress, who were struggling to emerge with more modern thinking and feelings.

Man is the son of his Works (or his deeds), not of his lineage or inheritance.  These are jarring revolutionary ideas in the 16th century.

Cervantes invented the modern novel. His characters enter and leave his novels…

 He plays with appearances and reality. It combines fiction and reality so well… Don Quixote uses an archaic language for very modern and revolutionary ideas for his day, of freedom and equality.  He talks of the aristocracy of the soul, the New People of Dante.  True nobility belongs to the virtuous regardless of birth.   These are astonishing ideas two centuries before the American and French revolutions.

Don Quixote’s world is gun powder against the sword and the strength of a man´s arm, not squeezing a trigger.  Two worlds. Archaic technology against new inventions.  Today we are in a similar situation: 20th century industrial technology against 21st century robotization.  Troops on the ground and air raids versus drones. Any coward can direct a drone, a modern Don Quixote would say.

From the days of Homer to Cervantes, men fought battles as one warrior against another, body against body.  Now, the portable harquebus (an early type of portable gun supported on a tripod or forked rest, with gun powder, was substituting the sword and lance.  In Don Quixote there is a chapter titled “The Discourse of arms versus words,” or what we would now call the sword versus the pen. With a firearm, a coward can kill a hero.  Our hero, an Hidalgo, (which literally means a son of somebody, a noble man) proudly insists on carrying the ridiculous arms of his grandfather in a time that gunpowder was making inroads in battles.  Gunpowder, certainly not for legendary knights of old, kills at a distance (something cowardly), not by the strength of a warrior’s arm.  It takes courage to kill an enemy face to face. 

Was Don Quixote a new Christian convert, a “converso”, a descendent from a Jewish family?

It will probably never be possible to prove that Cervantes was a cristiano nuevo, a new Christian, but the circumstantial evidence seems compelling. The Instruccion written by Fernán Díaz de Toledo in the mid-fifteenth century lists the Cervantes family as among the many noble clans in Spain that were of converso or converted origin.

  • Here we can see that Don Quixote’s “blood purity” does not correspond to that of an old Christian, but to a new Christian, a descendent of converted The virtues of knights errant were inherited through caste, in an aristocratic cradle. They were heroes through lineage. An Hidaldo, thru the respect owed to his lineage (son of somebody), did not do manual labor, something only Jews and Moors did.  Here we see certain profound roots of economic backwardness in Spain that would cripple Spain for centuries.  The hidalgo despises the ideas of profit and savings. Far be it from him to actually earn a living!

His is the generosity of the lavish spender. He dedicates his time to leisure or war. What is the world coming to if knights errant (or gentlemen knights) have to earn a living!! Heaven forbid!

 Don Quixote is a descendent of a Jewish convert, but his fictional last name comes from Arabic: Mancha or manggia, meaning dry highland plains. Manggia also means a place of refuge from flooding.  In Cervantes’ novel, there is a parody of pompous names:

Don Quixote, Dulcinea (Sweetie) with ridiculous surnames such as “De la Mancha” (of the pleins) for Quixote, Panza or “fat belly” for Sancho, and Toboso (an insignificant tiny rural settlement in the middle of nowhere in the high and dry, deserted, and endless central pleins of Spain.

(Even today, the only claim to fame of the small wheat-farming town of Toboso, is its mention in Cervantes’ most famous novel. Its total population in 2016 was just under 2000 people, hardly a bustling tourist attraction.)

 Duelos y quebrantos.

  • As he wrote in the first page of his novel, his hero ,Don Quixote, on Saturdays would eat “duelos y quebrantos” (loosely translated as chunks of deep fried bacon, bread crumbs, and scrambled eggs, that produce “grievous stomach cramps).

Our hero would then suffer painful stomach cramps because his guilty conscience still reminded him he should not eat pork, especially on Saturdays, the Jewish Sabbath. Don Quixote is an hidalgo (hijodalgo, son of someone, a noble man), but… without pure Christian blood. As the Italian humanists call the Spaniards, Don Quixote was a “marrani”, or “marrano” a suspicious Christian mixed with Jewish blood. (Marrano in Spanish means pig.)

But Cervantes put his last name, “de la Mancha” in Arabic:  Manggia. Here we have again the three cultures in Don Quixote: Christian, Jewish and Moorish. My three halves…

The author presents us an invincible hero who helps the weak, widows, orphans, the crippled, a young maiden harassed by tyrants.  His sword is unfailing, magical, against kings and emperors, giants, magicians, witches, demons, evil enchantments, any sort of trouble…  His adventures against lions, mythical beasts, and flying horses all end happily.

  Does Don Quixote really confuse prostitutes with ladies, princesses and maidens?

 “Such high class maidens,” flattered by his mistake, laugh at Don Quixote but, they are also grateful, and take care of him and spoil him.”

“Never was there a gentleman/ So well served by ladies/ As Don Quixote/ When from his village in the plains he came:/ Maidens took care of him/ and princesses of Rocín (the name of his horse).”

Don Quixote identifies with the legendary knights of King Arthur who sit at the Round Table and announces:

“Never was there a gentleman/ so well served by ladies/ As was Lancelot/ When from Britain he came”.

This Arthurian reference is a fake quote of Don Quixote’s own invention and the comparison of himself, an aging knight, with antique weapons, and a barber’s dish on his head as a helmet, to the legendary Lancelot is totally ridiculous if not pathetic. The readers of his day would be cracking up with laughter at this image.

Don Quixote in the Inn -which he imagines to be a castle- awaiting to be knighted

 In the continual game of changing perspectives, the reader becomes complicit with the narrator.  A good journalist uses diverse sources with different viewpoints to write his report or news story.

Another game. Cervantes attributed the fictitious manuscript of the novel that he supposedly “found” to a “morisco”: Cide Hamette Berengeli (Berengena, eggplant in English, the favorite dish of Jews and Moors). Again, a hidden reference to his own origin of Jewish and/or Moorish converts.

“I want to live my life”, said the first feminist.

One of the most startling chapters of Don Quixote -because of its almost contemporary modernity and moral strength- is the account of the loves and breakups of the shepherd girl Marcela, with the student Grisóstomo. Feminist ideas in 1606!

“To understand better is to love better.”

Here Cervantes dares to jump way ahead of his time. Centuries ahead.  Marcela screams from the top of a boulder:

-“I was born free!”

 The shepherd girl continues shouting that she wants “to live my life!” and celebrates her individual freedom without thinking of the effect of her actions on others.  WOW! A fictitious woman way, way, way ahead of her time!  All accuse Marcela of Grisóstomo’s suicide who kills himself because his love for her is unrequited.  But Marcela feels no guilt in this 16th century feminist soap opera. Literature tends to be ahead of its time, but Cervantes jumps centuries ahead.

