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«Valoramos la libertad, como el oxígeno, cuando nos falta»

Hoy me siento alguien. The Objective publica el texto de una entrevista grabada sobre mi vida y milagros. La transcripción escrita de lo que dije ante la cámara puede inducir a error. Quienes me conocen saben lo presumido que soy. Por eso puede sorprenderles que yo haya dicho que «en lo que más destaco es en la modestia, como sabes. Soy muy humilde». En cámara podréis notar la sonrisa y el gesto que acompaña a mi ironía, ya que de humilde no tengo nada. Pero una frase escrita, desprovista de la imagen, resulta ingrata por incompleta. Pido disculpas por haber hecho el payaso ante la cámara. Ahí va la transcripción de la entrevista y el enlace a la grabación, que recomiendo. Gracias, Javier, por acordarte de los viejos rockeros… y por haber leído mi libro de memorias «La prensa libre no fue un regalo»...

Fuera de micrófono

J.A. Martínez Soler: «La libertad, como el oxígeno, sólo la valoramos cuando nos falta»

El periodista almeriense ha fundado y cerrado periódicos. En consecuencia, ha vuelto a empezar muchas veces

J.A. Martínez Soler: «La libertad, como el oxígeno, sólo la valoramos cuando nos falta»
José Antonio Martínez Soler. | Carmen Suárez

Publicado: 15/11/2023  •  03:30

Su hija Andrea tiene la culpa de que en plena pandemia de la covid comenzara a escribir sus memorias pensando en sus nietos, dejándole un libro en blanco en la puerta de casa. José Antonio Martínez Soler –también conocido como JAMS– ha vivido a salto de mata, con muchos sobresaltos, la profesión de periodista. El 2 de marzo de 1976, siendo director de la revista Doblón, fue secuestrado al salir de su casa en Las Matas (Madrid) para ser torturado e interrogado después, en la Sierra de Guadarrama, por un grupo de individuos –según todos los indicios, guardias civiles franquistas–, empeñados en saber la identidad de sus fuentes de información.

Conociéndole, este dramático episodio y otros más felices se los habría contado igual a sus nietos de palabra, pero escribir sobre su vida podría ser una buena terapia para combatir el confinamiento. Así nació La prensa libre no fue un regalo (Editorial Marcial Pons), un libro de más de quinientas páginas en las que cuenta en primera persona su dilatada trayectoria profesional, con algún ajuste de cuentas y muchas anécdotas, pero «sin acritud», como diría su buen amigo Felipe González.

De familia humilde, Martínez Soler nació en un barrio obrero de Almería en enero de 1947. Su padre, admirador de Nicolás Salmerón, presidente de la Primera República, le inculcó ideas socialdemócratas que todavía defiende. Como también defiende la Transición democrática, que ahora algunos tanto cuestionan.  «El miedo en ambas partes –afirma en sus memorias– nos hizo demócratas».

Reconoce el sacrificio y la generosidad de los líderes de entonces, pero critica las actuales posiciones de Felipe González y Alfonso Guerra, contrarios a las concesiones de Sánchez a los partidos independentistas.  «Creo que Felipe y Guerra están envejeciendo mal… Pedro Sánchez tenía que haber cautivado a estos dos viejos monstruos del socialismo para que no se pusieran en su contra», explica. En definitiva, darles algo más de cariño.

Casado con la periodista estadounidense Ana Westley (natural de Boston), Martínez Soler cuenta en esta entrevista de Fuera de micrófono que dejó los estudios de Arquitectura al no aprobar el dibujo, y que esa circunstancia le abocó a tener que buscarse la vida escribiendo donde podía. El periodista almeriense recuerda sus idas y venidas por el diario El País y su participación en la fundación de periódicos, revistas y programas de televisión. «Iba de fundación en fundación, como Santa Teresa de Jesús», afirma divertido. Aunque confiesa: «nunca he estado en ningún partido político y no lo estaré jamás, mientras sea periodista»; tampoco esconde sus afinidades y simpatías socialdemócratas.

PREGUNTA.- En tu libro de memorias, La prensa libre no fue un regalo, resumes una vida dedicada al periodismo. ¿Qué te llevó a escribir sobre tu pasado?

RESPUESTA.- Nunca pensé escribir mis memorias, porque yo en lo que más destaco es en la modestia, como sabes. Soy muy humilde. Me pilló por medio la covid, estaba en casa encerrado, con mi mujer, y mi hija nos traía la comida a la puerta. Durante el confinamiento, para no aburrirme, me puse a escribir para mi nieto. Mi hija, que es muy lista, me regaló un libro con las páginas en blanco y me dijo: escribe ahí tu vida para que la conozca tu nieto, porque creo que él debe conocer cómo fueron tus raíces. Empecé a escribir a mano sobre mi infancia, hasta que me cansé y me puse en el ordenador. Me salieron mil páginas. Mi mujer me dijo: «¡Estás loco! Quién va a querer leer mil páginas sobre tu vida». Así que le dije que las editara ella. Cogió un lápiz rojo, empezó a cortar y dejó el libro en quinientas.

P.- Que «la prensa libre no fue un regalo» lo sabes bien, porque lo sufriste en tus propias carnes.

R.- Es cierto, pero también lo sufrieron muchos más. No sólo yo. Algunos lo pagaron con su vida. Yo tuve mala suerte. Tras la muerte de Franco, en noviembre de 1975, yo estaba investigando la purga de mandos moderados en la Guardia Civil. En febrero de 1976 publiqué cuatro o cinco casos sueltos, gota a gota, en los que contaba que el general Campano, nombrado por Franco antes de morir, iba destinando a provincias, y sin mando, a guardias civiles importantes que eran demócratas moderados. A sospechosos de no ser franquistas. Aquello provocó una reacción que no me esperaba. Me cruzaron un coche al salir de mi casa, en Las Matas (Madrid), me sacaron del vehículo con metralletas y me llevaron a la sierra de Guadarrama. Me quemaron la cara y me estuvieron interrogando desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche. Luego supe que era un comando de la Guardia Civil especializado en este tipo de interrogatorios. Eran muy profesionales y todas las preguntas iban dirigidas a que confesara quién me había filtrado la información. Les dije que no lo sabía porque me llamaban por teléfono sin darme el nombre. A pesar de ello, me hicieron firmar un documento acusando al general Sáinz de Santamaría de haberme dado esa información. Le dije que no era verdad, pero con una metralleta en la espalda yo firmo todo lo que me digan.

«El poder se toma la revancha, como hizo Aznar conmigo»

P.- Las memorias sirven a veces para ajustar cuentas y justificar errores. En tus memorias ajustas cuentas con Aznar.

R.- Yo a los malos no los respeto para nada. Pero no tengo enemigos. Como dijo Narváez, el espadón de Loja (Granada), cuando el cura le preguntó, antes de morir, si perdonaba a sus enemigos. «Padre, yo no tengo enemigos: a unos los fusilé y a otros los ahorqué». En ese ten con ten se había quedado sin enemigos. Cuando criticas al poder, el poder se toma la revancha, como hizo Aznar conmigo, echándome de TVE después de entrevistarle como candidato a las elecciones de 1996. Ganó las elecciones por menos votos de los que él pensaba y me despidió de la tele. Estaba yo de corresponsal de TVE en Estados Unidos y no era un cargo político, sino laboral. Me sentó muy mal. Me dio la impresión de que era un hombre rencoroso. Le puse un pleito a la televisión del Gobierno, lo gané, y con el dinero de la indemnización pude comprarme un BMW grande, de segunda mano. Mis tres hijos me decían: «Este cochazo es de la época de Aznar«. Lo tomamos con sentido del humor. Yo creo que no he ajustado cuentas con nadie. Critico un poco a Juan Tomás de Salas porque me despidió de Cambio 16 de mala manera, con un poco de mala fe. Cuento sus luces y sombras. Y no tengo más enemigos… Bueno, otro que quiso quitarme el trabajo fue Miguel Boyer, el pobre, que le pidió a Jesús Polanco mi cabeza. Acabé yéndome de El País por tercera o cuarta vez.

