Llevo años criticando, por pueril, la existencia de la Jornada de Reflexión, previa a las elecciones. Sin embargo, esta vez me ha servido. Y estoy dispuesto a rectificar.
La suspensión de la campaña electoral en la Jornada de Reflexión siempre me pareció una medida paternalista, que trataba a los potenciales votantes como menores de edad y les protegía de las influencias “malignas” de última hora. También pretendía ahuyentar posibles brotes violentos entre votantes contrarios a pie de urna.
Por todo eso, estuve en contra de tal Jornada. Muchos países democráticos no la tienen. Pero, mira por donde, en esta ocasión me ha servido para estudiar, analizar y reflexionar sobre el sentido del voto que había decidido hace un par de días y anunciado precipitadamente -ahora lo veo más claro- por Facebook.
Mantengo mi decisión, largamente meditada y sufrida, de votar contra el bipartidismo. Ni el PP ni el PSOE tendrán mi voto por ahora. Pero, en plena Jornada de Reflexión, he decidido no votar lo que anuncié hace un par de días y, por tanto, mañana cambiaré el sentido de mi voto. Así pues, “donde dije digo digo Diego”. Y lamento los daños colaterales de mi decisión.
Mantendré mi voto secreto de izquierdas hasta que las actuaciones (no las palabras) delPSOE me convenzan de volver a votarles como hice durante casi toda mi vida.
Mi compadre comprende que esta vez no vote al PSOE (“Si tu padre levantara la cabeza”, me dice). También me dice que tenía que haber reaccionado mucho antes contra la corrupción de los grandes partidos. Pero antes no estaba jubilado y, por tanto, no tenía tanta libertad para decir lo que pienso o lo que voto. Ahora estoy jubilado, tengo los niños criados y la casa pagada y mis palabras o mis actos no causan daño al diario 20 minutos para el que trabajé desde hace 14 años.
Los de la cadena SER de Almería: “¡Vaya pollico que has montado”, me dicen. Les cuento que he decidido no votar esta vez al PSOE (al que voté casi siempre) por puro cabreo. Nunca milité en ningún partido político, pero comparto los ideales del PSOE y fui simpatizante suyo desde siempre. Lo que ya no puedo compartir son sus prácticas corruptas o el silencio de los militantes y líderes honrados (que los hay y muchos) que prefieren mirar para otro lado o no se enteran de lo que pasa en su partido, convertido en simple agencia de colocación de partidarios o parientes.
Ya se que el PP es más corrupto que el PSOE, pero eso no me vale. Los dos grandes (con su defensa acérrima de las listas cerradas, la opacidad de sus cuentas, su nepotismo exagerado, su financiación sucia, etc.) están bastante podridos. En el PP, mucho más. Ahí están los “sobrecogedores” de Bárcenas. Eso era y es lo nomal. La derecha roba por millones y PSOE lo hace por migajas cutres. Pero al PSOE no le consiento que robe ni un adarme. Lo que me preocupa es que quienes comparten conmigo los ideales de solidaridad y de justicia del PSOE convivan con la corrupción cutre de su partido o no se enteren.
No me cambio de chaqueta. Mi chaqueta es y seguirá siendo socialdemócrata. Así lo he mamado de mis padres y compartido con mis mejores amigos. Si el PSOE mantiene sus ideales, se reforma y limpia su mierda, volveré a votarle encantado. Pero esta vez, ya no puedo votarle, como hice antes, tapándome la nariz. ¿Qué hacer ahora que soy más libre que antes?
Primero, para castigar al bipartidismo corrupto, tomé la decisión de no votar a nadie. Luego me dio pena desperdiciar mi voto, después de haber pasado media vida sin poder votar durante la Dictadura. Y, no sin dolor, me puese a buscar donde depositar mi voto, como el que va de compras.
Tengo amigos del PCE en Izquierda Unida a los que siempre agradecí su lucha antifranquista y con los que hicimos la Junta Democrática y tantas acciones clandestinas contra la Dictadura. Pero ahora veo a IU muy confundida. Como en tiempos de la pinza de Anguita y Aznar contra Felipe González. En Andalucía apoyan a PSOE y en Extremadura apoyan al PP. Los descarté en el mismo paquete de los dos grandes.
