Invitado por Xabier Fortes, esta noche a las 22.00h, en Canal 24 horas deTVE, volveré a pisar el Pirulí (donde fui tan feliz). !Qué emoción y qué nervios!
Xabier Fortes en La Noche en 24 horas, a las 22:00 h..
Hablaremos del libro «Franco para jóvenes» (Catarata) en la víspera del 20-N, una conversación recomendable para abuelos (que vivieron en Dictadura) y nietos (que nacieron en libertad).
Cubierta del libro «Franco para jóvenes» (Catarata) que hemos escrito mi hijo (Erik Martínez Westley) y yo a cuatro manos.
Los mayores callan y los jóvenes apenas saben quién fue y qué hizo este dictador. Unos le querían y otros le odiaban. Todos le temían.
Es bueno conocer lo peor de nuestra Historia para no repetirlo. Hoy, en La Noche en 24 horas a las 22.00h. No te lo pierdas. La libertad, como el oxígeno, la valoras más cuando te falta. A mí me faltó durante 30 años. Mi hijo Erik (coautor del libro) nació en libertad y nunca le enseñaron en el colegio quién fue Franco y qué hizo.
¿Qué saben estas niñas de Franco? ¿De qué se ríen?
Si supieran algo de Franco, se les helaría la sonrisa. Por eso, acaba de llegar a las librerías «Franco para jóvenes» (Editorial Catarata) escrito a cuatro manos entre mi hijo Erik Martínez Westley y yo. En 2025 (el 20-N) se cumplirá medio siglo de la muerte de este dictador que tuvo todo el poder en sus manos durante casi 40 años. Por su culpa, el miedo habitó entre nosotros. Lo queramos o no, aún perdura.
«Franco para jóvenes», el jueves 12 de diciembre en el Ateneo de Madrid, Calle Prado, 21.Este verano, en Dalías (Almería), mi hijo escribe capítulos del libro en su portátil. Yo lo hago en el bloc con bolígrafo. Cada uno a lo suyo. Aprendí mucho debatiendo cada palabra y cada anécdota con Erik. El guión es suyo.Después del tenis de cada sábado, nos dedicábamos al libro en el Café de los Austrias, frente al polideportivo de La Bombilla. Me suele ganar, pero una vez entregado el manuscrito a la imprenta puede ganarle al tenis por 6-3 y 7-5. Quizás la camiseta histórica de 20minutos me dio suerte.Paquita Sauquillo, política y abogada, glosará nuestro libro. Salvó su vida porque cuando los pistoleros de extrema derecha asesinaron a sus compañeros en la matanza de su despacho en Atocha, Paquita estaba reunida con Manuela Carmena (ex alcaldesa de Madrid) y José María Mohedano (mi abogado) en otro despacho. Su hermano Javier fue uno de los asesinados por los matones ultra derechistas.
Para la presentación del libro contamos con dos personajes de postín a quienes admiro desde hace décadas por su lucha contra la Dictadura y en favor de la Democracia. Son Paquita Sauquillo, política y abogada, y Fernando Martínez López, catedrático de Historia Contemporánea y Secretario de Estado de Memoria Democrática. Los demócratas estamos en deuda con ellos.
Además de la Economía, me interesa la Historia. Por eso, fundé el mensual «Historia Internacional» en 1974. A mí me gusta debatir sobre hechos probados. Erik (por influencia quizás de sus años en Hollywood) se fija más en las emociones y me pide que incluya anécdotas personales vividas y/o sufridas cuando no teníamos libertad. Su madre (Ana Westley, ex New York Times) no está de acuerdo. Como veréis en el libro, gana Erik.
El caudillo de España «por la gracia de Dios», y no por el voto de los españoles y españolas, marca la historia reciente de nuestro país. Sin embargo, apenas se estudia en los colegios. Mucha Edad Media y poca Dictadura franquista. El «generalísimo» Franco nos ha dejado una profunda huella que conviene identificar en estos momentos de auge del nacional populismo, la desinformación y la extrema derecha.
Franco no aceptó el resultado de las elecciones democráticas de febrero de 1936, se sublevó contra el gobierno legítimo de la II República y ganó la guerra civil con la ayuda decisiva de Hitler y Mussolini. Mediante una gran inversión en terror para depurar disidentes, nos metió el miedo en el cuerpo. Unos le querían y otros le odiaban. Todos le temían.
En este libro contamos su historia salpicada con parte de la mía. Ojalá interese a los jóvenes. La libertad es como el oxígeno. La valoras más cuando te falta. A mí me faltó durante 30 años. Mi hijo Erik nació en libertad. Nos dice Santayana que quien no conoce lo peor de su Historia corre el riesgo de repetirlo. Escribimos este libro para que pueda servir a los jóvenes de vacuna frente las mentiras y bulos que amenazan nuestra libertad. También lo hemos escrito pensando en los maestros.
Fernando Martínez López, político, catedrático de Historia Contemporánea y ex alcalde de Almería, es el secretario de Estado de Memoria Democrática.Ateneo de Madrid, el jueves 12 de diciembre a las 19:30h. Calle Prado, 21.
Con el corazón partido he seguido las elecciones de Estados Unidos. El resultado, aunque me lo temía y no quería verlo ni en pintura, me lo ha roto del todo. Mi esposa es de Boston y nuestros tres hijos y dos nietos comparten la cultura española con la norteamericana. También yo, que soy de Almería, me siento muy unido a la doble cultura de mi familia. Estamos desolados. La última semana de este mes de noviembre celebraremos el Thanksgiving (Acción de gracias, con pavo y tartas incluidos), presidido por las banderas de EE.UU. y de España. Es la fiesta familiar por excelencia, más que la Navidad. Este año habrá muchas familias divididas cuyos miembros apenas se hablan después del resultado electoral. Nosotros hablaremos -cómo no- de la tragedia y el caos que se ciernen sobre nuestra segunda patria. Y nos preguntaremos cómo hemos llegado hasta aquí.
Buscando respuestas, por recomendación de mi hijo Erik, leí ayer un artículo de David Brooks (un conservador del New York Times) bastante revelador. Lo copio traducido y lo pego al final de mi comentario. Da qué pensar, coincido mucho con él y vale la pena leerlo con humildad. Cuando las barbas del vecino… Ya sabemos.
A ver si me explico. He vivido en Cambridge (Mass) como Nieman Fellow de Harvard (1976-77), en Murray Hill (NJ) como corresponsal del Grupo Prisa (1987-88) y en Larchmont (NY) como corresponsal de RTVE (1995-96). Con frecuencia visito Estados Unidos, sigo con interés su evolución y comparto alegrías y penas con amigos norteamericanos que me enseñaron a amar a su país, incluso cuando va mal. Ahora entra en zona de tinieblas y no por eso voy a dejar de admirarlo y temerlo a partes iguales.
El cambio viene de lejos y no es cosa solo de Trump. En 1970 pude ver como trabajadores blancos (los «hard hat», cascos duros) insultaban, incluso atropellaban, a jóvenes estudiantes de pelo largo que protestaban contra la guerra de Vietnam. La brecha entre la América profunda del Centro y Sur del país (rural e industrial, sin estudios universitarios, muy religiosa y que vivían ya algo peor que sus padres) y las élites educadas de clase media y alta del Este y el Oeste se empezó a agrandar.
Lo volví a confirmar personalmente cuando, en 1977, viajé desde Cambridge (Mass) a Cooperstown (Dakota del Norte). Visité un silo nuclear subterráneo del que los habitantes de la zona estaban muy orgullosos pese a que ponía en peligro sus vidas. Serían los primeros en ser atacados por los misiles de la Unión Soviética. Vivían en los pueblos más prescindibles del país. Cuando estos campesinos se cruzaban con algún soldado le saludaban con un patriótico «gracias por su servicio». En Toronto conversé ese mismo año con un grupo de exiliados universitarios , desertores de la guerra de Vietnam, que ansiaban volver a su tierra. Me partían el corazón.
