Este miércoles, 6 de marzo, a las 18:30, podréis escuchar algunas voces sobre el 11M, el mayor atentado terrorista de Al Qaeda en Europa (no de ETA, como nos dijo Aznar). El profesor Victor Sampedro presentará su libro «Voces del 11M. Víctimas de la mentira» en el Ateneo de Madrid (calle Prado, 21). No te lo pierdas. Yo pienso estar allí con Sindo Lafuente (ex director de elmundo.es) y Virginia Pérez Alonso (directora de Público) y, si me dejan, hablaré como si fuera libre sobre los tres psicópatas que lideraron la teoría de la conspiración, el mayor bulo desde la muerte del tirano. El 11 de marzo de 2004 se quebró la Democracia en España. El PP deslegitimó, por primera vez, la victoria electoral del PSOE e inauguró lo que Muñoz Molina llama «La era de la vileza». La herida sigue abierta ya que, 20 años después, los promotores de la gran mentira (José María Aznar, Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos) siguen en sus trece, no han rectificado ni han perdido perdón a las víctimas del 11M y a los españoles que fuimos engañaron vilmente. Nos mintieron a sabiendas. Y de aquellos polvos, estos lodos.
mmm
El diario 20 minutos fue el único en España que el domingo 14M, día de la votación, publicó la verdad en su portada: 11M: fue Al Qaeda. El presidente Aznar no nos llamó, como hizo con otros directores de diarios, para decirnos que había sido ETA. De buena nos libramos.
El libro «No hay Dios (probablemente)» de mi amigo Manolo Saco, mi hermano adoptivo menor, pues le llevo un mes y pico, ya está en manos del autor. Me envió foto. Pronto llegará a las librerías valientes y también podrá comprarse a través de la web de Mongolia. He tenido el privilegio de leer el borrador y os lo recomiendo vivamente. Mezcla humor y terror (no sé en que orden) y rezuma sabiduría, gracia y valor. Estoy deseando tenerlo en mis manos. Este libro es una fiesta para los ateos, agnósticos y librepensadores y, quizás, una pesadilla, con «duelos y quebrantos», para los creyentes o medio creyentes.
Hay que comprarlo antes de que la Inquisición, tan amante de las hogueras, lo queme. Es una joya. Decía mi admirado Melville en Moby Dick que «la fe, como las hienas, se alimenta alrededor de las tumbas». Pues eso. El miedo a lo que no hay después de la muerte sobrevuela por las páginas provocadoras y sabias de este libro. No te lo pierdas.
Anoche bajé a Madrid y me junté con toda la tribu para aplaudir la última novela de Nativel Preciado. Al regresar a casa me puse a leerla. Sus palabras sabias y cargadas de sensibilidad y humanidad, me emocionaron. Citó a Bertrand Russel: «El amor es sabio y el odio estúpido». Recomiendo vivamente su lectura. ¡Qué buen ojo tuvimos al ficharla en 1974, casi una niña, como redactora fundadora del semanario Doblón! ¡Enhorabuena, Nativel! No cambies.
Hubo una larga cola de fans para conseguir la dedicatoria de la autora. Mi chica (awestley.com), que tanto quiere a Nativel, no pudo acudir por su rehabilitación de rodilla. Nunca olvida que, en la presentación que Nativel hizo de mis memorias en el Ateneo de Madrid («La prensa libre no fue un regalo»), le dio públicamente a la Westley el mérito de haberme «civilizado y convertido al feminismo». Siempre me gustó contratar a mujeres para fundar diarios, semanarios o programas de televisión. Son superiores (y muy rentables) en muchos aspectos. Desde luego, Nativel lo fue.
Mensajes de colegas de la talla y del tenis me avisan de que me están viendo en Imprescindibles de la 2 de TVE con Rosa María Calaf. Ante tal provocación, me conecté a la 2 y allí estaba yo, joven y con bastante pelo, abrazando y hablando con la maestra Calaf. Un ataque de nostalgia y una alegría poder repasar la vida y la obra de una gran colega y amiga.
