Con el corazón roto por la tragedia de Valencia, recuperado por la solidaridad de los buenos y rabioso por la maldad de los miserables, no puedo quitar de mi cabeza el recuerdo de las gotas frías de mi infancia. Hoy, como ayer, las catástrofes naturales sacan lo mejor y lo peor de los seres humanos.
Los malos que mienten, abusan y roban son menos, pero hacen más ruido. Los buenos son más y, por eso, sobrevive muestra especie. La cooperación triunfa sobre la confrontación.
Junto la Rambla de Almería, cerca de mi colegio, destacaba la estatua de una madre quizás heroica, quizás normal y corriente como cualquier madre, que se lanzó al agua para salvar a sus dos hijos, arrastrados el agua que devoraba todo cuanto había a su paso. Murieron los tres.
Cada vez que pasaba junto a la estatura de las tres víctimas del agua me estremecía ese recuerdo.
En mi adolescencia, pasé varios veranos en Nacimiento, el pueblo de mi madre, Isabel Soler (conocida allí como «Morena Clara»). En dos ocasiones, sonaron cuernos y caracolas y escuché los gritos despavoridos de mis vecinos:
«¡Que sale el río, que sale el río!»
Todos corrieron a sacar los enseres de labranza y todo lo que tenían en el cauce seco del río. Normalmente, el río solo era un pequeño reguero de agua por el que navegaban nuestros barquitos hechos con hojas del cañaveral.
Pero aquel día hermoso de sol quedó grabado para siempre en mi recuerdo. Desde la parte alta de la fuente, vi llegar una tromba salvaje de agua marrón, una ola de casi dos metros de altura, que arrastraba troncos grandes de árboles, carros destrozados y animales muertos. Un poco más abajo, junto al molino, un hombre se abrazó a la rama de un árbol que resistió la embestida. Allí aguantó, cubierto de agua, hasta que pasó de largo la tromba enfurecida. Se salvó de milagro. Me dijeron que nunca se le quitó el susto de su cara. Le señalaban diciendo «A ese le pilló el toro».
Otro mes de septiembre, no recuerdo de qué año, corrí al cerro del tío Bartolo Flores (el padre de mi amigo Paco) para ver salir el río Aguas que desembocaba en el mar junto a La Rumina, mi casa (entre Mojacar y Garrucha).
Aquel día no hubo drama a la vista. Pero fue una imagen espectacular. Hasta un tractor y varios remolques fueron arrastrados por las aguas bravas que bajaban de la sierra.
Al día siguiente, mi abuela Dolores me acompañó con un par de espuertas a la orilla del mar. Ella sabía. Allí donde llegó la ola más grande, vimos un rosario de melones de invierno. Cargamos las espuertas con los que estaban en mejor estado y tuvimos postre dulce para el resto del verano. «Todo aprovecha para el convento», decía mi abuela, tan dicharachera.
Como escultor aficionado la talla en madera acabo de dar un salto cualitativo. He recibido mi primer encargo de un cliente muy especial. Os parecerá una minucia, pero yo me siento muy honrado.
Como regalo por su décimo cumpleaños, mi nieto Leo me ha pedido que le talle el escudo de su equipo favorito de fútbol. Me siento alguien.
Además, esta noticia familiar ha coincidido en el tiempo con otra que ha venido a engordar mi ego que, como saben quienes me conocen, es insaciable.
Nuestra maestra de tallasmadera.com, Sandra Krysiak, ha incluido mi primera obra seleccionada y catalogada por la AEPE (Asociación de Escultores y Pintores de España) en su página de «Alumnos que triunfan». Gracias ¿Qué más puedo pedir?
Aunque en el caso de este libro (gran regalo navideño para hijos y nietos) ha influido mucho el tenis que Erik y yo practicamos todos los sábados antes de discutir cada capítulo (palabra a palabra) de «Franco para jóvenes». Sobre todo después de su éxito en Movistar+ y RTVE play con su documental «¿Preparados para el Tsunami?». Siempre me tuve por un inútil en la expresión artística, pero voy mejorando. Los éxitos de mi chica (awestley.com) en la pintura, después de haber dejado el periodismo como primera presidenta/fundadora de 20minutos), me anima a seguir con la talla.
Ahí van algunas de las obras que tallé tras jubilarme como director general de 20minutos y cambiar la pluma por la gubia… y la raqueta.