El presidente Ronald Reagan, en los años 80, sentó las bases neoconservadoras para acelerar la desigualdad brutal entre las dos Américas. Los pobres, más pobres y los ricos, muchísimo más ricos. Aún se notan las heridas de su desregulación (más mercado y menos Estado, «la avaricia es buena», boom financiero, etc.) que propició un capitalismo salvaje. Las estaciones del Metro de Nueva York se llenaron de pobres sin techo. Reagan recortó impuestos y redujo el Welfare State (Estado del Bienestar) que había iniciado el presidente Roosevelt con su New Deal, tras el crack del 29, mediante grandes impuestos a los ricos y servicios sociales a los pobres.
En 1987-88 y en 1995-96 volví a trabajar en Manhattan como corresponsal. Ya era otro país partido en dos. La gran crisis de 2008, que dejó sin casa y sin trabajo a tantos obreros, dio la puntilla casi definitiva a la Edad Dorada de América. El sueño americano se había esfumado. La América blanca de las casas con jardín y garaje para dos coches, que cantaba el Hollywood de Doris Day y Rock Hudson, fueron a parar al basurero de la historia.
El movimiento nacionalista y proteccionista de Trump (MAGA), con «América, primero», promete recuperar aquella América perdida expulsando a inmigrantes y subiendo aranceles a productos extranjeros. Los más perjudicados, que quedaron en las cunetas del país más rico del mundo, enfadados y rabiosos contra las élites prósperas y educadas, creyeron las mentiras y bulos de Trump (rubio, anaranjado) y sus activistas en redes sociales. En 2016, el voto de la venganza dio la victoria a Donald Trump frente a Hilary Clinton. Yo estuve allí. Quedé horrorizado cuando la candidata demócrata llamó «deplorables» a los seguidores sin estudios de Trump. La derrota demócrata fue un primer aviso.
Joe Biden, muy ligado toda su vida política a los sindicatos, hizo un gran esfuerzo por recuperar el voto blanco de la clase trabajadora. Llegó a la Casa Blanca, por los pelos, y no pudo cumplir sus promesas. Algunos se sintieron traicionados. Los republicanos eran tradicionalmente los ricos y los demócratas, los obreros. Pero la tortilla se ha dado bastante la vuelta. El pasado martes quedó probado. Un cambio profundo digno de análisis ya que se va extendiendo peligrosamente a otros países del llamado mundo libre. Muchos obreros blancos sin estudios votaron el martes a los ricos. No les importó darse un tiro en sus pies. ¿Por qué un delincuente blanco, millonario condenado por la Justicia, ganó a una fiscal, mujer universitaria y negra?
La brecha de género. El 55 % de los hombres votaron a Trump frente al 44% a Harris. Al revés en las mujeres: el 54% por Harris frente al 44% pr Trump.
La brecha educativa. El 54% de los sin estudios votaron por Trump frente al 44% por Harris. En cambio, los votantes con estudios apoyaron a Harris (57%) más que a Trump (41%). Es la brecha de los diplomas.
La brecha racial. El 86% de los negros votaron por Harris frente al 12 % de los negros.
El machismo blanco, negro y latino sale perjudicado por el ascenso imparable de las mujeres en la universidad, en influencia social y en puestos directivos, lo que genera en muchos hombres un sentimiento creciente anti feminista.
La brecha económica corre pareja con el nivel educativo y con la deslocalización de las industrias que buscan países con salarios más bajos. Crece el sector financiero y de nuevas tecnologías mientras cierran fábricas de manufacturas. Sube Silicon Valley y cae Detroit. Muchos hombres sin estudios pierden empleos y poder adquisitivo. Ya no son clase media, como sus padres. Se sienten abandonados, traicionados y olvidados por el Partido Demócrata. Su voto creciente a favor de Trump lleva algo de venganza y rabia contra sus antiguos líderes demócratas.
En resumen, por paradójico que parezca, creo que la enorme desigualdad económica y de estatus social entre pobres y ricos ha marcado el resultado a favor de un aspirante millonario, mentiroso y autoritario que puede hacer peligrar la democracia y, ojalá me equivoque, la paz social en Estados Unidos, mi segundo país. ¡Qué triste!
Lo que los votantes de Estados Unidos le están diciendo a las élites
7 de noviembre de 2024
The New York Times
Por David Brooks
Columnista de Opinión.
Hemos entrado en nueva era política. Durante los últimos 40 años, más o menos, hemos vivido en la era de la información. Quienes pertenecemos a la clase educada decidimos, con cierta justificación, que la economía posindustrial sería construida por gente como nosotros, así que adaptamos las políticas sociales para satisfacer nuestras necesidades.
Nuestra política educativa impulsó a muchos hacia el camino que nosotros seguíamos: universidades de cuatro años para que estuvieran calificados para los “trabajos del futuro”. Mientras tanto, la formación profesional languidecía. Adoptamos una política de libre comercio que llevó empleos industriales a países de bajo costo para que pudiéramos concentrar nuestras energías en empresas de la economía del conocimiento dirigidas por personas con títulos universitarios avanzados. El sector financiero y de consultoría creció como la espuma, mientras que el empleo manufacturero se marchitaba.
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Se consideró que la geografía no era importante: si el capital y la mano de obra altamente calificada querían concentrarse en Austin, San Francisco y Washington, en realidad no importaba lo que ocurriera con todas las demás comunidades que quedaron olvidadas. Las políticas migratorias facilitaron que personas con un alto nivel educativo tuviesen acceso a mano de obra con salarios bajos, mientras que los trabajadores menos calificados se enfrentaban a una nueva competencia. Viramos hacia tecnologías verdes favorecidas por quienes trabajan en píxeles, y desfavorecimos a quienes trabajan en la industria manufacturera y el transporte, cuyo sustento depende de los combustibles fósiles.
Ese gran sonido de piezas en movimiento que has oído era la redistribución del respeto. Quienes ascendían en la escala académica eran aclamados, mientras que quienes no lo hacían se volvían invisibles. La situación era especialmente difícil para los hombres jóvenes. En la secundaria, dos tercios de los alumnos del 10 por ciento superior en las clases son chicas, mientras que aproximadamente dos tercios de los alumnos del decil inferior son chicos. Las escuelas no están preparadas para el éxito masculino; eso tiene consecuencias personales de por vida, y ahora también a nivel nacional.
La sociedad funcionó como un vasto sistema de segregación, elevando a quienes estaban mejor dotados académicamente por encima de todos los demás. En poco tiempo, la brecha de los diplomas se convirtió en el abismo más importante de la vida estadounidense. Los graduados de secundaria mueren nueve años antes que las personas con estudios universitarios. Mueren seis veces más por sobredosis de opiáceos. Se casan menos, se divorcian más y tienen más probabilidades de tener un hijo fuera del matrimonio. Tienen más probabilidades de tener obesidad. Según un estudio reciente del American Enterprise Institute, el 24 por ciento de quienes han terminado como mucho la preparatoria no tienen amigos cercanos. Tienen menos probabilidades que los graduados universitarios de visitar espacios públicos o unirse a grupos comunitarios y ligas deportivas. No hablan en la jerga adecuada de justicia social ni mantienen el tipo de creencias sofisticadasi que son marcadores de virtud pública.
Asalto violento al Capitolio animado por TrumpUn macho bruto seguidor de Trump en el asalto al Capitolio
Los abismos provocaron una pérdida de fe, una pérdida de confianza, una sensación de traición. Nueve días antes de las elecciones, visité una iglesia nacionalista cristiana en Tennessee. El servicio estaba iluminado por una fe genuina, es cierto, pero también por una atmósfera corrosiva de amargura, agresión, traición. Mientras el pastor hablaba de los Judas que buscan destruirnos, me vino a la cabeza la frase “mundo sombrío”, una imagen de un pueblo que se percibe a sí mismo viviendo bajo una amenaza constante y en una cultura de extrema desconfianza. A estas personas, y a muchos otros estadounidenses, no les interesaba la política de la alegría que ofrecían Kamala Harris y los demás licenciados en derecho.
