Anoche, gracias al buen hacer de Xabier Fortes en TVE, me quité la espina me clavó el lunes la televisión privada con el pésimo cara a cara, tan mal moderado, entre Sánchez y Feijóo.
Siete portavoces parlamentarios fueron ayer moderados por Fortes con mayor profesionalidad y honestidad que los dos líderes del PSOE y el PP, abandonados a su suerte en A-3 y la Sexta por Ana Pastor y Vicente Vallés. Los moderadores de la televisión privada tienen mucho que aprender. El cara a cara vergonzoso de Sánchez y Feijóo, dominado por una metralleta de mentiras de Feijóo (sin citar fuentes), que sacó de quicio a Sánchez, sin tiempo para denunciar y rebatir las falsedades, se les fue de las manos a los moderadores de la tele privada. ¿Fue por bisoñez profesional, por búsqueda del espectáculo a cara de perro o por sesgo ideológico interesado?
No me atrevo a juzgar las intenciones de mis colegas de la televisión privada, Pastor y Vallés. Solo diré que hicieron muy mal su trabajo. Yo tuve que moderar varios debates en Televisión Española. Por experiencia personal, puedo decir que moderar un debate a dos, como hacía muy bien hacia Manuel Campo Vidal, es mucho más fácil que moderar otro a seis o a siete portavoces parlamentarios tratando de quitarse la palabra unos a otros. Por eso, valoro mucho el buen hacer de Xabier Fortes con su control de tiempos, su reparto en el uso de la palabra y sus preguntas certeras que casi nunca tuvieron respuesta.
No encuentro las fotos de los debates sectoriales que tuve que moderar (creo que fueron cuatro o cinco) en las elecciones generales del 1993 con las segundas espadas (Carlos Solchaga, Rodrigo Rato, Miguel Roca, etc.).
José María Aznar no quiso debatir con Felipe González en la tele pública en las eleciones generales de 1993 ni en las de 1996. Me tuve que conformar con entrevistas individuales a los seis candidatos a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales de 1986, 1993 y 1996.
Fui un ingenuo. Pensaba que Feijóo era un conservador moderado, no un VOX con piel de cordero.
Las 9 grandes mentiras flagrantes del cara a cara con Sánchez (sin citar la fuente) y su presunción, ruin y miserable, del pucherazo en Correos («que trabajen los carteros, con independencia de sus jefes») me han hecho cambiar de opinión.
Si no gana, Feijóo ya tiene un fantasma para deslegitimar al vencedor en las urnas. No son verdaderos demócratas. No aceptan la alternancia, base de la Democracia. Ya lo hizo Aznar con Zapatero («presidente por accidente») cuando, el 14-M de 2004, el PP perdió las elecciones tras su mentiras de ETA y no Al Qaeda en la masacre del 11-M.
Miguel Ángel Rodríguez (MAR, prestado por Aznar y Ayuso) le ha convertido en un franco-trumpista de tomo y lomo. Seguí de cerca las dos campañas sucias que hizo Trump del brazo de Bannon (su MAR particular) y me asusté.
Pensé que eso no podrían pasar nunca en España. Me equivoqué. Ahora recuerdo a Albert Camus sobre la guerra civil española: «Puedes tener razón y perder la guerra».
Pues eso, Pedro Sánchez. No te confíes. No vayas tan sobrado. Feijóo lleva una herradura en su guante. Tómatelo en serio. Yo me estoy asustando mucho por el túnel oscuro y tenebroso que se avecina para mi patria.
Por eso, animo a todo el mundo a votar. Más vale prevenir que lamentar. Más vale votar que llorar.
Cuando hagamos la digestión de las mentiras de Feijóo, veremos quién ganó el debate de anoche. Hubo tongo porque Feijóo golpeó a Sánchez llevando una herradura en su guante: una sarta de mentiras dichas con aplomo, cinismo, sin inmutarse y con la cara más dura que el cemento. ¿Habrá recibido clases de Aznar o del trío Pinocho de ETA en el 11-M? Sánchez, ingenuo, crecido y confiado, no pudo ganar un debate tan desigual. Perdió su oportunidad. Feijóo le cabreó, le sacó de sus casillas.
Mi amiga Blanca Vila nos ofrece este sabio mensaje: «Alguien dijo: no discutas sobre verdades con adictos a las mentiras». Si te pones al nivel de un mentiroso, él te gana ya que tiene más costumbre que tú a la hora de mentir con aplomo. Sánchez y la verdad perdieron el debate.