(Many American TV series -and some movies- with ample representation of minorities in important roles are also a step ahead of reality. They reflect new tendencies that are not yet happening on such a wide scale:  Women as presidents or vice presidents of America, or heads of businesses, or ruthless CEO´s; African Americans and other minorities more widely represented as police chiefs, bosses, tycoons, doctors, lawyers than is actually the case. The TV series were ahead of the movies in including women and minorities in good roles. Case in point: women and minorities in the Hollywood movie industry have recently demanded more representation.)

Some even see feminist values of the 21st century. The daughter of a wealthy family refuses to marry the man of her social station who claims to love her.  She prefers freedom to live, her own life as she pleases… and be a shepherd girl!   Even today, many a wealthy or middle class family would disapprove of a daughter deciding to, say, quit college, dump her promising boyfriend, and going off to live on her own somewhere “to find herself.”  The family may be dismayed and threaten to cut off financial support, but the girl, of course, is free to choose her own life…  Only since the latter part of the 20th century and most likely only in developed countries,  women are still practically chattel in many parts of Third World countries.

And Don Quixote, naturally, defends Marcela.  Wow again!

The world of Don Quixote has changed and our naive and ingenuous hidalgo throws himself against hypocrisy, lies, and cynicism, that is, aristocratic gallant Provençal love. He comes to the defense of women’s rights, something surely ridiculous, if not scoff able, in his day. He gives birth to several myths and an international word:  the hyper idealistic and well-meaning quixotic person who ignores common sense; or someone who goes on quixotic adventures… The word “Quixotic” is a word Cervantes contributed to many languages, including English.

¿Giants or windmills?  The mill is a giant. The Crown’s Treasurey, perhaps?

Always, the double meanings… Reality or fiction? The mill tax, a tax that the King´s mills levied for grinding grains, ruined many an hidalgo who cultivated wheat. The mill is a giant all right: the Crown´s Treasury.  The IRS of the day. Different truths, different planes of reality. Very modern concepts for a 16th century author.

Cervantes doesn’t tell us if the windmills are just windmills or giants.  He says they are windmills for Sancho and giants for Don Quxote; an inn for Sancho and a castle for Don Quixote, and a poor and ugly peasant girl for Sancho and an aristocratic maiden for Don Quixote.

Now… Was Don Quixote attacking giants or windmills?

The gentleman knight’s craziness or insanity -his ideas were clearly insane for his day- is contagious and is adopted by his squire Sancho Panza. First for greed and later for genuine affection and the joy of an adventure.  Sancho becomes Quixote and Quixote becomes Sancho.  They are like a coin: the heads or tails of humanity.

 Don Quixote attacks an Army which wizards transform into flocks of docile sheep .

“Freedom, Sancho…”

 This is one of my favorite sentences of Don Quixote:

 Freedom, Sancho, is one of the most treasured gifts that men were given from the heavens; with it, no treasures under the earth or sea can compare; for freedom, one should and must risk his life”.

For Spanish philosopher Ortega y Gasset, Don Quixote is a novel of points of view, of perspective and oscillating reality. Cervantes is an Erasmus without religion.  In his masterpiece, there is no religious influence as the morality of Cervantes is philosophical, natural, humane. Not based on religion.

Martin Luther, who thought the Spanish people were suspiciously not very Christian, once said, “I almost prefer to have a Turk as an enemy than Spaniards who don’t believe in anything. They are “marranos” pseudo converts”.

Today we would translate that as fake converts. That is how the “Dark Legend” against the Spanish empire of the Austrians began to take hold. Spaniards were not really considered true pure blooded Christians.

Cervantes was an avid reader..

He makes fun of the erudite, but he is one of them

Critics say works by Cervantes are a parody within a parody, with a style that professor Raimundo Lida calls “mercurial,” and playful, as nothing is standstill. The author ridicules false erudition, pseudo-science, and useless wisdom. He even mocks himself.

This is the Cervantine prism.  When some topic arrives at the prism, it breaks up into different colors. The creator of Don Quixote, and –why not?- of his secondary character Sancho, also break down the different truths and reality planes into myriad possibilities or options.

The narrator  of Don Quixote writes “He filled his head with fantasy of all that he read in books.”

 And “Due to so little sleep and so much reading, his brain dried up and he lost his sanity.”  We could say that the books of knightly adventures were the video games of his day. Don Quixote was addicted to them.

The book burning of the priest and the scholar

But, Cervantes leaves us his message against the practice of the Inquisition and the Index of banned books.Cervantes pays attention to the popularity of burning books in Spain… and always found some page that might be saved….

“There is no book so bad,” said the scholar, “that nothing good may be found in it.” (Chapter 3. Book II).

Franco in Spain, Pinochet in Chile, Hitler in Germany… they all burn books

Heinrich Heine, the German romantic poet, said:  Don Quixote “is the saddest book that ever existed.” I do not agree. It makes me laugh and laugh in every chapter. Maybe I am not so romantic as Heine.

But I do agree with the German poet when he said:

«Where books are burned, people burn”

 (I learned this sentence while visiting the Museum of the Holocaust in Washington)

I know who I am

Cervantes lost the use of his arm in the Battle of Lepanto against the Turks of the Ottoman Empire in 1571. Covered with wounds, extremely unfortunate, and poor, he wanted to go to America but no one would let him.

His masterpiece has no bitterness nor resentment.  Totally the opposite:  Cervantes triumphs over his wounds. Cervantes believes in love, his guiding star is his love for Dulcinea, a love of life and a love of fellow human beings.

There is only love when a human being recognizes another human as such. True humanity only exists when no one is an object. Cervantes puts himself in the place of others. His work exudes empathy for others.

His method is compassionate irony, a double perspective of reality.  There is neither derision, cruel satire but great piety of the human being.

My father’s cane and his favorite book

 (Allow me here to show off my wood sculpture of Cervantes carved out of America cedar. The vanity of an amateur artist has no limits! )

My father was a Don Quixote. An idealist, a believer in fairness, a dreamer, a little crazy, a risk taker… and, yes, crazy for freedom.

My mother was Sancho Panza. Realistic, with her feet on the ground, distrustful, fearful a diligent saver, prudent, a lover of security, safety and order. That is how I saw them as a teenager when I was living in our Andalusian house in Almería.

When they retired I visited them very often with my wife and children.  The picture that I saw was totally different. My aging mother became more and more like Don Quixote and, over the years, while my father became more like Sancho Panza.

This is why, for me, The History of the Ingenious Gentleman Don Quixote of La Mancha as it was written by Miguel de Cervantes, a contemporary of William Shakespeare, is a study of the very nature of humanity.

The Don Quixote of my father was published in 1862.  Two wonderful volumes that weigh many pounds.  When I was a teenager, I read it in bed and my legs would fall asleep… and not just my legs.  My father had ripped out all the beautiful prints in copper and exchanged them for bags of wheat to be able to eat during the immediate post Spanish civil war era 1939-1950s.  He always told me that Don Quixote would never forgive him.  Sancho Panza, on the other hand, would have applauded the exchange. “Primum vivere…” (“First one must live…”)

With the Spanish language of the 16th century, it is a difficult book for young people to understand.  In reality, I began to understand and enjoy it when I was almost 30 years old.