El Partido Demócrata tiene un trabajo: combatir la desigualdad. Aquí había un gran abismo de desigualdad delante de sus narices y, de alguna manera, muchos demócratas no lo vieron. Muchos en la izquierda se centraron en la desigualdad racial, la desigualdad de género y la desigualdad de la comunidad LGBTQ. Supongo que es difícil centrarse en la desigualdad de clase cuando has ido a una universidad con una dotación multimillonaria y haces seminarios de imagen medioambiental y de diversidad para una gran corporación. Donald Trump es un narcisista monstruoso, pero hay algo singular en una clase educada que se mira en el espejo de la sociedad y solo se ve a sí misma.
Mientras la izquierda viró hacia el arte de la performance identitaria, Donald Trump se metió de lleno en la guerra de clases. Su resentimiento contra las élites de Manhattan, nacido en Queens, encajó de manera mágica con la animosidad de clase que sienten los habitantes de las zonas rurales de todo el país. Su mensaje era sencillo: esta gente los ha traicionado y, además, son cretinos.
En 2024, creó lo mismo que el Partido Demócrata intentó construir una vez: una mayoría multirracial de clase trabajadora. Su apoyo aumentó entre los trabajadores negros e hispanos. Registró ganancias asombrosas en lugares como Nueva Jersey, el Bronx, Chicago, Dallas y Houston. Según los sondeos de salida de NBC, ganó a un tercio de los votantes de color. Es el primer republicano que consigue la mayoría del voto popular en 20 años.
Obviamente, los demócratas tienen que hacer un replanteamiento importante. El gobierno de Joe Biden intentó cortejar a la clase trabajadora con subvenciones y estímulos, pero no hay solución económica a lo que es principalmente una crisis de respeto.
Es seguro que habrá gente de izquierda que diga que Trump ganó por el racismo, el sexismo y el autoritarismo inherentes al pueblo estadounidense. Por lo visto, a esa gente le encanta perder y quiere hacerlo una y otra y otra vez.
El resto de nosotros tenemos que mirar este resultado con humildad. Los votantes estadounidenses no siempre son sabios, pero en general son sensatos, y tienen algo que enseñarnos. Mi primer pensamiento es que tengo que reexaminar mis propios prejuicios. Soy moderado. Me gusta cuando los candidatos demócratas van al centro. Pero tengo que confesar que Harris lo hizo con bastante eficacia y no funcionó. Quizá los demócratas tengan que adoptar una disrupción al estilo de Bernie Sanders, algo que haga que la gente como yo se sienta incómoda.
Abascal, líder de VOX, se inspira en Trump
¿Puede hacerlo el Partido Demócrata? ¿Puede hacerlo el partido de las universidades, los suburbios acomodados y los centros urbanos hipsters? Bueno, Donald Trump secuestró un partido corporativo, que difícilmente parecía un vehículo para la revuelta proletaria, e hizo exactamente eso. Quienes tratamos con condescendencia a Trump deberíamos sentirnos humildes: hizo algo que ninguno de nosotros podría hacer.
Pero estamos entrando en un periodo de aguas salvajes. Trump es un sembrador del caos, no del fascismo. En los próximos años, una plaga de desorden descenderá sobre Estados Unidos, y quizá sobre el mundo, sacudiéndolo todo. Si odias la polarización, espera a que experimentemos el desorden global. Pero en el caos hay oportunidad para una nueva sociedad y una nueva respuesta al asalto político, económico y psicológico trumpiano. Estos son los tiempos que ponen a prueba el alma de las personas, y veremos de qué estamos hechos
Asalta el Congreso con la bandera de la Confederación del Sur que perdió la guerra civilEran otros tiempos. En !988 hablé en varias ocasiones con el gobernador Dukakis, candidato demócrata que perdió la Casa Blanca en 1988 frente Bush padre. Comparado con el loboTrump, aquel Bush era un cordero
«Es triste ver a chicas y chicos cantando el ‘Cara al sol'». Un libro explica a los jóvenes quién era Franco • «Era un tipo frío, sin empatía, un poco psicópata», destaca José A. Martínez Soler, autor junto a su hijo de ‘Franco para jóvenes’ (Editorial Catarata) • Erik Martínez Wesley, hijo del periodista: «Estamos todos mucho más cerca de gente represaliada de la dictadura de lo que creemos»
David Gallardo es el autor de este reportaje que publicó Infolibre el 6 de noviembre sobre nuestro libro que acaba de ser distribuido a la librerías. . 6 de noviembre de 2024 20:54h Actualizado el 07/11/2024 12:16h @davidgallardo78 Unos le querían, otros le odiaban, pero todos le temían. No es de extrañar después de cuatro largas décadas de férrea dictadura, aunque incluso el miedo con el tiempo se desdibuja. No se olvida, pero se difumina. Sin embargo, tal fue el imperio de terror impuesto por el ‘caudillo de España por la gracia de dios’ que todavía a día de hoy sigue provocando cierto pavor. Los más ancianos todavía le mencionan en voz baja, si acaso se atreven a mentarlo sin bajar las persianas. Al mismo tiempo, la ignorancia activa de los más jóvenes, para los que el mundo en blanco y negro nunca existió, les lleva a reivindicar en las calles su siniestra figura con una desvergüenza que abruma.
«Ver a chicas y chicos cantando el Cara al sol me produce mucha tristeza. Es triste, y es por desconocimiento. Esas chicas no saben que durante la dictadura no podían viajar sin permiso del marido, ni tener cuenta corriente en el banco, que eran un cero a la izquierda y no podían hacer nada sin permiso del padre o el marido. Si supieran todo eso, esas niñas no estarían cantando esa canción», apunta a infoLibre el periodista José A. Martínez Soler (Almería, 1947), autor ahora junto a su hijo Erik Martínez Westley (Madrid, 1978) de Franco para jóvenes (Editorial Catarata, 2024), un libro con vocación de objetividad didáctica para retratar en este caso negro blanco al tirano para que los más jóvenes puedan verle al menos en technicolor. «Cada vez que pasaba por la calle Marqués de Urquijo esquina con Ferraz, veía ahí hace meses niñas y niños jóvenes con banderas de la Falange, con banderas de Franco con la gallina, cruces gamadas…», continúa Martínez Soler, que empezó a sentir entonces la necesidad de hacer algo para hablarles directamente a ellos. «Estaban reivindicando a Franco. ¿Pero saben estos jóvenes quién era Franco? No tienen ni idea. ¿Pero qué está pasando?», plantea, para luego añadir: «El crecimiento de la extrema derecha y el populismo me animó a trabajar en este libro, hecho junto a mi hijo a cuatro manos. Él nació en libertad, y yo quería transmitir que la libertad vale muchísimo pero no la valoras hasta que realmente te falta. Es como el oxígeno, cuando te falta te ahogas. Cuando te falta la libertad es cuando la valoras y espero que a mis hijos no les falte nunca». Franco ganó la Guerra Civil con la ayuda de Hitler y Mussolini y los efectos del franquismo todavía perduran medio siglo después de su último estertor de muerte. La historia de las guerras y las dictaduras la escriben los vencedores, pero que hayan ganado no significa que tuvieran razón o que los hechos sean buenos o inalterables. La historia cambia a medida que descubrimos más datos. A Martínez Soler, periodista de larguísima trayectoria –director de los telediarios de TVE, redactor jefe de ‘El País’ y ‘Cambio16’, así como corresponsal en Estados Unidos de RTVE y del Grupo Prisa o fundador de los diarios ’20minutos’, ‘El Sol’ y ‘La Gaceta de los Negocios’– le secuestró y torturó un comando de la Guardia Civil franquista en 1976, tres meses después de la muerte del dictador, por un artículo que escribió. Casi no vive para