Lástima no haber estado allí para poner un poco de orden.
¡Vuelve Manuel Campo Vidal! Anoche te echamos de menos.
A esto le llamo yo progreso. Aunque quisiera, si Feijóo gana las elecciones de 23-J no podrá despedir a Ana Pastor ni a Vicente Vallés de sus cadenas privadas de televisión. No está en su mano. Los moderadores del único debate televisivo de esta noche no dependen de él.
En el año 1996 no fue así. Aznar tuvo miedo y no quiso hacer debates. Solo entrevistas individuales a los candidatos a la presidencia del Gobierno. Por tercera vez (1986, 1993 y 1996), a mí me tocó la china como entrevistador oficial del Reino. Y eso me costó el puesto. A Aznar no le gustaron mis preguntas, ganó la elecciones, por muy poco, y me despidió de su TVE. Yo no tenía cargo político sino contrato laboral como corresponsal en EE.UU. Aquella entrevista me llevó al paro. Gané el pleito a la TVE de Aznar por despido improcedente y cobré una buena indemnización que mis hijos llamaron «la beca Aznar».
Me refugié en el «sagrado académico» hasta que, pasada la persecución, pude fundar el diario 20 minutos. El 14-M de 2004, Aznar huyó por la gatera de la Historia como un mentiroso ruin y miserable. No fue ETA la del 11-M, señor Aznar. Fue Al Qaeda. Solo 20 minutos lo publicó en su portada el 14-M. Engañó a los demás diarios. Y eso le costó el puesto al PP. Justicia poética.
Para más detalles, remito a mis queridos lectores a las páginas que dedico a este asunto, de triste memoria, en mi libro «La prensa libre no fue un regalo».
Las primeras entrevistas a candidatos presidenciales que hice en TVE fueron en las elecciones del 1986 cuando yo dirigía el informativo Buenos Días. En aquella ocasión, me tocó entrevistar a Fraga. Mucho más simpático (y demócrata) que Aznar. Dónde va a parar. Claro que entre Fraga y Aznar reconozco que no soy objetivo. A pesar de los pesares, prefiero a Fraga.
Hoy me siento alguien. Cuento mi vida en la radio. Ana Ramos ha publicado en Radio Nacional de España «un podcast de película» sobre mi vida periodística. Ella mezcla la peli «Detrás de la noticia» con mi libro «La prensa libre no fue un regalo», me tira de la lengua (¡Ay, la vanidad, el pecado favorito del diablo!) y yo le respondo como si fuera libre. Me ha gustado mucho volver a Prado del Rey. Allí me siento como en casa. Gracias, Ana.
Ayer lo vi en la tele y me quedé espantado. Siguen aumentando los delitos de odio (racismo, xenofobia, homofobia, machismo), al tiempo que aumentan las expectativas de voto de VOX en las encuestas de los medios conservadores. ¿Qué nos está pasando para que tantos españoles quieran regresar al pasado franquista? Perdonar, siempre. Olvidar, nunca. No nos conviene olvidar que el discurso de la extrema derecha franquista lleva en su ADN el embrión de estos delitos de odio.
«No es lo que parece»… si no miramos hacia Extremadura, Valencia, Baleares, Castilla León y tantos ayuntamientos gobernados ya por el PP con VOX.
Hay circunstancias en las que no sabemos quién alimenta a quién. El caso de la señora Guardiola, futura presidenta de Extremadura (si antes no dimite), después de haber tirado su palabra de honor a la basura (por orden de Feijóo), es muy claro.
Al mismo tiempo, aumentan los casos de censura cultural, promovida por VOX sin que al PP le salgan los colores.