Me hubiera gustado dar mi voto a los herederos de los indignados de 15-M (Equo, Podemos, etc.), a quienes tanto animó el maestro José Luis Sampedro. Me gustan sus dosis de utopía que tanto echo de menos en el PSOE. Pero aún los veo pequeños, nada concretos y poco eficaces. Recuerdo que mI hijo menor me decía, al volver de pernoctar en la Puerta del Sol, que “iban contra todo”.
-”¿Podrías ser algo más concreto?, le pregunté. Y él me insistió: “¡Contra todo, Papá, contra todo!”. Poco después, sin empleo, emigró lejos de España.
Entre mis admirados José Luis Sampedroy Fernando Sabater, opté por votar al partido de este último: la UPyD. Aunque no me gustan los partidos personalistas (y me parece que éste aún lo es para Rosa Díez), el nº 1 de su candidatura al Parlamento Europeo es el profesor Francisco Sosa Wagner, a quien conocí una vez (sin saber entonces quien era) en una reunión para defender una nueva Ley de Partidos Políticos.
He leído algunos escritos de Sosa y, lo que dice, me suena bien. Le votaré esta vez. Pero es un voto prestado, condicionado a ver qué hace con mi voto cuando esté en elParlamento Europeo y qué hace su partido en el Congreso de los Diputados. Si me gusta lo que hacen, repetiré y si no, me buscaré otro partido al que votar. Y seguiré mirando de reojo al PSOE, por si cambian a mejor. No voy a tropezar más veces en la misma piedra. Ya no. Como dice un proverbio árabe:
“La primera vez que me engañes será culpa tuya; la segunda vez que me engañes será culpa mía”.
Creo que si viviera mi padre (del PSOE de antes de la guerra) estaría de acuerdo conmigo. He votado demasiadas veces con el corazón. Ya es hora de ponerle al voto unas gotas de cerebro.
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Copio y pego, a continuación, lo publicado por La Voz de Almería y la cadena SER, a raiz de la polémica en Facebook.
Martínez Soler da un ‘portazo’ al PSOE y Fernando Martínez responde
El periodista y presidente de la Junta Rectora del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, José Antonio Martínez Soler, se ha convertido en protagonista de una polémica política a escasas horas del cierre de la campaña electoral de las europeas.El origen de la polémica se sitúa en la noche del miércoles cuando Martínez Soler, desde su perfil de Facebook, declara abiertamente que el domingo no votará al PSOE. Votará a UPyD, cuya candidatura la vuelve a encabezar Francisco Sosa Wagner.“Aunque casi siempre he votado al PSOE (el partido de mis padres y cuyas ideas comparto, no sus prácticas) esta vez no voy a votarle. Acabo de comunicarle por Facebook a Francisco Sosa, un caballero de UPyD que me parece que está limpio, que ya tiene mi voto. Muchas gracias, Francisco. Y ánimo. He votado casi siempre al PSOE pero esta vez iré contra el bipartidismo. Los dos grandes están bastante podridos. Haz algo. Ya tienes mi voto. Un abrazo. Jose”, se indicaba textualmente en la entrada de Martínez.En un posterior mensaje, el presidente de la Junta Rectora de Cabo de Gata y que tiene decidido no seguir en el cargo, decía lo siguiente: “Donde no hay riesgo no hay beneficio. No se si me equivocaré o no votando ahora a Francisco Sosa, un caballero de UPyD, a quien solo conozco de vista en un par de reuniones (para cambair la Ley de Partidos). Le he seguido ultimamente y lo que dice me suena bien. Tendré que comprobar si como eurodiputado hace lo que dice. Lo que desgraciadamente ya tengo comprobado es que el PSOE dice una cosa y hace otra. Y me ha decepcionado. Ya no volveré a votar tapandome las narices”.A José Antonio Martínez le respondieron varios seguidores, entre ellos el exalcalde y actual secretario municipal del PSOE en Almería capital, Fernando Martínez López.“Amigo José Antonio, somos muchos, la mayoría, los que en el PSOE estamos limpios, no estamos podridos, y hemos desempeñado cargos institucionales”, resaltó Martínez López.“Vamos a votar PSOE porque creemos que solo una fuerza politica como ésta, con su defectos pero con muchas virtudes tiene posibilidades reales de seguir transformando este pais (…). Tu opción de voto, que por descontado respeto, no se si se guía por esos principios y valores”, añadía.