Recomiendo el documental sobre Rosa María Calaf en TVE a todo el mundo, pero especialmente a los jóvenes periodistas o estudiantes con vocación por nuestra profesión, la más hermosa del mundo.
La Calaf era valiente, casi temeraria, para conocer el mundo de cerca, palmo a palmo. No solo el mundo de los líderes políticos o de las guerra, sino el de la gente normal y corriente. Por eso, ha recorrido más de cien países y ha sido corresponsal de TVE en todos aquellos donde teníamos oficina.
Inolvidable para mí fue el susto que me llevé volando junto a la Calaf en un avión de Aeroflot, la compañía de la todavía Unión Soviética, desde Moscú a Berlín. Debió ser allá por 1988, al término de la cumbre entre Ronald Regan y Mijail Gorvachov en la capital rusa. Nuestro avión atravesó una zona de fuertes tormentas que produjeron enormes turbulencias. De pronto, un golpe brusco y un ruido seco, como de un cañonazo, retumbó en la parte exterior del avión, muy cerca de donde íbamos sentados. Removió la aeronave.
Me asusté. Ya lo creo. En cambio, la Calaf se echó a reír. Me tranquilizó:
-«Estos pilotos de Aeroflot proceden, en su mayoría del Ejército del Aire de la Unión Soviética y están entrenados para acercarse al peligro en lugar de alejarse de él. Son muy machos. Van por el camino más corto sin atender a las tormentas. No te preocupes. Ya estoy acostumbrada a estos vuelos. «
Este ha sido el mejor regalo de mi chica (awestley.com) para celebrar el Día de los Enamorados. Me ha concedido el honor de que mi última talla («Quema de libros por la Inquisición») se codee temporalmente con sus óleos, junto a la tele, en el salón de casa. No es poca cosa. Aun con sus defectos (disimulados con la lija), estoy orgulloso de mi obra de jubilado inspirada en Juan de Juni.
La comencé en tallasmadera.com antes de la pandemia del Covid. Algunos colegas escultores pensaron, seguramente con razón, que estaba loco. Incluso mi gran maestra, Sandra Krysiak, tuvo dudas razonables de que pudiera acabarla algún día. No saben lo cabezón que soy cuando decido iniciar algún proyecto por loco que parezca. Basta con repasar mi libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo») para conocer lo pertinaz que soy. No sabía que era… imposible. Varias veces perdí los dedos de algunos inquisidores y los pegué con cola blanca. Ni se nota. «Tengo mis huesos hechos…» al fracaso. A mi provecta, estoy bastante curado de espanto. Por eso, el curso pasado retomé la talla, inspirada en una que me impresionó, en un viaje inolvidable, en el Museo de León.
Fernando Savater ha subido el tono furibundo de sus últimos artículos reaccionarios. Ha buscado el martirio y la directora de El País se lo ha regalado. Un error de mi admirada Pepa Bueno. Las declaraciones «traicioneras» de Fernando Savater en El Mundo contra El País, donde publica desde hace décadas su columna sabatina, ha provocado su despido. El sabio y astuto filósofo, progre evolucionado a carca, no deja a nadie indiferente. El desmoronamiento de su columna tan venenosa se veía venir. Pero yo creía que sería el propio autor de «Etica para Amador» quien, en un ejercicio de honestidad, dimitiría algún día por desacuerdo con la línea de El País que él combatía semanalmente con una mezcla de resentimiento, odio y rencor. El País ha entrado al trapo.
Esta ha sido hoy mi primera reacción en Facebook a la noticia de su despido de El País:
«Lo siento. Yo admiraba a Savater desde hace años. He sufrido su evolución hacia la derecha, pero me obligaba a leer su columna provocadora cada sábado en El País. Su despido es un error».
Mi querido Bernardo Pérez, que ilumina la última página de El País (junto a la columna de Vicent, puro néctar) con sus retratos magistrales (por cierto, la foto que tengo en mi perfil es suya), ha discrepado inmediatamente. Ya la tenemos liada. Réplica mañanera de Bernardo en Facebook:
«Querido jefe, permítame discrepar. No me parece un error.