Hola. Soy Martínez Soler, periodista, el abuelo de 20minutos. Mi hijo Erik y yo hemos escrito, a cuatro manos, el libro “Franco para jóvenes”, editado por Catarata, una asignatura pendiente para hijos y nietos. En noviembre estará en las librerías. No te lo pierdas.
EMW
Hace cincuenta años que murió Franco, un dictador que tuvo todo el poder durante casi cuatro décadas. Unos le querían y otros le odiaban. Todos le temían. El caudillo de España “por la gracia de Dios”, y no por el voto de los españoles y españolas, marca la historia reciente en nuestro país. Sus efectos todavía perduran.
JAMS
En estas cinco décadas desde la muerte del dictador, España ha vivido una transición a la democracia; cuesta imaginar que nuestros padres, abuelos y bisabuelos, no hace tanto, se estuvieran matando entre ellos. Ahora que aumenta el populismo y la desinformación, con el auge de la extrema derecha en toda Europa, incluida España, es bueno conocer nuestra historia reciente, saber de dónde venimos y poder tomar decisiones que nos lleven hacia un futuro mejor.
EMW
Heredáis esta democracia de medio siglo. Viene bien que sepáis sobre qué cimientos está alzada para que podáis sacarle el máximo provecho, porque no te das cuenta de lo valiosa que es la libertad hasta que te falta. Ojalá nunca nos falte.
Mi hijo Erik colaboró activamente en la edición de mis memorias («La prensa libre no fue un regalo») desde Hollywood. Esa colaboración nos animó a escribir juntos «Franco para jóvenes». El guion de este reportaje (que no es un libro de Historia) es de Erik.
Recuerda: “Franco para jóvenes”, editado por Catarata.
Pensado para estudiantes de bachillerato, el poeta Alejandro Pedregosa canta la vida y milagros de mi paisana y colega Carmen de Burgos, la mujer, pionera y audaz, más odiada por Franco. Fue tan silenciada (y sus 150 novelas tan prohibidas y quemadas) que pocos la conocen. Le aplicaron lo que los romanos llamaron «Damnatio Memoriae», la destrucción de su memoria.
Da gusto leer este libro. Es una semblanza “evocadora y atractiva” para los estudiantes. Entretiene, enseña y estremece. La periodista Ángeles Caballero, que acompañó al autor en su presentación en el Ateneo de Madrid, reconoció que el libro le arrancó unas lágrimas. No me sorprende. La obra está primorosamente ilustrada por Carmen F. Agudo.
Desde muy joven, Carmen se dio a la lectura. Su padre colocaba los libros prohibidos en la estantería más alta. La niña los descubrió subida en un taburete. Le cambió la vida. Antes de que Federico García Lorca escribiera “Bodas de sangre”, Carmen de Burgos ya había publicado su “Puñal de claveles” sobre la misma boda trágica del Cortijo del Fraile, tan cerca de su casa en Rodalquilar (Almería). En la lista negra de autores prohibidos por el dictador Franco, con el número 9, Carmen de Burgos, Colombine, luchadora por los derechos de la mujer (divorcio, voto femenino, aborto, etc.), es la primera mujer condenada entre grandes autores mundiales como Voltaire, Rousseau, Gorki, etc.
La Colombine muere, famosa y republicana, en 1932, en la calle Princesa, 12 de Madrid. Esa fachada está pidiendo a gritos una placa con su nombre. ¿A qué esperamos? Mi esposa (awestley.com) y yo somos admiradores de la vida y la obra de Colombine.
El autor termina su Epílogo con estas palabras:
“Para los censores era importante que la obra de Carmen no llegara jamás a las nuevas generaciones, que su vocación de libertad no anidara en las mujeres y los hombres del provenir. Si tienes este libro entre las manos, es porque no lo consiguieron”.
En el Ateneo conocí a Montse Burgos que no es pariente de la Colombine sino admiradora como yo. Ambos somos «colombinos». Ella ha interpretado un monólogo poniéndose en la piel de Carmen de Burgos. Con su permiso, lo copio y lo pego:
Monólogo Carmen de Burgos. De Rodalquilar al olvido
Autora: Montse Burgos – Con recopilación de textos de su autobiografía
Parece que huele a mar…y a hierbas del campo…huele a Rodalquilar, ese rinconcito de Almería donde se formó libremente mi espíritu y donde se desarrolló mi cuerpo, en una infancia feliz, asilvestrada…en ese lindo valle andaluz, junto al cráter de un volcán…a orillas del mar…frente a la costa africana.