The novel is a monument to realism, full of fantasy and credibility, but provocative and entertaining.

Cervantes said he wrote it to entertain and amuse its readers.  He wrote: “I gave a pastime to the melancholy and sulky spirit.”  At the same time he ridiculed the books about knights errant, and the theatrical romantic comedy plays in vogue of his day, that is to say, against Lope de Vega whose widespread success he greatly envied.

Cervantes wrote against the medieval divinity-centered cosmos, against the decadent scholastic world, and in favor of separation of the physical and the spiritual.  This would be a difficult adjustment to new times.  He was accused of being anti-patriotic.

True nobility? That of a virtuous person, whatever be his origin or lineage. These are shocking but dazzling revolutionary ideas for his day.

Tutéame Sancho.

 Literally, “Sancho, you can use the familiar “you” with me.”

 “Sancho, call me by my first name.”

A more modern and better translation would be: “Sancho, you can talk to me as an equal.”

In other words, Master and Servant become BBF (Best Friends Forever).

Dialogue is the basis of the novel.  The entire book is a permanent conversation between two worlds (reality and fantasy, saneness and insanity, servant and master.)  Giner de los Rios, the founder of de Institución Libre de Enseñanza (The liberal institute of education), who helped to bring  about the Republic to Spain, describes Cervantes’ novel as “The saintly sacrament of conversation.” Cervantes invents Sancho Panza to construct his novel on dialogue, not monologue.

The “I” needs a “you.”  His dialogue is a cross of perspectives.

 The craziness of the gentleman Quixote becomes contagious and affects his usually down-to-earth squire, Sancho.  The promises of being granted an ínsula or small city entice Sancho. And we also see the gradual affection that Sancho gains for his master, a certain nuanced bond of fraternity between the two.  Although Sancho, the faithful servant, is unmannered, outspoken, and misuses language, the relationship between Gentleman and Squire are egalitarian, just as love is egalitarian within a couple in love. There is a dignity between Master and Servant.  Sancho learns and imitates, because he has faith in his master.  They become inseparable, essential to each other to death.  They are two joined souls who give-and-take and evolve reciprocally. When the servant becomes governor, he becomes the protagonist.  Sancho Panza is no longer the shadow of Don Quixote but his complement.  They grow and fuse into each other.  They become the heads or tails of the human soul: the practical down-to-earth realist, and the idealist dreamer.  So it was with my parents: they each became each other as they aged together.

Some Cervantes scholars want to see the social elevation of Sancho as a preview of the emancipation of the working classes or of the then unheard-of democratic values of “Don Quixote” that were to come in later centuries (liberty, equality, fraternity).

The advice that Don Quixote gives Sancho Panza to govern his (imaginary) insula is a manual for good government. Very contemporary.

“Sancho, we have come up against the Church”.

 In 400.000 words, Don Quixote never enters a Church nor goes near an altar nor a confessional. There is no mention of sinners nor repentance, words that were omnipresent in authors of the times
But, he respects the priest who burns his books because this priest admitted that he enjoyed reading them even though it was sinful.

Cervantes probably believed in the idea of God as that word appears 531 times in his novel.  Cervantes believed in God… but in which God? And, above all, in what way?

Don Quixote is motivated by his eagerness to undo grievances and offenses, by his need to fix his world, help the weak, his love for Dulcinea… but God or faith is never the engine driving this knight errant.

Was Cervantes an Erasmist?  Could Erasmus’s “Praise of Folly” have inspired the author of “Don Quixote?” Erasmus of Roterdam, who defined the humanist movement in Northern Europe, and who is considered to be the greatest scholar of the northern Renaissance in the 15th century, was criticized and persecuted by both Catholics and Protestants alike.

Cervantes glorifies and celebrates the use of the Spanish vernacular language, unlike the Church which propagated and insisted on the use of Latin. The Inquisition, decades earlier, had gone as far as jailing some translators such as Friar Luis de Leon, the intellectual maestro or mentor of Cervantes, also a son of converts, for bringing his translations of the Bible from Hebrew to vernacular Spanish.  It was considered dangerous to make the Bible available to read in spoken Spanish instead of Latin.

In other words, the Catholic Church could not allow the people to have the most dangerous weapon of all: the written word in a language people spoke.

Thirty years before, the Council of Trent had condemned books about the adventures of knights errant as “lascivious and obscene.” They were accused of propagating the miracles of the devil’s magic and not the miracles of Christ and the saints.

The Church condemned the magic spells of wizards.  Don Quixote sees wizards and their magic enchantments everywhere: they convert giants into windmills, or enemies into leather wine bags that spurt blood when stabbed; armies into flocks of sheep… all to deprive our hero of his great deeds and victories.

The balms of Fierabrás, is a magic balm that can cure everything. Any magic is heresy to the Church. Cervantes makes fun of magic, and of heresy. The Inquisition can’t “catch” him on this because he also makes fun of magic. He knows how to conceal criticism with humor. He writes as if he were free at the height of  imperial Catholicism that persecuted any dissidence.  Cervantes began writing his song of freedom that is the novel Don Quixote while in jail. Sometimes, when Don Quixote makes ridiculous penitence at the Montesinos Cave, it seems to be a precursor of surrealism. The Church persecuted courtly love, and worldly love of people or nature.

The Church defended “Christian honesty” against the knightly morality of pagan origin. (“Love is only for God”), and declared war against the worldliness of the day. “Sancho, we have reached a dead end: the Church.” (literally: “We have run up against the Church, Sancho”). Cervantes mocks the sanctimoniousness and hypocrisy of the pious.

The protagonist Don Quixote, celebrates “the purpose for which we were born: to be a knight errant.” Yet he recurs to the canon priest to give another malicious turn of the screw.  The priest confesses: “If I don’t read them (books about the adventures of knights) critically, I run the dangerous risk of being amused (or having fun)”.

The Catholic Church had condemned laughter because Jesus never laughed. For the saintly founding fathers:  “Laughter precedes fornication.”

I have the impression that Cervantes is a constrained comedian, who plays with the reader, with both indecision and pleasure.  He mixes the historical with the legendary, the sublime with the ridiculous.  He seems to be telling us not to trust even him.

The Quixote is not only the first modern novel ever written.  A book full of life, of love.  Cervantes proposes equality against caste, peace against war, and love against hate. Very modern concepts for the 16th century.

 In Don Quixote we have said, there is no mention of original sin, no figure representing evil, nor any repentant sinners.  There are no perverse beings only changing ones.  And they are not just of a one sided identity.  The bandit Roque is cruel yet compassionate. Don Quixote is a novel of all things impossible.

