Hoy madrugué y valió la pena. Javier del Pino me había invitado su programa «A vivir que son dos días» de la SER. Llegué pronto y sin saber muy bien el motivo de la entrevista. Se había encontrado en Washington con Bill Kovak, un amigo común ex New York Times y ex Harvard, y me mandaba saludos.
Contra mi costumbre, de cuando trabajaba en la radio o en la televisión, esta vez no iba preparado para enfrentarme a las ondas. Quizás por eso, Javier del Pino y José Martí-Gómez me pillaron desprevenido y, en una atmósfera tan cordialy con la guardia baja, hablé como si fuera libre… de mi vida y milagros.
No se por qué, fuí con la idea de que íbamos a hablar de periodismo en general… al año casi de jubilarme. Pero no. Hablamos de mi tema favorito, con perdón, o sea de mi. Tampoco se si fue más fuerte el ataque de vanidad, por preguntarme sobre mi curriculum, o el ataque de nostalgia por verme de nuevo ante un micrófono… El caso es que me sentí tan cómodo con los viejos colegas, los cascos y el micro que me solté el pelo y conté cosas sobre mi secuestro, al final de la Dictadura, que no había contado nunca en la radio ni en la televisión. Aunque sí en este blog.
También me comprometí a seguir dando guerra, a no jubilarme del todo, en honor a mi nieto Leo, que ayer cumplió tres meses. Como sabéis algunos, desde que nació este bebé yo creo y practico el ¡Leocentrismo!…
Esta es la primera entrevista que mi hija Andrea le ha hecho a su hijo Leo:
Por un lado, después de diez meses de pensionista y (¿merecido?) relajo casi total (tenis, talla de madera, jardinería, huerta, pesca, etc.) me siento algo culpable de pasarlo tan bien cuando parece que el mundo se nos cae encima a pedazos. Puede ser un reflejo del sentimiento judeo-cristiano de culpabilidad que nos inculcaron los frailes de La Salle. Parece que todo aquello que nos produce placer es pecado, engorda o da cáncer.
Por otro lado, el pasado 23 de octubre nació Leo Jiménez Martínez, mi primer nieto, y ese acontecimiento tan singular trastornó mis planes de jubilado feliz y despreocupado. ¿Como no seguir la actualidad y no estar al día de lo que pasa en el mundo que se va a encontrar este niño? La verdad es que Leo, sin ningún mérito por su parte, ha tenido doble suerte: nació varón y en Occidente. Las mujeres lo tienen todo más difícil, incluso en Occidente.
¿Acaso los abuelos (o yayoflautas) no tenemos el deber de intentar mejorar este mundo para entregarlo a las generaciones venideras mejor de como lo recibimos?
Estas fueron mis reflexiones cuando salí esta mañana de la cadena SER, al concluir esta entrevista que copio y pego aquí mismo, camino de las pistas de tenis de Villanueva de la Cañada.
Jugué como nunca y perdí como siempre (4-6, 0-6). Mantengo estable mi posición en el ranking de tenis de mi pueblo. Ni subo ni bajo: sigo siendo el último. Claro que hoy me enfrenté a un joven de la Policía Nacional, que está en plena forma física para perseguir a los malos y que me ha hecho correr de lo lindo. Lo pasé tan bien tanto en la pista como en la SER. Gracias a Hugo y a Javier.