Como estoy hace días fuera de todo, no me he enterado de esto pero encuentro plenamente justificada la decisión.
Las repuestas a las preguntas de Maite Rico contienen, graves e inaceptables falsedades sobre la publicación y sobre personas vinculadas a ella pronunciadas muy a sabiendas de que lo son por el entrevistado. Responden a un esquema claramente diseñado por enemigos, no adversarios de la misma para desprestigiarla y no es sostenible que alguien en esa posición continúe formando parte del equipo.
Por otra parte, no entiendo que Fernando, con esas convicciones qué manifiesta en sus respuestas, haya sido consecuente con la más elemental ética personal y profesional, si esas opiniones que manifiesta fueran sólidas y documentadas, sería inaceptable desde la honradez, permanecer ni un segundo más vinculado a El País. Sabe perfectamente que todo lo que dice es mentira y sin embargo lo mantiene en un medio que responde exactamente a las acusaciones de falta de rigor e imparcialidad de las que acusa al propio. Creo acertada la decisión de la directora, de no haberla tomado, sería ella quien sobraría.
Como bien sabes, llevo más tiempo en la publicación que este colaborador, crees que si hubiese faltado a la verdad de esta forma ofensiva en una sola ocasión en el desarrollo de mi trabajo seguiría ahí?. Tú mismo, en tu época de responsabilidad, me habrías fulminado inmediatamente querido, pero la mayor debilidad del periódico ha sido la falta de rigor con gente como esta a quienes ha encumbrado y sostenido como divos con pies de barro.
Sabater es y ha sido el mejor ejemplo de persona aprovechada personalmente de la posición de prestigio profesional que otorgaba formar parte de ese equipo en beneficio propio y hace mucho tiempo debería habérsele apartado del mismo, en mi opinión, es la esencia de la “paisítis”.
Veremos si Roma paga traidores querido JAMS».
Naturalmente, al minuto, yo he entrado al trapo de mi admirado Bernardo, en el mismo hilo:
«Querido Bernardo Perez: Desconozco lo que Savater dijo en El Mundo contra El País ya que huyo de ese periódico, que fundó Pedro Jeta, como del diablo. Y las columnas sabatinas de Savater me parecen vomitivas desde hace tiempo. Menos mal que, al día siguiente, Manolo Vicent nos reconciliaba con la condición humana con sus columnas dominicales tan balsámicas. Sin embargo, las opiniones savaterinas (que no hechos probados) en El Pais aumentaban la credibilidad de mi diario favorito y denigraban a quien las firmaba.
Estoy de acuerdo contigo en que Savater debería haber dimitido de su columna venenosa hace tiempo. Yo la leía, tapándome la nariz, casi por obligación, para mantenerme alerta ante la evolución de tantos personajes que envejecen mal. Son casos dignos estudio. ¿Qué será de nosotros sin los bárbaros? Decía el padrino: «Ten cerca a tus amigos, pero mucho más cerca a tus enemigos». Savater subía el tono de odio de sus columnas buscando el martirio. Mi querida y admirada Pepa se lo ha regalado. Un error. No me gustaría rellenar el vacío que deja el falso Savater. ¿Qué pensará su hijo Amador de la evolución de su padre desde que murió su madre? Desconozco la causa, pero yo creo que Savater perdió la chaveta. Pobre».
Esta ha sido la dúplica de mi colega Bernardo:Querido José Antonio, a Fernando ya se le pegó el olor a naftalina en los ochenta cuando jugaba a ser vedette en el hipódromo entre una clase que le despreciaba y le admitía como bufón.Fui testigo de los primeros momentos de la fundación de Gesto por la Paz y ya se percibía incomodidad en el grupo, una neta incomodidad ante ese mismo olor que desprendían algunos de los que se acercaban a él para salir en las fotos. Es patente que fundadoras como María San Gil y Maite Pagazaortudúa se han rebelado contra la manipulación posterior de sus posiciones por arribistas.La deriva ha sido larga, es cierto que le afectó dramáticamente la pérdida de su mujer. Le hizo encerrarse en si mismo como refleja la fotografía que te dejo, forma parte de mi exposición, espero que puedas leer en ella algún signo.
