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¿Por qué me enganché a la talla y escultura en madera?

Elogio de la madera

 Sin más méritos que ser estudiante de Talla y Escultura en Madera en el taller de www.tallasmadera.com, Rocío Gilabert, licenciada en Bellas Artes y paisana de Almería, me invitó el pasado martes, 20-N, a su programa radiofónico “Perspectivas” de M21 (88,6 FM). Sin pensarlo dos veces, allí fui. Si te gusta la madera, y alguna vez has deseado convertir una tabla o un tronco en un obra de arte, por mala que sea, no te pierdas este programa (Perspectivas. Arte. 20 nov. 2018) de Rocío Gilabert.

https://www.m21radio.es/podcast/perspectivas/perspectivas-20112018?fbclid=IwAR0YmGTQmwiNnrpIpsXh7FqDNJQOhGNF9p-6pdih-E7kcfX_EkWaRscDmi8

Es buenísimo. Claro que no soy objetivo. ¡Salgo yo!

Cervantes, inspirado en el bastón de mi padre.

¿Acaso acepté la invitación, no sin cierta osadía, porque tenía mono de micrófono? No lo creo. Hace muchos años que no me enfrento a micros ni a cámaras de televisión. De hecho, no hablo en radio ni tele desde que José María Aznar me despidió de RTVE, tras la entrevista preelectoral que le hice en 1996.  No los echo de menos. La fama televisiva, tan efímera, es humo. Peligrosa, si te gusta en demasía.

Mi primer troll para mi nieto Leo

¿Acepté por curiosidad, por vanidad o por petulancia, sabiendo que iba compartir tertulia radiofónica con escultores ya consagrados por sus grandes obras que exponen y venden? O sea: ¿un becario entre doctores?. Tampoco lo creo. Soy contrario a participar en tertulias de radio y TV con mis viejos colegas de la prensa. Se ven obligados a opinar de todo lo divino y lo humano, aunque tales asuntos estén muy lejos de su especialidad.

Relieve de Jayrán, emir de Almería, con mi nieto Leo y el «tío» Antonio.
Jayrán, Emir de Almería, promotor de las murallas y aljibes que llevan su nombre, tallado en cedro. En un ataque de vanidad, será mi primera obra con marco.

Conozco la técnica básica de la talla en madera pues he cursado Primero de Cuenco, Segundo de Relieve y Tercero de Bulto Redondo. También reconozco mis limitaciones y torpezas en el manejo de gubias, formones, escofinas, limas, raspines, rasquetas, etc. No siendo ningún experto en la escultura en madera, sino un estudiante apasionado por esta especialidad, ¿por qué entré en el Estudio de M21, exponiéndome a quedar en ridículo ante escultores como Agustín Sanz (de Rascafría), Marta Villamayor (“Espiral de virutas”, de Valdemorillo) y Pablo Redondo (”Odnoder”, de la Galería Espacio Primavera 9, de Lavapies, la única de España dedicada solo a escultura)?

Mi hija Andrea y mi nieto Leo, abrazados. Regalo para el Día de la Madre.

La verdad es que no lo sé. Es posible que solo quisiera predicar las excelencias de la talla en madera y compartir o, quizás, contagiar mi nueva afición con otros eventuales aficionados. Me sentí empujado por la fe del converso. Tuve el impulso que, quizás, deben sentir los predicadores de cualquier religión o credo. Pensé que mi breve experiencia con el mazo, la gubia y la madera es tan gratificante y balsámica que sería egoísta guardarla solo para mí. Además, recordé la máxima fundamental del espíritu universitario, que practiqué como profesor titular de Economía Aplicada: “Quien ha sido enseñado, debe enseñar”. En este programa quise contagiar a los oyentes mi pasión por la madera y, además, aprendí de mis contertulios.

Marta Villamayor (con su marca “Espiral de virutas”) nos ilustró sobre sus obras de joyería en madera y de utensilios útiles para la cocina (cucharas, platos, cuencos, etc.) Ella utiliza todo tipo de madera y recurre incluso, en plan sostenible, a recuperar desechos de la industria, de los lutiers o de la poda. Cualquier trozo de madera es susceptible de convertirse en arte.

Agustín Sanz, que hace obras (¡un respeto!) de hasta 4 metros de una sola pieza, celebra el bosque como su fuente de inspiración. Vive en Rascafría, Madrid, rodeado de montañas con árboles y disfruta con la textura, los colores, los aromas y la calidez de sus maderas, principalmente de enebro, sabina, abedul o tilo.

El escultor Pablo Redondo («Odnoder», compañero de taller en Primavera, 9 (Lavapies) con sus «ángeles».