José Antonio Martínez Soler. | Carmen Suárez

P.- Volviendo a tus inicios, hay que recordar que empezaste Arquitectura y, al no aprobar la asignatura de dibujo de primero, te buscaste la vida en el periodismo.

R.- La suerte me acompaña. Soy cobardica, pero tengo mucha suerte. Eso me ha permitido fundar muchas revistas, muchos periódicos y muchos programas de televisión. Me he divertido mucho. De alguna forma, yo tenía las espaldas cubiertas. Era un mantenido porque mi mujer, que nació en Boston, era corresponsal del New York Times y cobraba en dólares. Entonces, yo podía arriesgarme. Me iba de los sitios porque tenía a mi mujer detrás que mantenía a los niños. No soy ningún valiente, Javier, aunque he tenido mucha suerte.

José Antonio Martínez Soler, cuando dirigía y presentaba Buenos días, año 1986| Foto: Javier del Castillo.

P.- En las memorias cuentas que fuiste «de fundación en fundación, como Santa Teresa de Jesús».

R.- En lugar de conventos, fundaba medios de comunicación. Yo empecé en TVE haciendo de figurante, porque había hecho cine en Almería como extra. Entonces, conocí a Amestoy. Me pidió un artículo para la revista Don Quijote y después me contrataron. Hacía el ajuste de páginas, mientras estudiaba Periodismo. Estuve seis meses, pero sólo cobré el primero. Después, fui uno de los fundadores del periódico Nivel. Me contrató Manuel Martín Ferrand y conocí allí a gente muy buena. A Martín Ferrand le quise mucho. Era un tipo sensacional. Él era conservador y yo socialdemócrata, así que chocábamos de vez en cuando. No he estado en ningún partido, ni lo estaré jamás, mientras sea periodista. Aquel periódico sólo se publicó un día. Así que de ahí me fui a trabajar de documentalista a un programa de TVE que se llamó España siglo XX, cuyos guiones firmaba José María Pemán, el poeta de Franco. Era el negro de Pemán. Él corregía algunas cositas y ponía su nombre en letras grandes. Debajo, en letras pequeñitas, aparecía: Investigación y documentación, José Antonio Martínez Soler. Y yo tan orgulloso.

«No he sido nunca felipista, guerrista, ni maoísta del Niño Jesús»

P.- Lo primero que hiciste en TVE fue presentar un programa escolar, gracias a una recomendación de Adolfo Suárez.

R.- Era una especie de videoclub que se ofrecía a los colegios de los pueblos, y que se llamaba Televisión escolar. Era una prueba, que duró un año.  Yo había conocido a las secretarias de Adolfo Suárez, entonces uno de los jefes de producción en la Primera Cadena de TVE. Ellas me dijeron que estaban buscando una cara para presentar aquel programa y Suárez me dio una tarjeta para que se la entregaran a quienes hacían las pruebas. Hice la prueba con gente de más experiencia y, al finalizar, el realizador me dice: «¿Te habrás dado cuenta de que eres el peor de todos?». Me puse colorao y le dije que el problema era que estaba acostumbrado a las cámaras de cine, más pequeñas. Al final, me dijo que si en quince días perdía el acento de Almería el trabajo sería mío. Lo conseguí y fui presentador de Televisión escolar con 20 años.

P.- Volviste muchos años después a TVE, en los años 80, para hacer Telediarios y el programa matinal en TVE, Buenos días.  

R.- He tenido mucha suerte. Un día, cuando yo era director del TD1, estaba yo preparando las preguntas para una entrevista al ministro de Obras Pública, Julián Campo, sobre la Ley de Aguas, y me llamaron al control para decirme que el ministro no iba a llegar a tiempo. ¿Qué hacemos? Me bajé al estudio, me maquillaron corriendo y Manuel Campo Vidal Concha García Campoy me hicieron a mí las preguntas que había preparado para el ministro. Esa misma tarde, Ramón Colom me dijo que dónde había aprendido a hablar en televisión con tanta naturalidad. Le conté que había estado un año presentando Televisión escolar. Al poco tiempo, me llamó José María Calviño, el gran jefe, y me dijo si podría hacer el Buenos días, en la televisión matinal. Me fui una semana a Nueva York a copiar los matinales que se habían en EEUU. y los adapté al gusto español. Y el 13 de enero de 1986 había nacido una estrella.

P.- Recuerdo que dabas los buenos días en los cuatro idiomas que tenemos en España.

R.- Es verdad. Ahora me copian en el Parlamento. Yo saludaba todas las mañanas diciendo Buenos días, Bon dia, Bos días y Egun on. Excepto un día en que cambié el saludo. Me llamó a las dos de la mañana nuestro corresponsal en Ámsterdam anunciándome que se iniciaban relaciones diplomáticas de España con Israel. Cambié todo el programa y abrí el Buenos días diciendo Shalom, shalom, IsraelUn saludo, recordé, que se remontaba a hace quinientos años. Yo oí decir entonces: Buenos días, ShefaradEra emocionante. Se te ponían los pelos de punta. Dimos la exclusiva.

P.- TVE era la única cadena de televisión y esa circunstancia permitía alcanzar grandes audiencias, pero también incrementaba las presiones políticas.

R.- Yo he dirigido telediarios en el año 1985 y en los años 1993 y 1994. En dos etapas distintas. Los políticos siempre quieren manejar el monigote que sale en la tele. Es normal. Y el periodista tiene que oponerse y tratar de equilibrar esas presiones. Lo que se publica o se emite es la resultante de todas las presiones que llegan: del jefe, del amigo, del cuñado, del vecino, del político o del anunciante. Nosotros tratamos de hacer la resultante de todas esas presiones. Yo recibía llamadas del ministro portavoz o del líder de la oposición continuamente. Pero en el Buenos días ¿quién me iba a llamar a mí a las cuatro o a las cinco de la mañana? Todos estaban durmiendo. Yo era libre y hacía lo que me daba la gana. A posteriori, podían criticarme, pero ya daba igual. Era maravilloso. Éramos los más libres de España porque los jefes estaban durmiendo.

P.- ¿Por qué se cargaron el programa matinal, nada más llegar a la dirección general de RTVE Pilar Miró?