Claro que sus columnas que han sido escrupulosamente respetadas en el periódico aportaban el punto de vista de la barbarie, no veo en otros medios la misma generosidad albergando ideas discordantes con la cabecera. En la noticia que publicas están bien reflejados los motivos (ese medio cuenta con grandes profesionales entre los que tengo buenos amigos) que moverían a cualquier responsable a tomar decisiones. Tápate bien la nariz y revísalos, él era bien consciente sin duda, de diciendo esas cosa en un medio que no ha cambiado y sigue fiel a los objetivos de su fundación, se cagaba en el convento. Ahora podrá mostrarse como víctima ante los mismos antiguos clientes del hipódromo que seguirán viéndole como en los ochenta. Patético».
—
Gracias, Bernardo. No te falta razón.
La polémica sobre la libertad de prensa y la cultura corporativa de los medios de comunicación está que arde. No me sorprende. Veo al anciano Savater (que es de mi edad) frotándose las manos ante el regalo que le acaba de hacer Pepa Bueno al enviarlo a la hoguera… Justo lo que él quería. No ha debido ser fácil para la directora de El País tomar la decisión de destruir la columna infecta de Savater. Como fundador y director de varios medios, la comprendo. Fui cocinero antes que fraile.
El ascenso y caída de un ídolo intelectual como Savater me afecta. Me recuerda otros autores geniales (Quevedo sin ir más lejos) cuyas obras admiro y cuya vida detesto. Ahora hay grandes personajes a quienes admiré que envejecen muy mal. Tengo el lujo de contar con queridos amigos muy críticos que me avisan a tiempo de mi posible y no deseable mal envejecer. Mis fracasos en el tenis y en la talla de madera me ayudan a controlar el ego herido por el paso de los años.
Hace tiempo, contribuí de buena fe a conceder a Fernando Savater el Premio Abril Martorell a la Concordia. Como miembro de aquel Jurado voté a favor. Hoy hubiera votado en contra. Recuerdo al gran Keynes:
“Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Qué hace usted?”
Pues eso. Copio y pego aquí las página que dediqué en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo») al Premio a la Concordia que concedimos, entonces con razón, a Fernando Savater.
En días como hoy, comprendes por qué los miembros del Poder Judicial (del PP), caducados hace casi 5 años, incumplen la Constitución y no dimiten en masa. Solo así el Congreso podría nombrar otro Consejo acorde con la soberanía popular. El nuevo Consejo, legítimo y constitucional, podría estudiar el caso escandaloso del juez García Castellón (sí, sí, el mismo de los casos Kitchen, Púnica, Lezo, etc., del PP) que pone palos sesgados en las ruedas del legítimo Gobierno de coalición. La vicepresidenta Ribera le ha cantado las cuarenta a este juez (¿y parte?) que tiene tanta «querencia» por el PP. El Partido Popular le defiende a capa y espada.
García Castellón, juez de la Audiencia Nacional, bajo sospecha.PODER JUDICIAL
El Gobierno cuestiona al juez García-Castellón por la investigación por terrorismo a Puigdemont
La vicepresidenta Ribera acusa al magistrado de tener “querencia” a actuar “en momentos políticos sensibles” y de que “siempre” se inclina “en la misma dirección”. El PP asegura que la socialista ha acusado al juez de “prevaricación”.