Cómo echo de menos esa tierra mora!…aunque escapé de allí hace ya….no recuerdo…
Consta que fui bautizada como María del Carmen Ramona Loreta de Burgos Seguí, el 19 de diciembre de 1867, y algunos dicen que nací el 10 de diciembre en Almería, a mí—siempre me gustó eso jugar al despiste con mi edad.
A los 16 años me enamoré perdidamente de un periodista almeriense, me doblaba la edad y mi padre se opuso a nuestra unión, pero yo me salí con las mías. No sabía lo que me venía encima. Arturo resultó ser un hombre que vivía en las tabernas, ¡qué hombres!, el mejor…asadito y con limón.
Me di cuenta de que si quería escapar de aquel maltratador debía encontrar un trabajo que me permitiera emanciparme, por eso comencé a estudiar por la noche y a escondidas para sacarme el título de maestra.
En aquel periodo conocí el dolor de tres partos, en los que fui viendo morir a mis hijos…la muerte entre mis brazos, la fiebre que me vuelve loca y mi rebeldía que crece. La muerte me hace más fuerte mientras me debilita.
En mi último parto nació mi hija María, ahora me debía entregar a mis tareas de madre, ya que no era feliz como esposa. Pero cuando María tenía 4 años cogí una maleta, mi título de maestra y escapé a Madrid.
Comencé a enseñar en una escuela elemental y me destinaron a Guadalajara. Pero mi gran pasión era convertirme en periodista. Ya había colaborado en el periódico que mi suegro tenía en Almería. Llevé mis artículos sobre la condición de la mujer a distintas redacciones y conseguí que el periódico el GLOBO, me diera una columna fija.
Fue en 1903, Augusto Suárez de Figueroa fundó el DIARIO UNIVERSAL y me llamó para contratarme. Fui la primera mujer periodista de España.
Me bautizó con el que fue mi nombre de batalla: COLOMBINE, pseudónimo con el que firmaba en mi columna diaria “Lecturas para la mujer”. En ella hablaba de moda y modales, todo muy fino, pero a la vez iba deslizando ideas liberalizadoras que venían de Europa.
En 1904 escribí El divorcio en España, un libro colectivo, porque por entonces también teníamos ese discurso de lo colaborativo que tanto se lleva ahora. La diferencia es que en vez de un email nos echábamos cartas al buzón y en vez de facebook nos reuníamos en los cafés.
Cómo me gustaba el ambiente de Madrid!, no me perdía una tertulia, ni una conferencia, en una de ellas conocía a Ramón, mi gran amor Don Ramón Gómez de la Serna. El entonces tenía 20 años, yo 41.
“Amor a primera vista”, cómplice e igual, un hombre para crecer junto a él, mi gran amor con el que compartí los grandes momentos de mi vida.
Otra de mis pasiones fue viajar, gracias a mi título de maestra conseguí una beca para estudiar los sistemas educativos en otros países, lo que me llevó a descubrir Europa. En Francia, en Italia, frecuentaba los salones literarios…así que cuando volví a España decidí montar mi propio salón literario y todos los miércoles a las cinco en punto comenzaba en mi casa LA TERTULIA MODERNISTA.
Por mi casa pasaron escritores, periodistas, músicos, pintores, poetas…de allí salió la REVISTA CRÍTICA, la que tanto incomodó a los políticos de la época, por lo que decidieron enviarme al destierro de una escuela a TOLEDO. Mi encierro en Toledo me volcó en la escritura, de este tiempo son algunos de mis mejores libros.
En 1909 estalló la guerra entre España y Marruecos, hice lo que pude para que el periódico me mandara como corresponsal de guerra. Al final lo conseguí, antes de mí ninguna mujer había estado en el frente, por fin podría contar el punto de vista de COLOMBINE. Fui la primera mujer corresponsal de guerra en España.
Primero me enviaron a Málaga, junto las damas de la Cruz Roja, pero poco a poco me fui acercando a Almería y de allí un barco me dejaría en Melilla desde donde llegué a la trinchera y pude presenciar con mis propios ojos el horror de la guerra.
Yo era una mujer armada con un block de notas y un lápiz.