Afortunadamente, no todo son malas noticias. Acabo de recibir un comunicado que me ha emocionado. Es de un hijo que ha recuperado los restos de su padre, asesinado por falangistas en 1936. Copio y pego:
COMUNICADOIdentificados los restos de mi padre, no tengo palabras para expresar la inmensa satisfacción intima que siento por la confirmación oficial, genética, de la identidad de los restos de mi padre Valerico Canales.Por fin ya puedo acogerle entre mis brazos de una manera física, material, a través de sus restos liberados de un secuestro que ha durado prácticamente 87 años.Con ello se cierra un duelo continuado desde que yo tenía poco más de dos años.Se cierra la herida que ha estado siempre abierta en mi corazón desde que a mi padre nos lo arrebataron a mi madre, a mi hermano y a mí.Primero fue sacado de nuestra casa en Pajares de Adaja de manera violenta por paramilitares facciosos falangistas una madrugada de agosto de 1936 y asesinado en una cuneta del término municipal de Aldeaseca, distante unos 30 kilómetros.Esa misma madrugada y de manera simultánea procedieron de igual modo con otras seis personas del mismo pueblo Pajares de Adaja, entre ellas una mujer, siendo asesinadas junto a mi padre en el mismo lugar de la cuneta de Aldeaseca.Los siete asesinados de Pajares de Adaja esa madrugada del 20 de agosto de 1936 pertenecían al sindicato de UGT y a la Casa del Pueblo.Al alba los siete cadáveres fueron arrojados a un pozo seco donde permanecieron durante 23 años sin que los familiares tuviéramos conocimiento “de nada” durante todos esos años.Solo percibíamos miedo y terror como consecuencia del golpe de Estado contra el Gobierno legítimo de la República y de la dictadura franquista impuesta a los españoles.Después, en marzo de 1959, se produjo una profanación oficial del pozo de Aldeaseca, exhumando sin rigor científico los restos de las siete personas de Pajares de Adaja que introducidas en la caja 198 acabaron en el fatídico monumento del Valle de los Caídos, mausoleo franquista erigido con la participación importante de mano de obra esclava representada por presos políticos que habían luchado en la defensa de los valores republicanos y democráticos.Los restos de nuestros seres queridos contenidos en la caja 198 han permanecido depositados en la Cámara de nivel 0 de la cripta del Sepulcro durante algo más de 64 años. Un lugar indigno e inadecuado para albergar los restos de nuestros seres queridos.Por fin a día de hoy y gracias a la lucha denodada y sin descanso de los familiares de las 10 víctimas de la represión franquista de Pajares de Adaja en el verano de 1936, vamos a tener la gran recompensa de poder liberar los restos de siete de las esas diez víctimas del secuestro indigno en que han permanecido durante tantos y tan largos y duros años en el Valle de Cuelgamuros.No nos olvidamos de continuar luchando por encontrar los restos de las otras tres personas víctimas de la represión franquista en Pajares de Adaja, que permanecen todavía sin localizar en una cuneta, un pinar o la tapia de un cementerio.Por acuerdo previsible de los familiares los restos recuperados del Valle de Cuelgamuros recibirán un entierro digno, esta vez sí, en el cementerio de Pajares de Adaja en fecha del 20 de agosto, en la que se cumplen precisamente 87 años exactos de su desaparición y asesinato injustos, causados por la barbarie e intolerancia de los golpistas franquistas.La sepultura-memorial construida en el cementerio de Pajares en recuerdo permanente de las diez víctimas de la represión franquista del verano de 1936 es para nosotros los familiares, un verdadero monumento a la honradez, honestidad y compromiso social de nuestras queridas víctimas.Nuestra dignísima sepultura-memorial en el Cementerio de Pajares de Adaja se contrapone al fatídico, delirante, indigno y tétrico mausoleo erigido para mayor honra y gloria de un dictador que vulneró constantemente los derechos humanos desde el momento mismo del golpe de Estado del 18 de julio.Por último los familiares de Pajares de Adaja que hemos liberado los restos de nuestros seres queridos de la siniestra gruta del Valle de Cuelgamuros queremos agradecer de corazón a todo el competente y maravilloso equipo técnico multidisciplinar que haya hecho realidad nuestros anhelos de localizar los restos contenidos en la caja 198.Nuestro agradecimiento tambien al Gobierno de coalición progresista por su decidido apoyo a esta noble causa de buscar e identificar en su caso, los restos reclamados de las 128 solicitudes aprobadas por Patrimonio Nacional.Agradecimiento especial a la Secretaría de Estado de Memoria Democrática que ha seguido certeramente las directrices gubernamentales en esta materia de memoria democrática. Fausto Canales BermejoJulio 2023
Y otra buena noticia. Acabo de escuchar en la SER al ex presidente Zapatero, valiente como nunca, criticando al PP y a VOX por la «infamia» que comenten al meter los crímenes de ETA en la campaña electoral contra Pedro Sánchez. Cuando el Gobierno Zapatero acabó definitivamente con ETA, le acusaron de traicionar a los muertos. Por eso, ha renacido hoy. Cabreado y con razón.
Me sorprende el silencio de Felipe González ante tantas felonías del PP y VOX contra su partido… y el de mi padre.