Pablo Redondo (“Odnoder”), un arquitecto de éxito que ahora presume más como escultor, ha creado un estilo propio, original e impresionante. Casi perturbador, por lo que arriesga al adelgazar y estilizar partes de sus obras (“Los ángeles”, por ejemplo) hasta el límite de lo imposible. Ves su tirachinas gigantesco y te imaginas la esencia de los fusilamientos del 3 de mayo: el grito de Goya. Yo digo que Odnoder, pese a su nombre impronunciable, es un Giacometti al revés. Le conocí hace 4 años cuando entré en Primero de Cuenco en el taller que nuestra maestra, Sandra Krysiak, tiene en Bellas Artes Coronado. Ya le veía yo entonces con el título de doctor cum laude. Pronto echó a volar solo y, con su esposa, creó la primera galería dedicada solo a Escultura.

Como buen arquitecto, Pablo Redondo dibuja sus bocetos. Como buen escultor, elige sus maderas. Pero, como creador, reconoce que la obra final difiere de sus bocetos. Pablo Redondo nos dice que la madera, una materia viva, le obliga a cambiar sobre la marcha. Sus curvas y nudos le piden cambios, le marcan un camino distinto y le llevan a transformar la idea original. «Ya sea con abstracción geométrica o con arte figurativo, la madera manda», nos dice. Ya lo creo. Contra mi costumbre, boquiabierto, dejé hablar a mis contertulios. Tomé nota de sus palabras, de sus emociones, y compartí lo que decían. Nos unía el amor al arte a través de la madera.

Rocío Gilabert, con sus contertulios radiofónicos sobre talla y escultura en madera.

Rocío Gilabert, pintora y gestora cultural entusiasta, incluyó en su programa una entrevista grabada previamente con nuestra maestra, Sandra Krysiak, licenciada en Bellas Artes y discípula del maestro Medina Ayllón. Como si estuviera impartiendo sus clases, (suave como el tilo, firme como el nogal), siempre en voz baja, al oído de cada uno de nosotros, la maestra dijo que sentía pasión por la madera y que (¡ojo!) “quería dedicar el resto de su vida a la madera”. ¡Ahí queda eso! Luego se lanzó a vender sus cursos en tallasmadera.com y a explicar su contenido. Nos habló del manejo adecuado de las herramientas básicas (gubia, formón y maza) para poder “controlar la veta” y del disfrute de dominar las maderas nobles y semipreciosas (castaño, cedro, nogal, caoba, ébano, etc.) para conseguir formas tridimensionales con la expresión propia del artista.

Con mi maestra, Sandra Krysiak, y el grandísimo pintor y escultor Antonio López, en Bellas Artes Coronado.

“Al concluir una obra, mis alumnos”, confiesa Sandra Krysiak, se sorprenden y se sienten impactados al comprobar lo que son capaces de hacer con un trozo de madera, descubriendo las capacidades que llevan dentro”. También dice nuestra maestra que “en la madera, un material vivo, fuerte y frágil a la vez, que te trasmite aromas, texturas y colores, puedes volcar sentimientos y pensamientos hasta convertir un tronco o una tabla en una obra de arte imperecedera”.  Sus clases incluyen ejercicio físico, pero también sicológico.

Portada del semanario Doblón (14-II-1976), que provocó mi secuestro y torturas (2-III-1976), y mi primer relieve sobre tablón de cerezo (Arco de Averroes, Cordoba).

Doy fe de ello. A través de la experiencia con mis compañeros de taller y por mí mismo, he descubierto que todo ser humano lleva un artista dentro que le empuja a su realización personal. En ocasiones, el artista permanece dormido o reprimido durante años. A mí me pasó. Sin embargo, tarde o temprano,  el impulso creativo resulta, a veces, irrefrenable. Siempre pensé que la risa y la creación artística nos hacen humanos. No sé en qué orden, pero sí sé que ambas nacen de una fuente maravillosa que es la libertad: libertad de pensar, de hablar, de reír y -¡cómo no- de crear. Creedme. Cuando creas algo desde la nada, te sientes como Dios. Excelente sensación. Experiencia balsámica y gratificante.

Mi «Grito», en duramen de nogal, homenaje a Munch. Ana Westley pintó la tulipa.
El Grito, a medio acabar, en el taller de Primavera, 9, Lavapies.

Además, hacer una pieza original e irrepetible con las manos, a golpes, sin máquinas, transformando un pedazo informe de madera en algo distinto, decorativo o práctico, te entronca casi con nuestra prehistoria. Tallar es una técnica primitiva que te engancha porque, quizás, la llevamos en nuestros genes (esto me lo estoy inventando). Es un impulso parecido al de nuestros ancestros: los recolectores de frutos del bosque. Cuando empiezas, no puedes parar.