El periodista y por pocos meses, presidente de la Junta Rectora del Parque Natural, José Antonio Martínez Soler, ha atendido a la cadena SER tras convertirse en protagonista de una polémica política. El origen de la polémica se sitúa en la noche del miércoles cuando Martínez Soler, desde su perfil de Facebook, declara abiertamente que el domingo no votará al PSOE. Votará a UPyD, cuya candidatura la vuelve a encabezar Francisco Sosa Wagner.
“Aunque casi siempre he votado al PSOE (el partido de mis padres y cuyas ideas comparto, no sus prácticas) esta vez no voy a votarle. Acabo de comunicarle por Facebook a Francisco Sosa, un caballero de UPyD que me parece que está limpio, que ya tiene mi voto.Esta mañana en la cadena SER, insistía en su cabreo con el PSOEEscuche la entrevista en la Cadena SER.
Aunque casi siempre he votado al PSOE (el partido de mis padres y cuyas ideas comparto, no sus prácticas) esta vez no voy a votarle. Acabo de comunicarle por Facebook a Francisco Sosa, un caballero de UPyD que me parece que está limpio, que ya tiene mi voto.
“Muchas gracias, Francisco. Y ánimo. He votado casi siempre al PSOE pero esta vez iré contra el bipartidismo. Los dos grandes están bastante podridos. Haz algo. Ya tienes mi voto. Un abrazo. Jose”.
Aunque casi siempre he votado al PSOE (el partido de mis padres y cuyas ideas comparto, no sus prácticas) esta vez no voy a votarle.
Acabo de comunicarle por Facebook a Francisco Sosa, un caballero de UPyD que me parece que está limpio, que ya tiene mi voto.
Este ha sido mi mensaje:
«Muchas gracias, Francisco. Y ánimo. He votado casi siempre al PSOE pero esta vez iré contra el bipartidismo. Los dos grandes están bastante podridos. Haz algo. Ya tienes mi voto. Un abrazo. Jose».
Espero que los corruptos del PP y del PSOE aprendan algún dia que no pueden seguir haciendo lo contrario de lo que dicen, mientras sus correligionarios honrados (que los hay) miran para otro lado o no se enteran.
Gary Becker, premio Nobel de Economía 1992, falleció el pasado 3 de mayo en Chicago. He pasado unas vacaciones por la Inglaterra profunda, sin periódicos y sin apenas conexión a Intenet, y no me enteré de su muerte hasta hoy. Pese a mi desacuerdo con su línea neoliberal, las enseñanzas del profesor Becker me obligaron a cambiar el rumbo de mi tesis doctoral sobre «El mercado de la prensa: factores que determinan el precio de una noticia». Tuve interés en conocerle personalmente y, desde luego, no me defraudó.
Una buena amiga mia fue ayudante en su cátedra y varios ilustres economistas españoles han valorado estos días su contribución al estudio de la conducta humana, mediante el uso de herramientas propias del análisis económico. Juan José Toribio, con quien tuve la suerte de coincidir en el equipo del vicepresidente económico Fernando Abril Martorell, ha escrito un excelente obituario en El Pais: «Gary Becker, el Nobel que diseccionó el comportamiento»
La agudeza, ingenio y atrevimiento del profesor Becker me cautivaron. Sobre todo su contribución al conociemiento del «Capital humano» (su gran obra). Estudió cómo se comportaban los presos, desde el punto de vista de la racionalidad económica, y analizó como nadie la familia, la discriminación, el resultado de los premios y los castigos así como del coste y de la utilidad de nuestros actos. La maximización del beneficio, como objetivo del comportamiento economico racional, fue otra de sus aportaciones, junto con sus colegas Milton Friedman, Buchanan, Trulloc, McKensey, etc.