Cervantes is respectful with all other religions, something extremely rare back then.  He speaks of Moriscos with genuine respect. As I said, he attributes the fictitious manuscript of Don Quixote to a Morisco.  He writes of the Hebrew culture, with constant references to the Old Testament.  Sancho cites a verse from Exodus.

Here are some of Don Quixote’s more respectful quotes:

“Tell me, señor: Is this lady a Christian or a Moor?”

Her companion answers:

“Moor is the dress and inside the body; but her soul is greatly Christian, because she has the greatest desire to be so.”

Moor on the outside but Christian on the inside.  Or it could be the complete reverse, depending on the time and place.  Al taqiyya:  an Arabic word that Muslims had for the art of disguising their true beliefs in Christian lands.  They dress like Christians on the street, but like Muslims inside their homes. In other words, go with the flow but keep your beliefs to yourself.

 

Dulcinea of Toboso, a poor peasant girl converted into a beautiful aristocratic maiden

Great Spanish poets and writers consider Don Quixote’s letter to his beloved Dulcinea “one of the greatest love letters of Spanish literature.”  Cervante’s  Quixote flees society … and descends into madness.

Courtly love: Don Quixote sees himself as Lancelot

As with the windmills of Sancho and the giants of Don Quixote, Dulcinea is a poor and ugly peasant girl for Sancho but a beautiful high class Lady for Don Quixote.  All is the work of magic charms and enchantments.

Don Quixote has an explanation for his madness: Magicians and wizards transform the beautiful and elegant Dulcinea into an ugly laborer dressed in rags.

The saddest book or the most comic book

 There are as many interpretations of The Quixote as readers.  For  romantics it may be “one of the saddest novels ever.” But the novel also gives us clues to a pre-rationalism or an era of illustration that was not to begin until the 18th century.  There are many Cervantes experts who still are deciphering Cervantes´s messages, the many mysteries that he cleverly disguised but could not write with clarity for fear of the Inquisition, always attentive to the dangers of any dissidence.

After the success of Don Quixote, a competitor of Cervantes who wrote under the pseudonym Avellaneda published a false version of Don Quixote.  Experts believe it could be the work of an envious Lope de Vega, a famous theater author, who was, in turn, envied by Cervantes for his success. The second book of Don Quixote written by Cervantes criticizes the Avellaneda work.  Again, reality enters into the novel and fiction goes in and out of reality. A game of mirrors, a Cervantine prism..

The life of Cervantes.

The book Don Quixote is certainly not the saddest book in the world, but its author had a truly sad life crowned by fame in his old age though not by wealth.

His life is reflected in his work.  He was a marine soldier in the Battle of Lepanto against the Turks which took place in 1571, where the Spanish Empire, in league with the Venetian Republic, defeated a fleet of the Ottoman Empires in the Gulf of Patras in the Ionian Sea.

In the Battle of Lepanto against the Ottoman Empires he was wounded in his arm severely enough to make it useless. Then he was captured by Berber pirates and was a prisoner for several years in Algeria until a ransom was paid and he was liberated.  He knew several languages but never found a good job and his patrons were not generous with him.

In Italy he was at the service of Cardinal Condote to whom he dedicated “La Galatea,” his first novel.  It has just come to light through the Cardinal’s correspondence that this Prince of the Catholic Church had 500 women –married, single, and nuns- in love with him.

Cervantes also went to jail in Seville for his alleged creative accounting as a tax collector of wheat farmers.  Some researchers attribute his imprisonment to the Church for trying to collect taxes from the Church’s wheat harvests.

He lived surrounded by 4 women:  his wife, his daughter, and two sisters to whom he was very close.  His unusual comprehension of feminine issues is probably due to this.

A prisoner in Algeria and prisoner in Seville… It is not surprising that Cervantes exalts freedom in his novel which he began writing in jail in Seville. Remember: “Freedom,” he writes, “is one of the most treasured gifts that the heavens have given to mankind.”

Covered with wounds, extremely unfortunate, and poor, he wanted to go to America but no one would let him.  His masterpiece has no bitterness nor resentment.  Totally the opposite:  Cervantes triumphs over his wounds. Cervantes believes in love, a love of life and an love of fellow human beings. Cervantes puts himself in the place of others. His work exudes empathy for others.

His method is compassionate irony, a double perspective of reality.  There is neither derision nor cruel satire but great piety for the human being.

Don Quixote’s epitaph:

“Though he lived like a madman,
At least he died like a wise man.”

This is my homage to prof. R. Lida and prof. J. Marichal who made me a “cervantino” forever. Credit where credit is due.

Before I finish, let me give the merit of most of my comments about Don Quixote to my dear professor Raimundo Lida, the greatest maestro and wisest Argentinean that I ever met. I took his yearly course of Don Quixote 40 years ago at Harvard University  as a Nieman Fellow. And to my dear professor Juan Marichal, for his course “Humanities 55” on Spanish Literature at Harvard. They opened my eyes. Credit where credit is due.

 A founding work of modern Western Literature

Don Quixote (Vol. 1 in 1605 and Vol. 2 in 1615) has been the inspiration for many authors. Hundreds of adaptations in drama, novels, music, opera, cinema, paintings, illustrations, sculptures, etc.

Cervantes has inspired a Shakespeare’s lost play (Cardenio, 1613), Henry Purcell, Tennessee Williams, Gustave Flaubert, Unamuno, Franz Kafka, Chesterton, Graham Green, Paul Auster, Salman Rushdie, Mendelson, Richard Strauss, Manuel de Falla, Doré, Picasso, Dalí, Alexander Dumas, Mark Twain, Arthur Schopenhauer, Benjamin Franklin, Picasso, Dalí, etc. Some critics have said:

“All fiction is a variation on the theme of Don Quixote.”

Among all these authors I would like to end this talk with the writing of great Fyodor Dostoyevsky.

Dostoyevsky said about Don Quixote:

“In all the world there is not a work of fiction more profound and deep as this.  Up to now it represents the most supreme and maximum expression of human thought, the most bitter irony that a man can formulate… 

 “…A presentation of Quixote in the final judgement would serve to absolve all of Humanity. “

 Cervantes said: “Each man is the son of himself, of his works”. This is a great affirmation of freedom.

So:

To be or not to be a Cervantino (a fan of Cervantes)

Why not?

Thank you very much.

 

 

 

Me hice, por siempre, cervantino

El curso sobre El Quijote, del profesor Lida (Harvard, 1976-77) me cambió, bastante, la vida. Al concluir la segunda lectura del libro de don Miguel de Cervantes, me atreví a decir, como su hidalgo, «yo sé quién soy».  Estos fueron sus apuntes que uno a mis memorias.

Elogio del disimulo

(JAMS)

Capitulo 55

Me hice, por siempre, cervantino

Talla de Cervantes que hice en madera de cedro en la Escuela tallasmadera.com con la maestra Sandra Krysiak (junio 2017).