contarlo, aunque a otros les pasaron cosas todavía peores. En estas cinco décadas desde la muerte del dictador, España ha vivido una transición a la democracia. Cuesta imaginar que nuestros padres, abuelos y bisabuelos, no hace tanto, se estuvieran matando entre ellos. Ahora que aumenta el populismo y la desinformación, con el auge de la extrema derecha en toda Europa, incluida España, es bueno conocer nuestra historia reciente, saber de dónde venimos y poder tomar decisiones que nos lleven hacia un futuro mejor. Las nuevas generaciones heredan esta democracia de apenas medio siglo de vida todavía. «Y deben saber la verdad, porque la verdad nos hará libres», apostilla el periodista, cuyo padre fue teniente en la milicia republicana: «Me crié en una familia muerta de miedo porque había perdido la guerra, por lo que cuando era niño no se hablaba de estos temas, no querían que supiéramos nada por si lo contábamos en algún sitio. Ahora ha pasado el tiempo y nadie tiene la culpa de lo que hiciera su abuelo o su bisabuelo, a cada uno le tocó en un sitio en la guerra, pero sí hay unos agresores y unos agredidos». Nunca tuvo legitimidad democrática y siempre tuvo miedo de que le fueran a quitar del poder, por eso salía y hablaba poco, además de ser un hombre muy acomplejado José A. Martínez Soler Y prosigue: «Me preocupa que cincuenta años después de la muerte de Franco hay todavía miedo a saber qué pasó. Después de medio siglo todavía hay quien tiene vergüenza de hablar del pasado o reconocer que sus abuelos eran franquistas. Ellos no tienen la culpa de lo que hicieran sus abuelos y creo que ya es hora de hacer las paces con la memoria histórica al cabo de medio siglo de la muerte del tirano. Pero para eso, para hacer las paces, no podemos pasar página sin saber lo que pasó. Es que incluso poca gente sabe que Franco fue un general que se rebeló contra la República legítima, que no aceptó el resultado de las urnas de febrero de 1936, donde ganó la izquierda y perdió la derecha. ¿Por qué duró tanto Franco y no pudimos quitarle si era tan malo? Por miedo, porque la gente estaba muy asustada, era la paz de los cementerios. Este hombre murió en la cama protegido por esa inversión en terror. Nunca tuvo legitimidad democrática y siempre tuvo miedo de que le fueran a quitar del poder, por eso salía y hablaba poco, además de ser un hombre muy acomplejado». Pío XII, el papa nazi que bendijo a Hitler y Mussolini, es una estación de Metro, una avenida y un barrio de Madrid Erik Martínez Westley Al no haber vivido la dictadura, Martínez Westley se reconoce «más moderado» que su padre, por lo que de su propia unión emerge esa deseada objetividad, que no es en absoluto equidistancia. «Nuestro pasado más inmediato es lo que más influencia nuestro futuro más cercano. Conviene saber de donde venimos, sobre todo para saber adónde vamos», señala, al tiempo que cuenta a infoLibre que a medida que fueron profundizando en su investigación y documentación para este libro se dieron cuenta de que «hay muchas cosas del franquismo que perduran hoy en día». «Si estudias Historia del Arte te das cuenta de los detalles en los cuadros. Si sabes un poco la Historia reciente, te darás cuenta de los privilegios y las actitudes del franquismo que permanecen en España hoy en día», destaca, poniendo un ejemplo en absoluto baladí: «Ahí tenemos el caso de Pío XII, un papa defenestrado, vergonzoso, que ni el Vaticano quiere reconocer, pero en Madrid tiene una estación de Metro. El papa nazi que bendijo a Hitler y Mussolini es una avenida y un barrio de Madrid». «Hay muchos que tratan de lavar la cara de Franco y eso no puede ser. Tenemos que poner pie en pared, no pueden lavar la cara de un tirano», tercia su padre, quien pretende también con este título «desmentir los bulos y las leyendas falsas», como la de que «Franco era bueno». «No, hombre, eso de la paz de Franco», puntualiza, recordando que «los más masacrados por la dictadura fueron las mujeres, los maestros y los homosexuales», y por eso hoy día «los fascistas y los franquistas ven la evolución que hay en libertades y se quedan perplejos, porque no aman la libertad». «También hay que desmentir que Franco creara la clase media, porque no es así. Él se negaba a acabar con la autarquía y a reconocer el mercado libre y abrir fronteras, pero no tuvo más remedio porque no había divisas ni para gasolina», apostilla. Nunca fue demócrata, siempre creyó que el ejército debía tener el poder José A. Martínez Soler Además, advierte Martínez Soler, Franco «nunca fue demócrata, siempre creyó que el ejército debía tener el poder», por lo que, desde que perdió las elecciones la derecha en la República, él «se puso en marcha para la conspiración». «Después, en la Guerra Civil es verdad que los dos bandos hicieron barbaridades. Los milicianos republicanos mataron a 6.000 curas y monjas y 50.000 ciudadanos de derechas, pero en el otro bando los franquistas mataron a 150.000 que no pensaban como ellos e iban fusilando a los disidentes. En la zona nacional no había guerra, había exterminio. Esto es muy grave y por eso era tan importante que se aprobara la Ley de Memoria Histórica, porque es un tema pendiente, ya que no podemos pasar página sin saber lo que pasó», defiende, para luego compartir una triste anécdota que refleja perfectamente lo malvado del personaje: «Una historia que cuenta en sus memorias su primo hermano, el general Francisco Franco Salgado Araújo, es que mandó fusilar a un legionario delante de todos sus compañeros porque protestó por el plato de comida del rancho. Franco era un tipo frío, sin empatía, yo creo que un poco psicópata por lo que he leído, que ha sido mucho». Tercia Martínez Westley para hablar de Rescate, un libro de David Malouf, que cuenta la historia de Aquiles y el rey de Troya, Priamo. El primero mata al hijo del segundo, y éste le pide su cadáver para poder enterrarlo. «Esto hace ya 2.800 años, porque se entiende como una compasión mínima», recalca, relacionándolo con la Ley de Memoria, la exhumación de las fosas y la reparación de las víctimas del franquismo. «Hasta en Ucrania y en Rusia, y en Israel y Palestina, se entregan los muertos para que puedan enterrarlos. Pedimos un poco de compasión y, por lo menos, la no obstrucción. Por lo menos que no nos pongan palos en las ruedas, que dejen que la gente pueda enterrar a sus muertos y cerrar esas heridas. ¿Qué culpa tienen los familiares de nada?», plantea, aprovechando para mencionar otro asunto bien importante: «Nos ha costado encontrar información de los 30.000 bebés robados de mujeres pobres o familias rojas, algo que perduró hasta 1989 o 1992, según se cree». El miedo nos hizo demócratas a todos José A. Martínez Soler Martínez Soler opina, por su parte, que a la derecha les asusta la palabra ‘memoria’ porque «también tienen miedo ellos, se sienten culpables, y los que se dicen herederos de la dictadura no quieren que se destape esa dictadura». «No quieren que se conozca la verdad y por eso tienen entre miedo y vergüenza», asegura, remarcando en este punto que la supuestamente modélica transición democrática fue posible por un equilibro de temores: «Los franquistas no sabían la fuerza que teníamos los demócratas, y los demócratas no sabíamos la fuerza que tenían los franquistas cuando se murió el tirano. Llegamos a acuerdos entre las dos partes por miedo. Los franquistas por miedo a la revancha de los vencidos, y los vencidos a que los franquistas pusieran otro dictador militar como Iniesta. El miedo nos hizo demócratas a todos».