Aunque no compartía buena parte de sus teorías conservadoras sobre la aplicación del análisis económico al comportamiento humano, sus enseñanzas me perturbaron, mientras investigaba tras pasar por la Universidad de Harvard como Nieman Fellow (1976-77), hasta el punto de que sus obras se convirtieron en fuente de inspiración para concluir mi tesis doctoral. Fue un gran innovador y, desde la discrepancia ideológica, admiro su obra y estoy en deuda con él.
En Londres he descubierto otra forma de leer y/o escuchar las obras de Shakespeare. Una ambulancia atiende en el Globe a quienes se desmayan en plena representación.
Como si la maestra me hubiera puesto la tarea de escribir la obligada redacción de “cómo pasé mis vacaciones en el pueblo”, voy a resumir, sin intención alguna de dar envidia, lo que hice en Inglaterra en 7 días de primavera. Lo último es, naturalmente, lo que tengo más fresco y, quizás, una de las visitas más recomendables de Londres. Pasen y vean…
El teatro Globe quedó reconstruido en 1997 con donativos por iniciativa de Sam Wanamaker, un actor y director yanqui. Por fuera parece una plaza de toros de pueblo. Paredes encaladas, sostenidas por grandes vigas, listones y travesaños de roble verde, dan un aspecto casi medieval a la reproducción fiel del Globe, el teatro donde se representaban principalmente las obras de William Shakespeare desde 1599 hasta 1642. El yeso va reforzado con pelos de vaca. (La entrada cuesta 11 libras para estudiantes y jubilados y, desde luego, se amortiza en risas).
En 1613, para imitar fielmente el sonido de un cañonazo en “Enrique VIII”, utilizaron un cañón de verdad. Pero la industria de los efectos especiales con cañones de atrezo no había avanzado lo suficiente. El disparo incendió el tejado de paja y junco y convirtió el Goble en ruinas. Fue reconstruido inmediatamente y aguantó todas inclemencias del tiempo meteorológico. Pero no las del tiempo político ni religioso. No sobrevivió a los cañonazos del Gobierno puritano de Inglaterra que, en 1642, mandó clausurar, por inmorales, todos los teatros. Cromwell demolió el Globe en 1644.
Londres había crecido lejos del pecado (que se sepa) en el lado Norte del río Támesis, una orilla llena de puritanos serios y aburridos. Y de abogados, en Temple, casi enfrente del Globe. Para divertirse un poco había que cruzar al lado Sur y pecaminoso del río.
Si no te bastaba con el teatro, ofrecían peleas brutales de osos y toros contra perros (“bears and bulls”, hoy sublimados en Wall Street). El oso, atado con una cuerda a una estaca, era atacado por perros a los que despedazaba. Algo parecido ocurría con el toro. El oso, un bien más escaso que el toro, siempre ganaba la pelea. Al Sur del Támesis no faltaban el alcohol, la música, las risas ni los burdeles. Hasta los niños bebían entonces cerveza pues el agua de Londres no era potable.
Como en el escenario del Globe, el río separaba ambos mundos. Los ángeles y dioses del teatro bajaban del Cielo/ático mediante una trampa de poleas bastante ingeniosa. Los diablos, fantasmas y brujas del Averno eran elevados desde una trampilla del sótano. Los mortales de la Tierra caminaban por el escenario.
Trompetistas ensayando en el Globe
En el patio (yard) caben cómodamente 600 espectadores de pie. Hasta 1.000, un poco apretados. Sentados en los palcos que rodean el escenario, como los tendidos de un coso taurino, caben 900. No hay techo ni luces artificiales, por lo que las representaciones se hacían, y se hacen, de día, a partir de las 2 de la tarde. Ese detalle luminoso, solo con luz natural, ayuda a comprender mejor las obras del genio inglés.