R.- Hay cosas que no se pueden contar. Yo no he sido nunca ni felipista, ni guerrista. Ni maoísta del Niño Jesús. He sido siempre independiente. Soy de centro izquierda porque mi padre era republicano salmeroniano. Fíjate, yo soy de Salmerón, de la Primera República. Y también de Indalecio Prieto, si quieres, socialista a fuer de liberal. Pero nunca he estado en ningún partido político, ni lo voy a estar. Porque me interesa ser libre. Mi corazón está un poco en el centro izquierda. ¿Qué ocurre? Pues que inmediatamente tratan de ponerte una etiqueta. Cuando Calviño me llamó para dirigir un Telediario, la gente decía: si le ha llamado Calviño, es que este es guerrista. Yo ni conocía a Guerra. No lo había visto en mi vida. Bueno, le conocí indirectamente cuando fui ayudante de Fernando Abril Martorell, vicepresidente del Gobierno con Suárez, y ellos dos negociaban la Constitución. Los padres de la Constitución de verdad son Alfonso Guerra y Fernando Abril Martorell. Ellos negociaban de madrugada y luego le decían a Felipe y a Suárez lo que habían aprobado. Las matronas de la Constitución fueron Abril Martorell y Guerra. Me decían que era guerrista, pero de guerrista nada.

P.- Te llevabas bien con Felipe González… Te mandó una carta cuando te secuestraron.

R.- Es verdad. La primera foto de Felipe González la publiqué yo en la revista Doblón. Le tapamos los ojos, porque era todavía ilegal. Cuando me secuestraron y torturaron, me mandó una carta muy cariñosa, firmando ya con el nombre de Felipe González. También me mandó otra carta Nicolás Franco, sobrino del dictador. Yo soy amigo de Nicolás Franco porque me salvó la revista. El día que murió el caudillo nos la secuestró la policía. La portada era un sello de correos, con la cara de Franco ampliada y un titular que decía Ha muerto. Nada más. Luego me enteré que el secuestro se debió a que habíamos ofendido a la viuda, Doña Carmen Polo de Franco, por decir que era «inteligente para los negocios». No pagaba los collares en las joyerías. Lo tengo confirmado. Le hicimos llegar una carta al entonces todavía príncipe Don Juan Carlos y por la tarde nos dieron permiso para repartir la revista. Yo le estaré siempre agradecido al rey Juan Carlos y a Nicolás Franco. Aunque el rey Juan Carlos nos salió luego un poco rana, hizo mucho por la democracia y salvó mi revista.

José Antonio Martínez Soler en un momento de la entrevista. | Carmen Suárez

P.- Después de tan larga trayectoria, ¿somos ahora más libres o menos libres que hace cuarenta años?

R.- Es una reflexión difícil. Depende. Está claro que España es un país democrático. Somos libres. La mayor libertad que yo he tenido, como periodista, fue desde la muerte de Franco hasta la aprobación de la Constitución, años 76, 77 y 78. Me sentía más libre porque los poderes antiguos de la dictadura no acababan de morir y los poderes nuevos de la democracia no acababan de nacer. No había unos poderes claros. Yo era entonces director de Doblón y publicábamos cosas increíbles. La clave de la Transición fue que los demócratas no sabían la fuerza que tenían los franquistas y viceversa. Y tenían miedo a volver a las andadas. En aquellos tres años he sido más libre que nunca. Nadie es objetivo; somos sujetos, no objetos.

«Los españoles perdonamos los pecados del amor, pero no los de robar»

P.- En la Transición conociste bien a Felipe González y a Alfonso Guerra. ¿Qué te parecen sus críticas a lo que está haciendo Pedro Sánchez?

R.- El Rey emérito, con el que he tenido una relación de afecto y de agradecimiento, ha envejecido mal. Constitucionalmente, lo ha hecho bien, pero la bragueta le fue mal y la cartera también. Los españoles perdonamos siempre los pecados de amor, pero los de robar no. Aunque no se ha probado todavía, todo el mundo sabe que ha habido un comportamiento no ejemplar del Rey emérito. ¿Qué pasa con Felipe y Guerra? Yo quiero a los dos, y les he votado muchas veces. Para mí, Felipe es un hombre imprescindible en la historia de España. Ha sido fundamental, como lo fue Suárez, como lo fue Carrillo, como lo fue incluso Fraga, Guerra o Abril Martorell.  Pero, cuando pierdes el poder -por vejez o porque te retiras-, no te acostumbras a que los guardias no se cuadren y den el taconazo, ni a que el coche oficial no te esté esperando en la puerta. No se acostumbran a que las nuevas generaciones no les pregunten. Felipe y Guerra están dolidos por eso. Pedro Sánchez tenía que haber cautivado a estos dos viejos monstruos del socialismo para que no se pusieran en contra. Tanto Guerra como Felipe están envejeciendo un poco mal. Han hecho mucho bueno por la democracia, pero ahora es tiempo de los jóvenes.

«Felipe González, Alfonso Guerra y el rey Juan Carlos I están envejeciendo mal»

P.- Pero ¿no crees que se están haciendo demasiadas concesiones por parte del presidente en funciones?

R.- Pero, ¿cuándo no se han hecho?

P.- Tendrá que haber algún límite.

R.- El que marque la ley. Yo soy demócrata y republicano. Por ese orden. Acepto la Constitución y apoyo al Rey, aunque soy republicano. Y la princesa Leonor me parece encantadora. El Rey es soberano, no como Franco que era caudillo por la gracia de Dios. Felipe VI es rey constitucional de España, por designio del pueblo. Envejecer es muy difícil. Yo me he buscado otra vida para no molestar a los jóvenes. Hay gente que envejece mal. Y creo que Felipe, Guerra y el rey Juan Carlos I están envejeciendo mal.

P.- En el libro dices que el miedo de unos y de otros nos hizo demócratas. ¿Qué está pasando ahora?

R.- Efectivamente. El miedo nos hizo demócratas porque, como te decía antes, ninguno bando sabía la fuerza del otro bando. El miedo fue fundamental, pero también la generosidad. Hubo un punto de generosidad. Miedo a no volver a las andadas y generosidad para perdonar a los asesinos del lado franquista y a los asesinos del lado republicano. En la guerra civil hubo asesinos en los dos lados, pero en la posguerra los asesinos estaban todos en el mismo lado: en el lado de la represión franquista y policial. Creo que la izquierda perdonó más, pero ambos perdonaron. Los jóvenes han nacido en libertad y la libertad, como el oxígeno, sólo la valoras cuando te falta. A mí me faltó durante muchos años y la valoro; que ahora no me la quiten. La libertad no fue un regalo, ni lo es ahora. Hay que estar alerta defendiendo permanentemente la libertad, porque un país libre siempre es un país mejor.

Mi libro ya ha cumplido un año. Y sigue dando guerra…

Gracias , Javier, por poner la entrevista en X

¿VOX o Amnistía? Lo tengo claro: Amnistía

Entre VOX y la Amnistía, me quedo, sin dudarlo y aunque no me guste, con la Amnistía. Los !Viva Franco! que, brazo en alto, se oyen en las manifestaciones frente a la sede del PSOE en Madrid, en presencia de Santiago Abascal y Esperanza Aguirre (como delegada de Aznar y Ayuso), me producen algo más que repelús. Me asustan.

Os recomiendo leer «La España de Franco» de Chaves Nogales, probablemente el mejor periodista español del siglo XX.

El PP y VOX están jugando con una bomba de relojería de consecuencias insospechadas. También, con un boumerang que golpeará al pobre Feijóo y, cuando pasen las elecciones europeas del año 2024, le llevará de regreso a su Galicia natal. Menos mal que nuestra Democracia, anclada firmemente en la monarquía parlamentaria de la Constitución del 78, es sólida y aguanta bien los ataques de los neofranquistas de VOX (que llaman Felpudo VI al Rey) y de algunos otros nostálgicos totalitarios emboscados aún en el PP.

Imposible olvidar «Los santos inocentes» cuando veo a los manifestantes rabiosos y violentos, ciegos, contra una Amnistía cuyas causas y efectos desconocen.