Hoy encontré mi primer carnet oficial de periodista (nº 5.083 de 1970). Me obligaba a observar la moral cristiana y a guardar fidelidad a los Principios del Movimiento impuestos por un dictador elegido no por los votos de los españoles sino «por la gracia de Dios».
Me estrené sin prensa libre hace 53 años y me ha dado repelús pensar en lo que podría pasar en el gobierno de España después de 23 de julio. Me da mala espina que la coalición PP-VOX pueda gobernar pronto España sin haber condenado expresamente la dictadura de Franco.
¿Por qué son tan reacios a mostrarse anti franquistas? ¿Acaso le tienen querencia a aquel régimen fascista y cruel, inspirado en Hitler y Mussolini, que privó de libertad a los españoles durante 40 años? Me cuesta entenderlo.
Sobre todo, me perturban y preocupan que tantos jóvenes, que no sufrieron la Dictadura, sigan las consignas de odio (homófobas, racistas, xenófobas, machistas, etc.) sembradas por VOX, el socio predilecto del PP. Se acercan tiempos duros para la libertad. No es bueno que todo el poder (local, regional y nacional) se concentre en las mismas manos que no condenan el franquismo. ¿Qué hemos hecho mal los demócratas?
Ahí van dos artículos de El País que recomiendo sobre la Ley de Memoria Democrática que la derecha quiere derogar.
La incómoda memoria
Para un sector radical de las sociedades recordar parece ser más bien una amenaza y no un paso necesario contra la repetición del horror
Hay dos formas a través de las cuales una sociedad puede enfrentar un pasado traumático en el que en un país la obra humana dejó muchas víctimas, incluyendo personas asesinadas, desplazadas o exiliadas. Tema que en varios países se ha convertido en una suerte de Rubicón que polariza posiciones políticas tras lo cual se suele esconder, en realidad, la diferencia entre tolerancia e intolerancia.
Un camino es el de la recuperación de la memoria histórica. No sólo como homenaje a las víctimas, sino como mensaje, para el presente y futuro, de hechos graves que deben conocerse —y conocer las nuevas generaciones— para que jamás se repitan. La otra forma es la opuesta: el olvido, lo que podríamos llamar la “volteada de página”, en nombre de una idea abstracta de la “reconciliación” que omite conocer la verdad. Borrando hechos que generaron miles y hasta millones de víctimas, dando pie a la impunidad y una sociedad que prescinde de su memoria, con el pretexto de la conciliación.
Lo que está detrás de esta contradicción suele ser un pasado terrible. Que va, por ejemplo, desde los genocidios hitlerianos o polpotianos y la Guerra Civil española hasta los asesinados por dictaduras sangrientas en el cono sur latinoamericano (Chile, Argentina, Uruguay) en los setentas y ochentas, llegando a las decenas de miles de muertos en Perú, tanto por la acción del terrorismo como por agentes del Estado. Y hay muchos otros casos más en la región y en el mundo.Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Así como ha habido sucesos gravísimos que no merecieron particular expurgación, memoriales o “comisiones de la verdad” o, en fin, políticas públicas de promoción de la memoria y de homenaje a las víctimas.
Sin duda la política pública “sanatoria” más espectacular en las últimas décadas ha sido la de la Alemania reconstruida luego de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Para cualquiera que visite el país no queda sino inclinarse con respeto ante los impactantes resultados pasos para no arrojar bajo la alfombra las atrocidades del nazismo desde la década del 30 del siglo pasado y durante la Segunda Guerra Mundial con varios millones de objetivos de persecución, destrucción o muerte por pertenecer a una determinada raza, etnia o nacionalidad.
Millones de judíos, disidentes políticos, gitanos, homosexuales, personas con discapacidades físicas y mentales fueron objetivo de destrucción o matanzas por pertenecer a una determinada raza, etnia o nacionalidad. Quedaron para la memoria los nombres de campos de concentración como Dachau, Buchenwald, Mauthausen o Auschwitz-Birkenau (Polonia). Conversando con la gente se puede constatar el espectacular impacto de esos memoriales y de la educación pública alemana han tenido en las generaciones que aún no vivían cuando los horrores del nazismo.