Si tuviera que decidir sobre cuál fue la aportación más relevante que recibí de la Universidad de Harvard en 1976-77 lo primero que me vendría a la cabeza sería mi descubrimiento de Cervantes, gracias al curso sobre El Quijote que nos dio Raimundo Lida, el sabio argentino más grande que he conocido. Y ¡ojo!: aunque menos, también he conocido a Borges. No exagero. Mi paso por Estados Unidos me ofreció experiencias fantásticas, conocimientos impensables, horizontes insospechados, pero nada comparables al efecto que me causó mi reencuentro con la obra de don Miguel de Cervantes a 6.000 kilómetros de mi tierra.

En más de una ocasión, he comentado la pasión cervantina de mi padre. Con él, la compartía a medias. Aunque es un libro difícil para un adolescente, por darle gusto, me aficioné, no sin esfuerzo, a su lectura favorita. Mi primer Quijote, el más grande que he tenido en mis manos, pesa varios kilos y mide más de medio metro de alto. Lo heredé, con el permiso de mi hermana, y aún lo conservo sobre un mueble antiguo presidiendo el salón de mi casa. Desde muy joven, lo leía en la cama y, por su peso, se me dormían las piernas. Son dos tomos impresionantes de pastas gruesas negras y letras enormes, aptas para gente con vista cansada. No sé cómo llegó a poder de mi padre una obra como ésta, publicada en 18…  , que incluía los nombres impresos de todos sus suscritores empezando por la reina Isabel II. Llegué a pensar que, quizás, procedía de la rica biblioteca de la Señora, doña Serafina Cortés viuda de Cassinello. Ella fue mi proveedora principal de libros infantiles y juveniles a través de mi abuela Dolores, su criada.

Sin embargo, en alguna ocasión, mi padre me comentó que había rescatado libros viejos, muy estropeados y abandonados, en una mansión, casi en ruinas, relacionada, no sé cómo, con un general catalán muy franquista y muy poderoso en Almería. Se llamaba Andrés Saliquet. Luego supe que este militar golpista, casado con una almeriense de Fiñana, había participado en el nombramiento de Franco como jefe del Estado y caudillo de España. Durante la guerra civil, el general Saliquet mandó el Ejercito del Centro con medio millón de hombres y es recordado en Castilla y León por su dureza represora, lo que le valió el nombramiento de presidente del Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo y la concesión de un marquesado por Franco. No estoy seguro de la procedencia de “mi” Quijote. No obstante, a menudo, he fantaseado con la delicia de haberlo rescatado de las garras de un represor franquista, es decir, de lo menos cervantino que imaginarse pueda.

Grabados a cambio de harina

Lo que sí recuerdo claramente es que mi padre cometió un error, que lamentó toda su vida. En los años más duros del hambre en la postguerra, arrancó todos los grabados que ilustraban los dos tomos de El Quijote y los cambió por varios sacos de harina. “Primum vivere…”, claro. Siempre me dijo que don Quijote no se lo habría perdonado nunca. Ni el cura ni el barbero. Sancho Panza, en cambio, habría aplaudido su intercambio. Mi padre era un adicto a los refranes de Sancho y leía El Quijote sin orden alguno. Como hacen quienes leen la Biblia o los Evangelios. Según me comentó Lida, mi padre seguía, seguramente sin saberlo, una recomendación de William Faulkner. Abría el libro, al azar, por cualquier página, y se ponía a leer. A veces, en voz alta. Lo recuerdo, concentrado y orgulloso, leyendo el enorme tomo que, abierto, ocupaba casi la mitad de la mesa del comedor. Con frecuencia, soltaba alguna carcajada y, entre sonrisas, compartía las parodias cervantinas con nosotros. Con estos antecedentes familiares, no tiene nada de extraño que me apuntara, sin dudarlo un instante, al curso que el profesor Lida dedicaba íntegramente al Quijote. No me arrepentí.

Raimundo Lida había nacido en Lambert, en el imperio austrohúngaro, en 1908, en el seno de una familia judía. Desde bebé, creció en Argentina, en una comunidad hebrea laica, y de allí pasó a México y a Estados Unidos. Fue discípulo y heredero intelectual de Amado Alonso. Gracias a Américo Castro, el maestro de Juan Marichal, Lida consiguió una beca para la Universidad de Harvard en la que llegó a ser director del Departamento de Lenguas Romances. Cuando le conocí, tenía casi 70 años. Filólogo, filósofo del lenguaje, ensayista y crítico literario, el maestro Lida era una autoridad indiscutida en el Siglo de Oro (Quevedo) y en el Modernismo (Rubén Darío). Pero me apuesto algo a que el curso del Quijote era el que más disfrutaba. No había más que verle. Saboreaba las palabras y las citas eruditas o mundanas. Se lucía. En clase, con apenas una docena de alumnos de doctorado, Lida se transformaba ora en don Quijote, ora en Sancho. Siempre en Cervantes. Cuando murió, un par de años después de dar ese curso, leí un obituario escrito en su memoria por Ana María Barrenechea en el que decía que “Cervantes era el autor más afín a su hondura humana”. Estuve totalmente de acuerdo con ella.

El vértigo de don Quijote

Nunca dejó de sorprenderme el saber casi enciclopédico del profesor Lida. Con naturalidad, sin petulancia, citaba de memoria a los grandes autores y destacaba, con finura exquisita, la aportación de cada uno de ellos al tema que trataba de explicar: Platón, Cicerón, San Agustín, Averroes, Maimónides, Goethe, Alfonso el Sabio, Ibsen, Flaubert, Dostoievski, Unamuno, Bergson o Kierkegaard. Ninguno escapaba a su vasto conocimiento de la literatura, la filosofía y la historia de Occidente. Estuvo muy bien preparado para analizar la realidad cervantina tan poliédrica, con tantas caras y aristas, tan rica en perspectivas tan distintas. Nos pintaba escenas del Quijote como si detallara los distintos puntos de vista de cada personaje. O sea, como el juego de espejos en las Meninas de Velázquez. Planos distintos entrecruzados. Todo ello formaba parte del “vértigo de don Quijote”, un libro abierto a muchas ricas lecturas. Podía ser cómico para los barrocos o trágico para los románticos. Pero las parodias de Cervantes nunca fueron crueles ni destructivas ni ajenas a cierta ternura. Con razón llegó a decir Dostoievski que “la presentación del Quijote en el juicio final serviría para absolver a la Humanidad”.

Lida lucía un humor finísimo, una ironía propiamente cervantina. Me encantaba su risita maliciosa, sus guiños penetrantes, sus anécdotas definitivas. De pronto, sin darle importancia, dejaba caer alusiones sutiles que encerraban un conocimiento profundo del ser humano. Nos dejaba suspendidos, en un arrobamiento intelectual inesperado, incapaces de seguir tomando apuntes hasta haber digerido su último disparo al corazón de su audiencia. Rezumaba cierto erasmismo en sus lecciones y presumía sin disimulo de los éxitos de judíos y conversos, tan sonoros en la historia, la filosofía y la literatura de Occidente y tan silenciados para los estudiantes españoles educados en la Dictadura franquista y el nacional catolicismo.