Mientras tanto, Ayuso, marcando el paso a Feijóo, de la mano de Aznar, en el papel de Trump, está exultante. Solo cuando la mayoría del PP vuelva al centro derecha podrá aspirar, sin VOX, a ocupar algún día la Moncloa. Con VOX ya se ha visto que es imposible. ¿Por qué no lo entienden y lo asumen de una vez? De ahí su desesperación, su rabia mal disimulada, su violencia contenida, y sus mentiras repetidas de que han ganado las elecciones. En Democracia, señores del PP, si respetan la Constitución y las leyes, deben saber que las elecciones las gana quien puede formar Gobierno con los votos del Congreso donde reside la soberanía popular. No insistan con sus mentiras repetidas en la línea Trump.  Solo crearán frustración entre los suyos.

Ayuso, pupila de Aznar, el «pinocho» de ETA en el 11-M.

La crueldad de la Dictadura de Franco, el dictador felón, perdura en el recuerdo imborrable de muchos demócratas. Gritar ¡Viva Franco!, a estas alturas, no llevará nunca a los PP a buen puerto. Lo saben, pero no se atreven a atar corto a Abascal, su doberman. Lástima. Con lo bien bien que sentaría a la Democracia la posibilidad de la alternancia en el Poder…

Los neofranquistas me dan mucho miedo

Ayer recibí mensajes de amigos que sentían miedo. Veían en directo las imágenes de la violencia desatada por los neofranquistas y nazis contra la Policía y la sede del PSOE. Como los caducados miembros vergonzantes del PP en el Poder Judicial, estos salvajes protestaban también contra la amnistía que está por llegar (y que nadie conoce aún) si hay acuerdo de investidura de Pedro Sánchez con Junts.

Policía ardiendo por una bengala arrojada por los neofranquistas. Foto de Jorge París, de 20 minutos.

No recuerdo violencia semejante cuando Aznar indultó a los terroristas de Terra Lliure a cambio del apoyo de los antecesores de Junts a su investidura en 1996. Lo que sí recuerdo de aquel año es que el flamante presidente Aznar me despidió como corresponsal de TVE en Nueva York tras la entrevista preelectoral que le hice como candidato. Se ve que no le gustaron mis preguntas. Gajes del oficio. Lo cuento con más detalle en mi libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo»).

Todo eso ya lo hizo Aznar. No recuerdo violencia en las calles.

Recuerdo una frase inolvidable que me enseñó entonces Felipe González (el de antes de envejecer): «La intolerancia es la enfermedad de la derecha española». Lástima. Aznar nunca reconoció la victoria electoral legítima de Zapatero («presidente por accidente», le llamaron). La victoria del PSOE se debió, entre otras razones, a las propias y gravísimas mentiras de Aznar sobre ETA en la tragedia yihadista del 11-M. Mentir sobre tantos muertos y heridos para no perder el Poder. ¡Qué vergüenza!

Montaje de Aznar, en el papel de agitador callejero , que circula por las redes sociales.

Los de VOX y una parte del PP se han echado al monte. Cuánto lo siento. Les costará bajarse de ahí. El ex presidente Aznar les moviliza y les azuza para conquistar las calles. La ex presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, le obedece ciegamente y acude a cortar la calle Ferraz, rodeada de vivas a Franco (sí, al tirano) y de banderas con la gallina del dictador felón. No en vano circulan chistes por las redes sobre su papel en primera fila en la algarada callejera frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz.

Banderas cona «la gallina» de Franco en la calle Ferraz.

Ahí va un resumen (que comparto) que circula por la redes sociales.

Mi amigo Manolo Saco me anima con estos versos:

«Pues no he de callar

por más que con sus piedras

Silencio avises 

o amenaces miedo». 

Los versos originales de Quevedo provocaron indirectamente mi despido como director fundador del diario El Sol:

«No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?»

¡Ahí queda eso!

Savater mea fuera del tiesto

¡Pobre Savater! Yo le admiraba desde muy joven y leí con gusto muchas de sus obras. Era un referente lúcido e ingenioso. Ya no es lo que era. Hoy, este ex filósofo, convertido en un cascarrabias amargado y resentido contra el mundo actual, no da pie con bola. Se ríe de quienes fuimos abusados por curas y frailes ¡Qué lastima, con lo que ha sido para tantos jóvenes el autor de «Ética para Amador». Mal que me pese, me obligo siempre a leer su columna sabatina en la última de El País. Me sirve de vacuna contra el mal envejecimiento. ¿Qué pensará Amador de la acelerada evolución, hacia atrás, de su padre? Mi amigo Manolo Saco («Mozart» para quienes le admiramos) me dice que siente asco y náuseas y no sale de su asombro por lo que escribe ahora Fernando Savater. No sin dolor, comparto su opinión.

Hipocresía

La pederastia clerical, cuyos casos suelen ser a veces bastante remotos, tiene gran resonancia en los medios que no quieren hablar de abusos más recientes

El defensor del pueblo, Ángel Gabilondo, con el informe sobre la pederastia en la Iglesia que presentó el 27 de octubre en el Congreso.
El defensor del pueblo, Ángel Gabilondo, con el informe sobre la pederastia en la Iglesia que presentó el 27 de octubre en el Congreso.SAMUEL SÁNCHEZ
Fernando Savater

FERNANDO SAVATER04 NOV 2023 – 05:00 CET

Los soldados del fuerte otean la llanura muy inquietos. Con la mano como visera sobre los ojos, el sargento demuestra vista de lince. “¡Mi capitán, vienen 1.005 indios!”. “¿Estás seguro?”. “Bueno, delante vienen cinco y luego unos mil…”. Este tipo de cálculo es parecido al de los casos de abusos sexuales a menores por parte de clérigos que ha establecido el Defensor del Pueblo. Parece que se documentan unos 400 y luego, aplicando el embeleco de la estadística, otros 400.000. Pues a lo mejor, vaya usted a saber. A mí, perdonen la franqueza, me quita menos el sueño que a Sánchez dormir con Pablo Iglesias. Seguro que ha habido magreos indebidos en colegios religiosos, en institutos laicos, en consultas médicas, en gimnasios, en probadores de grandes almacenes, en la mili y sus derivados, en la sala de espera de dentistas, en transportes públicos, en familia… Algunas víctimas cayeron en manos de auténticos maníacos (seguro que menos de medio millón) y han sufrido dolorosos traumas que les han marcado para toda la vida. Otros pasaron por el trance de modo distinto: algunos lo cuentan años después con su mezcla de sorpresa y susto. Guardan el recuerdo de algo que les repugnó, pero no les traumatizó. Los que fuimos feos de pequeños nunca pasamos por ahí…

La pederastia clerical, cuyos casos suelen ser a veces bastante remotos, tiene gran resonancia en los medios que no quieren hablar de abusos más recientes (la contagiosa moda de metamorfosis trans entre niños, por ejemplo). Y por el escándalo de que sean los que alardean de mayor moralidad quienes dan peor ejemplo. Justo como la izquierda, por cierto: ellos, tan demócratas, promulgan una amnistía que se cisca en los derechos de 47 millones y medio de españoles. El mayor abuso.