En verano de 1909 se cantaba esta coplilla en España:
“Ni me lavo ni me peino Ni me pongo la mantilla Hasta que venga mi novio De la guerra de Melilla Melilla ya no es Melilla Melilla es un matadero Donde van los españoles A morir como corderos”
Unos veinte días después, volví a Madrid y aún con el olor a la pólvora en mi piel escribió un artículo titulado ¡Guerra a la Guerra! Defendiendo el derecho a la objeción de conciencia, porque todo hombre debe, ante todo y cueste lo que cueste, negarse a tal servidumbre.
Nunca supe de dónde me salía esa rebeldía, esa necesidad de ser libre…era incansable…mis siguientes retos: el divorcio y el voto de la mujer
No pasó ni un solo día en mi vida sin que escribiera algo sobre la mujer.
En 1913 se consiguió el voto femenino en Noruega, me marché para encontrarme con ellas y escribir sobre su conquista. Me acompañaba mi hija María, así que aprovechamos para recorrer Europa, una Europa convertida en polvorín.
En 1914 viajábamos hacia Rusia en tren, en Berlín nos detuvieron como presuntas espías rusas. Afortunadamente pudimos aclarar el motivo de nuestro viaje y eso nos salvó de que nos fusilaran.
Tras aquella terrible experiencia el corazón comenzó a darme problemas, pero yo continué escribiendo y luchando.
Me sumé a la lucha del Partido Republicano Radical y empecé a dar mítines políticos por doquier.
Mientras tanto Ramón había llegado a ser un escritor de renombre. En una de sus comedias actuaba mi hija María, en el estreno me esperaba una amarga sorpresa, durante una de mis ausencias ella y Ramón se habían hecho amantes.
Aunque después de un tiempo, mi hija, perdida en la cocaína y las crisis nerviosas, había vuelto a casa, y Ramón volvió a París, las cosas no volvieron a ser como antes. El dolor pega directo al corazón, ¿por qué siendo yo tan fuerte, me tocó un corazón tan débil?
En 1931 pude asistir a la llegada de la República, por fin vi mis sueños cumplidos. La Carta Magna reconocía el matrimonio civil, el divorcio y el voto femenino.
Había estado mucho tiempo retirada, escribiendo relatos, desde las sombras de mi dolor. Pero la República consiguió sacarme de mi casa y me presenté a diputada en las elecciones del 33 por el Partido Republicano Radical.
Era presidenta de la Cruzada de Mujeres Españolas y de la Liga Internacional de Mujeres Iberoamericanas. Me eligieron vicepresidenta primera de la Izquierda Republicana Anticlerical. Ingresé en la masonería, fundé la logia del Amor y me otorgaron el grado de Gran Maestre.
Apuraba mis energías para seguir mis campañas, ahora contra la pena de muerte y la prostitución.
Me cogí un vértigo de trabajo. No quise reconocer que mi cuerpo no me seguía, que el volcán de mi corazón se apagaba, seguía empeñada en estar en todas partes y me puse a morir.
El 8 de octubre de 1932, mientras participaba en una mesa redonda sobre educación sexual, comencé a sentirme mal, muy mal. Acudieron dos médicos y llamaron a mi amigo Gregorio Marañón. Me hicieron una sangría, me inyectaron aceite alcanforado, el volcán de Rodalquilar se apagaba.
Yo era consciente de lo que venía después, usé mi poca energía para despedirme: “Tranquilos…muero contenta, porque muero republicana…Viva la república”
Me enterraron en el cementerio Civil de Madrid, un día de lluvia fina…parecía que olía a mar…
En el mundo se habló mucho de mí, hasta que llegó mi verdadera muerte, el general Franco incluyó mi nombre en la lista de autores prohibidos, junto a Zola, Voltarire, Rousseau….. Conforme a los criterios de
Ayer me tocó ser optimista en la presentación del libro (entre manual y enciclopedia) del maestro Juan A. Giner. Rosalía Lloret (CEO de eldiario.es), Andrés Rodríguez (fundador de Spain Media) y el propio Giner también lo fueron. Juan Caño (ex presidente de la APM) dijo que no a la pregunta que nos hizo el autor. Pese a nuestra edad, o precisamente por ello, cualquier tiempo pasado casi nunca fue mejor. Incluso en el Periodismo. Cada uno dio sus razones. Yo pienso, además, con la experiencia de fundar 20 minutos y pasar por 38 empleos, que lo mejor está por venir.
