Hoy es, según la UNESCO, el Día mundial de la Libertad de Prensa. Una ocasión especial para honrar y recordar a nuestros colegas, que caen muertos o son heridos, secuestrados, encarcelados y perseguidos por defender la libertad de prensa, por publicar algo que alguien no quiere que se publique. Se trata de la libertad, tantas veces pisoteada, de poder contar lo que pasa. Es un derecho de todos los seres humanos, no solo de los periodistas.
Con mi libro reciente («La prensa libre no fue un regalo»), escrito durante la pandemia, yo pongo mi granito de arena en favor de la libertad de prensa. Me costó revelar situaciones dolorosas sufridas durante la Dictadura. Lo escribí por mis hijos y nietos. Me alegro de haberlo hecho. Puede ser un buen regalo para los jóvenes que tuvieron la suerte de no sufrir la falta de libertad durante la Dictadura.
La libertad de prensa siempre está en peligro. Hay que defenderla en posición de alerta permanente. La libertad, como el oxígeno, solo la notas cuando te falta. Luchemos por ella. No nos tocó en una tómbola.
La Unión Europea se ha unido hoy a la UNESCO para recordar conjuntamente que, en la actualidad, la libertad de expresión es más crucial que nunca para todos los demás derechos humanos y contribuye decisivamente a “configurar un futuro de derechos”.