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Artículo de Alejandro Palomas, en respuesta al de Savater del sábado, en El Pais de hoy

La náusea (respuesta a Fernando Savater sobre la pederastia)

A los niños y niñas que sufrieron abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia se les robó la infancia y se les silenció. Negar la verdad en una columna periodística es una mentira

Alejandro Palomas

Asco. Profundo. Hoy es un día especialmente nefasto para la lírica porque la música de la palabra ha sonado fea. Señor Savater, a usted me dirijo. Toca —quiero— responder a su columna de opinión, publicada en este mismo medio hace apenas unas horas. Y digo “opinión” porque soy respetuoso y porque, por primera vez, voy a hablar en nombre de todas las víctimas de abuso sexual en la infancia por miembros de la Iglesia católica española, esos —los miembros— que, según usted, cometieron apenas unos “magreos indebidos” que no le quitan el sueño y que a algunos nos dejaron algo de susto pero ningún trauma.

Asco, más profundo aún. Utilizar —¿“magrear”?— al medio millón de víctimas de abuso sexual clerical como arma arrojadiza para vertebrar su crítica a las maniobras de un partido político —”la izquierda”, dice usted— que pretende promulgar “una amnistía” no es sólo irrespetuoso sino perverso. Hemos sido niños y niñas abusados, violados, silenciados, revictimizados una y otra vez por esa siniestra cúpula de encubridores y delincuentes que se expresan como usted, que se burlan de su propia maldad como usted, que nos ridiculizan como usted, que nos acusan de oportunistas, de exagerados, de ser sospechosos de mentir, de inventar… como usted.

Asco. Espantosamente profundo. Dice usted que la gran mayoría de los casos pertenecen a un pasado remoto. Se equivoca. La infancia no es pasado remoto cuando has sido un niño violado. Ni siquiera es pasado del todo. El niño está ahí, camina a tu lado, como una voz pequeña que en cualquier momento te pide que la acunes porque tiene miedo, porque la vida lo aterra desde que a los ocho años un hombre —un docente religioso— dedicó un año de la vida de ambos a abusar sistemáticamente de él dos veces por semana —tres, si había fútbol los sábados— y le enseñó que la maldad anidaba en los hombres y que la confianza era error. Le contaré algo, señor Savater: yo morí a los ocho años, como muchos y muchas de nosotros. Vivimos con lo que podemos, con ninguna fe, intentando confiar en que ese pasado deje algún día de ser presente. A los ocho años un niño tiene que ser niño, ese es su derecho. El de nosotros, los adultos, es velar porque nada lo impida.

Asco. Irremediablemente físico. “Los que fuimos feos de pequeños nunca pasamos por ahí”, dice usted. Es tan demoledor leer una frase construida así, con esa música y con todo lo que respira que debo tomar aire para volver a ella. Es la desubicación y la absoluta falta de empatía, y es también el discurso que todo lo ensucia porque todo lo banaliza. No, señor Savater, usted no se libró del abuso por ser feo. Se libró porque si había algún perverso en su entorno no detectó en usted la vulnerabilidad, la confianza, la inocencia, la orfandad emocional que sí vio en los que, a diferencia de usted, sufrimos el infierno en sus manos. Si se libró no fue por usted, sino porque él no adivinó en usted una diana fácil. Lo feo es el chiste, ese chascarrillo de café, copa, puro y amiguetes de sobremesa tardía. Feo es que un niño se convierta en un hombre que escribe de los que fueron niños con él como si la cuota de “elegidos” para el abuso hubiera tenido que ver con ellos, con su “no fealdad”, y no con el perverso que los destruyó. Decir “los que fuimos feos de pequeños nunca pasamos por ahí”, es desenterrar una vez más el manido “a una mujer la violan por ser como es, por vestir como viste, por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado”. O lo que es lo mismo, recurrir al “A las feas seguro que no les pasa” y reírse con sus amigotes en privado, porque en público ya no, aunque un poco sí, venga, ánimo, una frasecita aunque sea, que no se diga que he dejado de ser aquel niño feo del que lo único que se conserva es justamente eso, la fealdad.

Asco. Ya no tan profundo. Las víctimas no hacemos política. No nos acerque a esa hoguera porque no nos quema. Yo conocí el infierno, ardí allí siendo muy niño y no es mi deseo alimentar esos fuegos. Bastante tenemos con salvarnos de las brasas que los miembros de la Iglesia católica de este país dejaron prendidas bajo nuestros pies con su mala fe y su encubrimiento sistemático. No nos torture usted y no mezcle nuestro dolor con esa proclama contra la amnistía que no procede. Aquí, al lado de los 440.000 niños y niñas no. Nunca.

Quizá, y tómese esto como humilde sugerencia, podría usted acompañar a los cuarenta obispos españoles que el Papa ha convocado de urgencia en el Vaticano, puede que para pasar cuentas por recuerdos, delitos y encubrimientos varios. Me aventuro a suponer que le parecerá una buena idea pedir para ellos —para ellos sí— una amnistía por todo el daño causado. Acompáñelos, y recuérdeles, de paso, que negar la verdad es también mentira, que mentir es faltar al octavo mandamiento y que los miles de niños que nos quedamos sin infancia ya hemos aprendido a defendernos. Y a hablar.

He leído y recomendado muchas de las obras de Fernando Savater. Incluso le propuse y le voté para el Premio Fernado Abril Martorel a la Concordia. Entonces, pensé que lo merecía. Lo publiqué en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo»). Hoy, ya no lo merece. ¡Lástima! No es el único ex referente intelectual o político que camina hacia atrás como los cangrejos. Va peor que el duque de Rivas, fundador del Ateneo, quien, con los años, pasó de liberal a reaccionario. Copio y pego las dos páginas de mi libro sobre el Premio Concordia que concedimos a Savater.

Pagina 160 de «La prensa libre no fue un regalo»
Página 161 de «La prensa libre no fue un regalo».

Leonor tiene buenas cartas para ser Reina

Nada que ver con la liturgia medieval tan apabullante del Reino Unido, que roza lo risible para cualquier republicano que se precie, pero la escolta de caballos de la princesa Leonor y su estampa jurando lealtad a la Constitución Española (no confesional) me han gustado. Si lo comparo con el show de la coronación de Carlos III, cabeza del Reino Unido por designio divino, me quedo con nuestra princesa de Asturias.

La esencia del acto de hoy es que la heredera al Trono se somete a la Carta Magna aprobada por los españoles en 1978. Si cumple esa Ley, como acaba de jurar, y como viene haciendo su padre Felipe VI, sin cometer corrupción económica como su abuelo, y no se identifica con ningún partido político ni sucumbe ante los halagadores profesionales, llegará a ser Reina. Lo digo como lo siento, y como lo he dicho hoy en Onda Cero con Carlos Alsina, como demócrata republicano que soy. En ese orden.

Esta mañana con Carlos Alsina en Onda Cero

Como demócrata, acepto lealmente cumplir las leyes que la soberanía popular aprueba en España. La más grande de ellas es la Constitución del 78, que yo voté, y ésta incluye la Monarquía Parlamentaria hasta que la voluntad del pueblo español no la cambie por la Tercera República. Ya veremos. Por ahora, el reinado de Felipe VI (vacunado contra la corrupción por el comportamiento inmoral de su padre) está resultando útil para la unidad, la estabilidad y el progreso de España. Y seguramente resulta más barato y emocional, aunque menos racional, que una República.

Con Carlos Alsina frente al Congreso
Carlos Alsina, frente al Congreso.