Eso sí, transcurrido el tiempo, como decíamos, el miedo no se olvida pero se difumina. Lo tiene claro Martínez Soler, quien recuerda que con la andadura hacia la ansiada democracia «los más franquistas se fueron a la caverna y no molestaron hasta recientemente, quizás unos veinte años». Y sitúa en el calendario una fecha muy concreta como punto de inflexión a partir del cual empezó cierto resurgimiento, que fue creciendo y creciendo poco a poco, al principio fuera de los radares: «Hasta el 11-M no había visto yo un florecimiento de la extrema derecha tan grande. Desde el 11-M se ha exacerbado la violencia verbal, y me parece que la era de la vileza empezó cuando Aznar no reconoció la victoria legítima de Zapatero. Al mismo tiempo, ellos no quieren que se hable de la dictadura. Incluso el líder de Vox dijo que el de Sánchez es el peor gobierno de los últimos ochenta años. Un gobierno democrático peor que todos los de Franco… dice eso porque quieren dictadura y por esos sus chicos llevan la bandera con la gallina. Y ahí está el peligro de que no se conozca la historia, porque la ignorancia activa es terrible». Por todo ello, recalca Martínez Soler que «ya no vale» lo que se escribió de Franco cuando él estaba vivo, que era «todos haciéndole la pelota». Transcurrido el tiempo, después de tantos lustros de investigaciones, «ya se sabe bastante» de cómo era en realidad el franquismo y todas las atrocidades que cometió están documentadas. Sin embargo, considera «muy grave» que en los colegios aún a día de hoy se hable muy poco del dictador: «Quien no conoce lo peor de su historia corre el riesgo de repetirlo, y en los colegios dan mucha Edad Media o los Reyes Católicos, pero no se llega a Franco en los libros, cuando sin embargo la huella de Franco está más viva que la de la Edad Media o la prehistoria. La huella de Franco sigue vigente, la gente está todavía asustada porque invirtió mucho en terror, estamos marcados, pero no se estudia y no se habla. De aquellos barros tenemos estos lodos de la extrema derecha y estos riesgos de violencia, incluso del ambiente que hay en el Congreso entre el gobierno y la oposición. Desde entonces se ha roto la alternancia legítima en el poder de que la oposición reconoce al vencedor». Venimos de una historia muy violenta y viene bien atenderlo, no mirar hacia otro lado Erik Martínez Westley «Si preguntas un poco, estamos todos mucho más cerca de gente represaliada de la dictadura de lo que creemos», termina Martínez Westley, admitiendo que «cuesta imaginar que nuestros abuelos se estaban matando». «No son ni mejores ni peores, simplemente les tocó, pero no por eso tienen que defender ahora cosas como la corrupción del franquismo. Es importante poder identificar estas cosas, esta es la casa en la que vivimos todos e ignorar las goteras o las grietas no solucionan nada», argumenta, antes de rematar: «España y Europa en general tiene una tendencia a mucha literatura fascista, ya hemos pasado por estas aguas. Viene bien saber de dónde venimos y estar atentos. Venimos de una historia muy violenta y viene bien atenderlo, no mirar hacia otro lado».
¿Qué saben estas chicas sobre Franco? ¿De qué se rien?
No es la primera vez que ocurre, pero duele. Los pobres votan a los ricos en Estados Unidos. Los mensajes simples y las mentiras triunfan sobre los hechos probados y los mensajes complejos. Y las redes sociales, sin verificación fiable de su información, hacen que la gente no crea en nada y no distinga el bien del mal. La desigualdad rampante, la pérdida de influencia de los blancos sin estudios, frente a la identidad emergente de negros, latinos, mujeres, homosexuales, élites académicas, inmigrantes, etc., el machismo y racismo crecientes contra Harris, una candidata mujer y negra, y el impacto de la inflación entre los que Hillary Clinton (¡qué horror!) llamó «deplorables» completan el trabajo en favor de un delincuente como Trump. El condenado vence a la fiscal. El poder casi absoluto de este nuevo líder se impone sin apenas contra poderes. Democracia en peligro. Miedo me da.
Victoria de Trump en EE.UU.
Por razones parecidas, los pobres votaron a los ricos en Alemania en 1933. Hitler ganó las últimas elecciones democráticas en Alemania (no hubo más) y se convirtió en dictador.
Adolf Hitler ganó las elecciones alemanas en1933 y se convirtió en dictador. Fueron las últimas elecciones democráticas hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
La Historia no se repite, dijo Mark Twain, pero rima.
Abascal, líder de Vox, junto a Trump, líder de MEGA (Make America Great Again)Una frase muy oportuna de la filósofa Hannah ArendtMontaje de la estatua de la libertad tras la victoria de Trump
Mañana lunes, 4 de noviembre, estará en la librerías «Franco para jóvenes» (Catarata) que mi hijo Erik y yo hemos escrito a cuatro manos. Era una asignatura pendiente que yo tenía con mis padres y con mis hijos y nietos. Espero que sea útil a los maestros que quieran enseñar y a los alumnos que quieran aprender lo peor de nuestro pasado reciente. Para no repetirlo. La huella del miedo que sembró la Dictadura de Franco habita aún entre nosotros. Nos faltan «vacunas» contra ese miedo. Marta Borraz ha escrito hoy sobre nuestro libro en eldiario.es. Gracias, Marta. Y lo ilustra con una foto de los autores (padre e hijo) escribiéndolo en Dalías (Almería). Erik con su portátil y yo con mi bolígrafo analógico. Copio y pego su articulo.
Cubierta del libro
Un libro para explicar el franquismo a los jóvenes: “Estudian a la perfección la Edad Media pero no saben nada de la dictadura”
El periodista José A. Martínez Soler, que sufrió un secuestro tres meses después de morir el dictador, y su hijo Erik Martínez Westley escriben a cuatro manos ‘Franco para jóvenes’, con el que buscan contribuir a desmontar mitos y transmitirles “los horrores” que supuso el régimen
“¿Quién es Franco?”. Es la primera pregunta que lanza a modo de título del capítulo uno el libro que José A. Martínez Soler y Erik Martínez Westley han escrito para intentar acercar el franquismo a la población más joven, que arrastran las carencias de un sistema educativo que aún otorga un papel residual a los contenidos sobre la dictadura. Con lenguaje asequible y un tono pedagógico, Franco para jóvenes (Catarata) aborda este periodo histórico marcado por la represión con el objetivo de desmontar los mitos todavía arraigados y evitar la banalización de lo que supuso.
Antonio Cazorla, historiador: «La derecha española nunca ha sido antifascista»
El libro, que llegará a las librerías el próximo 4 de noviembre, sigue con las preguntas: “¿Qué tengo yo que ver con Franco? ¿Para qué remover la historia? ¿Por qué ahora?”, se cuestiona Erik Martínez en la introducción, como queriendo anticiparse a los interrogantes habituales que intentan justificar la creencia más o menos generalizada de que estos temas deben quedar arrinconados. “Se suele argumentar mucho que qué necesidad de hablar de algo que forma parte del pasado, pero ha transcurrido suficiente tiempo, 50 años desde la muerte del dictador, para que podamos mirar los hechos con objetividad”, esgrime Martínez Westley.
Cuatro son las manos que hay detrás de Franco para jóvenes, dos autores que no por casualidad comparten apellido: son padre e hijo. Un padre, José A. Martínez Soler, que es un renombrado periodista en España que ha pasado por varios medios –y fundado algunos, como 20 minutos– y que sufrió los estragos del franquismo en su propia piel. Y un hijo, Erik, director y guionista de documentales, que reconoce que, si no fuera por eso, no sabría casi nada de la dictadura: “Ahora no es igual, pero a la gente de mi generación (1978) no nos enseñaron nada de los horrores del franquismo”.
Erik creció sabiendo que a su padre creció a su vez siendo el hijo de un republicano en un momento en el que ser rojo era ser señalado y relegado al ostracismo social. También que fue detenido varias veces y que con 29 años fue secuestrado y torturado por haber publicado un artículo en el semanario Doblón sobre la purga de moderados que estaba impulsando Ángel Campano, nombrado director general de la Guardia Civil en el último Consejo de Ministros de Franco y de ideología falangista. Lo que buscaban quienes siempre sospechó que eran un comando del ala franquista del cuerpo era que el periodista les revelara sus fuentes, pero Martínez había podido escribir la pieza buceando en el Boletín Oficial del Estado tras una pista anónima.
Franco “pasó hace mucho”, pero no se quedó ahí
La historia, que cuenta en un capítulo del libro que llama Mi secuestro. Pienso que voy a morir, sirve a Erik para cuestionar la idea extendida de que “Franco pasó hace mucho” y no hay nada que decir sobre él hoy. “Mi padre, como tantos otros, está vivo. Su generación sentó las bases sobre las que caminamos nosotros”, expone. El guionista también alude a las “decenas de miles de asesinados” que permanecen en fosas –“¿Qué culpa tienen sus familiares? Permitamos que cierre esta herida”, les dice a los lectores– y a la amnistía de la Transición. “No hubo que pedir perdón, devolver lo robado o responder ante los crímenes. Esto incluye a los torturadores de mi padre”.