En aquel tiempo (y no como ahora, que el patio del butacas está oscuro), los actores veían las caras del público. Y viceversa. Y oían sus réplicas. Había diálogo entre actores y público. “¡Mátalo!”, le gritaban a Bruto. O bien, “No vayas”, le advertían a voces a Julio César. ”¡Mata a tu padrastro!”, le gritaban a Hamlet.
Taza de recuerdo de Hamlet
Cuando estrenaron la tele en mi casa, mi madre solía hablar a los actores en medio de la película. Les llamaba de todo. “Guarra, que eres una guarra”, les decía a las más descocadas de la pequeña pantalla. Así como los niños avisan a la señá Rosita para que se esconda de don Cristobita, el malo de las marionetas de García Lorca, así mismo los londinenses advertían a gritos a los actores de los peligros que corrían sus personajes o los increpaban. Cuando Hamlet dice, por ejemplo, “To be or not to be…” (“Ser o no ser”) una parte del público podía interrumpirle al grito de “¡Not to be, not to be!”. Un crítico de la época cuenta que le resultaba difícil entender a los actores a causa del griterío del público. Con razón, en Julio César, Marco Antonio reclama la atención del público cuando grita a los del patio: «¡Amigos, romanos, compatriotas, prestadme atención!» .
Las obras no eran inocuas. Tenían una carga política de actualidad y daban al público (y, sobre todo, al mecenas) lo que éste quería oír. Los mecenas encargaban y financiaban las obras de Shakespeare como hoy imprimen panfletos o producen videos electorales. La gran joroba y exagerada fealdad de Ricardo III(el ultimo rey inglés de la dinastía Plantagenet) no eran casuales. Ni tampoco la belleza o la bondad de los nuevos Tudor.
De pie en el patio (1 penique) o sentados en un tendido frente al escenario (2 peniques), los más pobres, vestidos con su mejor gabán o sayal de lino bruto o lana basta y sucia (que lavaban dos veces al año) podían ver la cara y la expresión de los actores pero (¡ay!) también podían verle la cara (y sus ropajes de fina seda) a los aristócratas y otras gentes principales del reino. Los pobres tenían prohibido usar la seda. Los palcos que hay a los lados y detrás del escenario, de cara al público, eran los más caros (6 peniques, más 3 por cojín). Sus nobles abonados no iban solo a ver el teatro sino a ser vistos por la plebe maloliente.
Cabían mil personas apretujadas en el patio: los “penny stinkers” o “apestosos de perra gorda”, que bebían cerveza y meaban allí mismo. Para sus necesidades de arte mayor (o sea, cagar) disponían de una fila de cubos abiertos en los bordes del patio.
Otro detalle relevante: el teatro no se hacía entonces solo para ser visto sino, sobre todo, para ser oído. No podían ver bien las expresiones de los actores. En cambio, sí podían oír sus voces y los pensamientos que expresaban en voz alta. Así se entienden mejor los monólogos o soliloquios de Hamlet o de lady Macbeth. No eran tales sino, más bien, diálogos con el público. Cuando un actor muere apuñalado en el escenario del Globe, cae muerto pero, además, tiene que gritar, sin micro, en voz muy alta: “I am dead” (“Estoy muerto”) . Para que el público se entere. Y entonces, el recién asesinado se levanta y hace mutis caminando tranquilamente por el entablado.
Grandísimas obras… para ser oídas. (To hear or not to hear, that is the question). Por eso, por razones acústicas, el coso de Shakespeare era redondo: para servir mejor a los oídos que a los ojos. Las obras seguían su curso pese al aguacero tradicional de Londres que lavaba las ropas y diluía la orina del público. Para el olfato solo había un remedio eficacísimo: alto consumo de ajos.+
Las mujeres no podían actuar. Los hombres lo hacían en su lugar, con voz de falsete y maquillaje a base de plomo. Eso explica, al cabo del tiempo, la parálisis de sus nervios y el envejecimiento prematuro de su rostro. Quienes habían actuado de bellas mujeres acababan interpretando a brujas feas y demonios terroríficos.