El escriba del Faraón, en el sobrante de un pilar de olmo. No le dejé manco de milagro.

Mientras hacía mi primer cuenco (llegué a perforarlo -¡cómo no!- por exceso de confianza), pensé que estaba creando, a mi modo, el primer utensilio artístico y práctico que el ser humano hizo sobre la Tierra. ¿Acaso no precisó el hombre o la mujer de las cuevas de Altamira, ya fuera cromañón o neandertal, de un cuenco donde preparar y transportar las pinturas que sirvieron para asombrar al mundo en los siglos venideros? O, mejor aún, un primer cuenco útil y necesario para beber y/o comer.

Taller de tallasmadera.com en Villaba. El bizcocho y el café lo pone la maestra Sandra Krysisak.

Luchando contra la veta o a favor de ella, veta maravillosa o veta puñetera, cuando tallas madera te olvidas de todos los problemas cotidianos, incluso de la muerte, se producen interacciones fantásticas con tus compañeros de taller, vengan de donde vengan, con buena química, y liberas emociones porque te sientes libre y relajado. Creando… ¡como Dios!. La talla y escultura en madera es pura vida. Lo descubrí tarde, el día de mi jubilación, pero más vale tarde que nunca.

En Primero de Cuenco, recién jubilado como CEO del diario 20 minutos.

Estoy seguro de que mi nieto Leo y los nietos, bisnietos o tataranietos que pudieran venir en el futuro no leerán ninguno de los miles de reportajes, artículos o entrevistas que publiqué en la prensa, ninguno de mis libros (rollos insoportables sobre de Economía) ni verán ninguno de los cientos de programas de radio y televisión que hice a lo largo de medio siglo de ejercicio del Periodismo.

Con el presidente de la AEPE (Asociación Española de Pintores y Escultores)

También estoy seguro de que ninguno de ellos se atreverá a quemar en la chimenea o a arrumbar en el sótano las esculturas o los relieves de madera, únicos e irrepetibles, que hizo, a mano, su abuelo, bisabuelo o tatarabuelo. Aunque las consideren feas o defectuosas.  Esa sensación íntima, inconfesable, trasciende más allá de nuestro paso por este mundo y traza una línea finísima con la inmortalidad.  La obra vive más que su autor. ¿Qué más se puede pedir a la vida?

¡Viva la talla y viva la madera!

….

P.S. Nueva etapa. Obras en marcha.

Relieve sobre cerezo, copia de la «Quema de libros por la Inquisición» de Juan de Juni (Museo de León)

Dibujo en el socorrido papel cebolla y boceto fotográfico para tallar sobre sapeli rameado el «Duelo a ideas», inspirado el «Duelo a garrotazos» de Goya. Los garrotes son hoy periódicos.
Alfajores argentinos en el taller de Bellas Artes Coronado. Inspiración para nuevas obras…. Miguel Aranguren (primero por la izquierda, solo física) y Pablo Redondo (penúltimo, junto a la maestra Sandra Krysiak) ya vuelan solos, exponen y venden. Adelaida Gordillo (entre Luis de Carre y yo) hace maravillas y también vende.
Taller de talla en Primavera,9, Lavapies (Madrid), junto a la galería de escultura Espacio_Primavera, 9. Un sótano centenario, de ladrillo mudéjar, muy inspirador.
«Duelo a ideas» o «Compra venta de noticias», a medio tallar
Sello de 15 céntimos de mi paisano Nicolas Salmerón, presidente de la República
Sello Nicolas Salmerón tallado en doussier.
Epitafio en el mausoleo de Salmerón (cementerio civil de Madrid) y sello de la República.

El sello de mi paisano Salmerón, presidente de la I República, que tallé en «doussier», ya está colocado en lugar de honor. O sea, sobre la tele y junto al óleo de la Westley catalogado en el 85 Salón de Otoño. ¿Que más puedo pedir?

Stanley Meisler se quedó sin guerra civil

Su logotipo
Su logotipo

Los demócratas españoles estamos en deuda con el periodista Stanley Meisler. Este hombretón, riguroso y guasón, que tanto hizo por informar al mundo del milagro de nuestra transición pacifica, murió el domingo 26 de Junio en Washington a los 85 años. Nos conocimos en Madrid, hace 40 años, recién muerto el dictador Francisco Franco. Fue el primer corresponsal de Los Ángeles Times en España y yo era aún director del semanario Doblón.

El ruido de sables, los odios y resentimientos soterrados de las dos España y la tensión social creciente auguraban, para los grandes diarios del mundo, una segunda guerra civil española. Bandadas de periodistas volaron entonces hacia Madrid para cubrir tan sangrienta como previsible catástrofe. Stanley abrió su oficina junto a la de su colega James Markham, del New York Times, a dos pasos del Congreso de los Diputados.

