Ha nacido Goat Knight, una estrella de la televisión y el diseño.
Mis niños Erik Martínez Westley y Elena Ogorodova (mudanza de Hollywood a Madrid) han puesto en marcha esta nueva empresa (“El caballero de la cabra”). “Climb higher” (“Subir más alto”), dicen ellos. Y les creo.
Elena concibió el logotipo y yo lo he tallado en madera de tilo. Con mi taller húmedo y frío, mi chica (Ana Westley) me ha permitido tallar en la cocina (¡!) y mi maestra en tallasmadera.com.
Diréis, con razón, que las letras son una chapuza.
Es cierto. Yo soy de Ciencias. Pero ahí está la talla terminada, firmada y entregada para gran sorpresa de los fundadores de la empresa. He tallado el logotipo con tanto cariño que les traerá suerte. Después de tallarles su tabla de compromiso para cortar el pan, esta es la segunda obra que les dedico. ¡Enhorabuena, Elena y Erik!
No lo pude evitar. A más 9.000 kilómetros de mi tierra, entre los aplausos del público californiano, totalmente entregado a nuestro Tomatito y a su hijo José, grité ¡Viva Almería! por todo lo alto. Algunos corearon el viva y, desde el escenario, nuestro paisano se echó a reír. A la salida, nos fundimos en un abrazo. La sonrisa fresca y noble de José Fernández Torres no dejaba lugar a dudas. Estaba feliz con su éxito apoteósico.
El público, en pie, aplaudió durante varios minutos hasta que el mayor genio vivo de la guitarra flamenca nos regaló un bis. Fue una actuación espectacular. Anoche no cabía un alma en el gran teatro Wilshire Abell de Los Ángeles.
Me acompañaban mi hijo Erik, antiguo redactor de La Voz y hoy productor en Hollywood, su amigo Ismael Corpas, fotógrafo de la FOX, una brillante auditora ukraniana y una bostoniana que se casó conmigo hace 48 años. El mundo entero parecía estar representado en el patio de butacas y en los palcos, ambos a rebosar: gringos, coreanos, latinos, chinos, españoles, japoneses, blancos y negros, viejos y jóvenes unidos por su amor al flamenco y su lealtad a Tomatito. Aquello parecía la ONU rendida ante el más grande de los almerienses.
Alegrías, bulerías, tangos, rumbas y –cómo no- una enorme soleá cautivaron a los angelinos aficionados al flamenco en su Festival Internacional. Acompañaron a Tomatito su hijo José del Tomate como segunda guitarra, el Piraña en la percusión, los cantaores Cortiñas y Morenito y el bailaor José Maya.
Hubo mucha complicidad entre todos ellos bajo la batuta del maestro. Especialmente tierna y emotiva fue la sonrisa entre padre e hijo sobre el escenario. Y la cara de satisfacción innegable de Tomatito cuando nos presentó a José del Tomate como “su Benjamín”.
En el programa oficial destacaron la contribución de Tomatito, “una leyenda viva”, al Nuevo Flamenco y a la fusión musical de varias culturas: el tango, la rumba, el jazz… “pero siempre desde el flamenco”. También celebraron sus 5 premios Grammy. Y una de sus frases: «La divina huella de Camarón de la Isla es algo que llevo dentro a lo largo de mi vida. No puede ser de otra manera. El no es solo una influencia sino una luz que me guía y, de alguna forma, mi razón de ser.”
Por eso, el público se volcó, nos volcamos, en olés, bravos y palmas cuando, a este lado del Pacífico, se arrancó con la mítica “Leyenda del Tiempo”: “El sueño va sobre el tiempo/ Flotando como un velero/ Nadie puede abrir semillas/ En el corazón del sueño”.
“El flamenco”, dijo Tomatito, “es auténtico cuando es sincero y sale del corazón». A la salida del teatro, le esperaba un cola de aficionados de todas las razas armados de guitarras. El genio almeriense las fue firmando una a una. Una noche inolvidable. Gracias, Tomatito.
Veo la Justicia al revés. ¿Acaso no es el fiscal el defensor del pueblo frente a presuntos delincuentes? Lo vemos continuamene en películas y series de televisión.
Es el fiscal quien defiende la Ley y, frente al abogado defensor, habla en nombre del pueblo contra los presuntos delincuentes. Rara vez un fiscal sale en defensa de un acusado o presunto delincuente. El fiscal es el acusador en nombre de la Ley. Y el abogado defensor, pagado por el acusado, es el encargado de defender a quien le paga.
Es más, según Hollywood –y yo lo he visto en la realidad- los pleitos en Estados Unidos se conocen como «El pueblo de los Estados Unidos contra Fulanito o Menganita…»
Aquí vemos el caso de un fiscal, pagado por nosotros, convertido en abogado defensor de una Infanta (hermana de Rey e hija de Rey) quien, a juicio del juez instructor, es una presunta delincuente que merece ir a juicio oral.
Rajoy está de acuerdo con lo que, en este caso, dice el fiscal. Faltaría más. El juez Castro le dice al fiscal que si cree lo que dice debería haberse querellado contra él. Vaya circo.
Casi todo lo relacionado con la Justicia y los peces gordos va en España al revés que en las democracias avanzadas ya sean monarquías o repúblicas.