¡Feliz cumpleaños, princesa Leonor! ¡Menudo marrón le ha caído! Es zurza (como mi hija), ha sufrido bastante (por no hablar del peso insoportable de su mochila en marchas militares), tiene obligaciones impropias para su edad, apenas puede cometer errores en público…  ¡Pobre señora!  Sin embargo, tiene una ventaja: «Como ha sufrido mucho, ve cosas que otros no ven». Eso diría de ella el Lazarillo de Tormes.

Gracias, Carlos, por invitarme hoy a compartir con Onda Cero la jura de la Princesa y comentar lo mismo que hizo su padre hace 37 años y que dimos en el Buenos Días de TVE.

Suerte, señora. La vamos a necesitar por el bien de todos.

Demócratas, en deuda con las víctimas de la guerra y la dictadura

Con emoción y respeto, hoy celebramos el Día de la Memoria Democrática, una ocasión inmejorable para saldar la deuda que todos los demócratas tenemos pendiente con las víctimas de Guerra Civil y la Dictadura. Sin la generosidad de las víctimas de ambos bandos no hubiera sido posible la Transición. Pedro Sánchez nos ha dejado hoy algunos mensajes: «La memoria democrática es una cuestión de Estado que no concierne a una ideología en particular. No podemos mirar para otro lado cuando, aún hoy, las familias esperan a que aparezca un objeto con el que puedan identificar los restos de sus antepasados. La ley se va a cumplir. Vamos a dedicar más esfuerzos a la divulgación de nuestra Historia y la actualización del relato histórico en los libros de texto, para que los jóvenes conozcan el pasado de su país».

Pedro Sánchez abraza a Nicolás Sánchez Albornoz, preso durante la Dictadura que consiguió fugarse del Valle de los Caídos.
Loa aplausos del público, en pie, interrumpieron varias veces los discursos.

Teresa Alberti dio las gracias en nombre de los homenajeados y recordó a su tía Teresa León: «Recordar es más importante que vivir».

Joa Manuel Serrat y Rozalen cantan el poema de Miguel Hernández «Para la libertad».

Rozalen y Joan Manuel Serrat clausuraron el acto, con todo el público en pie, cantando «Para la libertad».

Para la Libertad

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad, siento más corazones
que arenas en mi pecho dan espuma a mis venas;
y entro en los hospitales, y entro en los algodones,
como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñaran aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida;
porque soy como el árbol talado que retoño:
aún tengo la vida.

En segunda fila, detrás de Pedro Sánchez, está el catedrático de Historia, Fernando Martínez, secretario de Estado de Memoria Democrática, autor de esta Ley, a las órdenes del ministro Félix Bolaños.
«Recuerda tu y recuerda a otros…» Escribió Pablo Neruda. Hoy no pude evitar la emoción. Yo perdono mi secuestro y las torturas que sufrí de los últimos franquistas, a los tres meses de la muerte del dictador, pero no olvido. Lo cuento en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo»)

El homenaje de hoy me reconfortó. Gracias a quienes lo han hecho posible.

Leonor podría saludar a los españoles como hizo su padre

Ya sé que son otros tiempos, pero la heredera al trono podría emular a su padre, el rey Felipe VI, presentarse ante las cámaras de  TVE y enviar un saludo a los españoles, justo antes de cumplir los 18 años y jurar la Constitución. ¿Se atreverá? Su mensaje se puede grabar y grabar tantas veces como haga falta hasta que le salga perfecto. Dentro de muchos años podremos sonreír al ver las tomas fallidas y las risas de la reina Leonor, igual ha hecho TVE con las de su padre. El joven heredero, Felipe de Borbón, lo hizo genial, sobre todo cuando dejamos de atosigarle y de darle consejos. Y sus tomas fallidas nos han dado hoy una imagen simpática e inteligente de aquel joven príncipe de Asturias. A mí me ha sorprendido agradablemente comprobar que las tomas fallidas que hicimos para el Buenos Días, que yo dirigía en 1986, no se habían eliminado. Son parte de nuestra historia.

Yo era el director del Buenos Días de TVE y quería emitir en exclusiva el saludo del príncipe. Tuve suerte.

La verdad es que mi colegas de TVE han sabido aprovechar muy bien las tomas fallidas del príncipe de Asturias. Las han repetido en los telediarios. Incluso los de 24 horas conectaron conmigo en directo para que les contara detalles de aquella grabación y de cómo hacíamos entonces el Buenos días, el primer informativo de la mañana en TVE.

Mientras hablaba con Paula y Lluis desde mi sótano emitieron viejas imágenes mías… ¡con pelo!

Un ataque de nostalgia. Fue como volver a mi vieja casa después de haber sido expulsado de ella en 1996, cuando era corresponsal de RTVE en EEUU, tras la entrevista preelectoral que le hice al candidato José María Aznar. No debieron gustarle mis preguntas al líder del PP ya que él (o el pelotas de turno) me despidió en cuanto ocupó la Moncloa. Claro que le gané el juicio por despido improcedente. La indemnización que fijó el juez me sirvió para refugiarme en la Universidad y preparar el invento del diario 20 minutos. Mis hijos atribuían el coche nuevo que compramos a lo que llamaron «la beca Aznar». Todo eso lo cuento en mis memorias «La prensa libre no fue un regalo» (Marcial Pons)

Reconozco que el príncipe de Asturias, a pesar de sus tropiezos, me causó una buena impresión.

 Esta es la crónica que ha publicado RTVE en su web: La intrahistoria de las imágenes inéditas del discurso de Felipe VI a los 17 años: «Pedíamos cosas imposibles»

  • Detrás de la participación del príncipe estaba José A. Martínez Soler y su equipo de ‘Buenos días
  • El entonces príncipe mandó un mensaje a través de TVE a los españoles en la víspera de su juramento de la Carta Magna

25.10.2023 | 12:19 horasPorI. FEDRIANI / Á. CABALLERO

El detrás de cámara del príncipe Felipe, 38 años después de su juramento de la Constitución
El detrás de cámara del príncipe Felipe, 38 años después de su juramento de la Constitución

4 min.En 1986, en la víspera de su juramento de la Constitución, el entonces príncipe Felipe ofreció en Televisión Española un solemne y breve mensaje para todos los espectadores. «Gracias por ayudarme a ser un digno heredero de la Corona española», expresaba en su discurso, grabado en el Palacio de la Zarzuela. Vestido con su uniforme de cadete –símbolo del comienzo de su carrera militar–, se veía serio y sereno, a pesar de tener tan solo 17 años.

Ahora, 38 años después de la retransmisión, un paseo por el archivo de RTVE descubre las tomas falsas de un joven príncipe sonriente, pero también algo nervioso ante el que fue su primer discurso en la televisión. En él, saludaba a la ciudadanía, a quien agradecía su apoyo.

Detrás de la participación del príncipe estaba José A. Martínez Soler y su equipo de ‘Buenos días’, el programa que en la década de los ochenta iniciaba la programación en TVE. Durante su emisión, se lanzaron a hacer reportajes exclusivos tan variados como el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre España e Israel, conectar con la estación del MIR o entrevistar por el 8M a Carmen Romero, la mujer del entonces presidente del Gobierno Felipe González.

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15.27 min

Así se grabaron las primeras palabras de Felipe VI para la televisión: «Estaba nervioso y tímido, pero salió a la primera»

«La verdad que a veces pedíamos cosas imposibles», cuenta a RTVE.es Martínez Soler, que recuerda con cariño a su «equipo de locos». «Hacíamos cosas que no se podían hacer en el Telediario porque era más serio», añade.