Talla de Cervantes que dediqué a mis maestros cervantinos Raimundo Lida y Juan Marichal.

Nos decía que para los dos Fray Luis (de Granada y de León) la perfección era posible fuera de la Iglesia. Es decir, el hábito no hace al monje. Pero él nos hacía el guiño, naturalmente en latín: “Monacatus non est pietas”. Igualmente, nosotros pensábamos que el escenario y el boato académico no afectaba a la calidad de sus lecciones. Cuando un catarro le retuvo abrigado en su casa de Cambridge, aislada por un metro de nieve, nos convocó para seguir sus clases en su sala de estar. La perfección también era posible en torno a una mesa de camilla, fuera del estrado oficial de su cátedra.

Tomé todos los apuntes que pude. Los guardo como oro en paño. Sin embargo, ahora que los repaso, al cabo de casi cuarenta años, observo muchas lagunas. Lástima que Lida no haya publicado sus notas sobre el Quijote como hizo con Quevedo o Rubén Darío. Con mis recuerdos vagos y mis apuntes concretos, intentaré resumir ahora, casi en titulares, algunas de las ideas que más me llamaron la atención en sus clases, todas ellas magistrales.

“Dime qué ves en el Quijote y te diré quién eres”, nos dijo un día el maestro al hablar de este primer monumento del realismo, lleno de fantasía y verosimilitud, provocador y entretenido. Cervantes tenía muchos ángulos: erasmista, humanista, barroco, anti barroco, heterodoxo, ortodoxo, patriota, antipatriota, cristiano… Escapó a la Inquisición con hábil y sabio disimulo. No así a las cuentas de la Hacienda Pública. Dijo producir un libro para entretener y divertir. Al parecer, nada serio. ¡Válgame Dios! Escribió: “Yo di pasatiempo al pecho melancólico y mohíno”. Pero, a la vez, como el que no hace la cosa, se burló de la caballería andante y del teatro de moda, o sea, de Lope de Vega cuyo éxito le tuvo tan obsesionado. ¡Ay, la envidia que hace tan humano a nuestro gran genio! Así, como si nada, metió una carga de profundidad en el cosmos medieval divinizado, en el mundo escolástico decadente, y nos dejó una nueva conciencia del hombre europeo, capaz de empezar a separar, gracias a la ciencia emergente, el orden físico del espiritual. El panteísmo de Spinoza (“Dios igual a Naturaleza”) y el pacifismo de Erasmo se abren camino en la primera novela del mundo.

Talla de Cervantes que hice en cedro tropical dedicada a Lida y a Marichal

El Quijote fue la bisagra entre dos siglos, ambos de Oro, y el símbolo del español de entonces, una alegoría de la locura hispánica vista con simpatía. Su autor pintó como nadie la inadaptación a los tiempos y la entrada en una nueva era. La era, además, de la novela moderna. Inventó la fábrica de hacer novelas. Sus personajes entran y salen de la novela como Juan por su casa. Se independizan. Así abrió la puerta a Galdós, a Unamuno, a Borges, a Pirandello, a Guide, etc.

Tuvo Cervantes un éxito indudable desde la primera edición de su obra. También tuvo críticos muy duros que, de forma panfletaria, le acusaron de antipatriota. Un anónimo del siglo XVIII divulgó que “del honor de España, era el autor (Cervantes) verdugo y cuchillo”. Casi nada. Juega con las apariencias y la realidad. Mezcla críticas y sonrisas ante los ideales trasnochados y hace una meditación destructora de la caballería andante. Parece hablar en serio, pero se ríe de los autores de moda.

A medida que avanzaba el curso, Lida nos recomendaba una amplísima bibliografía, que podíamos encontrar en la Widener Library de Harvard. No daba abasto. Por eso, opté por comprar algunos de esos libros, nuevos y usados, para seguir leyéndolos en el resto de mi vida. Una gran sorpresa fue volver a leer El Quijote, próximo yo a la treintena, pero con las notas de Martín de Riquer que el maestro tanto alabó. Lida nos advertía del efecto sorprendente de leerlo a distintas edades. ¡Qué rica fue esa segunda lectura! El curso envolvía el choque de dos mundos: el de la aristocracia minoritaria, que se resistía a morir, atado a sus antiguallas y derechos divinos, y el de la burguesía mercantil, ligado a las ciudades y al progreso, que luchaba por nacer e imponerse con pensamientos sentimientos modernos.

El hombre, hijo de sus obras

Nuestro hidalgo luce un lenguaje y unos ideales arcaicos. Pero nos cuela, casi de rondón, ideales de libertad e igualdad, revolucionarios para su época. Entre ellos está la aristocracia del alma, extendida a mucha más gente, la “gente nova” de Dante. El hombre es hijo de sus obras. Cervantes conoce muy bien la literatura italiana, que desdeña lo medieval, y enlaza con Petrarca. Las virtudes no son solo de la hidalguía de linaje, nobleza de sangre feudal, sino que dependen del modo interior de vida de cada hombre. ¿La verdadera nobleza? La del virtuoso, cualquiera que sea su origen y linaje. Nos lo dice Cervantes dos siglos antes de la Revolución Francesa. Ahí es nada.

¡Cómo se ríe nuestro autor del amor cortés de las leyendas carolingias y artúricas! Ariosto, con su “Orlando furioso”, influye mucho en Cervantes. Había libertad de imitación y de creación. Orlando, bravo en la batalla y torpe en el amor con Angélica. Con ironía y sorna, vemos, de pronto, a Roldán transformado en don Quijote. Desde Homero a Cervantes, el hombre luchaba cuerpo a cuerpo. Ahora, el arcabuz portátil, con su pólvora, se impone a la espada y a la lanza. Gran discurso de las armas y las letras. Con un arma de fuego, un cobarde puede matar a un héroe. Nuestro hidalgo insiste orgulloso en llevar las armas ridículas de su abuelo, en un momento en que se abre camino la pólvora, nada caballeresca, que mata a distancia y no con la fuerza del brazo de un guerrero. Gracián llegó a decir: “Una gallina mata a tiros a un león y el más cobarde al más valiente”. Esa es la injusticia de una guerra que a nuestro hidalgo le parece innoble.

¿Era solo combatir los libros de caballería el propósito de Cervantes?  De eso, nada. Dijo Borges que la segunda parte del Quijote es un comentario de la primera. En su novela, trata de asimilar lo bueno de la nueva cultura, de los descubrimientos, de los viajes y de la nueva épica burguesa, y no desesperar agarrados a los viejos tiempos. Nada más actual. Además, las novelas de caballería son su excusa para criticar toda la literatura.  El Quijote es mucho más que una parodia contra la caballería andante. El odio es limitado y el amor se antepone al odio en el ataque. El mal, el ser cainita, no existe en el Quijote. Hay ironía, burla, humor. No sátira cruel.