En otros países el relativo silencio frente a sus propias responsabilidades en la historia de hechos terribles y en la misma Segunda Guerra Mundial no ha sido, sin embargo, materia de especial “memorialización” como, por ejemplo, el Japón.Pero fuera de esas grandes hecatombes mundiales de obra humana ha sido más bien en conflictos y situaciones “internas” de algunos países en las que se ha visto más vivamente la existencia o no de políticas públicas claras y consistentes. En torno a ese tema, por el contrario, por razones de política interna muchas ha sido materia de controversia y hasta de propuestas regresivas. En estos días en España, por ejemplo, dentro de la recién iniciada campaña electoral de cara a la elección del 23 de julio llama la atención la postura de los candidatos de la derecha de, por ejemplo, derogar la Ley de Memoria Democrática. Uno de los objetivos de esa ley es, precisamente, reconocer a quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas, ideológicas, de pensamiento u opinión, de conciencia o creencia religiosa, de orientación e identidad sexual, durante el período comprendido entre el golpe de Estado de 18 de julio de 1936, la Guerra Civil, la dictadura franquista hasta la adopción de la actual Constitución en 1978.
En el contexto latinoamericano se han dado en las últimas décadas varios pasos notables —literalmente “memorables”— de lo primero, es decir de recuperación de la memoria histórica. No sin tensión y contradicción con quienes, desde el conservadurismo extremo, prefieren el olvido y que no se hable de hechos y responsabilidades atroces.
En los últimos 20 a 30 años se han dado pasos importantes en la región para mantener la memoria para que hechos terribles sean conocidos por las futuras generaciones para que no se repitan. Por ejemplo, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago de Chile referido a la larga dictadura de Pinochet o el Lugar de la Memoria (LUM) en Lima sobre el conflicto armado interno generado en el Perú por el accionar terrorista de Sendero Luminoso y las atrocidades en las que de ello derivó en responsabilidades graves de agentes de instituciones del Estado. También el Museo Sitio de Memoria, localizado en lo que fue la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) en Buenos Aires, centro de detención y exterminio durante la dictadura militar entre 1976 y 1983 de miles de detenidos y desaparecidos, muchos de los cuales perecieron en los “vuelos de la muerte”.
Siendo las cosas así, el hecho es que para un sector radical de las sociedades recordar parece ser más bien una amenaza y no un paso necesario contra la repetición del horror. Si en la España de hoy hay quienes promueven en su discurso político voltear una página del pasado que parece incómoda para algunos, algo parecido ocurre en una Latinoamérica ya contagiada del virus global de la polarización política. Algo de ese mismo espíritu retardatario flota en otros lares.
Es lo que pasó en Lima con el LUM, espacio de memoria inaugurado el 2015 con la cooperación de Alemania. La exhibición arranca precisamente recordando cómo fue que se inició en 1980 la violencia terrorista de Sendero Luminoso que ensangrentó al país durante veinte años.
Pero, como no podía ser de otra manera, en el LUM la exhibición trata también de las víctimas de graves violaciones a derechos humanos cometidas desde el Estado, algo que para algunos extremistas es mejor omitir. Así, la autoridad municipal en Lima, en manos de un grupo político de extrema derecha, ordenó abruptamente el cierre del LUM con objeciones administrativas que pudieron haber tenido otro manejo. Por el momento la crisis ha sido superada pero ya se sabe de la espada de Damócles que pende sobre su funcionamiento dentro de un contexto político general cada vez más tenso y de regresión.
No deben sorprender estas corrientes de regresión que buscan cancelar la memoria y que se repita y extienda por otros países. Y que, con ello, se pretenda borrar de la historia hechos graves. Que deben ser conocidos y recordados como datos de la historia de manera que en la formación de las futuras generaciones haya mejores y mayores elementos para que esas tragedias no se repitan. Cancelando la memoria, por el contrario, es cómo el aliento a la repetición de tragedias se hace más posible.
En defensa de la memoria democrática para construir futuro
Las políticas de recuerdo de la represión y la dictadura deben adaptarse a generaciones que no han vivido la Transición; para ello hay que abrir archivos, desclasificar documentos, dar formación y resignificar los lugares de represión
En el cambio de milenio, la transversalidad del ciclo de protesta que se acrecienta en la segunda legislatura del presidente José María Aznar cobija también a los movimientos memorialistas. Estos no salen de la nada: son herederos de un trabajo incansable de exigencia de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición desde la misma Transición. Pero es solo a principios de la década de los 2000 que las demandas memoriales empiezan a devenir un nuevo sentido común. En este sentido, el pacto del Tinell que da vida al Gobierno catalanista y de izquierdas de Pasqual Maragall en 2003 apela a la experiencia republicana como antecedente fundacional de la democracia contemporánea. José Luis Rodríguez Zapatero, desde una mirada más personal, llega al Gobierno reivindicando a sus familiares represaliados en 2004. Por primera vez se establece un marco cultural que posibilita políticas públicas integrales de memoria democrática. Dos décadas después, la irrupción de la derecha radical amenaza con romper aquellos consensos. Su proyecto político, basado en la intolerancia y la exclusión del diferente, se ve amenazado por unas políticas de memoria que pretenden construir sociedades más libres y más pluralistas. Lo estamos viendo ya en algunos acuerdos de coalición a nivel autonómico. Sin embargo, para defender los consensos en materia de memoria democrática no es suficiente con repetir títulos declarativos como el de este artículo. Debemos avanzar, consolidar, innovar.