«A todo el mundo le sorprendió mucho»

Así, un día de enero, cuando el programa acababa de echar a andar, y en las vísperas de la jura de la Constitución de Felipe, se aventuraron a pedir la participación del príncipe en el programa con la ayuda del general Sabino Fernández Campo. Y hubo suerte. «Lo hicimos un par de día antes del juramento, pero fue inmediato el ‘sí’. Fuimos con las cámaras, lo hicimos y quedó muy simpático. A todo el mundo le sorprendió mucho», recuerda.

Martínez Soler aprovechó que conocía al rey Juan Carlos para pedir la entrevista a Fernández Campo, entonces jefe de la Casa Real. «Pedimos audiencia sin pedir permiso a nadie», ha reconocido este miércoles en una entrevista en el Canal 24 horas, aprovechando que el programa -que empezaba a las 7 de la mañana- se preparaba de madrugada y los directivos de TVE «estaban durmiendo».

Tanto en los jardines como en el interior del Palacio, la grabación se tuvo que repetir varias veces ante la atenta mirada de su equipo, los periodistas y las cámaras. El príncipe Felipe consultada con todos ellos los resultados en una pequeña pantalla de televisión, atento a cada posible detalle. «Cuando sale una (toma) ya no salen más», decía entre risas, incluso bromeando con su imagen en una de las escenas.

El equipo del programa 'Buenos días' de TVE en 1986
El equipo del programa ‘Buenos días’ de TVE en 1986 CEDIDA

Tenían en cuenta desde los planos elegidos hasta la forma en la que pronunciaba las palabras, cuidadosamente elegidas. «He dicho ‘juramento’ y no ‘mi juramento'», explicaba antes de pedir con la cabeza repetir la grabación.

La grabación se hizo tan en secreto que Martínez Soler afirma que incluso causó asombro dentro de la Casa Real, donde no todos estaban al tanto del vídeo: «Creo que la reina no sabía. Un día la me encontré en un evento y me dijo ‘qué sorpresa me llevé cuando vi a mi hijo en la tele‘». El histórico presentador se ha mostrado incluso sorprendido de que TVE hubiera recuperado estas imágenes ahora: «Si eran imágenes casi prohibidas», ha ironizado.

Un discurso inédito

Martínez Soler asegura que hubo que regrabar la escena porque Felipe estaba «tímido» por su falta de experiencia ante las cámaras, aunque él «quería hacerlo perfecto». «Yo fui y dije: que no le atosigue nadie, que haga lo que le dé la gana, que le salga natural, y entonces le salió a la primera«, afirma.

No era la primera vez que Felipe VI hablaba en público, ya que con 13 años dio su primer discurso en los Premios Príncipes de Asturias en Oviedo, pero sí que era su debut ante la televisión. A eso se sumaba, además, la importancia del momento.

A punto de alcanzar la mayoría de edad, tenía que comparecer en el Congreso de los Diputados para jurar que acataría la Carta Magna y comprometerse a cumplir sus responsabilidades como futuro jefe de Estado. Y tenía que hacerlo ante numerosos diputados, ministros, presidentes autonómicos y periodistas en lo que fue una ceremonia inédita en ese entonces.

ARCHIVO CASA REALJura de la Constitución del Príncipe de Asturias (1986)

Jura de la Constitución del Príncipe de Asturias
Archivo Casa Real

VER AHORA

Casi cuatro décadas después, el Congreso ha empezado a vestirse de gala para un nuevo juramento. Se han empezado a colocar tapices y se ha desmontado la tribuna donde se sienta la Presidencia para instalar una estructura que servirá de escenario. Sobre él, la princesa Leonor tendrá que seguir los pasos de su padre el próximo 31 de octubre.

Un chute de autoestima en el 90 Salón de Otoño

Un día emocionante. Creedme. Por muchos artículos, reportajes, conferencias, semanarios, diarios o libros que he publicado o fundado en los últimos 50 años de periodista o profesor titular de Universidad, la obra que más satisfacción me ha dado ha sido esta sencilla escultura («Sol y sombra juvenil»), tallada con mis manos de abuelo jubilado en madera de ukola. Ha sido seleccionada y catalogada por el Jurado para el 90 Salón de Otoño de la AEPE. Ayer abrió la exposición en la Casa de Vacas de El Retiro de Madrid. Allí estaba mi modesta obra codeándose con las de grandes artistas de toda España ya consagrados. Me sentí alguien. Tengo fotos.

Acompañado por mi esposa (awestley.com), mi hijo Erik, mi maestra y colegas de mucha talla, en la Expo del 90 Salón de Otoño que estará abierta durante un mes en la Casa de Vacas del Retiro.

Héctor Molina, el último escultor por la derecha en la foto, se comprometió ayer a repetir el asado argentino en primavera que no sé si podrá superar al de fin de curso.

Con Sandra Krysiak (mi maestra en tallasmadera.com) y mi hijo Erik.
Mi obra, incluida en libro/catálogo del 90 Salón de Otoño.
Mi nombre aparece, por primera vez, al pie de una escultura. ¡Qué nervios!¡Ay, la vanidad de los artistas! El pecado favorito del diablo.
La importancia de la Expo, que inauguró el alcalde de Madrid, quedó marcada por la calidad del jamón ibérico, el vino y la tarta. Vestigios de un pasado ilustre que los artistas devoramos con fruición.
«Sol y sombra juvenil», bien colocada en un lugar de honor.

Nunca me hubiera atrevido a presentar mi obra de aficionado de no ser porque mi maestra me insistió. Empecé a tallar el día que me jubilé como director general del diario 20minutos. Gracias, maestra. Gran sorpresa.  Me gustaría incluir la foto de mi escultura en la segunda edición de mis memorias («La prensa libre no fue un regalo»). Preguntaré a los de Marcial Pons.

Cubierta de mis memorias

«La muerte es un problema para quien no ha vivido» (R. Lobo)

En el homenaje a Ramón Lobo me he percatado de que aún no hemos cerrado la herida que nos provocó su muerte tan prematura. Un montón de amigos nos hemos juntado hoy en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para recordarle. Reunión emocionante y, tratándose de nuestro Lobo, divertida. ¡Cómo le echamos de menos! Varios amigos han citado una de sus frases que siempre me impactó: «La muerte es un problema para quien no ha vivido».

Entre todos ellos, el discurso cariñoso de Manuel Saco (mi hermano menor en nuestra familia inventada) me llegó al corazón. Por eso, lo copio y pego a continuación:

Palabras de Manuel Saco en el homenaje a Ramón Lobo:

«Reconozco que no es fácil mantener el duelo por amigos como Ramón Lobo, él que me eligió como hermano mayor en su familia inventada. Sé por experiencia que los recuerdos y la pena, tras la pérdida de la persona amada, van siendo poco a poco amortiguados por nuestros afanes diarios, a menudo hasta desvanecerse para siempre.

Pero en su caso, no todo está perdido, gracias a las nuevas tecnologías. Para los que ya estamos en esa edad en que una enfermedad, que no recuerdo cómo se llama, hace estragos en la memoria, algunos medios de comunicación, como whatsapp, pueden crear la ilusión de que el ausente no se ha ido del todo, que en cierto modo permanecerá atado a nosotros durante lo que quede de nuestras vidas. No sé si habéis hecho el ejercicio de repasar conversaciones de días, meses o años atrás, pero os aseguro que, en el caso de Ramón, su ingenio y su genio hacen imposible mantenerle el duelo con el decoro debido.

