No es la primera vez que ocurre, pero duele. Los pobres votan a los ricos en Estados Unidos. Los mensajes simples y las mentiras triunfan sobre los hechos probados y los mensajes complejos. Y las redes sociales, sin verificación fiable de su información, hacen que la gente no crea en nada y no distinga el bien del mal. La desigualdad rampante, la pérdida de influencia de los blancos sin estudios, frente a la identidad emergente de negros, latinos, mujeres, homosexuales, élites académicas, inmigrantes, etc., el machismo y racismo crecientes contra Harris, una candidata mujer y negra, y el impacto de la inflación entre los que Hillary Clinton (¡qué horror!) llamó «deplorables» completan el trabajo en favor de un delincuente como Trump. El condenado vence a la fiscal. El poder casi absoluto de este nuevo líder se impone sin apenas contra poderes. Democracia en peligro. Miedo me da.
Por razones parecidas, los pobres votaron a los ricos en Alemania en 1933. Hitler ganó las últimas elecciones democráticas en Alemania (no hubo más) y se convirtió en dictador.
La Historia no se repite, dijo Mark Twain, pero rima.