Quizás la Edad de Oro (como la Edad de la Piedra, del Bonce o la Contemporánea) es mucho decir. Yo llamaría «Siglo de Oro» al Periodismo que nos ofrece Giner de sus encuentros con los más grandes de la profesión en el último medio siglo.
¿Periodismo de oro, de plata o de hojalata? Cada uno habla de la Feria según le va en ella. Mi Década de Oro va de 1973 (crisis económica, asesinato de Carrero Blanco y debilitamiento de la Dictadura) hasta 1983 (golpe del 23-F-81, alternancia socialista en el Poder y fortalecimiento de la Democracia).
Del 1973 al 1983… ¡Qué diez años conquistando la libertad palabra a palabra! El Poder de Franco, el tirano enfermo, estaba descomponiéndose. Como dijo Julio Cerón (y suele citar Miguel Ángel Aguilar) «cuando murió Franco hubo un gran desconcierto. No había costumbre». Los poderes fácticos del franquismo tenían miedo a la revancha y desconocían la fuerza real de los anti franquistas. Se refugiaron en sus cuevas. Los demócratas no tenían ni idea de la fuerza del decrépito régimen de Franco. También tenían miedo a otra Dictadura militar y a volver a las andadas. El miedo mutuo nos hizo demócratas. Los periodistas aprovechamos aquel vacío de Poder para colar goles a la censura del anciano Franco.
La Dictadura no acababa de morir y la Democracia no acababa de nacer. Acostumbrados a la represión franquista, daba la impresión de que no había nadie al timón. Al frente de Cambio 16 y de Doblón y como redactor jefe de El País (y pese a decenas de procesos por delitos de prensa y a ser secuestrado y torturado por guardias civiles franquistas), nunca fui tan libre como periodista hasta que me jubilé en 2014, a los 14 años de fundar 20 minutos.
En broma se preguntó Manuel Vázquez Montalbán:
«¿Contra Franco escribíamos mejor?»
Muchos decían: «Si hubiera libertad, yo haría esto o aquello». Buena coartada o excusa para no hacer nada. Llegó la libertad y siguieron escribiendo los mismos. Entonces, los poderes fácticos («Cuidado , hijo mío, que son los mismos perros con distintos collares», me decía mi madre) perdieron el miedo y salieron de sus cuevas. ¡Qué razón tenía! Los militares, vacunados por el ridículo del 23-F, se quedaron quietos. El Rey bribón los mantuvo en sus cuarteles. En cambio, banqueros, empresarios, políticos, sindicalistas, jueces, reyes, eclesiásticos, etc. recuperaron poco a poco el control.
Con los viejos y nuevos poderes fácticos (entrelazados y reestructurados) al timón, la libertad de prensa se resintió. Se acabo mi Década de Oro. Menos Periodismo libre igual a menos Democracia. Recuerdo un fecha: agosto de 1984 frente al casino de Santander. Se me acerca Jesús Polanco (que estaba sentado en la terraza con miembros de la «beautiful people» del ministro socialista Miguel Boyer y el gobernador Mariano Rubio). Yo les había criticado esa tarde en mi conferencia en UIMP sobre su culpa «in vigilando» por no atajar a tiempo la grandísima crisis bancaria. El dueño de El País, donde yo era entonces redactor jefe, me tomo del bazo, muy cariñosamente, y me dijo:
«Hay que ver cómo te odian mis amigos. Me han pedido tu cabeza».
Naturalmente, incliné mi cabeza ante el segundo faraón de Cantabria (después de Botín) y le dije:
«Córtala. Aqui la tienes».
«No, no, JAMS. Tú tienes toda mi confianza. Solo te lo digo para que lo sepas»
Le repliqué:
«Hubiera preferido no saberlo. ¿Cómo voy a escribir ahora de las posibles fechorías de tus amigos?»
En dos meses, dejé El País y busqué refugio en Televisión Española.
Otra fecha: vísperas electorales en 1996. Entrevisto a Felipe González y José María Aznar en TVE. A Aznar no debieron gustarle mis preguntas. Gana las elecciones y no pide mi cabeza. Directamente me la corta como corresponsal de RTVE en EE.UU. No he vuelto a pisar el Pirulí. Pidió al sector que no me dieran trabajo. Fui al destierro, como el Cid. No pude publicar con mi nombre y me refugié en la Universidad. Allí preparé el proyecto de 20 minutos. La libertad de prensa, demediada, ya no era como en la Década de Oro.