En primer lugar, necesitamos pensar las políticas de memoria en un contexto postransicional. Las nuevas generaciones no han vivido la Guerra Civil ni el franquismo, pero tampoco la Transición o los primeros años de la democracia. La educación, la formación y sensibilización deben estar en el centro. Las políticas de hoy no pueden ser las mismas que deberían haber sido en los ochenta (aunque no fueran). En segundo lugar, no estamos frente a un ejercicio de nostalgia, sino que abrimos un horizonte de presente y futuro, de articulación de una cultura cívica democrática. Se debe entender el presente con perspectiva histórica y de derechos humanos para construir y reconstruir ciudadanía social. En tercer lugar, hay declinar las memorias democráticas en plural. No estamos aquí para construir una única verdad historiográfica sino para avanzar en la defensa de los derechos humanos, la cultura de la paz y la fraternidad. En sociedades complejas y mestizas, con distintas sensibilidades, experiencias y orígenes, las memorias democráticas también son, por ejemplo, las de las diásporas y la ciudadanía nacida fuera del Estado o sus descendientes.
Para construir memoria democrática en pleno siglo XXI se abren escenarios practicables desde el aquí y el ahora. Cuatro vectores hay que transitar y pueden conectarse con el derecho internacional relativo a los derechos humanos. Para empezar, el derecho a la verdad. Este pasa por abrir archivos y digitalizar al máximo su contenido. El objetivo debe ser el de facilitar el acceso a los investigadores/as y la ciudadanía en general. También deviene imprescindible proceder a la desclasificación de documentos del periodo franquista y construir bases de datos públicas, repositorios de información y material clasificados que permita el avance de la investigación y divulgación. Seguidamente del derecho a la justicia. Es la hora de iniciar procesos judiciales en relación con los abusos de derechos humanos que se produjeron durante la dictadura franquista. Aunque la Ley de Amnistía dificulte penar, no debería ser un impedimento para investigar. La ley 20/2022 de memoria democrática y la creación de la Fiscalía de sala reforzarían este marco de oportunidad. Para que sea una realidad, el Gobierno catalán del que formo parte, por ejemplo, trabaja para ofrecer formación en materia de memoria democrática a operadores jurídicos y en la construcción de la prueba que pueda acompañar procesos judiciales.
El derecho de reparación deviene también fundamental. La abertura de algunas fosas puede actuar como ejercicio de reparación individual y colectiva, de manera relevante en los casos más cercanos al presente, pero no es el único instrumento a utilizar. También lo es dignificar cementerios y lugares de inhumación (por ejemplo, recomiendo visitar el Fossar de la Pedrera en Barcelona, un ejemplo modélico y pionero inaugurado en 1985), conmemorar y homenajear, resignificar lugares de represión, patrimonializar hechos y espacios vinculados a las luchas democratizadoras, etcétera. Por último, la garantía de no repetición. La memoria democrática debe estar presente en las actividades curriculares y extracurriculares de nuestros centros educativos, desde primaria hasta la universidad. Sin ir más lejos, en Francia todos los jóvenes deben visitar algún espacio memorial a lo largo de su escolarización. Y también es necesaria la introducción de la memoria democrática en la formación de trabajadores de la administración pública (aparte de operadores jurídicos antes citados: policías, bomberos, maestros o médicos forenses).
En definitiva, el reto está en transitar de la resistencia a la innovación, de la nostalgia a la construcción de futuro: impulsar políticas de memoria democrática situadas. Porque cualquier batalla cultural requiere de mucha inteligencia, audacia y flexibilidad. Memoria democrática, en fin, para avanzar hacia unas sociedades más inclusivas, tolerantes y convivenciales.Gemma Ubasart es consejerade Justicia, Derechos y Memoria de la Generalitat de Catalunya.