En sus clases, Lida no ocultaba las influencias de Américo Castro, su protector, cuyos libros nos recomendaba. En su prólogo al Quijote, don Américo destacó la alusión directa a comer “los sábados, duelos y quebrantos”. ¿Sufrir y tener quebrantos si comía cerdo el sábado? Ahí se percibe que la limpieza de sangre de don Quijote no corresponde a la de un cristiano viejo sino a la de un cristiano nuevo, descendiente de judíos conversos. Las virtudes de los caballeros andantes le venían “de casta”, por su buena cuna. Eran héroes por linaje. Un hidalgo, por respeto a lo que es, no hace trabajos manuales, cosa de judíos y moriscos. Ahí vemos ciertas raíces profundas del atraso económico de España. El hidalgo desprecia el lucro y el ahorro. Lo suyo es la liberalidad del manirroto. Se dedica al ocio o la guerra. Pero Cervantes no nos ofrece un héroe de 12 años, como Amadís de Gaula, sino un viejo de 50 años, como él mismo. Un hidalgo moderno que sabe leer. Y hace una burla erasmista de los eruditos medievales. Pasa de la debilidad por los libros a otra debilidad peor: la caballería andante.

Nos presenta a un héroe invencible que socorre a los débiles, viudas, huérfanos, desvalidos, doncellas perseguidas por tiranos. Su espada es infalible, mágica, contra reyes, emperadores, gigantes, follones, magos, brujos, demonios o encantamientos. Sus aventuras contra leones, fieras míticas o caballos voladores tienen final feliz. Recorre al azar montes, valles, castillos, cortes fantásticas en las que princesas se casan con el vencedor de un torneo. Puede ser, si quiere, rey de una ínsula. Treinta años antes, el Concilio de Trento había condenado los libros de caballería por “lascivos y obscenos”. Los acusaba de difundir el asombro y el milagro de la magia (del diablo) y no de Cristo y los santos. La Iglesia defendía la “honestidad cristiana” frente a la moralidad caballeresca de origen pagano (“el amor solo para Dios”) y declaraba la guerra a la mundanidad del siglo. “Con la Iglesia hemos dado, Sancho”. Cervantes se ríe de la beatería y de la hipocresía.

Sospechosos de judaísmo

Sabe que, en Italia, los libros españoles eran sospechosos de judaísmo. Por su magia, incluso Amadís, leído por los luteranos, era tenido por hereje y demoniaco. Sin embargo, nuestro autor no odia los libros de caballería. Según Lida, hace otro. El mejor. Tiene su alma dividida: “libros sin igual”. Los elogia: “admirado ante el disparate”. Con sabor agridulce, tiene un desquite irracional: un loco “con bonísimo entendimiento”. Celebra “el estado para el que hemos nacido: la caballería andante”. Y recurre al canónigo para dar otra vuelta de tuerca maliciosa: “si no los leo críticamente corro el peligro de divertirme”.

Tengo la impresión de que Cervantes es un bromista redomado, que juega con el lector, con indecisión y goce dual. Mezcla lo histórico con lo legendario, lo sublime con lo ridículo. Parece decirnos que no debemos fiarnos ni de él mismo. Practica la prosa arcaica, como Garcilaso, y ofrece relajo, equilibrio, salud, distracción y pasatiempo “al pecho melancólico y mohíno”.

Por su modernidad y fuerza moral, uno de los capítulos más impactantes del Quijote ha sido para mí el que da cuenta de los amores y desamores de la pastora Marcela y el estudiante Grisóstomo … ¡en 1606! Se adelanta a cualquier feminista de hoy. “Comprender mejor es estar en condiciones de amar mejor”. Ahí se arriesga y se luce Cervantes. Marcela grita desde lo alto de una roca: “Nací libre”. La pastora quiere “vivir su vida” y celebra su libertad individual sin atender al efecto de su acción en los demás. Todos acusan a Marcela del suicidio de Grisóstomo quien se mata por su amor no correspondido. Ella no se siente culpable. Don Quijote – ¡cómo no! – la defiende. El mundo ha cambiado y nuestro ingenioso hidalgo se lanza contra la hipocresía, la mentira y el cinismo. Es decir, contra el amor provenzal. Sale en defensa de los derechos de la mujer. Da pie a varios mitos: un hombre quijotesco, aventuras quijotescas, quijotismo.

Cervantes parodia, critica, ataca, quiere, imita y mejora los libros de caballería y, burla burlando, pasa el problema al lector. Pero su sátira no es encarnizada como la de Quevedo. “Nunca voló mi pluma por la región satírica…” Critica los libros de caballería no con sarcasmo destructivo sino con la sonrisa, con el humor de un loco ridículo que pronto se convierte en un loco entretenido y crece hasta ser un prodigio de simpatía. Nos hace reír y, sin embargo, ¡qué pena!, muelen a palos al héroe, hacen burlas del derrotado. Según Lida, Dikens, como Cervantes, une a la burla el amor. Son víctimas de la sociedad que no se resignan. Para Galdós, El Quijote es una obra moderna. Un libro lleno de vida, de amor. Su autor se separa de la contrarreforma. Opone la igualdad a la casta, la paz a la guerra, el amor al odio.

Raimundo Lida, catedrático de la Universidad de Harvard.

En este “libro de libros”, “versión de versiones”, no aparece el pecado original, no hay figura del mal ni del pecador arrepentido. No hay seres perversos sino cambiantes. No son de una sola pieza. El bandido Roque es cruel y compasivo. Es la novela de los imposibles. “Yo soy libre”, le hace decir a Marcela ¿a los 16 años? ¿Dónde queda la autoridad paterna? ¿Por qué lo dice si sabe que no es cierto? ¿Cuál era su propósito? Lida no se sorprende. Cita a Valery: “Las intenciones son intenciones y las obras son obras”. Nos dice que sí, que Doctoievski trató de escribir un folletón de moda y, mira por donde, le salió “Crimen y castigo”. ¡Qué diferencia entre la intención y la obra! Recurre a Fichte: “La obra literaria depende del hombre que se es”.

A veces, nos parece escrito desde otro mundo. Salta por encima de los valores de su época y se dirige a temas universales. No niega la realidad objetiva ni hay idealismo a lo Berkeley, pero nos muestra una realidad insegura, oscilante. Los libros no son inertes. Actúan sobre el alma humana. Cada libro es distinto para cada lector. Nos muestra distintas posiciones ante la misma aparente realidad. ¿Gigantes o molinos? El ventero defiende los libros de caballería, como don Quijote. El cura los ataca. Cervantes nos va irradiando problemas en cada línea. Inquieta al lector. Hace una “imitación selectiva” de los llantos de Amadís o de Orlando cuando escribe la carta, con lenguaje arcaico, a Dulcinea. Para Pedro Salinas esa es “la mejor carta de amor de la literatura española”.  Su Quijote huye de la sociedad… enloqueciendo.