Mi segunda mejor década (de plata) es la de jubilado: va desde 2014 a 2024. Con la casa pagada, mi pensión fija asegurada por los emigrantes y mis tres hijos criados, gracias a la directora Encarna Samitier y al grupo Henneo, hablo y escribo, otra vez, en 20 minutos, como si fuera libre. ¿Qué más puedo pedir?
El Ateneo de Madrid recibió anoche por todo lo alto a su nueva socia Nieves Concostrina. Lleno total en la Cátedra Mayor de la Docta Casa media hora antes de que pregonara su último libro «Acontece que no es poco». Aplausos y risas encadenados a sus historias de Reyes y Papas. No dejó títere con cabeza. Temí que, en cualquier momento, entrarían los «grises» de Franco, porra en mano, a detenerla… y a disolver al público cómplice de sus antibulos históricos. Habló como si fuera libre. ¡Qué placer!
Su obra no tiene desperdicio. El altar y el trono es un filón inagotable para la gran Concostrina, una investigadora sagaz y pertinaz. Como un niño dando patadas a un castillo de arena, nuestra valiente Nieves rompe, en un plis plas, con talento y gracia, la falsa Historia de España que nos han contado en la escuela. Y te ríes por no llorar. Enamorado de su obra, tan benéfica y edificante, me arrodillé para pedirle una dedicatoria para mí y para mi chica, que también es forofa de Nieves. ¿Y quién no?
No te pierdas su último libro. Risas y lágrimas aseguradas. Y la convicción de que, como dice Nieves, «cualquier tiempo pasado fue anterior» y, desde luego, mucho peor. Vamos avanzando…
Cuando recibí la carta del Gobierno, me complació. Lo reconozco. El jueves, 4 de julio, al participar en la constitución oficial de la Comisión, rodeado de historiadores de postín y gente muy principal, me sentí muy honrado… y abrumado.
Desde que me jubilé al frente del grupo 20 minutos, hace 10 años, no me había hecho el nudo de la corbata. Comprobé aliviado que, como montar en bici, eso no se olvida. Con traje y corbata, me presenté en la sede del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática. Durante las intervenciones de los comisionados, el nudo pasó de la corbata al estómago.
Durante décadas, nunca me gustó recordar que fui una víctima del franquismo, recién muerto el dictador. Sin embargo, desde que publiqué los detalles de mi secuestro y torturas en mi libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo») veo mi caso como algo lejano que apenas me afecta. No quise saber quienes fueron los guardias civiles del general Campano que casi me matan con un fusilamiento simulado. Creo que he pasado página y me he quitado un peso de encima.
Soy un flamante vocal de la «Comisión Técnica para el estudio de los supuestos de vulneración de derechos humanos a personas por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos, entre la entrada en vigor de la Constitución Española de 1978 y el 31 de diciembre de 1983».
Hablamos de la metodología a seguir y de la ponencia encargada de iniciar los trabajos previos al Informe. Una jornada constructiva y no exenta de emoción. Imposible olvidar lo que me ocurrió por publicar un artículo en Doblón sobre la purga de generales, jefes y oficiales moderados de la Guardia Civil ordenada por el general Campano, recién nombrado por Franco poco antes de morir.
Ahora, a trabajar con la Comisión para reconocer y reparar a las víctimas que sufrieron por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos durante los primeros 5 años de la Transición.
Esta fue mi conclusión, equivocada o no, cuando no quise saber quienes fueron mis torturadores. En estas páginas de mis memorias trato de explicarlo. Copio y pego:
¡Válgame Dios! Felipe en ABC». ¿Qué diría mi madre si viera a Felipe González en esta portada del ABC, tan favorable, diciendo lo que dice? Menudo susto. Como el que se llevó cuando publicaron mi foto en 1985 en la portada del ABC, junto a otros colegas, bajo el título «Vergüenza nacional». Mi madre (que fue de las que perdieron la guerra civil) se asustó cuando se lo dijeron. Ella exclamó: «¡Válgame Dios! Mi hijo en ABC!». Yo la tranquilicé. No era para tanto. Le dije que eran gajes del oficio. Me replicó: «Sí, sí, como cuando te secuestraron y torturaron los de Guardia Civil de Franco». Me despidió por teléfono desde Almería con su recomendación favorita: «Hijo mío, no te signifiques».
