Hoy terminé «La llamada», un retrato perturbador de una joven argentina embarazada secuestrada en 1976 por la dictadura militar y liberada al cabo de año medio de torturas y violaciones en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) que hoy es Museo Sitio de Memoria. Aunque se repite un poco en la segunda mitad de su obra, la periodista Leila Guerriero hace gala de una buena literatura con sensibidad y rigor extraordinarios. La recomiendo.
La ESMA es hoy un Museo que recuerda las torturas de los militares argentinos. La DGS (Dirección General de Seguridad), su hermana franquista, donde hoy tiene su despacho la presidenta Ayuso, ni siquiera tiene una placa en su fachada como homenaje y memoria de las torturas de la Dictadura de Franco. Cuando cruzo la Puerta del Sol aún siento el recuerdo escalofriante de ese siniestro lugar. Pero el PP quiere pasar esa página trágica de nuestra historia sin haberla leído. Prefieren no saber. Yo prefiero recordar a Luis Cernuda: «Recuérdalo y recuérdalo a otros». Y a Primo Levi, superviviente de un campo nazi: «Ocurrió. Y puede volver a ocurrir».
Anteayer, jueves, mi compadre Joaquín Estefanía leyó este texto suyo en Hora 25 de la SER. No puede escucharlo. Ahora que lo leo me emociona comprobar que, al cabo de muchas décadas, compartimos los mismos valores democráticos. Como él me dice, seguimos en la misma onda. Incluso por telepatía.
Recuérdalo tu y recuérdalo a otros
Por Joaquín Estefanía
«Un nuevo tipo de líderes que florece en algunas partes del mundo se caracteriza por otro concepto de la libertad y otra visión de la historia. Son revisionistas.
La Argentina de Milei acaba de cerrar, dicen que de forma temporal, el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, que es el nombre que la democracia puso a la siniestra Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el mayor centro de tortura de la dictadura militar. Allí estuvieron presas y sujetas a todo tipo de sevicias alrededor de 5.000 personas, y solo salieron vivas unas 200. Desde la ESMA los torturadores gritaban los goles de la selección de fútbol en el Mundial de 1978, que ganó Argentina, mientras aplicaban la picana a hombres y mujeres opositores al régimen de Videla y compañía.
Desde 1939, cuando terminó la guerra civil en España, hasta 40 años después, la Dirección General de Seguridad (DGS) en la madrileña Puesta del Sol, fue un centro de detención, tortura, encarcelamiento y asesinato a los opositores al franquismo. Fue la sede de la terrible Brigada Político-Social, la Gestapo española. Allí campó por sus respetos el cruel Billy el Niño, entre otros. Hoy, paradojas de la historia, es la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Ahora, el Gobierno quiere poner en ella una humilde placa recordando a los que en ese lugar tanto sufrieron, pero Isabel Díaz Ayuso se opone a ello.
Es inentendible que el rechazo a la memoria democrática llegue tan lejos en su sectarismo».