¿Quien perdió Cataluña?

La respuesta más socorrida y fácil sería decir “Fuenteovejuna, señor”. Y no me faltaría algo de razón. Todos, en mayor o menor proporción, por acción o por omisión, somos culpables de la pérdida de Cataluña. Y, si no está perdida del todo, lo somos por haber asistido impasibles al crecimiento de los independentistas desde el 20% de toda la vida hasta el 47 % del domingo pasado. Me duele perder Cataluña, donde hay una parte de mi, y, por omisión, me siento culpable de este desgarro.

La aceptación de la culpabilidad individual o colectiva no resuelve el problema si no va acompañada de un plan de medidas urgentes para recuperar lo perdido. Cher, contraria a los independentistas, nos recordó ayer lo difícil que es, una vez extraída, volver a meter la pasta dental dentro de su tubo. Difícil sí, imposible no.

Los nacionalistas, desde su emergencia, tienen un objetivo: conseguir la independencia de lo que ellos consideran su nación, con un Estado propio. Aspiración legítima, naturalmente dentro de los cauces democráticos de respeto a la Ley. Sabemos que la voracidad de los nacionalistas apenas conoce límites: son insaciables y no descansarán hasta conseguir su objetivo. Lo malo es cuando el fin les justifica el recurso a todos los medios posibles, legales o no, dignos o indignos, veraces o falsos. Tengo la impresión de todo les aprovecha para el convento.

La esencia del nacionalismo es emocional/sentimental, más cerca de las tripas que del cerebro. Está tan alejada de la razón que resulta difícil dialogar con ellos con datos reales contrastados y con argumentos racionales. Como ocurre con cualquier otra religión, nos enfrentados con el viejo duelo entre fe y razón. Esa batalla la tenemos perdida si solo recurrimos a las razones que nos dicta el cerebro, sin atender a las emociones que reprimimos en nuestro corazón.

En mayor o menor medida, todos somos algo nacionalistas. Es casi zoológico. Está debajo de nuestra piel y la pelea por superar esa minusvalía animal debe ser permanente. Si bajamos la guardia, el veneno nacionalista, que tantas veces roza con el racismo o el fascismo, se extiende sin remedio perjudicando el sentimiento de solidaridad entre los seres humanos.

Jared Diamond me abrió los ojos con su famosa frase: “Yo contra mi hermano; mi hermano y yo contra mis primos; mis primos, mi hermano y yo contra mis vecinos; mis vecinos, mis primos, mi hermano y yo contra el pueblo de al lado….” Y así podemos explicar, zoológicamente, el origen de casi todas la guerras que en el mundo han sido.

En el caso que nos ocupa, Fuenteovejuna entera bajó la guardia y miró para otro lado. Y en esas estamos. Salvo Adolfo Suárez, que tuvo la visión y el coraje de recuperar del exilio al honorable presidente Tarradellas, para entroncar la democracia con la Generalitat, ningún otro presidente español se libra de haber contribuido, por mantenerse en el poder, a la pérdida de Cataluña.

Tanto Felipe González como José María Aznar celebraron (a cambio del apoyo parlamentario) la total lealtad del poco honorable Jordi Pujol a la Constitución. Creyeron, quizás ingenuamente, en las bondades de la “conllevanza” orteguiana o en el apaciguamiento de la fiera. Jordi Pujol, Artur Mas y sus separatistas se partirían de la risa, mientras seguían tejiendo, ere que erre, con dinero público y escuela pública, su ruta hacia la independencia.

Aunque la “cuestión catalana” viene de lejos, sin tener que remontarnos a la guerra de sucesión entre dinastías europeas (no entre Madrid y Barcelona), lo cierto es que el aumento del sentimiento independentista, desde el 20 al 47 %, ha ido creciendo, tras la crisis del Estatuto, con el lubricante de la gran recesión económica y las políticas de austeridad impuestas desde la Unión Europea.

Es prácticamente imposible, ni siquiera conveniente, extirpar del todo el sentimiento nacionalista, tanto el catalanista como el españolista, el vasco o el gallego. Para volver a meter la pasta dental en su tubo, tenemos que darnos mucha maña, utilizar mucho cerebro y no despreciar las sinrazones que el corazón nos dicta. ¡Ay de mi Cataluña!

Para empezar, un buen gesto sería poner estas Navidades en el Palacio de La Moncloa a un catalán. Alguien como Adolfo Suárez. A ver qué pasa.

 

 

 

 

 

Acerca de JAMS

Periodista en activo durante los últimos 46 años, doctor en Ciencias de la Información “cum laude” por la Complutense y primer hispano parlante diplomado por la Nieman Foundation for Journalism de la Universidad de Harvard (1976-77). Profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Almería. Consejero y fundador del Grupo 20 minutos España. Ha sido Director General y fundador de Multiprensa, la empresa editora del diario 20 minutos, líder de la prensa española durante casi una década y de 20minutos.es, número 3 de las webs de noticias de España (1999-2014). Director-fundador de los diarios El Sol (1989-90)y La Gaceta de los Negocios (1988-89), del semanario Doblón (1974-76), del mensual Historia Internacional y de la televisión matinal, con el primer informativo diario “Buenos Días” de TVE (1986); director de la Agencia EFE Nacional (1987), corresponsal en Estados Unidos del semanario El Globo del Grupo Prisa (1987-88), redactor jefe de Internacional y de Economía del diario El País (1977-84) y redactor jefe fundador y director en funciones del semanario Cambio-16 (1971-1974). Director de los Telediarios, en distintas etapas, y de varios programas en directo (Informe del Día, Espiral/Detrás de la Noticia, Economía en la 2, Entrevistas a Candidatos Presidenciales de 1993 y 1996, Debates electorales, etc,) de Televisión Española. Corresponsal-jefe de TVE en Estados Unidos 1995-96 (despedido tras la entrevista preelectoral que realizó al candidato José María Aznar) y autor de varios libros: “Jaque a Polanco” (Temas de Hoy, Planeta), “Los empresarios ante la crisis” (Grijalbo) y “Autopistas de la Información” (Debate), con Francisco Ros e Ignacio Santillana; Es almeriense, presidente de la Junta Rectora del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería) y posee la Medalla de Andalucía. Ejerció el reporterismo de sucesos y de información económica en la Agencia Hispania Press (1968) y fue redactor del diario Nivel (1969) y del diario Arriba (1970-71). Trabajó en Radio Nacional de España y TVE en programas de divulgación económica (Mi Bolsillo, La Aventura del Saber, El Canto de un Duro, etc.). Como director del semanario económico Doblón y autor de un artículo sobre la purga de moderados en la Guardia Civil fue secuestrado, torturado y sometido a una ejecución simulada en marzo de 1976 por fuerzas paramilitares franquistas. Fue el primer desaparecido del final del franquismo. Trabajó para el Gobierno de Adolfo Suarez en la Reforma Fiscal (1978) como ayudante del ministro de Hacienda, Fco. Fdz. Ordóñez y en el programa de ajuste económico de Los Pactos de la Moncloa a las órdenes directas del vicepresidente Fdo. Abril Martorell y del ministro de Economía, Jose L. Leal (1979-80). El 13 de febrero de 2014 dejó el Consejo de 20 minutos, pero mantiene su blog “Se nos ve el Plumero” sobre “Noticias y no noticias comparadas” (dentro de 20minutos.es) que, desde 2005 suma casi 2,9 millones de lectores.

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