Anteayer presumí de haber acabado mi última talla «Quema de libros»(inspirada en Juan de Juni). Lo celebré con el núcleo duro de tallasmadera.com en Guadarrama (Madrid). Gracias, colegas, por vuestros piropos. Dicen que «el halago debilita», pero ya sabéis que a mí me da alas. La maestra Sandra Krysiak (mano de hierro en guante de seda) me felicitó. [9/1, 23:01] Sandra Krysiak: «Jose, quiero ver ese relieve expuesto en Casa de Vacas. Te lo merecés por tanto esfuerzo, dedicación y por el resultado final. ¡Te quedó espectacular!» [9/1, 23:42] José A. Martínez Soler: «Gracias, maestra. Sin tu magisterio hubiera sido imposible terminarlo». Os parecerá una minucia presumir de una talla en madera, pero esta obra me ha hecho más feliz que los miles de artículos publicados en el último medio siglo dedicado a la prensa. Y me quedo corto.
Mi afición por las obras de Juan de Juni (muy abundantes en León) viene de lejos. Recién casados, a principios de los años 70, mi esposa (awestley.com) y yo visitamos una exposición en la Catedral de Salamanca. Allí vimos, por primera vez, la gran talla de Juan de Juni. «Qué estampa tan española», exclamé. Los visitantes me miraron de una manera rara, poco amistosa.
Hace unos años, poco antes de la pandemia, me enfrenté de nuevo a las tallas de Juni en un viaje inolvidable a León. Recién jubilado y entregado al tenis y a la talla de madera, me prometí tallar una quema de libros por la Inquisición inspirada en Juan de Juni. No es una copia, sino una interpretación en la que he eliminado los detalles más difíciles (algunas manos y gestos) de la obra gran maestro.
Estoy contento por haberle dado, por fin, la cera Luis XIII que me recomendaron en Bellas Artes Coronado, donde coincidimos algunas veces con un cliente ilustrísimo: Antonio López, que compra allí sus pinturas.
La dejé por un tiempo en mi sótano («silenciosa y cubierta de polvo») para mejorar mi técnica con otras obras menores. El año pasado, valiente o soberbio, retomé la Quema de libros. Y el día de mi cumple le di la ultima mano de cera. ¡Y ahí está! El mayor piropo ha venido de mi chica. La Westley me ha prometido retirar uno de sus óleos del salón de casa para que yo pueda presumir de mi talla en un lugar preferente… por un tiempo.
Tengo la intención de grabar en los márgenes de la talla una frase del poeta romántico judío alemán H. Heine (17797-1856) que me impresionó al visitar con mis hijos el Museo del Holocausto en Washington:
«Allí donde empiezan quemando libros, acaban quemando personas».
Lo escribió un siglo antes de que Adolf Hitler mandara a sus bárbaros a quemar los libros que consideraban contrarios a la ideología nazi. Fue premonitorio: después de quemar los libros, asesinaron a 6 millones de judíos.
El padre de Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel, que aplica ahora sus técnicas genocidas contra los palestinos de Gaza, escribió sobre la influencia de la Inquisición española en el genocidio de los nazis contra los judíos europeos.
La Inquisición aprendió la quema de libros de nuestra herencia árabe. De hecho, la frase de Heine se refiere a la quema de libros en el Califato de Cordoba ordenada por el caudillo Almanzor. El cardenal Cisneros superó a Almanzor al quemar miles de libros tras la toma de Granada por los Reyes Católicos. ¡Qué manía tienen los poderosos contra los libros! No les falta razón. Los libros nos hacen pensar …y desear ser libres. A los poderosos no les conviene.
Mirad al propio general Franco, el tirano felón, que mandó hacer hogueras por toda España para quemar los libros que consideró prohibidos, en especial los del Índice de la Iglesia contrarios al nacional catolicismo.
Uno de los capítulos más interesantes de El Quijote es precisamente el de la quema de los libros del ingenioso hidalgo por parte del cura y el barbero. Su ama los odiaba: «Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros». Siempre lo recomiendo.
Mis parientes de Tabernas (Almería), el pueblo de mi padre, también quemaban libros, pero sin odio. Eran pobres e ignorantes. Lo hacían en su chimenea para luchar contra el frío. Mi padre y yo salvamos de la hoguera varios sacos de libros que estaban en capilla.
Al tallar este relieve, una terapia que os recomiendo, me vinieron todos estos asuntos a la mente. Ellos guiaron mis gubias. Tallar la «Quema de libros» ha sido una gran experiencia reparadora y un maravilloso recuerdo de mi viaje a León que no nunca olvidaré.