Al salir del edificio, poco antes de que empezara “Titus Andronicus”, la primera tragedia de Shakespeare, que está hora en cartel, llama la atención una ambulancia a la puerta del teatro. “Todos los días se desmaya alguien del público”,me dicen. Las crónicas del Times me lo confirman. En el escenario cortan manos y lenguas y brota sangre por doquier. Demasiada carnicería para los sensibles espectadores de hoy.
Me refugié en la tienda turística del Globe. Compré varias chucherías y una ingeniosa goma de borrar con manchas color sangre y la frase más famosa de lady Macbeth tras el crimen regio, al final, poco antes de morir: «Out, damned spot! Out, I say!» Y también: «Here’s the smell of the blood still. All the perfumes of Arabia will not sweeten this little hand».
Acabo de descubrir otro pájaro (enamorado) que mira hacia atrás— No salgo de mi asombro.
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¡Qué grata sorpresa!. Hoy, por San Isidro, han abierto un mercadillo de cerámica en la plaza de las Comendadoras de Madrid. El puesto de Alfarería Blas Casares me ha sorprendido: en el centro de sus platos y fuentes hay (pintado y cocido) un pájaro que mira hacia atrás. Eso quiere decir, según viejas tradiciones pre romanas, que el pájaro está enamorado. O bien, como afirma Carmen Requejo (bordadora de tales pájaros), representan a mujeres enamoradas. La semana pasada encontré otro pájaro «enamorado» en una pieza de la antigua Mesopotamia (3.500 AC) expuesta en el British Museum de Londres.
Roberto, el vendedor granaino, me insiste en que esos dibujos son de origen árabe. Sin embargo, los árabes de religión musulmana (como los que habitaron Granada, Garnata o Elvira) tenían prohibida la representación de seres vivos, incluidos animales y plantas. Por eso, sus figuras decorativas son geométricas.
¿De donde viene, pues, la tradición de dibujar pájaros que miran hacia atrás en la cerámica granadina?.
Los símbolos paganos, prohibidos por la Inquisición, retoñan en La Alberca (Salamanca). Abundan los pájaros “enamorados”, que miran hacia atrás, y los bicéfalos, que celebran el matrimonio precristiano.
Hace 40 años, durante una visita inquietante al Lancaster County (Pensilvania), la tierra de los Amish, me compré estos gemelos. Los encontré en un viejo almacén que los amish tenían en el pequeño pueblo de Intercourse. El nombre del pueblo (en inglés: cruce de caminos, lugar de conversación y… coito) suele provocar una sonrisa casi inevitable en los visitantes. Pese al significado erótico del nombre del pueblo donde los compré, nunca relacioné con el amor a los pájaros que miran hacia atrás sobre corazones rojos de mis gemelos favoritos.
Milagrosamente, pese a usarlos con frecuencia, aún no los he perdido. Y, como no soy supersticioso porque trae mala suerte, la semana pasada los llevé en la boda de mi hija Andy con Eduardo. Una reciente visita turística a La Alberca, refugio de judios que huían de la Inquisición, en Las Batuecas salmantinas, me ha servido para descifrar este viejo y emocionante enigma. Hace más de 40 años que me lo pregunto: -¿Qué representan los pájaros que miran hacia atrás?
Si alguien sabe algo más de este asunto me gustaría que lo aportara al blog. He buscado la respuesta por doquier (en varias enciclopedias, incluso en Google) pero sin éxito. Nunca lo supe hasta que hablé con Carmen Requejo, mientras ella bordaba primorosamente unos pájaros que, con toda naturalidad, llamó “enamorados”. Allí conseguí la primera pista. Y había más. Su minúscula tienda de artesaría albercana, frente al osario de la Iglesia (que luce una calavera entre dos velas), estaba repleta de símbolos paganos.