Ese whatsapp, al que me he aficionado en esta ausencia suya, es como un notario de todas las complicidades que nos unieron durante más de treinta años. Aun más, como un diario de sesiones sobre las luces y las sombras de nuestra amistad, de nuestras filias y fobias, conversaciones intrascendentes a veces o relámpagos de ingenio, como bien saben sus lectores y seguidores en las redes sociales.

Como los dos nos entendíamos mucho mejor escribiendo que hablando, nos atrevimos a dejar por escrito cuánto nos queríamos, esa tierna tontería que tanto nos cuesta decirnos a viva voz y a la cara entre amigos. Conservo también, claro, sus mensajes de audio que me mantienen la ilusión de que todavía puede hablarme, y me permiten oír su risa socarrona cuando musitaba entre comillas, esa modulación de voz tenue que parecía convertirlo todo en un secreto.

El repaso de nuestras conversaciones de whatsapp es también un viaje a los vaivenes de la política de este país en los últimos años. A veces entre interjecciones de indignación, a veces completado con el emoji que te guiña un ojo cómplice, a veces entre signos de interrogación, como cuando intentábamos explicarnos el ascenso de los neonazis en España o la atracción letal que ejerce la simpleza y la estupidez en parte del electorado. Y aquí venía en nuestro socorro Truman Capote cuando aseguraba que “siempre hacen más ruido las latas vacías que las llenas. Pues lo mismo ocurre con los cerebros”.

Además de su hermano mayor, ejercí durante años de chef de guardia. Ramón era lo que se conoce como un cocinillas, un bon vivant amante de los buenos vinos y la buena mesa. Y nos consultábamos y copiábamos recetas y tiempos de cocción, como dos científicos delante de una placa de cultivo en la que crecen bacterias multicolores, células y semillas. Y nos intercambiábamos fotos con el resultado final que, en verdad, parecían placas de Petri suculentas, de callos a la gallega que luego habrían de tener consecuencias irremediables de ventisca o temporal. Una vez, tras una comilona de fabada asturiana en la que se incuban esas tempestades, me envió un recorte de periódico con este titular: “Según el Juzgado de violencia de género número 1 de Valencia, soltar una ventosidad ante su pareja es violencia de género”. Y yo le contesté: “Pues a ti te habrían condenado a muerte”. Desde entonces supe que no existe verdadera amistad si tienes que aguantarte los pedos.

Compartíamos otra pasión: los gatos. Él tenía solo dos. Uno de ellos rubio, rechoncho, amoroso, siempre demandando mimos, amante del sillón… completamente mimetizado con su dueño. Pero por mi jardín hacían piña una pandilla de seis o siete gatos que venían a preguntar sobre lo suyo puntualmente dos veces al día: al desayuno y a la cena. Buena parte de nuestro whatsapp lo ocupan decenas de fotos de nuestros gatos en todas las posturas, acompañados de comentarios cursis de abuelos embobados. En cambio, creo que tan solo una vez mencionamos a Kierkegaard… quizá porque ambos éramos ateos.

Sí. En el tiempo dilatado en que le conocí, Ramón pasó de un anticlericalismo visceral, pues consideraba a la clerigalla antidemocrática, correa de transmisión de los poderosos, cómplice de las peores dictaduras del planeta, pasó, digo, a un agnosticismo difuso con el que mortificaba a su piadosa madre. Solo en la madurez abandonó el agnosticismo, que es como negar a dios con la boca pequeña, por si las moscas, para entrar decididamente en el paraíso de los ateos donde ningún dios vengativo te espera para leerte la cartilla el día de tu muerte.

El hilo de whatsapp está plagado, también, de consultas gramaticales y literarias. Esa duda e inseguridad en la que viven siempre los autores. Con el tiempo nos hicimos editores y correctores de nuestros respectivos libros, agradecidos a que solo nosotros conocíamos nuestras torpezas y carencias. Creo que me toca dar el último remate a la edición de su último libro nonato. Tengo ganas de que llegue a mis manos. Sé que me costará seguirle.

Ramón vivió muy de cerca la pérdida de la mujer que acompañó mi vida durante casi cuarenta años. Aunque separados quinientos kilómetros, sentí su preocupación, cariño y aliento cada día, a través del whatsapp. Cuando yo le decía que no se imaginaba el desgarro que suponía para mí su pérdida, me contestó como un resorte: “La pena solo se puede sentir. Es imposible contarla”.

Ahora lo sé, porque no encuentro mejores palabras para contaros esto que siento. Siempre me quedará la duda de si yo supe estar a la altura de la generosidad de Ramón en su último año de martirio. Tres días antes de su muerte, a solas, con sus gatos como testigos, nos hicimos un selfi juntos, él componiendo el signo de la victoria con dos dedos de su mano izquierda, yo improvisando mi mejor sonrisa del que acompaña al reo al paredón. Y, con un hilo de voz, me juraba que había sido un hombre con suerte.

Mes y medio antes, el 20 de junio, cuando ya conocía su sentencia de muerte, le escribí que yo no era muy bueno para dar ánimos, “pero antes del viaje definitivo tienes pendiente, cuando te recuperes emocionalmente, un viaje a Galicia para charlar con tu hermano mayor sobre lo absurdo y hermoso que fue vivir. Un beso de oso amoroso, hermano. Recuerda que te quiero”.

Así le dije. Y así se lo recuerdo cada día desde entonces.»

Tengo fotos preciosas del homenaje, pero mi ordenador (que cambié ayer de sitio) ya no me permite pegarlas en este blog. Dice que pesan mucho. Lo siento. Preguntaré a mi hija en cuanto la vea. O a Melisa, de 20 minutos, que se lo sabe todo.

Mi escultura, en el 90 Salón de Otoño de la Casa de Vacas del Retiro

A partir del 26 de octubre y hasta el 26 de noviembre, rodeada de obras mucho más importantes, podréis ver mi escultura en el 90 Salón de Otoño (Casa de Vacas del Retiro de Madrid).

«Sol y sombra juvenil», tallada en madera de ukola.

«Sol y sobra juvenil», la primera obra que he presentado a un concurso nacional de escultura, ha sido seleccionada y catalogada por el Jurado de la AEPE (Asociación Española de Pintores y Escultores). Con lo presumido que soy, os podéis imaginar lo contento que estoy por exponer junto a los grandes, siendo yo aún el becario de tallasmadera.com.

Invitación para la Expo del 90 Salón de Otoño (Casa de Vacas, Retiro, Madrid)

Mi maestra, Sandra Krysiak, me animó a presentar la obra.

Mi maestra, Sandra Krysiak, junto a una de sus obras.

La escultura (que primero la llamé «Niña con coleta» empecé a tallarla poco antes de la pandemia del Covid. No la terminé porque descubrí que la madera de ukola era muy tóxica. Tallar con la gubia y la maza no era tanto problema.

Desbaste de la escultura seleccionada y catalogada por la AEPE.

Sim embargo, lijar resultó peligroso ya que el polvillo de ukola podría envenenarme.

«Sol y sombra juvenil»

Acostumbrado a usar la mascarilla obligatoria por el Covid, decidí acabarla en mi casa.

Lijando madera de ukola con mascarilla. Madera noble y preciosa, pero venenosa. No hay rosas sin espinas.
Ciclo de Conferencias del 90 Salón de Otoño en la en Casa de Vacas del Retiro de Madrid