Llevado por mi indignación contra Netanyahu, cometí el error (imperdonable) de comparar al primer ministro israelí con Herodes, el rey de los judíos a quien los cristianos atribuyen la matanza (inventada) de niños inocentes. Fue una comparación precipitada entre realidad y ficción (Dios nos libre de los dioses, pues no existen) y me disculpo por ello. No quiero contribuir a perpetuar las fake news de los cristianos que tanto dolor han causado a los judíos. Para mis amigos judíos, Herodes, aunque sometido por Roma, fue un gran rey. No lo dudo. Fue vilipendiado por San Mateo. Netanyahu, en cambio, es un genocida confirmado como asesino de niños inocentes. Ayer me traicionó el subconsciente. Tengo grabado a fuego un villancico sobre Herodes que mi madre (Isabel Soler, con apellido de origen judío) nos cantaba cada Navidad. Aunque me gustaría, ya que no soy antisemita, no lo puedo borrar de mi memoria de infancia.
El villancico de mi madre empieza así:
«A Belén van caminando huyendo del rey Herodes y por el camino pasan hambres, fríos y calores. Al Niño lo llevan con mucho cuidado porque el rey Herodes quiere degollarlo.»
Lo dicho:
¡Feliz año nuevo! y que me perdone el buen rey Herodes (y mis amigos judíos) por compararle, sin razón, con Netanyahu, confirmado ya (éste sí) como asesino de niños inocentes en Gaza.
En la Universidad de Harvard (1976-1977) me confundieron con un rabino… por mi pinta, con barba, y por llamarme Soler. Lo cuento en un capítulo de mi último libro «La prensa libre no fue un regalo» que os recomiendo (aunque quedan pocos) como regalo de Reyes para abuelos, que se lo saben, y para nietos, que no saben lo que fue vivir sin libertad bajo la tiranía del general Franco. La libertad, como el oxígeno, la valoras más cuando te falta.
Para que nadie me acuse de antisemita, digo de corazón que los asesinatos de inocentes perpetrados por Hamas en Israel me parecen una abominación. También, abomino de los asesinatos masivos ordenados por el primer ministro Netanyahu, con saña vengativa contra inocentes palestinos, semejante a la de los terroristas islámicos contra inocentes israelíes el pasado 7 de octubre. Hace medio siglo, conviví en Estados Unidos con jóvenes contrarios a las matanzas de vietnamitas, mujeres y niños inocentes. No sin dolor, asistí también al regreso de veteranos, recibidos en su patria como apestados, no como héroes. Al cabo de 50 años, el síndrome postraumático adquirido en Vietnam sigue atormentando a muchos ex soldados norteamericanos ya ancianos. Ahora veo en la tele a los estudiantes de Estados Unidos, incluidos no pocos judíos, que protestan por las matanzas crueles de palestinos (philistinos, de Filistea), mujeres y niños inocentes.
Más pronto que tarde, veremos regresar a Israel a un montón de jóvenes, con sus manos ensangrentadas, para ir directos al siquiatra que deberá tratarles el síndrome postraumático producido por la limpieza étnica o genocidio ordenado por Netanyahu, en el papel del nuevo Herodes que mata a niños inocentes. Recuerdo a mis queridos amigos Zvi dor Ner (de Israel) y Jamil Mroue (de Líbano) y me estremezco de tristeza y dolor.
“La diferencia entre los guetos de los nazis en Europa y Gaza es que en Gaza hay todavía muchas personas vivas y el mundo tiene aún la oportunidad de hacer algo”. La frase por poco le cuesta a la escritora judía Masha Gessen poder acudir a la entrega del Premio Hannah Arendt que le habían concedido por su pensamiento político. Al final, el acto pudo celebrarse como estaba previsto en la ciudad alemana de Bremen, pero en un recinto menos solemne del anunciado inicialmente. Desde hace semanas, decenas de miles de personas en todo el mundo intentan hacer algo, lograr un alto el fuego que ataje la brutal crisis humanitaria infligida a los palestinos. A esos miles de personas se están uniendo importantes voces judías, como Gessen. Voces que critican con gran dureza la actuación del Gobierno israelí de Netanyahu, no solo por la crueldad con la que atacan a la población palestina, sino también por el daño que están produciendo en Israel.