Ambos, además, pretenden dar a entender a los jóvenes cómo los efectos del franquismo “todavía perduran”. José A. Martínez Soler no solo se refiere a la falta de condena unánime del franquismo social y políticamente hablando o a la pervivencia de símbolos o actos de exaltación, sino que habla de algo más invisible pero muy latente. “Creo que el miedo subsiste todavía y habita entre nosotros. Vamos con cuidado, los mayores callan, no quieren hablar de ello y el no te signifiques sigue vigente. Cada vez que sale un tema relacionado con la dictadura saltan chispas y tenemos a un partido, Vox, que de alguna manera la reivindica”.
La del secuestro no es la única experiencia personal que se puede leer en Franco para jóvenes, que está plagado de anécdotas particulares de Martínez Soler. Esto es, dice, una concesión que le ha hecho a su hijo, que insistía en el valor de “hablar de vivencias que golpean el corazón y no son teoría sino realidad”, justifica Martínez Westley. Así, el periodista cuenta, por ejemplo, cómo cuando Franco fue a Almería –él tenía nueve años– colocaron vallas provisionales de escayola o yeso para que “no viera la miseria de mi barrio” o cómo, ya en el semanario Cambio 16, estaba sometido a la censura y no podía utilizar la palabra “huelga” en sus noticias en un momento de enorme conflictividad laboral.
Lagunas en las aulas
Los avances de las últimas décadas en las aulas son palpables, pero las lagunas perviven en el sistema educativo, coinciden varios estudios publicados recientemente, que apuntan a una “minimización” de la represión franquista, una “escasa extensión” relativa al tema en los libros de texto o una falta de referencias a dimensiones como los campos de concentración, el papel colaboracionista que desempeñó la Iglesia –Franco fue caudillo de España por la gracia de Dios, recuerdan los Martínez en el libro– o la represión económica. Además, dibuja un segundo franquismo “edulcorado”, casi tolerable, gracias al cual el desarrollo acabó llegando a España.
Esta es precisamente una de las cuestiones que aborda Franco para jóvenes, que busca entre otras cosas “romper con las leyendas falsas y la desinformación” que hay en torno a su figura, explica Martínez Soler. “Hay mucho de que sí, que Franco fue muy malo al principio pero luego trajo a la clase media y en los 60 y 70 mejoró la economía, pero la realidad es que fue a pesar de él. Partíamos de dos décadas de hambre y miseria que hundieron el país pese a que antes de la Guerra Civil estaba entre los más avanzados, pero él nunca quiso cambiar el sistema autárquico que defendía. Sin embargo, se vio obligado porque no había divisas ni para gasolina”, describe el también economista.
A Martínez Soler le preocupan especialmente algunas creencias que escucha, como la que afirma que “con Franco había más orden y paz”. “Esto no es verdad, había la paz de los cementerios, del silencio sepulcral”, ilustra el periodista, que considera peligroso cómo muchos de estos mensajes pueden acabar calando en la juventud si no hay “una vacuna” en las aulas ante la desinformación. “Han estudiado a la perfección la Edad Media pero no saben lo que supuso la dictadura ni lo cruel y tenebrosa que fue. A mí me da mucha lástima ver a jóvenes en Ferraz con el brazo en alto y cantando el cara al sol cuando Franco lo que hizo fue una inversión brutal en terror”.
Si hay algo que caracteriza al libro es la mesura y el intento por transmitir la información “de la forma más objetiva posible”. Eso pasa también por explicar cómo la Guerra Civil “fue horrible en ambos lados”, que hubo ejecuciones por parte tanto de los republicanos –unas 55.000 personas– como de los franquistas –150.000– o admitir que entre los sublevados “seguro que hubo gente honrada que callaba por miedo”, ejemplifica Martínez Soler. Pero tampoco todo eso “es comparable” con la persecución, violencia e intento de exterminio desplegado durante la dictadura en lo que los franquistas llamaron “tiempos de paz”.
“De la misma manera que yo no justifico dictaduras de izquierdas ni los excesos del bando republicano en la guerra civil española, nadie razonable debería sentirse obligado a defender hoy la dictadura de Franco”, afirma Erik Martínez. Para Martínez Soler la clave es también “no ser equidistante” porque “no hay equidistancia posible entre el agresor y el agredido”. Para el periodista, ya jubilado, la lección más importante que la juventud (y no solo) podría entresacar de entre las páginas del libro es una sobre la libertad. Y por eso les dice: “Heredáis esta democracia de medio siglo. Viene bien que sepáis sobre qué cimientos está alzada porque la libertad es como el oxígeno, no sabes lo valiosa que es hasta que te falta”.
Con el corazón roto por la tragedia de Valencia, recuperado por la solidaridad de los buenos y rabioso por la maldad de los miserables, no puedo quitar de mi cabeza el recuerdo de las gotas frías de mi infancia. Hoy, como ayer, las catástrofes naturales sacan lo mejor y lo peor de los seres humanos.
En mi adolescencia iba con mi burro a por agua desde mi casa (La Rumina, junto al río Aguas, que me dio varios sustos) hasta la fuente árabe de Mojacar. Los vecinos me ayudaban a cargar los cántaros llenos en la aguaderas de esparto.La madre saltó a la Rambla de Almería para salvar a sus dos hijos arrastrados por la riada del 11 de septiembre de 1981.
Los malos que mienten, abusan y roban son menos, pero hacen más ruido. Los buenos son más y, por eso, sobrevive muestra especie. La cooperación triunfa sobre la confrontación.
Monumento a la Caridad, junto a la Rambla de Almería
Junto la Rambla de Almería, cerca de mi colegio, destacaba la estatua de una madre quizás heroica, quizás normal y corriente como cualquier madre, que se lanzó al agua para salvar a sus dos hijos, arrastrados el agua que devoraba todo cuanto había a su paso. Murieron los tres.
Cada vez que pasaba junto a la estatura de las tres víctimas del agua me estremecía ese recuerdo.
En mi adolescencia, pasé varios veranos en Nacimiento, el pueblo de mi madre, Isabel Soler (conocida allí como «Morena Clara»). En dos ocasiones, sonaron cuernos y caracolas y escuché los gritos despavoridos de mis vecinos:
«¡Que sale el río, que sale el río!»
Todos corrieron a sacar los enseres de labranza y todo lo que tenían en el cauce seco del río. Normalmente, el río solo era un pequeño reguero de agua por el que navegaban nuestros barquitos hechos con hojas del cañaveral.
Pero aquel día hermoso de sol quedó grabado para siempre en mi recuerdo. Desde la parte alta de la fuente, vi llegar una tromba salvaje de agua marrón, una ola de casi dos metros de altura, que arrastraba troncos grandes de árboles, carros destrozados y animales muertos. Un poco más abajo, junto al molino, un hombre se abrazó a la rama de un árbol que resistió la embestida. Allí aguantó, cubierto de agua, hasta que pasó de largo la tromba enfurecida. Se salvó de milagro. Me dijeron que nunca se le quitó el susto de su cara. Le señalaban diciendo «A ese le pilló el toro».
Otro mes de septiembre, no recuerdo de qué año, corrí al cerro del tío Bartolo Flores (el padre de mi amigo Paco) para ver salir el río Aguas que desembocaba en el mar junto a La Rumina, mi casa (entre Mojacar y Garrucha).
Aquel día no hubo drama a la vista. Pero fue una imagen espectacular. Hasta un tractor y varios remolques fueron arrastrados por las aguas bravas que bajaban de la sierra.
Al día siguiente, mi abuela Dolores me acompañó con un par de espuertas a la orilla del mar. Ella sabía. Allí donde llegó la ola más grande, vimos un rosario de melones de invierno. Cargamos las espuertas con los que estaban en mejor estado y tuvimos postre dulce para el resto del verano. «Todo aprovecha para el convento», decía mi abuela, tan dicharachera.