He recibido por Whats app esta foto de la portada del ABC con este comentario de mi compadre:
«Del ¡Dios mío! Mi hijo en ABC» al «¡Dios mío!, Felipe en ABC».
Yo le contesté:
¡»Vivir para ver! ¡Con lo que le hemos querido…! Debemos envejecer bien y dejar paso a las generaciones venideras»
Con este golpe de nostalgia y cierta tristeza (aún afectado por la patética imagen del anciano presidente de Biden en su debate frente al delincuente Donald Trump), rebusqué en mi archivo de artículos antiguos y milagrosamente encontré mi respuesta al ABC de 1985, a la que hacía referencia mi compadre. La publiqué en El Periódico de Catalunya y la reprodujo «La Voz de Almería», mi diario de toda la vida.
Es un milagro que haya encontrado este recorte. Se lo debo a las memorias que escribí durante el confinamiento por el COVID («La prensa libre no fue un regalo») ya que, confinado en el sótano, me obligó ordenar fotos, recortes y notas.
Lo que más me ha emocionado ha sido encontrar, en la misma carpeta, este dibujo que me hizo mi hijo David (gran artista premiado con el pincel y hoy también excelente cocinero en El Tinglado/Oyster Bar). No sé la edad que tendría mi niño para firmar su obra, pero me sacó más calvo de lo que yo era entonces… en la tele. Los de maquillaje disimulaban mi incipiente calvicie («para combatir los brillos», decían) con un corcho ahumado.
Por cierto, aprovecho para dar las gracias a todos los amigos que, pese al fútbol, han visto anoche y celebrado el documental «¿Preparados para el tsunami?» de mi hijo mayor, Erik Martínez Westley. Los que optaron por el fútbol pueden verlo este viernes a las 11:00 en La 2 de TVE o en RTVE Play mediante este enlace.
TVE estrenará ¿Preparados para el Tsunami?, mañana domingo, 30 de junio, a las 20:30 en La 2 y el viernes, 5 de julio, a las 11am, también en La 2. A partir de ahí, estará disponible en RTVE Play. No te lo pierdas. Mañana, puedes ver media hora de Tsunami en la 2, luego un ratito de fútbol a las 21.00 en La 1, para comprobar que vamos ganando a Georgia sin problema, y regresar a la 2 para disfrutar del documental de mi hijo Erik. También puedes repetir el viernes 5, a las 11:00 am., en La 2. Yo pienso verlo dos veces. ¡Qué menos puede hacer un padre orgulloso de la obra de su hijo!
En la versión corta de su documental, doy mi voz a mi admirado Voltaire («Mueren los niños en Lisboa y en París se baila?«. En la versión larga (también disponible en RTVE Play) doy voz a un obispo:
Mi voz en el documental y en el video de Huelva es la del Licenciado Don Bartolomé Ramos Dávila
Ilustrísimo Señor Obispo de Cartagena que remite el documento
siguiente:
Huelva, 2 de diciembre de 1755.
El Alcalde mayor.
Ilustrísimo Señor:
Señor:
Tres cuartos de hora después de terminar el terremoto, se conmovió furiosamente el mar, y empujó
las aguas sobre las costas de manera que se creyó era preciso que quedase anegado todo el pueblo,
y dejando a la consideración los efectos de esta nueva tribulación y susto, sobre los horizontes del
primero, que todo preservaba a la memoria, la imagen funesta de El Callao, de Lima, se debe notar
que aunque la situación de esta villa dista dos leguas de la barra, se vieron venir montañas de agua,
y correr precipitadamente por las marismas.
Que el río salió de su curso, entrando sus olas hasta las primeras calles, quedando inundados los
llanos y muy averiadas las embarcaciones.
Asimismo se notó que el primer movimiento del mar fue retirarse sobre sí mismo dejando
descubierto más de un cuarto de legua de playa, y que después se precipitó, con mayor enojo,
sobre la costa, arrancando y destruyendo cuanto le podía hacer resistencia.
Assange, el héroe fundador de Wikileaks, sale de la cárcel donde nunca debió entrar.
Assange, el héroe fundador de Wikileaks, sale de la cárcel donde nunca debió entrar. Gran alegría para los amantes de la libertad de prensa y gran pesar para quienes ocultan sus crímenes mediante leyes de secretos oficiales. ¡Gracias, Julián! Comparto tu sufrimiento de tantos años privado injustamente de libertad y te felicito por volver a ser libre. ¡Enhorabuena!