Omer Bartov, nacido en Israel, profesor de la Universidad de Brown, que ha dedicado su vida al estudio de los actos de asesinato en masa, explicó en la revista The Chronicle of Higher Education que si Israel continúa con su rumbo actual, con su gobierno actual, “es de temer que las futuras generaciones de israelíes hereden un país ‘autoritario, parecido a Esparta’, cuyo sentido de identidad nacional esté fundamentalmente ‘basado en el derramamiento de sangre”.¿Se están cometiendo crímenes contra la humanidad en Gaza?
La mayoría de los israelíes, dicen las encuestas, apoyan al Gobierno de Netanyahu y la actuación de sus Fuerzas de Defensa (FDI), pero cada vez hay más voces dentro de Israel atemorizadas por el deterioro humano de esos soldados que disparan contra personas medio desnudas y con bandera blanca, que pasean sobre los escombros de un edificio recién bombardeado, sabiendo que bajo sus botas se encuentra aún a hombres y mujeres, niños, vivos, atrapados y aterrorizados, soldados y oficiales que dirigen un misil contra una vivienda en la que saben que solo vive un médico con su familia o un trabajador de Naciones Unidas. Soldados y oficiales que observan tranquilamente cómo se desangra un periodista y que humillan a los civiles detenidos. Esos soldados y oficiales volverán pronto a Israel y serán los maestros de sus hijos, el amable funcionario tras la ventanilla, el camarero que sirve el café al turista… (Una lista con los nombres de 40 oficiales que han planeado y llevado a cabo la operación está ya en el Tribunal Penal Internacional, según el exdirector de Human Rights Watch, Kenneth Roth.)
Bartov distingue entre limpieza étnica, que “tiene como objetivo expulsar a una población de un territorio, a menudo de manera violenta”, y genocidio, que “tiene como objetivo destruir a esa población dondequiera que esté”, pero advierte que la retórica deshumanizadora que emplea Netanyahu se acerca a lo segundo y exhorta a la comunidad judía internacional a “alzar la voz, antes de que el liderazgo de Israel lo sumerja a él y a sus vecinos en el abismo”.
Otro historiador israelí, Avi Shlaim, profesor emérito de Relaciones Internacionales en Oxford, señala que en 2008 Israel lanzó la llamada Operación Plomo Fundido sobre Gaza. Es importante recordar, escribe en Prospect, que ya entonces una misión independiente de investigación encabezada por Richard Goldstone, un distinguido juez sudafricano, judío y sionista, estableció que Hamás y otros grupos palestinos eran culpables de lanzar cohetes y morteros con el objetivo deliberado de dañar a civiles israelíes, pero también que gran parte de los grandes daños provocados por las FDI “no estuvieron justificados por necesidades militares y se llevaron a cabo de manera ilegal y sin sentido”.
“El informe encontró”, dice Shlaim, “siete incidentes en los que se disparó contra civiles que salían de sus hogares ondeando banderas blancas; un ataque, ejecutado intencionadamente a un hospital; numerosos incidentes en los que se impidió a las ambulancias atender a los heridos graves; varios ataques a infraestructura civil sin importancia militar, para privar a los civiles de sus necesidades básicas”.
“El Gobierno de Israel ha traído muerte y destrucción a los habitantes de Gaza muchas veces”, escribe Shlaim, “pero esta vez ha planteado la posibilidad de algo mucho peor que antes: la limpieza étnica”. A la vista de que anteriores violaciones del derecho internacional no fueron nunca castigadas, esta vez el Gobierno de Netanyahu se ha lanzado por la pendiente. Muchas voces judías lo advierten: ayuden a pararles ahora.