Placa del Barrio de la Caridad, construido con donaciones por suscripción pública promovida por la Prensa de Madrid. Está entre la calle Juan del Olmo (donde yo nací) y la Rambla donde murieron la madre y sus dos hijos.La imagen idílica de los patos en el río Nacimiento contrasta con la rabiosa tromba de agua que lo arrasaba todo cuando llovía en la sierra, al pie de la Alpujarra almeriense.
Como escultor aficionado la talla en madera acabo de dar un salto cualitativo. He recibido mi primer encargo de un cliente muy especial. Os parecerá una minucia, pero yo me siento muy honrado.
Real Madrid y yo
Como regalo por su décimo cumpleaños, mi nieto Leo me ha pedido que le talle el escudo de su equipo favorito de fútbol. Me siento alguien.
Además, esta noticia familiar ha coincidido en el tiempo con otra que ha venido a engordar mi ego que, como saben quienes me conocen, es insaciable.
Página de la web tallasmadera.com donde la maestra ha incluido una obra mía seleccionada y catalogada por la AEPE para el Salón de Otoño en la Casa de Vacas del Retiro de Madrid.
Nuestra maestra de tallasmadera.com, Sandra Krysiak, ha incluido mi primera obra seleccionada y catalogada por la AEPE (Asociación de Escultores y Pintores de España) en su página de «Alumnos que triunfan». Gracias ¿Qué más puedo pedir?
Aunque en el caso de este libro (gran regalo navideño para hijos y nietos) ha influido mucho el tenis que Erik y yo practicamos todos los sábados antes de discutir cada capítulo (palabra a palabra) de «Franco para jóvenes». Sobre todo después de su éxito en Movistar+ y RTVE play con su documental «¿Preparados para el Tsunami?». Siempre me tuve por un inútil en la expresión artística, pero voy mejorando. Los éxitos de mi chica (awestley.com) en la pintura, después de haber dejado el periodismo como primera presidenta/fundadora de 20minutos), me anima a seguir con la talla.
Ahí van algunas de las obras que tallé tras jubilarme como director general de 20minutos y cambiar la pluma por la gubia… y la raqueta.
Quema de libros por la Inquisición, inspirada en la obra de Juan de Juni (Museo de León)«Los amantes de Burdeos», talla en madera de fresno de El Escorial, inspirada en la obra romana en terracota del siglo II.Busto de Cervantes, inspirado en el pomo de bronce del bastón de mi padre
Hola. Soy Martínez Soler, periodista, el abuelo de 20minutos. Mi hijo Erik y yo hemos escrito, a cuatro manos, el libro “Franco para jóvenes”, editado por Catarata, una asignatura pendiente para hijos y nietos. En noviembre estará en las librerías. No te lo pierdas.
Cubierta del libro FPJ de JAMS y EMW
EMW
Hace cincuenta años que murió Franco, un dictador que tuvo todo el poder durante casi cuatro décadas. Unos le querían y otros le odiaban. Todos le temían. El caudillo de España “por la gracia de Dios”, y no por el voto de los españoles y españolas, marca la historia reciente en nuestro país. Sus efectos todavía perduran.
Bio de JAMS en la solapa
JAMS
En estas cinco décadas desde la muerte del dictador, España ha vivido una transición a la democracia; cuesta imaginar que nuestros padres, abuelos y bisabuelos, no hace tanto, se estuvieran matando entre ellos. Ahora que aumenta el populismo y la desinformación, con el auge de la extrema derecha en toda Europa, incluida España, es bueno conocer nuestra historia reciente, saber de dónde venimos y poder tomar decisiones que nos lleven hacia un futuro mejor.
Bio de Erik en la solapa del libro
EMW
Heredáis esta democracia de medio siglo. Viene bien que sepáis sobre qué cimientos está alzada para que podáis sacarle el máximo provecho, porque no te das cuenta de lo valiosa que es la libertad hasta que te falta. Ojalá nunca nos falte.
Cubierta de «La prensa libre no fue un regalo», precuela de «Franco para jóvenes».
Mi hijo Erik colaboró activamente en la edición de mis memorias («La prensa libre no fue un regalo») desde Hollywood. Esa colaboración nos animó a escribir juntos «Franco para jóvenes». El guion de este reportaje (que no es un libro de Historia) es de Erik.
Carnet de mi padre (abuelo de Erik) como sargento del Ejército de la República. Su recuerdo emocionado, sus principios éticos y su amor por la libertad nos han inspirado al escribir este libro.
Recuerda: “Franco para jóvenes”, editado por Catarata.
Pásalo. Gracias
Dos horas de tenis cada sábado, antes de ponernos a escribir juntos «Franco para jóvenes».Con Gabriel Jackson y Ángel Viñas, maestros y amigos, tras la muerte de Franco en 1975 en «Historia Internacional» En su obra y ejemplo nos inspiramos para escribir este libro.Con Gabriel Jackson enmarcamos en mi casa el poster de Miró sobre MachadoSin Gabriel Jackson este libro no hubiera sido posibleDespués del tenis, cada sábado, discutimos y escribimos el libro, a cuatro manos, con churros y pincho de tortilla. No siempre me gana Erik. Acabamos el borrador en Dalías (Almería).
Pensado para estudiantes de bachillerato, el poeta Alejandro Pedregosa canta la vida y milagros de mi paisana y colega Carmen de Burgos, la mujer, pionera y audaz, más odiada por Franco. Fue tan silenciada (y sus 150 novelas tan prohibidas y quemadas) que pocos la conocen. Le aplicaron lo que los romanos llamaron «Damnatio Memoriae», la destrucción de su memoria.
Ángeles Caballero, Alejandro Pedregosa y Roberto Cermeño, en el Ateneo de Madrid
Da gusto leer este libro. Es una semblanza “evocadora y atractiva” para los estudiantes. Entretiene, enseña y estremece. La periodista Ángeles Caballero, que acompañó al autor en su presentación en el Ateneo de Madrid, reconoció que el libro le arrancó unas lágrimas. No me sorprende. La obra está primorosamente ilustrada por Carmen F. Agudo.
Desde muy joven, Carmen se dio a la lectura. Su padre colocaba los libros prohibidos en la estantería más alta. La niña los descubrió subida en un taburete. Le cambió la vida. Antes de que Federico García Lorca escribiera “Bodas de sangre”, Carmen de Burgos ya había publicado su “Puñal de claveles” sobre la misma boda trágica del Cortijo del Fraile, tan cerca de su casa en Rodalquilar (Almería). En la lista negra de autores prohibidos por el dictador Franco, con el número 9, Carmen de Burgos, Colombine, luchadora por los derechos de la mujer (divorcio, voto femenino, aborto, etc.), es la primera mujer condenada entre grandes autores mundiales como Voltaire, Rousseau, Gorki, etc.
La Colombine muere, famosa y republicana, en 1932, en la calle Princesa, 12 de Madrid. Esa fachada está pidiendo a gritos una placa con su nombre. ¿A qué esperamos? Mi esposa (awestley.com) y yo somos admiradores de la vida y la obra de Colombine.
Retrato de Carmen de Burgos, Colombine, obra de Ana Westley, que se expone permanentemente en el Hotel Catedral de Almería.
El autor termina su Epílogo con estas palabras:
“Para los censores era importante que la obra de Carmen no llegara jamás a las nuevas generaciones, que su vocación de libertad no anidara en las mujeres y los hombres del provenir. Si tienes este libro entre las manos, es porque no lo consiguieron”.
Muchos jóvenes acuden a la presentación. Se llenó la sala y se agotaron los libros.
En el Ateneo conocí a Montse Burgos que no es pariente de la Colombine sino admiradora como yo. Ambos somos «colombinos». Ella ha interpretado un monólogo poniéndose en la piel de Carmen de Burgos. Con su permiso, lo copio y lo pego:
Monólogo Carmen de Burgos. De Rodalquilar al olvido
Autora: Montse Burgos – Con recopilación de textos de su autobiografía
Parece que huele a mar…y a hierbas del campo…huele a Rodalquilar, ese rinconcito de Almería donde se formó libremente mi espíritu y donde se desarrolló mi cuerpo, en una infancia feliz, asilvestrada…en ese lindo valle andaluz, junto al cráter de un volcán…a orillas del mar…frente a la costa africana.