Fue el primero y el último corresponsal de Los Angeles Times en España. Al cabo de cinco o seis años, sus crónicas, clarividentes y de finísima agudeza, convencieron a sus jefes de que nuestro país estaba entrando, con buen pie, por la senda democrática. El fracasado golpe de Estado del 23-F de 1981 fue el descabello a las ansias golpistas de los residuos franquistas. Con aquella vacuna contra golpistas, mi amigo (y maestro) Stanley Meisler cerró la oficina de Los Ángeles Times y se fue con su música a otra parte que ofreciera mayor dramatismo, o sea, más noticias de primera página.

Durante más de 30 años ha sido un corresponsal y un viajero incansable, cubriendo conflictos por medio mundo, pero nunca perdió su amor por España. Lo se. Nos visitaba con frecuencia en Madrid o en Almería. Cada año conocía mejor nuestra cultura, nuestro arte –en el que llegó a ser un experto-, nuestra gastronomía –era un comilón exquisito- y nuestra historia. ¡Cómo le gustaba la España de las tres culturas! Jocoso, como era, una vez publicó que yo mantenía esas “tres mitades”: judía, mora y cristiana.

Muchas veces coincidimos en viajes durante mis tres mudanzas a Estados Unidos (Harvard, Grupo Prisa, RTVE). Pasamos una semana espléndida con el pool de corresponsales que cubríamos la visita de Ronald Reagan a Mijail Gorvachov en Moscú. Conocía los mejores restaurantes y recetas rusas. Tenía un grandísimo sentido del humor. Sus carcajadas ruidosas son inolvidables. Gozaba de una finísima ironía, tierna no hiriente. Pero, si se trataba de defender principios, su cinismo podía llegar a ser durísimo, lacerante. Valoraba la amistad y, en una profesión tan difícil y competitiva, practicaba la lealtad con sus amigos aunque fueran colegas. Era un hombre cabal y, como Machado, en el buen sentido de la palabra, bueno. Su cara y su mirada franca y noble confirmaban su bonhomía.

Stanley Meisler
Stanley Meisler

Desde que nos conocimos no pasó ningún año sin que nos intercambiáramos mensajes, notas familiares, felicitaciones del año judío o del cristiano. Insistía: “Jose, dame un lead para que me envíen a España a escribir una historia”. Cuando Erik, mi hijo mayor, estudiaba en la Universidad de Maryland, la casa del tío Stanley y de la tía Elisabeth en Washington fue su refugio habitual.

El joven Stan Meisler acompañó a Martin Luther King en la marcha sobre Washington. Siempre mantuvo vivo su sueño. De mayor, vio caer el muro de Berlín. Su instinto de gran reportero le llevó a estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno. Mucho me enseñó sobre nuestro oficio el grandísimo Stanley. Ya le echo de menos.

Recuerdo el berrinche que se llevó cuando fui despedido como corresponsal en Nueva York de la Televisión Española del presidente José María Aznar, tras haber hecho yo, como otras veces, las entrevistas a los candidatos presidenciales. En esa etapa él era corresponsal de L.A. Times en la ONU y compartíamos muchas comilonas y tertulias en la Gran Manzana. Tenía crédito para escribir del caso y lo hizo bordeando los límites de la imparcialidad.

http://articles.latimes.com/1996-07-21/opinion/op-26437_1_aznar-s-popular-party

Así era Stanley Meisler: implacable, si estaba en juego la libertad de expresión, base de la democracia.

Sus abuelos maternos huyeron a tiempo de los progroms de la Rusia imperial contra los judíos. Su padre huyó del Este de Polonia. Gran parte de su familia murió en los campos de concentración nazis y en los hornos del Holocausto. La tragedia del pueblo judío marcó su vida. ¿Y a quien no en semejantes circunstancias? Stanley nació en el seno de una familia modesta del Bronx. Estudió en Nueva York y en Berkeley (California) y fue profesor en Columbia University. Fue un autodidacta en arte. Escribió magistralmente de Miro, de Picasso, de Chagall y de otros artistas europeos.

Se jubiló en LA Times pero nunca dejó de escribir y publicar en numerosas revistas de prestigio. Miles de reportajes y más de una docena de libros. De hecho, su último reportaje fue publicado por su diario de toda la vida el mismo domingo de su muerte. Murió, como vivió, con las botas puestas. “Una parada cardiaca”, ha dicho Elisabeth Fox, su viuda. A ella, a sus hijos y nietos enviamos desde aquí nuestro más sentido pésame a memorial@stanleymeisler.com.

Descanse en paz.