Como un rayo, que ilumina y estremece a la vez, ha caído sobre mi el despido fulminante de Miguel Ángel Aguilar como columnista de El País.
Me estoy imaginando a los directivos de mi viejo y querido diario despotricando contra el New York Times por su artículo, bastante acertado, sobre la pérdida de credibilidad de la prensa española, a causa de sus deudas y las presiones del Gobierno de Rajoy.
-“Estos yanquis no saben con quien están hablando. Ahora se va a enterar”.
A continuación, compruebo que El País ha despedido a su columnista por un par de frases que dijo al corresponsal del NYT en España:
-“La prensa española está en manos de sus acreedores” y “El País antes era un sueño (…) y ahora algunos se van porque sienten que hay censura”.
Salvo cuando vivía en Estados Unidos (en Harvard, con el Grupo Prisa o con TVE) he procurado leer a diario El País, en el que trabajé muchos años como redactor-jefe de Internacional, de Economía y de Investigación y del que soy suscriptor. El País ha sido y sigue siendo mi diario favorito. Por eso, me duele tanto su reacción tan pueril (y tan española) contra la información del NYT sobre la dañada credibilidad de nuestra prensa. Rafael Minder, recuerda en su artículo del NYT que, en los dos últimos años, fueron despedidos los directores de los tres diarios mas importantes de España. Yo di entonces mi versión de aquel acontecimiento en este mismo blog. («¿Qué pasa en la prensa española?»)
Como cada jueves, ayer busqué dentro de El País el suplemento “Te New York Times/International Weekly” de ocho páginas en castellano. No tuve éxito. Sin avisar a sus lectores y sin mediar explicación alguna, El País suspendió de pronto la publicación de tales páginas. No puede ser. Pensé: ¡Tanto les ha cabreado el artículo del NYT como para despedir a Aguilar y, a la vez, romper su acuerdo de colaboración con el diario más prestigioso del mundo!
Un precio muy alto para tan pequeña crítica. Me parece que se han disparado un tiro en el pie. A partir de ahora, ya no podrán fusilar los artículos y las informaciones del NYT, como de costumbre, en forma de refritos apañados para que no se notara demasiado la copia. Lo se porque mi chica (ex corresponsal del NYT en España) suele leer on line su viejo diario neoyorquino y mi copia en papel de El Pais. En ese orden. Y se nota.
En lugar de las ocho paginas desaparecidas del NYT, ayer me topé en El País con una página completa (Pg. 29) dedicada a vengarse del NYT, tirándole una pedrada a su cuenta de resultados, con este titular a cuatro columnas:
“Los problemas económicos limitan la expansión del New York Times”
No me lo podía creer. “Estos colegas del El País se han vuelto locos”, pensé. Pesaroso, me fui a jugar al tenis con el cantante Jeff Espinoza, a mi clase de talla de madera con mi maestra Sandra Krysiak y a la presentación del último y emocionante libro (“Todos náufragos”) de mi colega, y sin embargo amigo, Ramón Lobo, en la Asociación de la Prensa de Madrid. En los corrillos de periodistas, hubo risas sin fin a costa de la reacción airada y despropocionada de El País contra las suaves críticas del NYT. Oí decir: “Con la paisitis que sufren, estos de El País no aguantan ni media hostia”.
Recordé una frase atribuida a Juan Aparicio (o quizás a Pedro Go) al cerrar una edición de la Hoja del Lunes con una portada crítica con Estados Unidos por algún desaire contra la Dictadura del general Franco:
-“Se va a enterar la Casa Blanca cuando vea la portada que sacará mañana nuestra Hoja del Lunes”.
Entre risas y abrazos, mi compadre (que fue cocinero antes que fraile) mencionó una célebre portada del semanario humorístico, tras un incidente hispano-británico sobre Gibraltar, que decía algo así:
“La Codorniz declara la guerra a la Gran Bretaña”
¿Podrá recuperarse mi querido diario del ridículo tan espantoso y pueril en el que ha caído al despedir a Aguilar, romper su ventajoso acuerdo con el NYT y sacudirle pedradas vengativas? Espero que sí. Y que lo haga pronto, pidiendo disculpas obligadas a sus lectores.
Ya en casa, seguí leyendo el libro de Ramón Lobo, que recomiendo muy vivamente, y subrayé esta frase suya, muy apropiada para entender mi pesar por la triste evolución de El País hacia lo más oscuro y triste de la historia de España: la pérdida paulatina de la libertad de expresión:
“… aplastados por una forma de intolerancia, impulsada por el nacional-catolicismo, un virus troyano que procede de la Inquisición, de la España más oscura”.
En El País de hoy busqué, sin éxito, una disculpa, alguna forma de arrepentimiento por su metedura de pata tan colosal. Por el contrario, “mantenella y no enmendalla”, mi diario dedicó otra página (pag. 32) a golpear al NYT por su audacia al poner en duda la credibilidad de nuestra prensa, endeudada con bancos y empresas y engolfada con los poderes públicos (grandes anunciantes). Ese es su titular a cuatro columnas:
Los editores responden a las críticas de “The New York Times”
Y este sumario:
La AEDE defiende la “calidad de la libertad de prensa” en España
Han recurrido al cártel de la banda que responde al inofensivo nombre de AEDE (Asociación de Editores de Diarios Españoles) a la que le falta la P (de Pago). Jamás dejó la AEDE entrar a ningún diario gratuito en su guarida de pago. Conozco bien la historia vergonzante de la AEDE. Pero, por haber sido víctima del cártel cuando fundé el diario 20 minutos, no soy objetivo. Por tener, en este asunto, un hacha para afilar, me callo.
La polémica es ridículamente mundial. Suma y sigue. Hoy mismo, el NYT informa de ella. Y echa más leña al fuego. Como diría nuestro brillante y socarrón Miguel Ángel Aguilar:
–«¡Atentos!»