Cómo echo de menos esa tierra mora!…aunque escapé de allí hace ya….no recuerdo…
Consta que fui bautizada como María del Carmen Ramona Loreta de Burgos Seguí, el 19 de diciembre de 1867, y algunos dicen que nací el 10 de diciembre en Almería, a mí—siempre me gustó eso jugar al despiste con mi edad.
A los 16 años me enamoré perdidamente de un periodista almeriense, me doblaba la edad y mi padre se opuso a nuestra unión, pero yo me salí con las mías. No sabía lo que me venía encima. Arturo resultó ser un hombre que vivía en las tabernas, ¡qué hombres!, el mejor…asadito y con limón.
Me di cuenta de que si quería escapar de aquel maltratador debía encontrar un trabajo que me permitiera emanciparme, por eso comencé a estudiar por la noche y a escondidas para sacarme el título de maestra.
En aquel periodo conocí el dolor de tres partos, en los que fui viendo morir a mis hijos…la muerte entre mis brazos, la fiebre que me vuelve loca y mi rebeldía que crece. La muerte me hace más fuerte mientras me debilita.
En mi último parto nació mi hija María, ahora me debía entregar a mis tareas de madre, ya que no era feliz como esposa. Pero cuando María tenía 4 años cogí una maleta, mi título de maestra y escapé a Madrid.
Comencé a enseñar en una escuela elemental y me destinaron a Guadalajara. Pero mi gran pasión era convertirme en periodista. Ya había colaborado en el periódico que mi suegro tenía en Almería. Llevé mis artículos sobre la condición de la mujer a distintas redacciones y conseguí que el periódico el GLOBO, me diera una columna fija.
Fue en 1903, Augusto Suárez de Figueroa fundó el DIARIO UNIVERSAL y me llamó para contratarme. Fui la primera mujer periodista de España.
Me bautizó con el que fue mi nombre de batalla: COLOMBINE, pseudónimo con el que firmaba en mi columna diaria “Lecturas para la mujer”. En ella hablaba de moda y modales, todo muy fino, pero a la vez iba deslizando ideas liberalizadoras que venían de Europa.
En 1904 escribí El divorcio en España, un libro colectivo, porque por entonces también teníamos ese discurso de lo colaborativo que tanto se lleva ahora. La diferencia es que en vez de un email nos echábamos cartas al buzón y en vez de facebook nos reuníamos en los cafés.
Cómo me gustaba el ambiente de Madrid!, no me perdía una tertulia, ni una conferencia, en una de ellas conocía a Ramón, mi gran amor Don Ramón Gómez de la Serna. El entonces tenía 20 años, yo 41.
“Amor a primera vista”, cómplice e igual, un hombre para crecer junto a él, mi gran amor con el que compartí los grandes momentos de mi vida.
Otra de mis pasiones fue viajar, gracias a mi título de maestra conseguí una beca para estudiar los sistemas educativos en otros países, lo que me llevó a descubrir Europa. En Francia, en Italia, frecuentaba los salones literarios…así que cuando volví a España decidí montar mi propio salón literario y todos los miércoles a las cinco en punto comenzaba en mi casa LA TERTULIA MODERNISTA.
Por mi casa pasaron escritores, periodistas, músicos, pintores, poetas…de allí salió la REVISTA CRÍTICA, la que tanto incomodó a los políticos de la época, por lo que decidieron enviarme al destierro de una escuela a TOLEDO. Mi encierro en Toledo me volcó en la escritura, de este tiempo son algunos de mis mejores libros.
En 1909 estalló la guerra entre España y Marruecos, hice lo que pude para que el periódico me mandara como corresponsal de guerra. Al final lo conseguí, antes de mí ninguna mujer había estado en el frente, por fin podría contar el punto de vista de COLOMBINE. Fui la primera mujer corresponsal de guerra en España.
Primero me enviaron a Málaga, junto las damas de la Cruz Roja, pero poco a poco me fui acercando a Almería y de allí un barco me dejaría en Melilla desde donde llegué a la trinchera y pude presenciar con mis propios ojos el horror de la guerra.
Yo era una mujer armada con un block de notas y un lápiz.
En verano de 1909 se cantaba esta coplilla en España:
“Ni me lavo ni me peino Ni me pongo la mantilla Hasta que venga mi novio De la guerra de Melilla Melilla ya no es Melilla Melilla es un matadero Donde van los españoles A morir como corderos”
Unos veinte días después, volví a Madrid y aún con el olor a la pólvora en mi piel escribió un artículo titulado ¡Guerra a la Guerra! Defendiendo el derecho a la objeción de conciencia, porque todo hombre debe, ante todo y cueste lo que cueste, negarse a tal servidumbre.
Nunca supe de dónde me salía esa rebeldía, esa necesidad de ser libre…era incansable…mis siguientes retos: el divorcio y el voto de la mujer
No pasó ni un solo día en mi vida sin que escribiera algo sobre la mujer.
En 1913 se consiguió el voto femenino en Noruega, me marché para encontrarme con ellas y escribir sobre su conquista. Me acompañaba mi hija María, así que aprovechamos para recorrer Europa, una Europa convertida en polvorín.
En 1914 viajábamos hacia Rusia en tren, en Berlín nos detuvieron como presuntas espías rusas. Afortunadamente pudimos aclarar el motivo de nuestro viaje y eso nos salvó de que nos fusilaran.
Tras aquella terrible experiencia el corazón comenzó a darme problemas, pero yo continué escribiendo y luchando.
Me sumé a la lucha del Partido Republicano Radical y empecé a dar mítines políticos por doquier.
Mientras tanto Ramón había llegado a ser un escritor de renombre. En una de sus comedias actuaba mi hija María, en el estreno me esperaba una amarga sorpresa, durante una de mis ausencias ella y Ramón se habían hecho amantes.
Aunque después de un tiempo, mi hija, perdida en la cocaína y las crisis nerviosas, había vuelto a casa, y Ramón volvió a París, las cosas no volvieron a ser como antes. El dolor pega directo al corazón, ¿por qué siendo yo tan fuerte, me tocó un corazón tan débil?
En 1931 pude asistir a la llegada de la República, por fin vi mis sueños cumplidos. La Carta Magna reconocía el matrimonio civil, el divorcio y el voto femenino.
Había estado mucho tiempo retirada, escribiendo relatos, desde las sombras de mi dolor. Pero la República consiguió sacarme de mi casa y me presenté a diputada en las elecciones del 33 por el Partido Republicano Radical.
Era presidenta de la Cruzada de Mujeres Españolas y de la Liga Internacional de Mujeres Iberoamericanas. Me eligieron vicepresidenta primera de la Izquierda Republicana Anticlerical. Ingresé en la masonería, fundé la logia del Amor y me otorgaron el grado de Gran Maestre.
Apuraba mis energías para seguir mis campañas, ahora contra la pena de muerte y la prostitución.
Me cogí un vértigo de trabajo. No quise reconocer que mi cuerpo no me seguía, que el volcán de mi corazón se apagaba, seguía empeñada en estar en todas partes y me puse a morir.
El 8 de octubre de 1932, mientras participaba en una mesa redonda sobre educación sexual, comencé a sentirme mal, muy mal. Acudieron dos médicos y llamaron a mi amigo Gregorio Marañón. Me hicieron una sangría, me inyectaron aceite alcanforado, el volcán de Rodalquilar se apagaba.
Yo era consciente de lo que venía después, usé mi poca energía para despedirme: “Tranquilos…muero contenta, porque muero republicana…Viva la república”
Me enterraron en el cementerio Civil de Madrid, un día de lluvia fina…parecía que olía a mar…
En el mundo se habló mucho de mí, hasta que llegó mi verdadera muerte, el general Franco incluyó mi nombre en la lista de autores prohibidos, junto a Zola, Voltarire, Rousseau….. Conforme a los criterios de