“Tutéame Sancho”

Uno de los grandes aciertos del libro es, a mi juicio, la influencia mutua que se produce entre don Quijote y Sancho. Tengo un dibujo muy querido que el gran Ortuño me dedicó en tiempos de Cambio 16. Muestra al caballero y al escudero por la Mancha, a lomos de sus bestias, bajo un sol de fuego. El globito de texto es muy escueto, lapidario. Don Quijote le dice a su criado: “Tutéame Sancho”. Toda la obra cervantina es una parodia de la parodia, con un estilo que Lida llamaba “mercurial” y zumbón pues nada estaba quieto. “Soberana y alta señora”, empieza diciendo el hidalgo. Sancho lo memoriza así: “Alta y sobajada señora”. De soberana a sobajada.

Dibujo de Alfonso Ortuño, ilustrador y humorista gráfico de Cambio 16, Doblón, El Sol, TVE…

El autor se ríe de la falsa erudición, de la seudociencia, de la sabiduría inútil. Se ríe de sí mismo. “¿Qué libro tienes ahí?”. El lector responde: “La Galatea, de Miguel de Cervantes”. Inventa aquí el “pirandelismo”, el desdoblamiento entre personaje y autor. De paso, nos mete un corte publicitario. Así es el prisma cervantino. Cuando un asunto llega al prisma queda descompuesto en colores distintos. Así son también las distintas verdades y planos del creador del Quijote y – ¡cómo no! – de Sancho. El creador de un enorme mito doble: el ingenioso hidalgo y su interlocutor o anti personaje que no es Dulcinea (la presencia de una ausencia) sino Sancho. Dulcinea es el gran personaje ausente. Alonso Quijano nunca tuvo el “don”. Don Quijote, sí. Además, “de la Mancha”, como el “de Gaula” o “de Inglaterra”. Don Quijote es un judío converso pero su apellido viene del árabe: Mancha o Manggia, tierra seca y alta, refugio frente a inundaciones. Hay parodia de nombres pomposos (Don Quijote, Dulcinea) con apellidos ridículos (de la Mancha o del Toboso).

También juega con los octosílabos: “don Quijote y Sancho Panza” o bien “en un lugar de la Mancha”. Como a Raimundo Lida no se le escapaba ni una, nos descubrió que el Quijote empieza, sin ponerle comillas, como es costumbre cuando se copia, con ese octosílabo (“En un lugar de la Mancha…”) sacado sin permiso de una coplilla anónima y vulgar. Es una nota de humor, una comicidad para enterados, más propia de la picaresca que del mundo de los sabios. Riza el rizo con esta imprecisión en endecasílabo: “…de cuyo nombre no quiero acordarme…”. De lo que sí se acuerda seguramente Cervantes es de otro endecasílabo de La Eneida: “Callaron todos, tirios y troyanos”. En su juego “mercurial”, recurre al equívoco con frases célebres.

El caballero va contagiando su locura al escudero. Las promesas de una ínsula ayudan. Pero también vemos un cariño gradual de Sancho hacia su amo, una cierta hermandad matizada. Aunque el criado es rústico, hablador, abusador del lenguaje, la relación entre caballero y escudero los iguala como el amor que iguala a la pareja. Hay una dignidad entre señor y criado. Sancho aprende e imita pues tiene fe en su amo. Se hacen inseparables, imprescindibles hasta la muerte. Son dos almas que se van haciendo recíprocamente. Cuando el escudero es gobernador, pasa a primer plano. Sancho Panza no es la sombra de don Quijote sino su complemento. Crecen y se funden el uno en el otro. Son la cara y la cruz del alma humana.

Los refranes de Sancho, píldoras de conocimiento, se le van pegando a su señor. “Cuatro dedos de enjundia tiene de cristiano viejo”. La enjundia es grasa o manteca de cerdo, prohibida a musulmanes y judíos. Con mucha gracia, Sancho corrompe el lenguaje. Su amo dice “pacto tácito o expreso con el demonio” y Sancho lo repite, a su modo, como “patio espeso con el demonio”. En su entrelazamiento, ambos tienen un acuerdo de creerse mutuamente. Para Lida es, sin duda, una novela social. Otro rizo: haciendo la novela explica cómo se hace una novela. El cura habla de Cervantes y de su Galatea. Novela sobre novela. No hay marcos fijos entre novela y realidad. Salen personajes en la segunda parte que han leído la primera, en ediciones piratas por las que Cervantes no cobró ni un maravedí. Lo mismo que hoy con Internet.

“Rey de los hidalgos… ruega por nosotros”

Mi camiseta favorita para el tenis.

En su continuo juego de perspectivas, el autor hace al lector cómplice del narrador. Es un gran periodista que utiliza diversas fuentes, según se mire, para informar de un mismo hecho. Pone el nombre de Cide Hamette Berengeli (berenjena) al autor del manuscrito. Precisamente, la berenjena, plato favorito de moriscos y judíos. Mi hijo David no olvida una frase que leímos juntos, cuando era niño, antes de dormir: “Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros”. La repetimos aún entre risas. La fantasía y la imaginación… “la loca de la casa” para Santa Teresa.

Hay tantas lecturas del Quijote como lectores. Para un romántico perdido como Heine, es “el libro más triste que existe”. Pero también nos da pistas de un pre racionalismo avanzado, de un pensamiento pre siglo XVIII. No pocos aún siguen descifrando los mensajes de Cervantes, los misterios que disimuló hábilmente y no pudo decir con claridad por miedo a la Inquisición, siempre atenta a los peligros de cualquier disidencia.

Algunos han querido ver el engrandecimiento de Sancho como un anuncio de la emancipación de la clase obrera o los valores democráticos (libertad, igualdad, fraternidad) en don Quijote. No digamos Pirandelo en su obra, tan cervantina, “Así es si así os parece”. Para Unamuno, nuestro hidalgo sufre una “santa locura”. Para Ortega y Gasset, se trata de la novela de los puntos de vista, del perspectivismo y la realidad oscilante. Cervantes es un Erasmo sin religión. En su obra no hay influencia religiosa pues la moral de Cervantes es filosófica, natural, humana. Lutero, que tiene todo lo español por sospechosamente poco cristiano, llegó a decir que “casi prefiero tener al turco por enemigo que a los españoles que no creen en nada; son marranos seudo convertidos”. Así se abonaba la leyenda negra contra el imperio español de los Austrias.

Para compensar lo de Lutero, no puedo cerrar los apuntes que tomé de las clases magistrales del maestro Raimundo Lida sin copiar aquí una cita que nos regaló de Rubén Darío. En ella, el grandísimo poeta modernista santifica a nuestro don Quijote:

“Rey de los hidalgos,

señor de los tristes,

noble peregrino,

contra las certezas,

contra las mentiras,

contra la verdad,

ruega por nosotros”.

Así sea, maestro Lida. Usted me hizo, por siempre, cervantino. Gracias.