Me quedé perplejo. Había docenas de pájaros que miran hacia atrás: en manteles, vidrieras, tazas, platos… Sus hijos colaboran con ella y recuperan y mantienen la tradición, casi extirpada por la Inquisisón, pintando en tazas y platos de cerámica pájaros que también miran hacia atrás, símbolo del amor, o truchas penetrando una flor, símbolo pagano de la fertilidad. Tuve una sabrosa conversación con la señora Requejosobre su afán por recuperar las tradiciones de la artesanía de La Alberca y por explicar su significado. -“La Inquisición intentó extripar todo los símbolos paganos, precristianos o judíos, de la tradición albercana. Y casi lo consiguió…”, me dice Carmen Requejo. No lo dice en broma. Me indica como llegar al local del Santo Oficio y a la cárcel inquisitorial:
-Vaya usted a la calle de atrás y verá el escudo de la Inquisición que aún se conserva en la puerta de la cárcel donde torturaban a los sospechosos de herejía. Parece mentira que, pese a la persecución que sufrieron nuestros símbolos paganos, hayan sobrevivido tantos siglos en la clandestinidad.”
Naturalmente, le compré algunos objetos de artesanía, con pájaros enamorados. Al regresar a casa lo primero que hice fue buscar aquellos gemelos comprados hace cuatro décadas en Intercorse, a más de 6.000 kilómetros de La Alberca. Los dibujos y los colores, utilizados en ambos lados del Atlántico, en los gemelos de los amish y en los tazones de La Alberca, se parecen de manera sorprendente. Los colores y los pájaros de los amish y de los albercanos mantienen su parecido a través de siglos y océanos.
Ordenando ahora mi sótano -algo que intento hacer cada principio de verano, por cierto, sin mucho éxito- encontré casualmente un regalo que mi suegra. Geraldine Westley, hizo a mi hijo David (el pintor).
El pájaro de madera fue comprado por ella hace muchos años en un “flea market” (un rastrillo de antiguedades y objetos usados) de Nueva Inglaterra, no muy lejos de Boston. Desde que he regresado de mi visita mágica a La Alberca, de pronto, se me aparecen por todas partes pájaros que miran hacia atrás.
Estoy seguro de haber visto estas figuras durante años sin percatarme de su simbología pagana y de su parecido con mis gemelos amish… hasta que Carmen Requejo me dio la primera clave de su origen pagano y enamoradizo. ¡A donde vamos a ir a parar!
Para mi sorpresa, me acabo de dar cuenta de que las puertas viejas de unos armarios de mi cocina, que compré hace décadas a Ana y Belén, unas anticuarias de Arévalo (Avila), tienen tallados dos pájaros con sus cabezas mirando tan hacia atrás como los de los gemelos que compré en América a los amish. Ya no se qué pensar… Quizás va a tener razón el sabio José María Pérez, el gran Peridis, cuando dice que en mi casa hay… ¡espíritus!.
Desde que regresé de La Alberca, me veo rodeado de pájaros paganos. Afortunadamente, paganos o no, son símbolos del amor. ¡Que sean bienvenidos! Con todo lo que se ahora, he vuelto mis ojos ociosos a Google. Encontré varios cientos de pistas, hasta hoy ocultas para mi, que hablan de los pájaros como símbolos de la luz, de la vida y del amor. Aunque Google no siempre es una fuente recomendable, en uno de los enlaces dicen que los romanos precristianos y los judios representaban a los pájaros (símbolo del espíritu) mirando hacia atrás. El mismísimo Espiritu Santo (ya no se si, a partir de ahora, debo escribirlo con minúscula) se representa con un pájaro, una paloma, aunque no recuerdo haberlo visto nunca… enamorado.
En Wikipedia acabo de aprender que el colibrí -que puede quedarse quieto en pleno vuelo- simboliza el poder del amor y la alegría. Y, por fin, y ya no busco más porque es la hora de hacer la comida, encontré una referencia directa a un dios romano: el pájaro carpintero, mirando hacia atrás, está consagrado nada menos que a Marte, el dios de la Guerra. Nada mas alejado del amor. Paradojas de la historia. Menos mal que Marte, hijo de Júpiter, era también el dios de la Agriculturay los “paganus”, en latín, eran los campesinos. Me rindo. Felices vacaciones.
P.S: No salgo de mi asombro. Ha refrescado y mi chica se ha puesto un chal sobre sus hombros. ¿Qué dirán que lleva ese chal, comprado hace poco en Zara? Véanlo: pájaros enamorados que miran hacia atrás… (Made in India).